. HALLAN MUERTOS A LA ASTRÓLOGA LILY SULLOS Y A SU HERMANO

Ella tenía 84 años y estaba muy enferma. Ambos aparecieron baleados en su casa. Horas antes, él le envió a una amiga un mail de despedida. Los investigadores creen que se trató de un pacto suicida.

Faltaba poco para el mediodía cuando leyó el e-mail más doloroso que nunca se hubiera imaginado. Luis, el hermano de su amiga, la famosa astróloga Lily Sullos, se despedía para siempre en nombre de él y de su hermana. El mensaje se había escrito a las nueve de la mañana, en húngaro, el idioma materno de los hermanos. Explotó. Lily no contestaba el teléfono. Salió desesperada. La mujer manejó con su marido hasta el viejo chalet de piedra, tejas y madera de Díaz Vélez 1360, en La Lucila. Tocaron timbre y golpearon, pero nadie contestó. Horas después, bajo la lluvia y el frío de la tarde de domingo, el comisario mayor Fabián Perroni, al frente de la Jefatura Departamental Conurbano Norte de la Policía Bonaerense, confirmaría lo peor: Lily y Luis Sullos estaban muertos, adentro, con fuertes indicios de haber cumplido con un pacto suicida.

La amiga, de unos 60 años, cuya identidad no trascendió, llamó al 911 apenas llegó a la casona. Irrumpieron móviles de la comisaría 1a. de Olivos, personal de bomberos y de Defensa Civil de Vicente López. En el barrio, nadie había escuchado ruidos extraños ni disparos. Los vecinos dudaban. ¿Es necesario entrar por la fuerza? Alrededor de las 14 empezaron los estruendos. Fue necesario romper el portón del garage, a los golpes.

Adentro reinaba el silencio.

Todo estaba herméticamente cerrado. Ninguna ventana ni puerta había sido violada. No había entrado un ladrón. Los policías subieron al primer piso.

A Lily la encontraron en el sillón de su dormitorio, ensangrentada. Una versión indicó que tenía dos disparos: uno en el pecho y otro en la cabeza. Luis estaba en el dormitorio contiguo, tendido sobre la cama, y con un orificio de bala que empezaba arriba de una oreja y se también se veía sobre la otra. No se dio a conocer el calibre de las balas, aunque la Policía Científica realizó peritajes.

Cerca de Luis estaba el arma, una suerte de pistolón antiguo, aunque de pequeño tamaño, con mucha pólvora.

Parecía de fabricación casera. El hermano de la astróloga estaba formado en tornería, ingeniería y decía ser inventor. La fiscal de Instrucción de Vicente López, Beatriz Molinelli, que estuvo toda la tarde en el lugar, decidió caratular la causa como “homicidio seguido de suicidio”.

Según fuentes judiciales, la amiga de Sullos, quebrada, contó que la astróloga había sufrido un accidente cerebrovascular hace un tiempo y que su deterioro había ido en aumento en los últimos meses. Estaba muy deprimida y ya habían discutido sobre si valía la pena seguir adelante.

“Los hermanos no querían separarse. Ya lo habían hablado. Habían hecho un pacto en el que si a alguno de ellos le pasaba algo, el otro lo iba a resolver de esta manera”, explicó Perroni.

Al ser consultada sobre lo que se encontró en la casa, una fuente policial reveló que había “intercomunicadores” en distintas habitaciones, como para que se pudiera hablar de un lugar a otro aún con una situación de limitación física.

“A él se lo veía muy retraído... Nunca le vi horarios de trabajo.

Parecía que tenía mucha dependencia de ella ”, contó Tatiana, una vecina que vive a media cuadra. “Los dos eran callados. No estaban en la calle y si uno se los cruzaba en algún negocio hablaban entre ellos”, amplió Patricia, una jubilada que vive en la cuadra desde siempre. De lunes a viernes, una empleada colaboraba en las tareas de la casa. Pero en el barrio aseguran que tampoco era de conversar.

Lily estaba por cumplir 85 años y Luis tenía 75. Vivían solos, sin hijos ni otra familia en el país. Habían nacido en Hungría, con los nombres de Lenke y Lüdwing Süllös. Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pisaron la Argentina en 1948. Ella tenía 20 años y llegaba a América aferrada a su hermanito. Empezaban de nuevo, en un país lejano y en el que se hablaba otro idioma. Nunca se separaron.

POR EZEQUIEL VIÉITEZ

FUENTE: CLARÍN