29 de diciembre de 2025
El próximo 16 de enero, Mingo Assinnato celebrará lo que él llama sus "primeros 80 años". Vecino de Azul desde los 12, su vida ha sido un ejercicio de resistencia: maderero de alma, vio pasar gobiernos y crisis, y aunque se fundió tres veces, siempre halló la fuerza para reinventarse.
Por Laura Méndez
De la Redacción de El Tiempo
El próximo 16 de enero, Domingo "Mingo" Assinnato no solo celebrará un cumpleaños; inaugurará, como él mismo dice con una chispa de rebeldía en los ojos, sus "primeros 80 años".
Para "Mingo", el tiempo no es una carga, sino un territorio que todavía tiene ganas de conquistar, preferiblemente rodeado de los suyos: de Betty, su compañera incondicional, de sus tres hijas y de esos tres nietos que son su orgullo.
"Espero que vengan todos, familia y amistades", confesó, con la ilusión intacta de quien sabe que el mejor regalo no se envuelve, sino que se abraza.
Pero llegar a este brindis no fue un camino llano. La vida de "Mingo" tiene el aroma del aserrín de su carpintería y la dureza de las crisis que marcaron al país.
Llegó a Azul a los 12 años desde Italia, con el asombro de la infancia a cuestas y las manos listas para aprender su primer oficio. Desde entonces, ha visto pasar gobiernos y promesas desde el ventanal de su taller, pero su verdadera maestría no estuvo en la madera, sino en la capacidad de resurgir.
"Mingo" se fundió tres veces. Tres veces vio cómo el esfuerzo de años se desmoronaba ante sus pies. Sin embargo, su historia no es la de una derrota, sino la de una reinvención constante. Donde otros vieron cenizas, él encontró una oportunidad para volver a empezar, con la sabiduría del hombre que sabe que caerse es parte del oficio, pero levantarse es una elección de vida.
Hoy, al observar a la juventud actual, "Mingo" no juzga desde la soberbia, sino desde la reflexión. Sus palabras, pausadas y cargadas de experiencia, invitan a pensar en el valor del trabajo y la persistencia. A sus casi 80 años, "Mingo" Assinnato es la prueba viviente de que el corazón no envejece si tiene un festejo pendiente y una familia por la cual seguir construyendo.

"Ahora, a los 80 años, yo puedo comer sin trabajar pero no me puedo dar un lujo. Y cuando hablo de lujos, hablo de comer un asado, tomarme una buena botella de vino, esos son los grandes lujos que quiero darme", expresó desahuciado "Mingo".
"Llegué con mis padres desde Italia a los 12 años"
En primer lugar, "Mingo" contó con una sonrisa que "en casa siempre fui el único hombre, y convivía con cuatro mujeres".
Consultado sobre cómo hizo para subsistir con ello, mencionó que "con mucha paciencia. Pero la realidad es que subsistí con todo: con el taller, con la familia y acá estoy".
Sobre si siempre se dedicó a la carpintería, explicó que "llegué con mis padres desde Italia a los 12 años y a esa edad empecé a barrer viruta, hasta ahora lo único que hice es barrer viruta".
Con relación a si continúa trabajando después de jubilarse, arremetió "y sí porque vivo en la Argentina. La culpa la tuvo el otro, es decir cuando yo tenía 20 años los jubilados estaban tan 'bien' como hoy. Eso se resume todo. Ví Gobernantes que aumentaban los cigarrillos para los jubilados. Los jubilados nunca le dieron nada, a una señora que un día convirtió a los jubilados en empresarios porque recuperó un dinero de los jubilados y compró acciones. ¿Dónde fueron a parar esas acciones? no lo sabrá nadie".
Contó una anécdota que le dejó un sabor amargo: "eso me costó perder un amigo porque cuando esta señora dijo 'el año que viene los jubilados íbamos a estar allá arriba', yo respondí 'el año que viene vamos a estar tan mal como el año pasado y un amigo se me enojó por eso".
"Los jubilados estamos tan 'bien' hoy como estaban tan 'bien' hace 60 años atrás".
De la misma manera, el carpintero recordó que "este taller, el 10 de marzo, va a cumplir 60 años porque lo fundé yo. Arranqué en aquella pieza (señaló un lugar al fondo), y después me fui expandiendo. Me fue bien, me fue mal, pero esto me permitió tener mi casa, criar a mis tres hijas, que estudien y algunas cosas más".
Agregó que "no me fue perfecto, pero me fue bien, qué sé yo...".
Mingo hizo hincapié en que no obstante, "ahora, a los 80 años, yo puedo comer sin trabajar pero no me puedo dar un lujo. Y cuando hablo de lujos, hablo de comer un asado, tomarme una buena botella de vino, esos son los grandes lujos que quiero darme".
"No fui más a votar porque pensé que la democracia era otra cosa"
En cuanto a los oficios, Assinnato opinó que "se terminan los oficios porque se maltrataron mucho. Porque en un país donde le sacamos 12 ceros al dinero y hoy le sacamos 4 más, no sirve ningún trabajo. Es decir, que si tomo un trabajo ahora y lo cobro dentro de un año, no sirve".
Añadió que "uno de los grandes problemas por los cuales se terminaron los oficios en la Argentina es que no es la primera vez que tenemos inflación. Desde que yo tenía 20 años, había inflación. En este país todo es posible. En este país hubo gente que votó a tres personas que se odiaron. ¿Cómo no van a votar un loco? eso es lo que hay".
"No sé si yo estoy equivocado o no, yo no voto a ninguno, no fui más a votar porque pensé que la democracia era otra cosa, no el conventillo que es la democracia. Porque la democracia en la Argentina es un conventillo", agregó.
Asimismo amplió su concepto "hace bastante no voto, desde que no fue más obligatorio. Ocurre que ¿cómo voy a creer en una democracia donde se mira un poquito de televisión y muestran tipos diciendo estupideces, a un tipo poniendo cartelito 'Cristina libre'. Yo creo que ese no es lugar (Cámara de Diputados) para ir a pedir 'Cristina libre'. Yo no sé si Cristina robó, no robó, no sé y no me importa pero hay que ir a pedir a la justicia".
En ese sentido sostuvo que "en Cámara de Diputados vi mujeres peleándose, tratándose de 'gatos'. Cuando yo era chico, mi tío un día me llevó al Congreso. Antes se podía ir, no había vallas. Debe haber mucha gente honesta pero otros y no se deberían ni acercar".
"Tengo un pedazo de madera en la mano y soy feliz"
En segundo lugar, el artesano fue consultado cómo arrancó con la carpintería.
Especificó que "arranqué porque me enojé con mi patrón (risas). Es decir, trabajé 5 años en una carpintería, después me fui a trabajar a otro lado pero un fin de año me enojé con mi patrón, -tenía 19 años- ya hacía changuitas por cuenta propia, pues tenía el banquito que aun tengo que me lo compré en un remate cuando tenia 15 años. Le dije que no trabajaba más, claro que tuve que hacer el preaviso para no quedar mal, pero me insistió para que me quede porque yo era el único maquinista".
Explicó que "en ese momento la carpintería se dividía en maquinista y el banco, estábamos haciendo los muebles de una farmacia, así que, como mencioné, me convenció de trabajar todo febrero, me quedé y en marzo me fui".
"Recuerdo que mi papá me sugirió que si no quería ir más que no vaya, pero tenía que quedar bien y lo hice. Mi papá era muy derecho", subrayó.
Del mismo modo siguió contando que "ahí empezó mi aventura. Tuve momentos buenos, estuve allá arriba, me bajaron de un cascotazo, volví a estar arriba, me volvieron a bajar y así, siempre haciendo un poco de todo".
Explicó que "la madera ahora no se estaciona como años atrás.
A la madera hay que cortarla con meses que no tienen R. Solamente las plantas se corta con un mes que tiene R. Para la leña lo mismo, para la parrilla o para el hogar, si la planta está cortada en un mes con R, el fuego es distinto".
Apuntó que "en madera hoy se usa mucho el secadero, cuando se hace a conciencia - es regular- no es perfecto, pero puede andar". Manifestó que "arranqué haciendo caja de camión y acoplado ya que en ese momento se hacían de madera. Después empezaron las cajas de camiones acoplados a ser de metal y ese negocio se terminó. Después arranqué haciendo muebles, desde amoblamiento de cocina, después las cocinas comenzaron a construirse de otro material. Así que otra vez dejó de ser negocio".
Sobre cuál es la mayor demanda, especificó que "ahora hago cosas en pequeñas escalas porque el físico no me da más. Hago alguna changuita para matar el tiempo y para mi antojo personal".
Opinó que "nací carpintero, pero la persona que no hace a gusto lo que hace, no sirve porque no es solamente ganar plata. El tema es yo tengo un pedazo de madera en la mano y soy feliz. El que hace otra cosa tiene que sentirse igual".
Con respecto a qué opina sobre la juventud, consideró que "hay chicos muy buenos, pero hay cosas que no se dan, porque antes venían las madres a traer los chicos, 'por favor que le enseñara a trabajar' y desde el año 90 y pico no vino más un chico a aprender a trabajar. Formé a cuatro carpinteros, pero desde esa fecha no vino más un chico a aprender y si viene alguno está tres ó cuatro días, llega el viernes y necesita plata para salir y el lunes ya no viene".
Además enumeró otra complejidad: "los costos no dan para tener gente porque para tener una persona hay que tenerlo con todas las de la ley, no es caro el empleado; sino que es caro todo lo que viene detrás del empleado".
"A los 100 años dejo de trabajar"
Contó cómo es un día de su vida: "soy viejo pero duermo como los chanchos. Me despierto a las 10, pero sin despertador ni nada, no quiero saber nada. Cuando me levanto me vengo a trabajar, y si me tengo que quedar un día hasta las 10/ 11 de la noche, no tengo problema. Nunca dormí siesta. Y los fines de semana descanso y a veces viajo".
"Me gustaría viajar más, conozco bastante Argentina, pero me gustaría volver a recorrerla. Y después sí, me gustaría ir a otro lado también, pero todo es cuestión de plata. Lamentablemente si yo pudiera vender este galpón, invertiría: la mitad se la daría a mis hijas y con la otra mitad viajaría. Pero lamentablemente este galpón hoy no está a la venta. A los 100 años dejo de trabajar" (risas).
Para terminar, ofreció una reflexión final: "Las cosas hay que tomarla como vienen, no hay que hacerse problema por nada, hay que enfrentar los problemas, pero no enfrentar los problemas a ciegas, tratarlo con paciencia porque se puede, todo se puede. Yo me fundí tres veces y las tres veces salí. Incluso me robaron todo. Para un juez era un delito menor, si a uno le roban un auto se puede ir preso, pero si roban una herramienta por el valor de un auto no puede ir preso porque el imputado puede declarar que la herramienta era para trabajar. Pero para trabajar no se van a llevar 10 máquinas de afilar. Puede llevar una, dos, pero diez no. Se llevaron 46 maquinistas de mano, se llevaron martillos, tenazas, todo ocurrió en el 2003. Se pidió una orden de allanamiento un lunes con los que pasó entre sábado y domingo. Cuando allanaron había desaparecido todo. Recuperé cuatro pavadas, nada más. Después vendí mi camioneta, con eso compré herramientas porque venía de una racha en la que había poco trabajo. En ese momento justo había agarrado un trabajito pero no tenía con qué poner un clavo".
Culminó la extensa charla enfatizando que "este sería un gran país si fuera bien gobernado".

Mingo pidió específicamente estar en la foto con sus tres nietos. FOTOS NACHO CORREA
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