Locales
14 de enero de 2020
La transitabilidad en Azul es una cuenta pendiente desde hace muchísimo tiempo, por no decir desde siempre.
Circular por la ciudad es realmente una travesía para cualquier individuo, mucho más aún para las personas con diferentes discapacidades (motrices y visuales por ejemplo) y los adultos mayores.
Alcanza con salir a dar una vuelta por el pago chico para comprobar que calles y veredas son un verdadero obstáculo para los azuleños.
Este para nada empático escenario se reproduce de Norte a Sur y de Este a Oeste, teniendo quizás su punto neurálgico en el radio céntrico.
en pésimas condiciones son paisaje común en esta porción de tierra en la que convivimos (aunque a muchos parece costarle comprender el concepto de convivencia: viene del latín convivere y significa "vivir con otros", por ahí en ese idioma se entiende mejor). Hay que ser realmente apto para poder surcar por veredas que se asemejan más a una escenografía de cine catástrofe que a un espacio por que cual las personas deberían circular tranquilamente.
Baldosas que emergen desafiantes cual caballeros en defensa de sus feudos, pasto, ramas producto de la poda, lomadas, basura, bolsas, cajas, desinterés por el prójimo, total falta de empatía.
También está aquel frentista que considera que su auto debe sufrir de desarraigo y lo estaciona durante gran parte del día sobre la vereda, ahí, cerquita de la casa, como para que no extrañe. ¿Y si alguien tiene que transitar por ese lugar? Que baje a la calle, total… ¿cuánto puede costarle? Tal vez, mucho, sobre todo si quien debe circular por el lugar lo hace en silla de ruedas, con bastón o simplemente son padres que andan con bebés en cochecitos, por enumerar algunos casos nada más.
Y ni hablar de los comerciantes que dan rienda suelta a un enorme sistema propagandístico panfletario, desplegando cajones, pizarras, carteles, garrafas y otros objetos a lo largo y a lo ancho de la vereda. Ni Messi en el mejor de sus días sería capaz de gambetear tantos obstáculos en el camino. Lo mismo sucede con los “boliches” que sacan mesas y sillas fuera del local, dejando una ínfima vía de transitabilidad en la acera.
Peligro, obra en construcción
Otra de la cuestiones a tener en cuenta pone a prueba la empatía de los constructores. Andamios, chapas, arena, escombros y containers interrumpiendo el paso forman parte del vademécum azuleño de acciones poco emparentables con la vida en comunidad.
Según informaron fuentes confiables a este matutino, los inspectores de Obras Privadas salen a diario a comprobar este tipo de infracciones y multan a los (ir)responsables de generar estas situaciones que, fundamentalmente, no cumplen con la normativa vigente.
¿Rampa o trampa?
Otra labor para los inspectores, en este caso los del área de Tránsito, es la de controlar el accionar de los conductores que forman parte -como socios vitalicios- del Club Atlético Desaprensión. Son fáciles de reconocer porque generalmente están estacionados (indebidamente, obvio) obstruyendo las rampas para discapacitados en cualquier esquina de la ciudad. Responsabilidad ciudadana, cero.
Párrafo aparte para las condiciones que presentan algunas de las mencionadas rampas. Si bien muchas están en condiciones aceptables, varias ya están comenzando a mostrar vestigios de la falta de mantenimiento y también están las que parece que le sacaron una letra y más que una rampa son una trampa.
Misión Imposible
igual forma, es común ver bicicletas y motos estacionadas sobre la vereda interrumpiendo una normal transitabilidad, pero hay sectores de la ciudad que ya son reconocidos como puntos álgidos para la circulación. Uno de ellos es el de la zona del Registro Civil, en el cual el bicicletero allí existente (ubicado con muy poco sentido estratégico) da marco a un panorama sin dudas desalentador para los transeúntes. Dicen que hasta se puede escuchar la música de “Misión Imposible” al intentar pasar por ese lugar.
Preguntas que no necesitan respuestas… o tal vez sí
En las redes sociales de este matutino, al tomar contacto con una imagen relacionada con esta problemática, muchos de los lectores expresaron el malestar generado por la fotografía cuyo objetivo era graficar esta situación, argumentando que las obras en construcción tienen que ver con el progreso, con el desarrollo, con avances. Las preguntas que me surgen en ese sentido son: ¿Cuánto progreso podemos lograr si no somos capaces de ponernos en los zapatos del otro? ¿Cuántos avances estamos en condiciones de obtener si los valores que nos movilizan son hijos del individualismo y de una sociedad consumista que enviaron al destierro al sentir comunitario?
La empatía no se compra a la vuelta de la esquina, pero se puede ejercitar. Y no digamos como en muchos casos: “Empiezo el lunes”...es urgente, debemos comenzar ya.
La transitabilidad en Azul es una verdadera problemática. La falta de empatía y también la ausencia de una planificación relacionada con este tema, generan inconvenientes a muchos vecinos de la ciudad. La esquina de De Paula y San Martín es un sector conflictivo en ese sentido. ANGIE DÍAZ JACQUOT
La falta de mantenimiento ya está comenzando a dejar huellas en varias rampas de la ciudad.
Algunas obras en construcción son verdaderos obstáculos a la hora de transitar por la ciudad.
No son pocas las veredas azuleñas que se convierten en un desafío para quienes intentan transitar por ellas.
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