Cámaras de seguridad sirvieron para que después los damnificados, a través de esos registros fílmicos, observaran que el sujeto que cometió este ilícito llevaba una gorra visera y también tenía puesta sobre su cabeza la capucha de un buzo con el que estaba vestido.

Lo sucedido derivó en que, durante la mañana de hoy miércoles, fuera radicada una denuncia en la comisaría primera local.

Esa presentación se tradujo en el inicio de un sumario penal en principio caratulado como "robo en grado de tentativa", expediente judicial que quedó radicado en la UFI 6, la fiscalía que en los tribunales de Azul conduce Karina Gennuso.

Las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas en esta empresa -un lugar donde se elaboran tripas naturales bovinas, porcinas y ovinas para chacinados- fueron después aportadas a la Policía por la mujer que denunció este intento de robo.

Llamada Andrea Celeste Díaz y de 38 años, es la pareja del propietario de esa tripería y damnificado por lo que pasó, un hombre llamado Ernesto Manuel Heredia.

Según la mujer señaló en un contacto mantenido con EL TIEMPO, el sujeto que ingresó con fines de robo y provocó algunos daños en la planta aprovechó para meterse en el predio cuando ni ella ni su pareja, que actualmente también viven en ese lugar, estaban.

Además, refirió que después, al observar las cámaras de seguridad, se pudo constatar que el delincuente había ingresado cuando habían transcurrido los primeros minutos del día de hoy; y que permaneció en el lugar por alrededor de una hora, "hasta que nosotros volvimos de entregar un pedido cuando era la una".

La planta donde este ilícito se produjo está situada sobre la calle Sargento Cabral, a metros del Arroyo Azul.

El testimonio de la denunciante sirvió para conocer que el delincuente se metió a la planta tras cortar un alambrado perimetral del predio.

En un principio, una vez que la pareja regresó a la tripería, ambos se fueron a dormir, por lo que recién descubrieron lo sucedido cuando se despertaron a la hora cinco de hoy.

En ese momento constataron que estaba abierto un portón de ingreso al lugar, el cual habían dejado cerrado -pero sin llave- horas antes. También, que en la oficina de la planta fueron provocados algunos daños y un gran desorden por el sujeto que ingresó con fines de robo.

"La verdad que fue con suerte y al final no nos robaron nada", le dijo Andrea Celeste Díaz este miércoles por la tarde a EL TIEMPO, a través de una charla donde la mujer brindó más precisiones sobre lo sucedido en esa tripería propiedad de su pareja.

"Cuando nosotros volvimos cerca de la una no vimos a este tipo, que todavía estaba acá adentro y que, al escucharnos, se fue. Recién a las cinco de la mañana, cuando nos levantamos a trabajar porque teníamos que armar un pedido, descubrimos todo", contó.

"Después de ver las cámaras nos dimos cuenta que fue entre las doce y la una de la mañana que esta persona entró. Y que cuando llegamos, se fue", agregó.

En la denuncia formulada en sede policial, la mujer refirió que pudieron constatar que no había sido robado ningún elemento.

Además, al revisar el estado en que quedaron las instalaciones, observaron que el autor del hecho había dejado una inscripción con aerosol sobre una pared, la cual textualmente dice: "BARR RIV".

Se presume que la llegada de la pareja a la tripería evitó que el delincuente se llevara varios elementos que había tomado de los diferentes lugares a los que ingresó para cometer este ilícito.

En cercanías al predio donde está la planta fueron hallados un soplador, una caja con herramientas, una motosierra y una tijera para cortar alambre, elementos de los que el autor del hecho se apoderó con intenciones de llevarse, algo que finalmente no pudo hacer.

Díaz refirió en la charla con este diario que cuando habían salido a hacer el reparto e ingresó el ladrón dejaron la alarma activada, lo cual le permitió a ese sujeto estar en el lugar sin que su presencia pudiera ser advertida.

La sospecha de que también el delincuente buscaba dinero se evidenció con el estado en que quedó esa oficina a la que ingresó, donde abrió y revolvió varios cajones, pero sin llevarse las computadoras que allí están.

Además, había arrojado al piso el monitor a través del cual se observan los movimientos que registran las ocho cámaras de seguridad instaladas en la tripería.

"En realidad fue un intento de robo, ya que no alcanzó a llevarse nada. Estuvimos mirando las cámaras de seguridad y tenemos todo más claro. Con mi pareja llegamos a la una de la mañana y ya hacía como una hora que el tipo estaba acá adentro. Estuvo en el galpón, en la herrería, de donde después fue sacando todas las cosas. También se quiso llevar mercadería de la cocina. En las cámaras se ve que fue uno solo, que es joven y hasta que parece menor de edad", declaró Díaz.

En la tripería donde se produjo este intento de robo, planta radicada en el PIDA I desde el año 2000, actualmente trabajan unas siete personas teniendo en cuenta la pandemia, aunque cuenta con capacidad para emplear a unos treinta trabajadores, según refirió también la mujer que denunciara el hecho.

Al ser consultada sobre si el PIDA I es un lugar que por sus actuales características favorece el accionar delictivo, recordó que "ayer había estado con alguien de la Municipalidad para tratar de tener un poco más de seguridad, mantenimiento de las calles, una mejor iluminación y poda de los árboles, ya que a veces este parece ser un lugar olvidado".