SOCIEDAD. A los 99 años, fallece Elena Dominga Arrouy de Bariffi

Fue fanática, durante su adultez, de la música clásica (que disfrutó con recurrencia en el Teatro Colón), y, por su amor a las plantas, también fue habitué del Jardín botánico de Buenos Aires y socia de la Asociación argentina de horticultura, con la que recorrió parques nacionales y floras autóctonas. También se encargó del jardín del casco de la estancia, repleto de árboles, frutos y flores de distintas especies y colores. En su extenso herbario se encuentran hasta la actualidad araucarias, pinos, camelias, arrayanes, cedros, caquis, guayabas, castaños, nueces de pecan, espárragos, heléboros, alcornoques, robles, magnolias, y ruibarbo, uno de los tantos ingredientes con los que cocinaba tartas o compotas. Hasta este último verano, su silla de ruedas la mantuvo sentada frente a su jardin, en tardes de tenues sonrisas y tazas de té sorbidas con pajitas de plástico. Si, durante una de esas tardes, uno se sentaba a su lado y escuchaba con paciencia, Elenita podía compartir todavía algunas de las experiencias de una larga vida, y recuerdos sobre la historia de Azul, como, por ejemplo, las leyendas sobre el pasado masónico de la ciudad. Durante esas conversaciones, el diminutivo de su apodo entraba en contraste con el humor y el carácter que muchos vamos a recordar. En una charla que tuve con ella hace varios años, rio mientras me contaba sobre el arma de bolsillo (calibre 22) que llevaba consigo cuando era joven y vivía sola en el campo. Este jueves 27 de mayo, alrededor de la cama en que durmió su última siesta, la acompañó su familia, compuesta principalmente por sus tres hijas, Mónica, Magdalena y Alejandra, pero también por sus yernos, nietos, bisnietos y sobrinos.

Francisco Bariffi.