Escribe: Charly Martínez (*)

Hace casi 25 años, entre un grupo de amigos que se copaban con la música, había una chica que se manifestaba como fan de Los Piojos.

De estatura baja, casi siempre fumando y de linda charla, cuando le consulté su nombre ella me dijo: "Laura Alfano".

Me acuerdo que cuando me respondió hice todo lo posible por evitar preguntarle si era pariente de Graciela. Y lo bien que hice: estaba harta de que le consultaran tal cosa, por lo que si lo hubiese hecho estoy seguro que -de mínima- me hubiera destinado una mirada tajante.

Nos conocimos por el rock con Laura. Y al poco tiempo, con "Algo es Algo" organicé un viaje en combi para ver a Los Piojos.

Creo que fue en Obras (con los años la memoria se vuelve un tanto imprecisa). E invité a los oyentes del programa que les interesara la propuesta a anotarse y emprender viaje al show en una combi contratada.

Laura fue una de ellos. Y al volver del recital, hice una invitación para que al sábado siguiente pasaran por el programa para contar sus experiencias al aire.

De casi veinte que viajaron, sólo una apareció: Laura Alfano.

Ese fue un dato que ella siempre recordó porque aquella fue la primera vez que habló en radio, por lo que solía decir que yo había sido el culpable de iniciar su camino en ese medio al que dedicó su vida profesional.

No sé si ese fue el motor de arranque de su pasión por el medio; pero al tiempo, cuando Miguel Di Spalatro y Cacho Etcheverry pusieron Radio del Pueblo, nos volvimos a encontrar.

Alfano -como casi siempre- hacía de todo: producción, móviles, locución, publicidad... Era una todoterreno.

Siempre de bajo perfil, pero fundamental para el desarrollo de la radio.

Yo, en tanto, hacía un programa de vóley todos los días.

Pero fue ella solita la que empezó con las transmisiones desde SAFA. Al tiempo me sumé yo; y juntos relatamos y comentamos los partidos de Azul Voley de la Liga Argentina y la Bonaerense. Y hasta viajamos a Las Flores y Benito Juárez para seguir ambas campañas.

Pasábamos juntos mucho tiempo, en el que acrecentamos una relación fundamentada en respeto y cariño mutuos.

Fueron tres temporadas en las cuales, fin de semana de por medio, transmitíamos desde SAFA; aunque Alfano también agregaba algún partido de visitante (como aquel recordado en Bolívar, que la filmaron para Showmatch).

Yo me fui de Del Pueblo; pero a los pocos años nos volvimos a encontrar en otra radio: la 105.3 (hoy La 100).

Laura Alfano, "haciendo puerta" en la radio donde trabajaba.

Como siempre, ella tuvo muchas tareas; pero durante varios años condujo el programa de la mañana, que arrancaba a las 10.

Yo hacía "Hora 9", que iba de 9 a 10. Y un ratito antes de la hora tope entraba Alfano al estudio y hacíamos juntos un "pase" que denominábamos "Noticias Insulsas".

Con una cortina del "Teto" Medina cantando en castellano "Smoke on the water" de Deep Purple, buscábamos darle un tono de humor irónico o sarcástico a las noticias de la farándula y ese era el puente entre mi programa y el de ella.

Yo me fui en el año 2017 de la radio y Alfano se quedó conduciendo la mañana y, luego, la tarde.

Supo encontrar un "feeling" con el oyente sobre la base de su sencillez, predisposición y buena onda.

¿Cuántos esperaban ese "Aló, aló, aló, gente linda" que era tan suyo y abría la puerta a tres horas de compañía radial con ella?

Desde 2018, en el otro extremo del dial (89.5), empecé a conducir "Influencia Rock" y coincidíamos al aire en una hora.

Digo que coincidíamos porque competirle a Alfano era imposible, ya que se había transformado en una referente radial con un nombre propio y a quien los oyentes elegían y adoraban.

Pero nosotros nunca cortamos el lazo. Y teníamos ciertos códigos.

Por ejemplo, cuando me dolía mucho la cabeza salía el mensajito:"Alfano, ¿me hace una ojeadura?". Y si la descompostura era mayor iba a visitarla a su radio para que, centímetro en mano, me curara el empacho.

Sí, nosotros creíamos en el empacho y en la ojeadura. Y ella era la encargada de la cura.

El problema era que eso la hacía bostezar tanto que cuando Chicho Carmona le decía que tenía que ir al aire entraba en apuros y casi no podía hablar de tanto bostezo.

Ella, mientras tanto, sabía que al finalizar el "tratamiento" su paga era algún chocolate, una de sus debilidades.

No sé a causa de qué habrá sido (¿mi edad quizás?) el motivo por el cual nunca fui Charly para ella.

Siempre me decía "Martínez". A veces, un "amigo Martínez" o, a lo sumo, un "Don Charly", con lo cual -como respuesta al juego- ella era para mí "Alfano" a secas.

En estos días de profunda tristeza por su partida me escribió Melisa, una ex compañera de los tiempos de Del Pueblo.

La recordaba como una compañera en modo mañana, tarde y noche al servicio de la radio y por caminar la calle en busca de avisos que les hicieran "ganar el mango".

Veinte años más tarde en eso andaba Alfano todavía.

Estoy hablando de hace unos tres meses, cuando nos encontramos por casualidad en la calle Rivadavia -cerca de su casa- e iba en busca de cobrar una publicidad.

Me acuerdo que esa vez charlamos un largo rato y que ahí me contó de su padecimiento, de los estudios, de las consultas médicas y de toda la burocracia que parecía empantanar aún más el panorama de su salud.

Pero eso sí, sin perder la entereza, el valor y el optimismo.

Su lucha fue día a día y nunca bajó los brazos. Incluso, aunque la respuesta del sistema de salud no fuera tan rápida como la enfermedad avanzaba.

Pero un día no pudo más, y se fue a recorrer otro camino que -ojalá- sea tan amoroso como también fue su vida por acá.

Era tan buena la Alfano, tan querible.

Tengo la firme creencia de que la vida no le devolvió todo lo que se merecía.

Por suerte para ella apareció Martiniano, su adorado y amado hijo, para convertirse en el faro que la guió desde hace más de diez años. Y amigas que nunca la abandonaron y estuvieron acompañándola hasta su último suspiro.

Ellas fueron un sostén durante esos aciagos tiempos antes de su partida, a la que todavía hoy continúo sintiendo como irreal y me cuesta asumir.

La chica piojosa, la amante de los perros, la que se tentaba con el chocolate, la orgullosa madre, la remadora constante, la lúcida comunicadora, la que me llamaba por el apellido, la entrañable amiga que ahora ya no está.

(*) Ex miembro de la Redacción de EL TIEMPO y actual conductor de los programas radiales "Algo es Algo" e "Influencia Rock".