UNA HISTORIA EN PRIMERA PERSONA
Siendo estudiante de Secundaria, un suplemento que EL TIEMPO publicó en 1990 le abrió a Florencia Burgos las puertas al mundo de la comunicación y los medios. Radicada en La Plata, la también docente de la Facultad de Periodismo de la UNLP recuerda muy especialmente en esta nota a otro periodista que, al igual que ella, nació en Azul: Gustavo "Chapu" Scalcini, un referente de la agencia de noticias Télam hasta su lamentable fallecimiento a fines de 2018.
8 de junio de 2024
Escribe: Florencia Burgos (*)
Me gustaba escribir y por eso me animé a participar en aquel suplemento que iba a publicar el diario EL TIEMPO. Me pidieron que hablara de la "Promo '90", en el marco del Día de la Primavera y del Estudiante.
Creo que ese fue el primer empujón hacia el periodismo. Y además, claro, me encantaba hablar. Más adelante empecé a decir que me encantaba "comunicar" para no quedar como alguien que hablaba mucho.
En La Plata, desde el primer minuto en que ingresé, amé la Facultad de Periodismo y Comunicación Social. También, las materias que cursé, a los profesores que tuve y a quienes fueron mis compañeros. Amé entrar en ese mundo de las noticias para ir más allá y leer entrelíneas.
Apenas pude, a los 19 años, empecé a trabajar en una agencia de noticias provincial. Era la "Agencia Interior Buenos Aires" (AIBA), donde tuve la suerte infinita de que su dueño y Director me enseñara el oficio con la misma pasión que él mismo lo ejercía.
Todavía hoy recuerdo que me quería quedar a vivir ahí, entre cables, notas e informaciones de "último momento".
A ese Director me lo presentó otro periodista azuleño: Gustavo "Chapu" Scalcini, quien lamentablemente falleciera en diciembre de 2018.
Para cuando lo conocí, él era más grande que yo y hacía años que trabajaba como Redactor en la Sección Policiales de la agencia Télam.
Como era amigo de mi prima, me dejaba ir a leer los diarios gratis cada mañana a su trabajo.
Siempre sentí que la había pegado con la carrera. Veía a amigos cambiar una y otra vez; mientras yo seguía firme con Periodismo, convencida de mi vocación.
Por aquella época, al trabajo de la agencia en La Plata le sumé otros como cronista en un programa de TV y más adelante, ya cuando me recibí, una ayudantía en el Taller de Producción Gráfica de la Facultad.
En ese entonces, un profesor me había adoptado como su discípula y me dio esa gran oportunidad.
También me ofreció un lugar como redactora en las publicaciones de la Facultad.
Allí, rodeada de profesionales generosos, también aprendí muchísimo de la vida académica y del periodismo gráfico en particular.
Mis primeros diez años de profesión transcurrieron al trote y estuvieron marcados por varios trabajos al mismo tiempo. Corriendo, aprendiendo y con mucha adrenalina puesta en todo eso que hacía.
En esa vorágine viví una experiencia que hoy es una de mis anécdotas más taquilleras.
Haciendo un reemplazo en La Plata, en la corresponsalía del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, me tocó cubrir la filmación de "Siete años en el Tíbet", la película protagonizada por Brad Pitt.
Me acredité y llegué puntual ese día a la estación de trenes de La Plata, donde se había montado un fantástico set de filmación y estaban actuando. Éramos pocos periodistas y sólo nos permitían observar. Y "observé" a Brad Pitt a una distancia de tan sólo dos metros.
Cuando volví de la cobertura, tal vez exageré un poco (bastante diría ahora) el cuento. Y eso que todavía no se hablaban de las "fake news"...
Pero de repente, de un día para el otro, mi enfoque profesional viró radicalmente: me ofrecieron un trabajo como comunicadora institucional en un organismo político.
Aquello fue como cruzarme al otro lado del mostrador. Y al principio fue raro, ya que me costó adaptarme a la rutina.
Pero la política resultó adictiva, llena de novedades cada día también, con muchos viajes para cubrir actividades de gestión, armar conferencias de prensa y/u organizar agendas con entrevistas.
Otro mundo. Un mundo al que también ingresé con toda la pasión que se necesita para dedicarte "full time" y "full life".
Actualmente, hace ya más de dos décadas que me dedico de lleno a la comunicación gubernamental y política.
Tuve la suerte de trabajar con dirigentes de los que aprendí muchísimo. Eran mis jefes y hoy son mis amigos.
De esa manera, pasé de trabajar en el ámbito municipal al provincial y, luego, al nacional.
Al mismo tiempo, viajé mucho por el país y me relacioné con comunicadores de todos lados.
Hoy sigo hablando con muchos de ellos y me animé, con un grupo de colegas, a fundar la Red Argentina de Comunicadores Institucionales (RACI): una asociación civil sin fines de lucro cuyo principal objetivo es promover y difundir el uso de la comunicación institucional participativa, abierta, democrática y transparente como herramienta de acercamiento a la ciudadanía.
Y acá estamos, arrancando y sumando colegas de todo el país con el objetivo de establecer una comunicación democrática y transparente contra la cual nadie que ame y ejerza esta profesión puede oponerse.
Actualmente, además, mi vida profesional me encuentra trabajando como vocera del Banco de la Nación Argentina. Haciendo prensa, pero también campañas comerciales y publicitarias. Tratando siempre de que las mejores herramientas financieras del banco lleguen a cada rincón del país.
Lo hago con la misma pasión y compromiso que asumí desde que me convertí en periodista profesional.
En ese contexto, manejo todos los días 60 kilómetros de ida y otros tanto de vuelta para ir y regresar desde La Plata, donde sigo viviendo, a Buenos Aires.
No me quejo en absoluto, porque me entusiasma lo que hago. Y por supuesto, sigo dando clases como desde hace ya más de 25 años.
Ahora lo hago en la nueva carrera de Comunicación Digital, en la materia Narrativas Gráficas que se dicta en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Hoy agradezco la oportunidad que me da EL TIEMPO -el diario de la ciudad donde nací y que sigo leyendo a la distancia- para contar mi historia y poder repasar a través de ella estos años tan lindos e intensos vividos de la mano de la profesión que elegí.
El periodismo, la prensa y la comunicación continúan siendo mi vocación y también mi refugio en los momentos difíciles.
Siempre digo que mi carrera me ha sostenido y me ha hecho más fuerte.
Sé que la profesión está un poco vapuleada, que hay periodistas que la dejan mal parada y que existen hasta quienes hacen un show de todo sin importarles las consecuencias.
En medio de toda esa vorágine, yo tuve la suerte de aprender de los buenos periodistas. De quienes son, al mismo tiempo y antes que nada, buenas personas.
Por todo esto que conté hoy 7 de junio, Día del Periodista, es una fecha especial y tremendamente importante para mí.
No sólo por lo que soy y la profesión que ejerzo. También, porque es el cumpleaños de mi mamá.
(*) Licenciada en Comunicación Social, docente en la Facultad de Periodismo de la UNLP y vocera del Banco Nación.
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