Por Velleda Cecchi

Los niños con autismo, no son otra especie dentro de los humanos, sino que padecen y han padecido aún desde dentro del útero (es sabido que el feto oye desde los 5 meses de gestación), un malestar intenso debido a las dificultades maternas en erogeneizarlos y trasmitirles, tranquilidad, amor.

Estas son familias que han transitado situaciones muy enfermantes con sus padres, los que a su vez habían vivido enfermedades mentales. La pulsión de muerte las recorre. Por esto es necesario que los genitores de niños autistas puedan reconocer su sufrimiento y la de sus propios padres.

Si hay algo innegable en relación al autismo infantil es el grado de polémica, discusiones que lo rodean:

Aquellos que sostenemos que es una psicosis que depende de la patología transgeneracional, dependiente exclusivamente de lo genético (no está comprobado científicamente ) , y donde no se toma en cuenta lo fenotípico, se refieren a niños especiales: niños azules, niños cristal, niños de dios, etc.

Hacer depender el autismo de lo genético exclusivamente o considerarlos seres especiales, los condena a la imposibilidad de ser abordados por los profesionales de la salud mental, utilizando el método psicoanalítico. "El dolor psíquico siempre fue rechazado y lo sigue siendo aún, dado que involucra y cuestiona no solo al sujeto que lo padece, sino también a su familia y a a la sociedad" ( Cecchi,2005).

El niño autista se protege de un mundo externo al que vive como terrorífico, construye una coraza para defenderse, no responden, y a veces son considerados sordos, agreden su cuerpo, se autolesionan con golpes, provocándose heridas.

El tratamiento adecuado es convertir esos NO en SI, porque estos niños son siempre mirados como raros, extraños, todo lo que hacen es loco. Siempre todo es no, no hacen ninguna de las actividades que se esperan por su edad.

Hay que otorgarle sentido a lo que hagan en el consultorio. Por ejemplo, entra corriendo y se apoya en una pared, lo que corresponde decirle en esa situación es: "Claro, vos tenes miedo porque no me conoces y te apoyas en la pared que te sostiene, y que no te va hacer daño". Dicho suavemente, con voz calma. Esto le permite al niño sentir que es comprendido, aceptado. No es una receta, sino que es crear un encuentro diferente al que al niño está acostumbrado a vivir.

El niño autista tiene dificultad para aceptar los cambios. Estos dos años de pandemia produjeron en muchos de ellos situaciones difíciles, porque, por ejemplo, cambiar la rutina de asistir a su escuela los altera. Ahora que estamos en época de vacaciones y cerca de la Navidad, que para un niño común es una alegría, no lo es para ellos: les resulta muy difícil amoldarse a nuevas situaciones. Estos cambios les provoca angustia, ansiedad, los desubica. Lo que es una fiesta, para estos niños es un trastorno importante. Los papas se angustian, en relación a lo que para muchos es considerado bueno.