La historia de la ruina, abandono y la quiebra del ex Molino Nuevo parece quedar atrás. Hace más de un año conocimos la compra por parte de empresarios locales y gratamente nos sorprendieron las últimas reformas.

Quienes fuimos testigos del desguace y saqueo de la planta (instalaciones eléctricas, laboratorio, cobre, aluminio) observamos un contundente antes y después. En silencio, verdaderos "Quijotes" encararon fuertes transformaciones y pueden observarse progresos sustanciales con inversiones millonarias en distintos puntos del predio.

"Tranquilo. Se está poniendo en orden y todavía falta un poco" aseguró uno de los empresarios. No dudé en responderle: Se observan inversiones relevantes, gente trabajando, camiones descargando y un lugar que pasó de la desolación y el abandono al funcionamiento con pruebas y trabajos diarios.

En ese sentido podemos asegurar que el pasado jueves efectuaron la primera prueba descargando una tolva con destino al fraccionado de la harina y que continúan las tareas ajustando viejas máquinas y modernos equipamientos para la molienda de trigo y su colocación en los competitivos y exigentes mercados.

Las reformas y cambios son visibles. Todavía falta. Pero se ve el horizonte que redundará en la economía y en la vida de nuestra gente. Los Quijotes que -ponen lo que hace falta- no tienen el tinte demagógico de los muy conocidos que ya hubieran publicitado las obras hasta el hartazgo.

Alfredo Pucheu, Mario Layús, Gustavo Del Curto y Gustavo Carús junto a sus hijos apuestan a futuro, arriesgan capital y renuevan el oxígeno de la gran ciudad que brilló con fábricas e industrias a mediados del siglo pasado.