RESCATE DE MEMORIAS PARA LA HISTORIA

RESCATE DE MEMORIAS PARA LA HISTORIA

El origen del Parque Municipal de Azul

Aquí se recuperan dos escritos especialmente realizados para EL TIEMPO. El primero de ellos escrito por Antonio E. Aztiria y publicado en 1939, que aporta datos significativos sobre la creación del paseo característico de esta ciudad. El segundo testimonio, publicado en 1987 por su hija, María Leticia Aztiria de Gurruchaga, quien revela más detalles en torno a uno de los emprendimientos más relevantes de la historia local, como lo es el parque municipal.

19 de noviembre de 2022

Por Antonio E. Aztiria

Especial para El Tiempo

A principios de 1918, siendo Comisionado Municipal el Doctor Don Lisandro Salas, espíritu inteligente y progresista, recibí una invitación de este señor, para cambiar ideas sobre un propósito que hacía ya tiempo acariciaba: la creación de un paseo público en nuestra ciudad, a ejecutarse sobre la base de las cuatro manzanas que formaban el antiguo "Campo de Marte", con más las tierras linderas que pudieran ser incorporadas. Me solicitó lo ayudara a cumplir ese proyecto.

Maravillado con la grata iniciativa, que encontré muy realizable en ese momento de gran prosperidad general y que armonizaba mucho con mis aficiones, no sólo comprometí mi concurso sin reservas, sino que le ofrecí interesar a algunos amigos a fin de constituir rápidamente una calificada comisión que fuera promesa segura de éxito y que pusiera de inmediato manos a la obra.

Los amigos que fueron consultados adhirieron con todo entusiasmo, de modo que al siguiente o subsiguiente día conveníamos con el Doctor Salas en la nómina de la primera comisión. Fueron sus componentes: Enrique Squirru, Esteban J. Louge, Félix Etchepare, Emilio Vasquez, Saúl Ruda, Luis Robin, Bernaudo Naulé, Bartolomé J. Ronco, Constantino Fernández, Ángel Sala y el que suscribe.

Esta comisión, a la que le fue conferida autonomía administrativa, con el consiguiente cargo de rendir cuenta a la Intendencia, inició sus tareas entre el mayor auspicio y ayuda general, respondiendo unánimemente la población en la medida de sus medios.

Es así que pude adquirir una buena parte de la superficie ampliada y llevar a cabo la pavimentación e iluminación del paseo, después de haber practicado costosas obras de terraplenamiento y rectificación de arroyo, pues muchas de las fracciones de tierra eran sumamente bajas, estando en parte casi siempre anegadas.

La generosidad pública fue, realmente, una revelación que superando las esperanzas en la comisión, patentizó en forma inequívoca, la satisfacción con que fue acogida esta obra. Y entre las innumerables y espontáneas donaciones que se recibieron, algunas hasta de ex vecinos radicados en Europa, muchas fueron de verdadera importancia, ya en apreciables oportunidades en efectivo, ya elementos decorativos o bien en terrenos como los de los ensanches finales que tan beneficiosamente han complementado el paseo.

Por su parte, el Comisionado Doctor Salas y las autoridades municipales que se sucedieron, prestaron al naciente parque su conveniente y justa cooperación, ya que esta obra, lograda principalmente merced al desprendimiento del pueblo, contribuyó al prestigio de esas administraciones y enriqueció notoriamente el acervo edilicio, no sólo en su importante valor material, sino en su más valioso significado de adelanto urbano.

Con tales elementos y tan cariñosa atención del vecindario, que siguió día a día los trabajos, ese paseo, que, deliberadamente, se denominó "Parque Municipal de Azul", para evitar todo matiz tendencioso, presente o futuro, fue inaugurado el 12 de octubre de 1918, en homenaje al Día de la Raza siendo este acto uno de los números culminantes del nutrido programa de la "Semana de Azul", que entonces se celebró. (Escrito en Buenos Aires, julio de 1939).

Nota de EL TIEMPO en noviembre de 2022: el título del artículo es "Origen del Parque" y se publicó en la edición especial de este diario el domingo 9 de Julio de 1939.

Una crónica de El Tiempo

En la misma página en la que se publicó este artículo fundamental de Antonio E. Aztiria, se incluyó una crónica de factura tiempista. En ella se apuntan también datos significativos:

"El pueblo azuleño tiene motivos para estar orgulloso del Parque Municipal, tanto por su belleza como porque es fruto de la acción intensa de sus hombres representativos", se indició en su título y, a modo de subtítulo: "Para ellos debe tener la gratitud pública su expresión más justiciera. Don Antonio E. Aztiria, Don Miguel Castellar y el arquitecto Blas J. Dhers han presidido la comisión administradora que ahora preside el doctor Luis Molina Segura".

El cuerpo central informa: "No podíamos en esta oportunidad dejar de consignar en la edición aniversario de EL TIEMPO algo que es legítimo motivo de orgullo de Azul: el Parque Municipal.

"Hubiésemos querido realizar la tarea justiciera aún no realizada de historiar detenidamente el origen y la evolución de nuestro Parque en sus veinte años de vida. Pero tal tarea requería una consagración afanosa imposible en la febrilidad de la vida periodística.

"No obstante eso, nos alienta el propósito de intentar esa obra y tal vez algún día EL TIEMPO pueda dejar satisfecho en ese anhelo determinado por un imperativo de justicia.

"Entre tanto digamos esta verdad inmensa: el pueblo azuleño tiene motivos para estar orgulloso del Parque Municipal, tanto por su belleza como porque es fruto de la acción intensa de sus hombres representativos.

"Fueron las figuras más prominentes de la sociedad azuleña las que brindaron generosamente, altruísticamente al Parque Municipal su dedicación, su dinero, su capacidad, su amor por la ciudad, su dinamismo.

"Para ellas debe tener la gratitud pública su expresión más justiciera y sentida.

"Sus cuatro presidentes.

"El gobierno municipal quiso, desde el primer momento, que el Parque fuese la obra del pueblo azuleño realizada por sus vecinos más calificados. De ahí que todas las comunales han mantenido en estos veinte años transcurridos el régimen inicial, esto es, dejar en manos de una comisión administradora, a la que le brindaba y le brinda todo su mayor apoyo financiero y moral posibles, la dirección, el cuidado, el embellecimiento y el progreso del Parque Municipal.

"El gran Parque de Azul estuvo ya en la mente progresista de aquel inolvidable intendente municipal que fue Don Manuel Castellar.

"La transformación que inició en la plaza General Rivas, que entonces se denominaba "Campo de Marte", tenía sus grandes proyecciones futuras.

"Pero luego esa plaza permaneció en el olvido hasta que, a principios de 1918 el entonces comisionado municipal Doctor Lisandro Salas exteriorizó el propósito de crear, con su base, un paseo público.

"Transmitió su propósito a Don Antonio E. Aztiria y porque encontró en el espíritu del prestigioso caballero la adhesión más entusiasta, Azul se enorgullece hoy legítimamente de su Parque.


Don Antonio E. Aztiri

No queremos señalar nombres porque tal vez incurriríamos en omisiones injustas. Pero más injusto que todo, más ingrato, sería no proclamar bien alto, con enorme sinceridad, que la figura prestigiosa de Don Antonio E. Aztiria ha sido la figura decisiva en la creación y en el gran progreso inicial del Parque.

"Mientras llegue el reconocimiento público documentado a todos los hombres que han contribuido a la realidad de esa obra magnifica de la que nos enorgullecemos, es preciso que haya en el pueblo de Azul el recuerdo constante, pleno de gratitud, hacia Don Antonio E. Aztiria, a quien EL TIEMPO se complace en tributarle su homenaje como así también a esa figura dinámica y progresista que fue su continuador en la presidencia de la comisión administradora, Don Miguel Castellar, al prestigioso caballero que lo sucedió en ese cargo, el arquitecto Blas J. Dhers, y a Don Ángel Sala que ha integrado hasta hace poco todas las comisiones administradoras del Parque Municipal y de quien todos los presidentes han podido decir lo que Don Antonio E. Aztiria decía ya el 12 de octubre de 1918, en su carácter de presidente de la Comisión, en el discurso inaugural del Parque: "Señores: no debo terminar estas breves palabras sin antes expresar mi reconocimiento a las personas que en una u otra forma han significado su adhesión a nuestro empeño; al bizarro Batallón 2 de Zapadores Pontoneros, cuyo distinguido jefe, el Mayor Saúl Ruda, afrontó desde la primera hora con entusiasmo el cumplimiento de la obra, haciendo efectivo el más eficaz y decidido concurso, y a nuestro compañero de comisión, señor Ángel Sala, cuya abnegada dedicación sólo podemos valorar exactamente, los que lo hemos seguido paso a paso en la labor diaria".

"La comisión administradora del Parque ha tenido cuatro presidentes: Don Antonio E. Aztiria, desde 1918 a 1929, período de fundación, de formación y de progreso para el Parque.

"Don Miguel Castellar, desde 1929 a 1932, período de extraordinario embellecimiento del parque que gracias al dinamismo y entusiasmo de su presidente alcanzó sus características actuales [1939] pasando a ser uno de los más hermosos de la República.

"Don Blas J. Dhers, desde 1932 a 1936, período en el que si bien la depresión económica general no permitió la realización de grandes obras, fue fecundo por la consolidación y mejoramiento de sus bellezas.

"Y de 1936 hasta la fecha ejerce la presidencia del Parque Municipal el Doctor Luis Molina Segura, calificado caballero y progresista vecino de cuya capacidad y entusiasmo corresponde esperar una acción intensa y progresista la cual, por otra parte, está siendo planeada en estos días.

"La Municipalidad de Azul, por su parte, ha hecho construir la monumental entrada del Parque no hace mucho terminada y que realza su belleza.

[Publicado en El Tiempo el domingo 9 de Julio de 1939.]


Nota especial por el 69° aniversario

También en EL TIEMPO, en dos ediciones -sábado 10 y domingo 11 octubre de 1987- se publicó otro artículo que es posible destacar con trascendente y un aporte fundamental a la hora de conocer fehacientemente la historia del Parque Municipal de Azul. Este es el caso de una producción escrita especialmente para nuestro matutino por la hija de Antonio E. Aztiria; material que rescatamos y compartimos a continuación con los lectores:


Por María Leticia Aztiria de Gurruchaga

Especial para El Tiempo

Origen: Hablar sobre el comienzo del Parque significa para mí, volver a mi primera infancia; sacar de la vieja cómoda los álbumes de fotos de entonces; las fotos de familia, siempre con el fondo del Parque, pues íbamos religiosamente todos los días, con mis padres, mis hermanos, mis primos los Mallea, que venían todas las vacaciones a la casa de los abuelos comunes, nuestra casa; verlo a Eduardo [Mallea, famoso escritor argentino] con sus 15 años, ¡qué lejos entonces de su encuentro con la ciudad junto al río inmóvil; aquí, era la ciudad junto al arroyo, que lamentablemente más tarde no resultó ni manso, ni inmóvil; a buscar gajos de plantas, pero no había enebros en las coníferas de este Parque...

Así, recordando conversaciones en casa, me voy enterando del comienzo del Parque, de su génesis, de la idea original del comisionado municipal, Doctor Lisandro Salas, hombre de progreso para la Comuna de Azul, a cuyo frente actuara desde marzo de 1917 a noviembre de 1918. Él concibe la idea de hacer un parque en las cuatro manzanas de Campo de Marte, después llamado Plaza General Rivas; todavía tenían defensas que habían quedado de los avances araucanos, de los hostigamientos indios, de los malones, de los acercamientos de Catriel, Cachul y Calfucurá, cuando el arroyo había sido límite de fronteras; de ahí, al nivelar el terreno del nuevo parque, desentierran el cañoncito que hoy se ve al lado del torreón. Dicha Plaza Rivas se encontraba en Guaminí y Colón, y será junto a las donaciones de Blás Dhers (ensanche) y Germina P. de Louge (salida Norte a la Costanera), la base de las 17 hectáreas que se han de parquizar.

El siguiente intendente, Señor José María Lier, toma la idea y, a fin de realizarla, llama para integrar la nueva comisión Pro-Parque, a un grupo de vecinos que ya habían actuado en instituciones públicas. Así, presidida por mi padre, que en ese momento era presidente de la Biblioteca Popular, lo acompañan un grupo de amigos: Bernardo Maulé (presidente de la Sociedad Rural), el Doctor Bartolomé J. Ronco, figura señera de la cultura de Azul, el Escribano Enrique Squirru, el Mayor Saúl Ruda (jefe del Segundo Batallón de Zapadores Pontoneros, reemplazado luego por el Mayor Guillermo Pinto), Luis Robin (presidente del Consejo Escolar y después rector de la Escuela Normal) y otros distinguidos convecinos: señores Félix Etchepare, Emilio Vázquez y Ángel Sala.

Desde el comienzo de esta obra, Don Ángel Sala, sensible artista nacido en Milán, se transforma en celoso custodio de la misma. Aun en perjuicio de sus propios intereses, se dedica líricamente a su desarrollo, y cuando en 1928 la comisión se retira por injerencias políticas ajenas al espíritu de sus miembros, será Sala el continuador de la empresa. Ya en el discurso del presidente de la comisión, mi padre (Antonio Aztiria), reconoce y agradece su valioso aporte.


Plano original del parque.

La inauguración se lleva a cabo el 10 de octubre de 1918. El año anterior, el presidente Hipólito Yrigoyen había instituido al 12 de octubre como Día de la Raza. Al año siguiente, la Liga Comercial organiza, con la presidencia del intendente Lier, la Semana de Azul, donde se efectuarán distintos festejos: juegos florales con asistencia de un grupo de lindas jóvenes azuleñas, con su aporte literario, bailes en el Teatro Español, jineteada de potros en el hipódromo del Jockey Club e inauguración del Parque el 10 de octubre a las 15 horas.

Al discurso de entrega, del presidente de la comisión, lo sucede el del intendente Lier, que en reconocimiento de la obra realizada, confirma la misma, y con la incorporación de los señores Esteban Louge y Francisco Pourtalé, queda constituida así: Aztiria presidente, vicepresidente Señor José R. Piazza, Doctor Ronco secretaria, Escribano Squirru tesorero, y los demás miembros vocales. A Don Ángel Sala se lo nombrará delegado ejecutivo.

Después de los discursos empiezan los festejos: la regata Premio Inauguración, carreras de autos y motocicletas en la avenida principal. Al día siguiente seguirán los torneos de tenis en las flamantes canchas al lado de la confitería, el torneo de croquet y demostraciones de ejercicios físicos y rondas escolares.

Su financiación: según las memorias y balances publicados en los años 18, y del 20 al 28, el pedido de la comisión al pueblo es generosamente correspondido por el mismo. Todo el mundo dará de acuerdo a sus posibilidades. Interesantes aportes de dinero, o en obras de arte como: el Sr. Emilio Pourtalé, una fuente; del Sr. Bernardo Domecq e hijos, todos los bancos realizados por los hermanos Bernaschina, según diseño de Sala; estatuas, etc. Pero lo que es más simpático es que los operarios darán su medida también: el carrero, transporte de tierra gratis; el molinero, la instalación del molino, etc.; Sr. Celedonio Pereda el puente amarillo; Sr. Félix Etchepare el portón de la salida Norte; más tarde el Sr. Pizarro Almagro el grupo escultórico que se encuentra en la entrada, etc.

Como el riego diario no alcanza a neutralizar el polvo de las calles por el tránsito, se hace otro llamado para el logro del afirmado, demandando la cantidad de $ 0,50 por metro, y serán familias enteras: padres, hermanos, hijos, que respondan esta vez con distintas cantidades, llegando a cubrir una extensión de 40.000 metros.

Lo que exigió mayores gastos fue la nivelación del terreno, pues el lugar era pantanoso y provocó lentos y fatigosos movimientos de tierra. En un principio la Municipalidad contribuye con $ 2.000 y $ 300 por mes; esta subvención irá aumentando con el correr del tiempo, pero en 1925, en nota de la comisión a la comuna, le solicita mayor cantidad de $ 1.500 mensuales, pues esta ya no alcanzaba a cubrir los gastos de mantenimiento: sueldos del personal, herramientas, reposición de plantas, pinturas de portones, bancos, puentes, etc., limpieza del limo sedimentado en los canales, construcción de nuevos cercos de acacia blanca, mantenimiento de pelouseus, parterres, caminos, etc.

Un aporte importante a la financiación lo constituyeron los corsos de flores: se hacían en la avenida principal, para las fiestas de fin de año, Navidad; se vendían flores del vivero, de los canteros, y las entradas para su recorrido. Era la época de los autos abiertos que desfilaban con su capota baja; era todo un espectáculo elegante y amable, digno de una época, la "belle époque", donde la gentileza y las buenas maneras reinaban. Esos días de corsos, en nuestra casa, eran verdaderos días de fiesta, con la preparación de infinidad de ramos pequeños con alguna rosa o clematide (que mi padre hacía traer de Bélgica), rodeados con jazmín celeste y blanco, y otras enredaderas. Nosotros, los chicos, preparábamos algunos ramos especiales que bajo el camouflage de las flores, iba alguna papa escondida, y una vez, en la acción del corso, al margen del control paterno, los tirábamos con gran fruición y puntería a determinados chicos de los otros autos.

Diseño: El diseño del Parque lo trazó el Señor Ángel Sala, en una permanente consulta con mi padre y con mi madre, sensible también al dibujo y a la estética; estudiaron cuidadosamente las perspectivas de los caminos, las calles internas que remataban en un espejo de agua o en una estatua, o éstas a su vez eran centros de encuentros radiales; se consideraron los contrastes cromáticos, aunque por razones de clima no se pudieron plantar árboles de color como el jacarandá, el ceibo, las tipas; el contraste de textura de los mismos, el fondo de las coníferas al primer plano de las disciplinas, es decir, el verde oscuro al amarillo de éstas y de los fresnos en otoño; al contraste del espacio, la masa del enfoque arquitectónico; pero primordialmente se jugó con el agua como elemento decorativo: el agua del pintoresco arroyo, las curvas de los canales, que resultaron espejos de las copas de los árboles, el juego de los puentes que ondulaban el terreno; el agua, como reflejo de la ribera opuesta de sauces, que habían quedado del famoso paseo del "Vaporcito".

Sabía Sala de la belleza de las curvas por sus paisajes de acuarela, y así le dio a su diseño la importancia de la cursa, con sus permanentes cambios de enfoques, con su ilusión óptica de mayor extensión de terreno y con los biombos naturales de las plantas; no somete a la naturaleza, la deja que siga su camino de accidentes, no la somete en ningún momento a la rigidez de la razón o de la lógica; se la busca, se la entiende, se lee su caligrafía en la textura de los troncos y de la piedra, es decir, en sus estilos principales: el de la cristalización (la piedra) y el del crecimiento o concreción (biomórfico y fitomórfico); hasta los bancos y los puentes imitan los troncos para mimetizarse al ambiente, contradiciendo la famosa paradoja de Oscar Wilde: "Que la naturaleza imita al arte".

Así, el diseño de jardín formal queda reducido al cantero del rosedal, alrededor de la rotonda, donde los domingos se oían pequeños conciertos de la Banda Municipal; se plantan gran variedad de rosas que darán dolor y perfume al paseo. La canastita de rosas dirigida por mi madre, se llenará de rosas también y decorará el cantero del ciervo. En el cantero Sur, en un principio, se hizo un pequeño zoológico con un castillito al borde del canal para refugio de las aves: patos, gansos y cisnes. En ese mismo lugar, años más tarde, durante la presidente del Doctor Luis Molina Segura, se hizo un decorativo jardín andaluz.

En 1909 mi padre había viajado a Europa y de regreso de Bayreuth, del Festival de Wagner, se detiene en Baden Baden, que era un centro de moda de la preguerra; durante su vida le oímos contar lo que le había gustado su parque y cuando muchos años después conocí Baden Baden, me acordé mucho de nuestro Parque, pues lo caracterizaba un aspecto agreste similar.

En 1920 se funda el Club de Remo, cuya entrada se comunicaba directamente a la parte Sur del Parque; fueron sus miembros fundadores algunos de los de la comisión de éste, y de ahí que por su parquización similar, con biombos verdes naturales, con el canal que entonces rodeaba el chalet, luego sede social, del Señor Roberto Waddell (primer presidente), con el que presentaba un estilo parecido y así integraba el Parque, considerándosele su continuación, creado al servicio deportivo y social de la comunidad azuleña.

Plantaciones y consejos: Para su orientación se consulta a las casas especializadas del momento (Basso, Peluffo, Juan Calé, H. Intermeyer) y debido a la caída de algunos eucaliptos que bordeaban la avenida principal, por un ciclón, estas aconsejan, dado el clima frío invernal y muy caluroso del corto verano, su reemplazo por otros especímenes: olmos, sophoras, frescos, tilas (Holanda, Argentea o Platiphilos), Acer (Sicomoro), Gingko Biloba y plátanos. Cuando la siguiente comisión presidida por el Señor Miguel Castellár amplía la avenida principal sobre un proyecto ya existente, plantan con gran acierto la avenida de plátanos, cuya belleza se puede apreciar en la actualidad. También se les aconseja para los terrenos bajos, húmedos, próximos al arroyo, la plantación de tulipaneros, añisos (Almus Glutinosa), plátano occidental y magnolia grandiflora, variedad que se la encuentra en la isla muy desarrollada.

Influencia en el medio: La realización del Parque, además de proveer el necesario pulmón o espacio verde a la ciudad (ya mencionado en el discurso de la inauguración), y de ser un paseo permanente que la embellece, ejerció una influencia benéfica en la misma: el mayor cultivo de la jardinería, el arbolado de sus calles, etc. Estimuló la buena fotografía local, siendo permanente modelo para sus enfoques; fue fuente de diseño para los tapices de la Liga de Madres, donde muchos de sus pintorescos rincones fueron trasladados al telar y al bordado de lana.

La naturaleza es la gran fuente de diseño y sus expresiones, son más o menos visibles, más o menos compulsivas. Así, yo por mi parte, cuando después de mis dispersiones artesanales me decido a desarrollar mi imagen de dibujo, como corresponde a un egresado de Bellas Artes, me encuentro atrapada en una textura de raíces, de troncos y de lianas, que provoca (en mi última exposición de dibujos que hiciera el año pasado en Maná) que una culta señora me preguntaba con gran desconcierto: ¿A qué viene esta fitogénesis?

[Nota de la autora:] (Como fuente de información para este trabajo, he consultado los escritos del Doctor Bartolomé J. Ronco, del Doctor Exequiel Ortega, y el material de la Biblioteca Popular Ronco, que oportunamente han tenido la gentileza de ofrecerme).

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