Con cuatro generaciones, la Escribanía Squirru puede darse el gusto de tener más de 120 años de vida en la ciudad, siendo un número que no queda certificado en una escritura, sino plasmado en la pasión por una profesión que una familia contagia de generación en generación.

En la actualidad, esta tradición la continúa su bisnieta Florencia Squirru, quien ya lleva bastante tiempo dedicándose a esta profesión que abrazó desde chica, pues su padre Enrique Squirru, también llevó adelante este oficio, al igual que su tío Emilio Squirru, su abuelo Emilio Squirru y su bisabuelo Enrique Squirru, quien fue el principal fundador de la escribanía.

Para continuar con el legado de sus seres queridos, la entrevistada comentó que comenzó a estudiar abogacía en la Universidad Católica Argentina (UCA), cuya sede central se encuentra ubicada en la Ciudad de Buenos Aires.

En 2003 se recibió de abogada, aunque a pesar de haber trabajado en un estudio jurídico, mediante que desarrollaba su carrera, decidió que no era su idea trabajar de esta profesión por lo que buscó especializarse en escribanía. De esta forma, Florencia continuó estudiando en Buenos Aires, donde realizó un posgrado en Derecho Notarial y Registral.

Tras un largo camino, se convirtió en escribana y luego, a través del paso de los años pasó a ser la titular del histórico registro de su familia.

Con el número 1, su bisabuelo había empezado su camino en la profesión con seriedad, responsabilidad y confianza, entablando un vínculo diferente con los vecinos que lo visitaban en el estudio. Más de 100 años de vida, la misma actividad la heredó su bisnieta, quien ejerce la profesión con compromiso en sus oficinas que están ubicadas en Bolívar 568, donde se atiende al público de 9 a 14 horas, de lunes a viernes.

Para conocer su historia de vida asentada en los buenos valores, Florencia Squirru trazó su perfil en una entrevista con EL TIEMPO.

"Es un honor para mí continuar con esta lindisima tradición familiar"

-¿En qué año comenzó a trabajar con el título de escribana?

-En el 2004 regrese a vivir a Azul y empecé a trabajar en la escribanía con mi padre, como adscripta al registro número Uno de Azul, del que en aquel entonces era titular mi padre. Este registro nos acompaña en la familia desde el año 1894. El primero en ejercer la profesión fue Enrique Squirru, mi bisabuelo. Luego continuaron mi abuelo Emilio, después mi tío Emilio, mi padre Enrique y ahora yo, que soy la cuarta generación, de lo cual estoy súper orgullosa y lo ejerzo con mucha responsabilidad. Además, de ser un honor para mí continuar con esta lindísima tradición familiar.

-¿Qué quiere decir ser escribana adscripta?

-Cuando estás recibido de abogado y aspiras a ser escribano, hay que renunciar o inhabilitar la matrícula de abogado ya que son profesiones incompatibles. El escribano vela por la igualdad entre las partes y principalmente por la equidad entre ellas, a diferencia del abogado. Es por eso que una de nuestras funciones, es evitar conflictos entre las partes y el asesoramiento para que ello no ocurra es muy amplio. Hay una frase, que creo define a la perfección nuestro trabajo, que dice 'Escribanía abierta, Juzgado cerrado'. Es por eso que podés trabajar como escribano adscripto bajo la supervisión y responsabilidad de un escribano titular o rendir un examen.

-¿Cuáles son los servicios que brindás como escribana?

-La función del Escribano es súper amplia porque abarcamos un montón de situaciones cotidianas como por ejemplo intervenimos en acta de constatación, acta de notificación, donaciones, testamentos, compraventas, poderes, autorizaciones de viaje, autorizaciones de manejo, entre otras cosas. Es muy importante que la comunidad sepa, que los escribanos estamos para que ellos se acerquen a consultarnos ante cualquier duda y que confíen en los escribanos, pues tenemos las puertas abiertas para que cualquiera que tenga una duda ante un negocio o una decisión que deba tomar, pueda consultarnos. Es una de nuestras funciones estar a disposición de la sociedad en el asesoramiento.

Un compromiso dirigencial

Dueña de una personalidad comprometida, tuvo una participación muy activa en la dirigencia del Colegio de Escribanos de Azul.

-¿Recordame, cómo está compuesto el Colegio de Escribanos?

-Existen Colegios de Escribanos en cada provincia y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y son ellos los que regulan la actividad y la responsabilidad de los Escribanos de cada región. Cabe recordar que el Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires se fundó hace 132 años, y lo componen: un Colegio Central y diecisiete Delegaciones distribuidas conforme a la población y necesidades regionales. Nuestra Delegación Azul, está integrada por los partidos de Azul, Olavarría, Las Flores, Bolívar, General La Madrid, General Alvear, Laprida y Tapalqué.

-¿Cumplió o cumple alguna función en el Colegio de Escribanos?

-A partir de mi regreso a Azul, comencé a participar activamente tanto en la profesión como en cargos administrativos de la Delegación. Fui Tesorera de la Delegación por tres periodos y actualmente formo parte de la Comisión de Edificios. Además, soy miembro de la Junta Ejecutiva actual.

La vida familiar y profesional convive en armonía

-¿Cómo es su tiempo libre?

-En mi tiempo libre me gusta mucho hacer cabalgatas con mi familia y amigos; conocer distintos lugares de nuestro país a caballo. También me gusta mucho jugar al tenis y al hockey, evidentemente la vida a al aire libre es lo mío.

En resumen, la profesión de escribano/a no es sencilla y debe ejercerse con mucha seguridad, porque el notario cumple una función social muy importante. Y para ello, el principal objetivo de la función notarial es la certeza que brinda con su presencia a las relaciones jurídicas y comerciales.

Asimismo, el Estado le da al escribano la facultad de "dar fe", por lo que dota de autenticidad los actos por él percibidos, y los cumplidos en su presencia.

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