Por Fran Bariffi

Diario EL TIEMPO: ¡feliz cumpleaños!

Empecé a escribir para vos aquel enero de 2020, antes de que la pandemia comenzara. Tenía mucho miedo porque estaba lleno de dudas y no sabía qué escribir, cómo parecer un joven periodista respetable, ni si lo que se me ocurría estaba bien o si era torpe y un poco pretensioso. Por suerte todo fue fácil y en el instante te convertiste en una especie de blog donde podía escribir cualquier cosa que se me ocurriera, con la extraña particularidad de que luego era impreso, vendido en kioscos y dejado sobre la mesa en las cocinas de todo Azul. Gracias por esa sensación de libertad.

Aunque no sé si alguna vez me salió, lo que deseaba al escribir para vos era armar con las palabras un pedacito de lucidez. Algo que pudiera compartir con los lectores y que sirviera para mirar las cosas que nos rodean con curiosidad. A veces con enojo, otras con extrañeza, y otras con entusiasmo y la esperanza de que mi generación cambiaría el rumbo de las cosas.

Por mucho que dudara, las notas y artículos que escribía no sólo dependían de mí. Dependían de que abriera mi cuaderno y dejara que la mitad de mis palabras las escribieran las veredas, los vecinos, la ciudad que, mientras caminaba, imprimía su pulso en mí. Pienso que eso es lo que debería hacer un diario como este, y quizás también un libro o cualquier revista: abrirse al corazón del momento y dejar en sí mismo un rastro de vida.

La hemeroteca del Diario EL TIEMPO está llena de esos rastros. Guarda joyitas como los relatos sobre la inundación del '80, o los testimonios de Elva y María Luisa al convertirse, en 2010, en uno de los primeros matrimonios lésbicos del país. También hay artículos extraños, como ese de 1972 sobre una sesión de espiritismo en el viejo Hotel Argentino de la calle Burgos. Puede que otros hayan sido arbitrarios, absurdos, complacientes con las normas morales. Pero en el fondo no importa. Porque cualquier texto, del color que sea, hablará siempre del mundo en que emerge.

Por eso, todo lo que aparezca en estas páginas, en los 91 años de páginas y páginas del diario EL TIEMPO, tienen y tendrán cosas maravillosas que contarnos.