Mi primer recuerdo tangente es el Mundial México 1986. En casa teníamos un viejo televisor Noblex de tubo, blanco y negro. Canal 8 de Mar del Plata transmitía los partidos. La antena arriba del techo debía ser acomodada cada vez que había viento o llovía. A veces, íbamos a la casa de mi tía Marita a ver algún encuentro porque ella tenía televisor a color.

El segundo gol a los ingleses, lo evoco con la voz de José María Muñoz, y las imágenes que poseo son, por supuesto, en blanco y negro. Diego gambeteando ingleses, el corazón que latía cada vez más fuerte, esos diez segundos que ya anticipaban algo épico. Los gritos de ese día, llegaron hasta la final contra Alemania, y me llevaron a la calle a festejar. Recuerdo el paso de un camión lleno de gente, y mi sobrino Adrián apretujado en la parte de atrás, todos festejando, alentando, con el alma maradoniana marcada a fuego.

Nápoli, para mí, es el Diego de la lucha, del Norte contra el Sur, del amor incondicional, de las gambetas contra los grandes equipos, de esa camiseta casi tan importante para él como la de Boca o la de la Selección. Todavía mis recuerdos en esa época seguían en blanco y negro, aunque coloreados por las revistas El Gráfico que ya aparecían en casa.

El mundial Italia 90, con el primer partido contra Nigeria, el tobillo hinchado que vino después, la sensación de que otra vez, íbamos a estar frente a algo épico y maravilloso.

No tengo fotos con Diego, pero tengo las lágrimas de felicidad por el gol de Caniggia contra los brasileños, por los penales contra Italia, la soberbia actuación del Goyco, y esa maldita final contra Alemania.

No tengo fotos con Diego, pero tengo la bronca del doping positivo, de ese "me cortaron las piernas" y de sentir que el ídolo era persona, que cometía errores, y que yo no era nadie para juzgarlo.

Diego representó para lo que quise llegar a ser, ponerme LA DIEZ en todo lo que emprendiera, y luchar contra esos molinos de viento, imaginarios o no tanto. Diego es para mí, la lucha contra la injusticia, las adversidades, y seguir para adelante.

No tengo fotos con Diego como muchos que sí tuvieron ese privilegio, pero tengo mi vida atravesada por su recuerdo, por sus equivocaciones, y por las mías, por sus aprendizajes, que a veces fueron los míos.

Las imágenes con Diego que sí tengo son retazos de memoria, son frases que salen cuando es necesario, cuando el alma reboza de alegría, de bronca o de tristeza.

Por eso digo que no tengo fotos con Diego, pero en mi memoria está la camiseta DIEZ, esa que llevamos en la espalda todos aquellos que salimos a luchar día a día.

Por eso, GRACIAS. Nunca lo vas a saber, pero dejaste, como postales, tus goles, y tus palabras a millones de nosotros, que volverán cuando la caprichosa vida ruede una vez más. Atentamente.

Valeria Maldonado. Que a pesar de jugar de 5, se pone la DIEZ cuando hay que luchar.