Por Laura Méndez

De la Redacción de EL TIEMPO

Se llama Andrea Pellegrini y si bien nació en la ciudad de las diagonales, es azuleña por adopción. Se fue a estudiar medicina, más precisamente psiquiatría. Con mucho esfuerzo, después de haberse enfrentado a prejuicios por ser mamá, estudiar al mismo tiempo en la Facultad y trabajar, con una admirable valentía e inteligencia se convirtió en Jefa de la Unidad de Salud Mental y Familia del Hospital Elina de la Serna de Montes de Oca de La Plata. Se trata de un centro asistencial de salud provincial, subzonal especializado en la atención de niños y adolescentes.

En Azul tiene mucha historia aunque me confesó que no le gusta el protagonismo. En esta ciudad tiene a parte de su familia y su mejor amiga de la infancia.

Había escuchado hablar muy bien de ella, solo buenas referencias como persona ya que Andrea, además de ser una importante profesional es un ser humano con valores inquebrantables, entre un sinfín de cualidades que podría enumerar. Pero vamos a conocerla. Es el "personaje" que presentamos este miércoles.

"Siempre quise ser médica"

-¿Cuándo te fuiste de Azul y qué sueños te llevaste en la valija?

-Nací en La Plata en 1967 y desde entonces nos mudamos a Azul, donde residía mi familia paterna. Soy platense de nacimiento y azuleña por adopción. Estudié en el Colegio Inmaculada Concepción hasta finalizar la secundaria en 1985. Luego volví a mi ciudad natal para estudiar medicina y acá me quedé desde ese entonces.

-¿Sufriste desarraigo?. ¿Cómo se fue dando todo para que te puedas recibir?. ¿Obstáculos?

-No me costó el desarraigo porque tenía familiares en la Plata y viajaba hacia allí con frecuencia, pero al poco tiempo fui madre de mi primer hijo y se hizo difícil sostener la facultad y la maternidad a la vez. Más aún con la familia lejos.

En esos tiempos no había lugar para las alumnas (madres en la facultad). No contábamos con guarderías y los horarios de cursadas no eran flexibles. Peor aún, si además trabajabas.

Era lógico que te atrasaras con las cursadas y finales, y debías enfrentarte a los prejuicios de algunos profesores que por ser "legajo viejo", te la hacían difícil en los finales.

A pesar de todo seguí adelante con la ayuda de mi familia y de los amigos para cumplir con mi objetivo. Siempre quise ser médica. Desde muy chica, ya en el jardín de infantes me esforzaba para que me premiaran con el brazalete con la cruz roja que en ese entonces nos ponían a los encargados de los primeros auxilios.

"Las demandas más frecuentes que nos llegan hoy corresponden a situaciones de violencia"

-¿En qué momento de tu vida supiste que querías ser psiquiatra? Lo recordas ?. ¿Tuviste incentivos de personas?. ¿Quiénes?

-Una vez terminados los estudios de pregrado en La Plata, y con el título de médica, continué con el posgrado de Psiquiatría Infanto juvenil en el Hospital Carolina Tobar García de CABA.

Fueron cinco años de concurrencia en los que viajaba diariamente de La Plata a la capital. Esta vez, acompañada por el padre de mis hijos menores, que nacieron durante esos años, sin la ayuda del cual no hubiera podido lograr la especialidad y desarrollar mi profesión.

En esos años de formación, me crucé con la Dra. Sara Amores, terapeuta familiar y psiquiatra infantil.

Actualmente, mi maestra y amiga. Con ella aprendí sobre vínculos y familia, conocimiento, imprescindible en el trabajo con niños y adolescentes.

-¿Ahora dónde trabajas específicamente?

-Actualmente soy Jefa de la Unidad de Salud Mental y Familia del Hospital Elina de la Serna de Montes de Oca de La Plata. Es un efector de salud provincial, subzonal especializado en la atención de niños y adolescentes

En esta institución se desarrollan actividades de diagnóstico, asistencia, promoción y prevención de la salud mental de niños adolescentes y sus familias

Trabajar con estas problemáticas complejas requiere de un modelo de abordaje desde la salud integral, con una mirada desde la complejidad, entendiendo a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos, psicológicos.

-¿Cuáles son los grandes desafíos que trajo tu profesión?

-El primer desafío al que nos enfrentamos hoy es el de deconstruir lo aprendido en la formación de pregrado, que nos enseña un modelo de binarismos, y discursos médicos hegemónicos, para entender a la salud desde otro paradigma:

Un modelo en el que las políticas se centren en la perspectiva de derechos y el Estado como garante. Basado en la integralidad de las prácticas, pensando a la Salud Mental como un entramado en el que diferentes determinantes intervienen en la producción de la subjetividad contemporánea. Cobrando relevancia la promoción y prevención desde la Atención Primaria y la Salud Mental Comunitaria, donde las personas son parte activa de la calidad del proceso Salud-Enfermedad-Cuidados, participando de la transformación de sus propias realidades.

Las demandas más frecuentes que nos llegan hoy corresponden a situaciones de violencia en sus distintas formas de expresión: violencia de género, violencia familiar, violencia institucional, abuso sexual, maltrato infantil, acoso escolar y otras como consumo de sustancias, intentos de suicidio, trastornos de la alimentación.

-¿Con la pandemia tuviste más consultas?. ¿Cuáles son las que más llegan a vos?

-Con la pandemia aumentaron los casos de violencia, los cuadros de ansiedad y de estrés post traumáticos. En los adolescentes aumentaron los casos de depresión y trastornos de la alimentación.

Se agravaron los cuadros de psicopatologías crónicas, en algunos casos asociadas a discapacidad, al no contar con las rutinas terapéuticas diarias y verse obligados al encierro.

Estas problemáticas complejas nos obligan a dar respuestas que tengan en cuenta los entrecruzamientos de los múltiples factores que las desencadenan, por lo que de nada sirve centrarse en el narcisismo profesional, y debemos pensar a cambio en el trabajo interdisciplinario, interinstitucional, e interministerial, como un modelo de abordaje desde la corresponsabilidad.

Citaría a modo de ejemplo que ante la frecuente solicitud de atención psicológica para un niño que está inmerso en un contexto de violencia familiar, se debería diseñar una estrategia terapéutica conjunta (atendiendo la singularidad de cada caso), con la familia, la institución educativa, el organismo de niñez, (si hubiera derechos vulnerados), redes comunitarias, etc.

-¿Qué es lo mejor y lo peor?. ¿Cómo lo afrontas?. Supongo que te ha pasado de escuchar relatos desgarradores. ¿Cómo haces para 'blindarte'?.

-Como te contaba anteriormente, nuestro trabajo no es suficiente por si mismo, ya que dependemos de otras intervenciones para resolver una problemática, sobre todo y más aún en la salud pública, de un estado como garante.

En este caso el trabajar en equipo es gratificante y ayuda a sostenernos. Hacemos micropolítica. Lo importante es implicarse sin involucrarse, lo cual no es tarea fácil. Si te involucras, quedas entrampado e imposibilitado para actuar.

Es importante contar con un espacio de análisis y de supervisión para no perder la objetividad.

Nuestra profesión está siendo muy cuestionada hoy en día. Hay muchos prejuicios sobre la psiquiatría. Se ve con malos ojos el uso de psicofármacos, la contención física y la internación. Mucho más aún si se trata de niños y adolescentes, como en el caso de mi especialidad

Se confunde con medicalización, tortura y privación de la libertad

Es cierto que esto ocurre aún y que históricamente muchos pacientes han sufrido vulneración de derechos, que se inventan nuevos diagnósticos para patologizar procesos normales del desarrollo, y detrás de esto está el mercado de los laboratorios, pero la psiquiatría es una ciencia noble y necesaria, y más aún en estos tiempos. Quienes padecen de este tipo de problemáticas merecen recibir una atención integral con respeto y compromiso igual que el que atraviesa por cualquier otro tema de salud.

-¿Qué es lo que más extrañas de Azul?

-Tengo recuerdos muy lindos de la infancia, sobre todo el contacto tan estrecho con la naturaleza. Desde muy chicos teníamos permiso para salir con amigos en bicicleta, pescar en el arroyo, pasear por el parque, por el balneario, pasar tardes enteras en el Club de Remo, en la pileta, alquilar botes. Con unas compañeras de la secundaria formamos un club de ecología, el Club Verde Azul. Participamos de programas en la radio y en la televisión, denunciando a las empresas que contaminaban el arroyo. A pesar de ser muy jóvenes éramos temidas por unos cuántos!!. Recuerdo que el área de espacios verdes de la Municipalidad nos convocó para plantar trescientos árboles sobre la calle Entre Ríos. ¡Todo un acontecimiento!

-¿A quienes tenés acá?. ¿Venís con frecuencia?

-No voy con frecuencia. En Azul vive mi mamá, una de mis hermanas (somos tres) y mis sobrinas. Tengo a mi mejor amiga de la infancia. Mi hijo mayor formó familia con una azuleña, aunque no viven en Azul. Soy abuela de una bebé de 9 meses. Recientemente falleció una tía y una prima paterna.

-¿Te gustaría volver definitivamente?. ¿Con qué proyecto?

-Alguna vez lo he pensado. Me han ofrecido ir a ejercer la profesión porque (no sé ahora) pero no contaban con psiquiatras infantiles.