ENFOQUE
A 386 días del lanzamiento de esta polémica iniciativa, se han recopilado más de seis millones de datos biométricos -lectura de rostro e iris- en algo más de ciento sesenta países. Cómo funciona esta tecnología y qué peligros acarrea, son algunos de los aspectos abordados en este artículo.
Por: Dr. Rodrigo Bionda - Juez
25 de agosto de 2024
Desde hace algún tiempo, con los ojos ciegos bien abiertos, la humanidad mira sin poder ver cómo el casino que gobierna al mundo se ha encargado de generar una nueva paradoja. Esta enésima contradicción consiste en que en un incoloro no-espacio social descompuesto en señales binarias, en el que ha sido forjado el sistema nervioso digital de la humanidad, iluminado con constelaciones de estrellas atravesadas por densas concentraciones de datos binarios, contenidas en galaxias corporativas cuyos fríos brazos espirales delatan la constante interacción de sistema militares de vigilancia y control; una empresa multinacional y de alcances globales, presuntamente pretende construir un sistema de identidad digital trasnacional centralizado a partir de la apropiación de datos sensibles que forman parte del acervo que compone nuestra soberanía digital.
En esa diáspora atemporal y existencial que alimenta este quinto dominio -el Ciberespacio-, un vacío existencial, facilitador de la convergencia de diversas relaciones entre entidades, mediadas y condicionadas por entornos artificiales de base material; el homo ludens se encuentra situado ante una nueva paradoja generada por una contradicción sistémica y que hasta aquí ha tenido que resolver autobiográficamente: Worldcoin.
Es que, luego de haber transcurrido 386 días desde el lanzamiento de esta polémica iniciativa de alcances pretendidamente globales y de haber efectuado verificaciones en 39 países con los dos mil Orbs fabricados, este proyecto ha otorgado 6.437.887 World ID a usuarios de más de 160 países en seis continentes, previa recolección de sus datos biométricos; dato que da cuenta del volumen de datos sensibles recolectados, almacenados y tratados por una empresa privada, en un marco de opacidad que aún persiste en torno a todas y cada una de las fases que componen el proceso de construcción de un sistema biométrico de verificación y autenticación.
Pero, indulgente lector, veámoslo un poco con tus ojos despreocupados y mientras procuramos que dimensiones algunas de las consecuencias que puede traer aparejada la cesión de tus datos biométricos a cambio de algunas criptomonedas. Sólo nos queda advertirte que, si te encuentras situado ante el dilema que genera una esfera cromada frente a tu rostro -hasta aquí-, los vas a tener que resolver autobiográficamente y por esa razón te encomendamos: no mires, por favor...
¿Qué es Worldcoin?
En el transcurso del año 2019 Alex Blania -en su carácter de CEO- y Sam Altman - en el rol de Presidente-, decidieron fundar una empresa de tecnología que denominaron Tools for Humanity con el auto proclamado y explícito propósito de diseñar, implementar y garantizar un sistema económico más justo, mediante una arquitectura digital; con el objeto de generar un sistema de validación mundial que permita a todos los personas autenticarse a través de una Proof of Humanness -prueba de humanidad- mediante un complejo sistema criptográfico que subyace bajo la denominada World ID.
En una carta destinada a casi ocho mil millones de personas -los habitantes de este convulsionado planeta-, Altman y Blania reconocían que desde Tools for Humanity fundaron Worldcoin con la ambición de crear una nueva identidad y -simultáneamente- una red financiera que fuera propiedad de todas las personas. Consideraban que, si el proyecto era exitoso, podría aumentar drásticamente las oportunidades económicas, escalar una solución fiable para distinguir a los humanos de la IA en la dimensión on Line, pero preservando la privacidad, permitir procesos democráticos globales y, finalmente, mostrando un posible camino hacia la obtención de cada uno de ellos de una renta básica universal -el UBI, por su sigla en inglés- financiado por la IA.
A tal fin, instaban al incierto destinatario a descargar la World App en su dispositivo móvil, visitar un Orb para recoger sus datos biométricos mediante la lectura del rostro e iris y -luego de ser hasheados, es decir traducidos en letras y números- recibir un World ID portable en un passport, que le permitirá demostrar que es una persona real y única on Line, mientras se mantiene el anonimato del usuario.
En el plano discursivo e institucional, Worldcoin ha tomado un dato de la realidad que consiste en que la irrupción y geométrico fortalecimiento de la Inteligencia Artificial ha generado una nueva necesidad: poder establecer en la dimensión on line de la vida si nos encontramos frente a un Bot o a un humano, poder discernir en el Ciberespacio si estamos interactuando con xenointeligencia o humanidad ampliada y, desde allí, ha forjado un discurso procurando justificar la filosofía del proyecto de alcances mundial que lleva adelante.
Más allá del aparente fin altruista explicitado por la organización, lo cierto es que el origen de este proyecto de alcance global, cuyo desarrollo está sostenido por una impensada inversión de dinero y un despliegue a escala mundial de software, hardware, procesos y personas, probablemente radique en una vulnerabilidad generada por una contradicción inherente al sistema económico que predomina en el Ciberespacio -el anarcocapitalismo o la economía colaborativa- y uno de sus productos: la tecnología blockchain y los ciberataques de tipo sybil, aprovechando ese argumento para generar un gran hermano de dimensiones trasnacionales.
¿Cómo funciona?
Para ingresar dentro del ecosistema Worldcoin, el usuario debe descargar de Playstore o de App Store -de acuerdo al sistema operativo de su dispositivo móvil- la WorldApp. Luego de descargada y de aceptar los Términos y Condiciones del Usuario y el Aviso de Privacidad, debe crear una cuenta que -de modo simultáneo- comienza a generar la Wallet desde donde se administra el Token que se entrega y la World ID.
El primer dato cuyo ingreso requiere la App consiste en el número telefónico del usuario, con la revelada intención de que sea utilizado para "...restaurar respaldos y para encontrar a tus amigos...". Una vez ingresado se recibe en el dispositivo móvil un token de seguridad o código de verificación de seis dígitos y debe generarse una contraseña robusta, a fin de que se le otorgue al usuario un Bono de Worldcoin, con una aclaración, una declaración y una opción.
La aclaración señala que "...para canjear el Bono se requiere un World ID verificado. Antes de verificar puede reservarlo por hasta doce meses..."; la declaración requiere confirmar que "...no soy ciudadano estadounidense, no me encuentro en Estados Unidos y no estoy usando una VPN...". Finalmente, la opción consiste en "...reservar por ahora..." el bono referido. De tomar la única opción disponible, se despliega un cuadro de diálogo donde el usuario "...antes de recibir Tokens..." debe expresar: "...No soy ciudadano o residente USA...", "...no estoy en USA o usando una VPN..." y que "...no voy a ofrecer, vender, o transferir WLD a personas de USA...". Una vez confirmadas las tres declaraciones, la aplicación confirma que el usuario ha reservado un Bono de 3,00 WLD y recuerda que "...tus reservaciones vencerán en 12 meses, así que asegúrate de canjearlas con tu World ID verificada...".
A continuación, se le recuerda al usuario que debe "...visitar un Orb para hacer el canje..."; esto es, acercarse hasta alguno de los sesenta y cuatro puntos situados en doce provincias de la República Argentina -Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco, Formosa, Tucumán, Salta, Corrientes, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero y Jujuy- donde se encuentra esa esfera cromada para efectuar la verificación biométrica -mediante lectura de rostro e iris- que permita concluir que el usuario sea una persona.
Una vez confirmado por el usuario el lugar, día y hora de la cita, la aplicación emite un Código QR -y una clave de confirmación- que debe ser exhibido al personal que lo reciba en el sitio elegido para captar su biometría mediante el Orbe. Luego deberá mirar fijamente a la cámara que contiene el dispositivo con la finalidad de que escanee su rostro e iris -captura imagen de la cara en el espectro visible y captura de imágenes del iris en el espectro infrarrojo cercano- para verificar que, en primer lugar, el usuario es un humano de verdad y, por otro, que el iris del usuario no coincide con el de ningún otro usuario que haya utilizado previamente el sistema.
De este modo, el titular de la World ID otorgada puede demostrar que es un ser humano único, generando una prueba de conocimiento cero que demuestre que tiene la clave privada correspondiente a una clave pública en la base de datos, sin revelar qué clave tiene y ese sería uno de los objetivos del sistema de validación que se está intentando construir.
Los dilemas que plantea
El data breach potencial más obvio y significativo que tiene cualquier sistema de prueba de personalidad, consiste en la posibilidad de vincular cada acción que una persona toma con una identidad del mundo real. Esta fuga de datos es muy importante, generando riesgos inaceptables, aunque resulta relativamente sencillo de resolver mediante pruebas de conocimiento cero con tecnología criptográfica.
Sin embargo, el peligro latente más importante es la mera existencia de un registro privado de escaneos biométricos. Aquí se enciende otra alarma, ya que no caben dudas de que se están recopilando datos sensibles en los términos empleados por la Resolución 4/2019 de la Agencia de Acceso a la Información Pública y con los alcances de la Ley 27.699 que data de 2017, que expresamente incluye dentro de la categoría de datos sensibles los datos genéticos y biométricos.
Otro gran peligro se evidencia cuando se repara en que una reciente auditoria elaborada por Trail of Bits, reveló que el software de los Orbs no bloquea la memoria en la RAM. Esto significa que, si los desarrolladores del código configuran el espacio de intercambio para expandir la capacidad de la memoria RAM de los escáneres, los datos confidenciales de los usuarios, así como sus datos biométricos, podrían persistir allí indefinidamente; con el consabido peligro de que las imágenes del iris filtren alguna cantidad de datos: sexo, etnia, tal vez afecciones médicas.
Ahora bien: ¿Los datos recopilados son almacenados, tratados, dispuestos, cedidos y eliminados? Desde el Aviso de Privacidad de Tools for Humanity vigente para la República Argentina se reconoce que Worldcoin recopila datos, informando al usuario qué datos recogen, por qué los recogen y qué hacen con ellos.
El elenco de datos recogidos le permite a Worldcoin calcular una huella digital única del dispositivo y su usuario; de modo tal que el hash de esta huella se utiliza como la señal que demuestra la singularidad del individuo detrás del dispositivo; reconociendo que, además, rastrean la actividad del usuario, recopilando datos de comportamientos que permiten elaborar un sistema de identificación biométrica conductual.
En pleno capitalismo de la vigilancia, los datos recopilados son minuciosamente analizados, con una clara finalidad: acumular el excedente conductual -el conjunto de datos que no sirven para mejorar el servicio prestado y que revelan los gustos, deseos y anhelos de quien los genera- para comercializarlos y/o generar microtargetting o publicidad -comercial o política- dirigida.
Como se puede avizorar, a pesar de la vibración distópica de mirar fijamente a un Orbe y dejar que se escanee profundamente los globos oculares, parece que el sistema analizado puede hacer un trabajo poco confiable en materia de protección de la privacidad del usuario, que ya no es sólo un derecho, sino que se ha convertido en una necesidad.
Epocalypsis
La recolección de datos sensibles y la opacidad ante su tratamiento, sin una previa Evaluación de Impacto en la Protección de Datos, es lo que ha motivado que, en diversas partes del mundo, se suspenda preventivamente la recolección o, directamente, se impida desarrollar su propósito.
Sin perjuicio de que, desde nuestra perspectiva, no se debería permitir llevar adelante una actividad como la descripta, que al apoderarse de los datos biométricos de la población puede poner en jaque nuestra soberanía digital, Winston Smith podría llegar a pensar que Worldcoin va camino a erigirse en la mayor agencia de vigilancia trasnacional y en un importante proveedor en el mercado de datos de la materia prima -el excedente conductual- necesaria para elaborar campañas de publicidad -comercial y política- teledirigida.
Con este panorama, tenemos la sensación de que el tránsito por una eventual epocalypsis depende de una urgente intervención estatal -como fuera la ejemplar imposición de una reciente multa millonaria por la Provincia de Buenos Aires a Worldcoin- y de una gran conciencia de parte del titular de los datos biométricos, para resolver autobiográficamente el dilema que le propone una nueva contradicción sistémica. De lo contrario, en una hipérbole típicamente argentina, pasaremos de ser el pretendido cuarto polo mundial de la Inteligencia Artificial a ser los mayores exponentes globales de la Zoncera Natural y, lo que es peor, en un abrir y cerrar de ojos.
(*) Juez en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires. Docente de Grado y Posgrado en Universidades y Organismos Nacionales y Extranjeros. Investigador. Autor de obras individuales y coautor en obras colectivas. Miembro admitido por la Asamblea General de Naciones Unidas del Comité Ad Hoc para la elaboración de una Convención Internacional sobre la Lucha contra el Uso de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones con Fines Delictivos de la ONU. Miembro del Comité Público del Instituto de Defesa a Cibernética do Brasil. Especialista convocado por las Comisiones de Derechos y Garantías y de Justicia y de Asuntos Penales del Honorable Miembro de la Red Internacional de Justicia Abierta.
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