MARCELO NAHÍN

MARCELO NAHÍN

"Quería ser médico, era lo único que me interesaba"

Lo expresó el profesional, quien se formó como cirujano general y operó diversas patologías. Posteriormente decidió hacer cirugía cardiovascular ya que quería explorar ese camino y le fue muy bien. Actualmente trabaja en el "Hospital de Alta complejidad en Red El Cruce" y en el "Hospital Británico" de Buenos Aires. Uno de sus grandes maestros fue René Favaloro.

22 de julio de 2021

Por Laura Méndez

De la Redacción de EL TIEMPO

Se llama Marcelo Nahín. De chico sabía qué quería ser médico. A los 23 años se recibió con Diploma de Honor y entendió que en la medicina siempre es un volver a empezar. Se formó como cirujano general y operó diversas patologías. Aunque después decidió hacer cirugía cardiovascular. Fue ahí cuando confiando en sus propios instintos y auto confianza ingresó a desempeñar su actividad en la Fundación Favaloro. Entre otras cosas, mencionó, estar más de una vez operando 36 horas seguidas. Trabajó con Rene Favaloro y al respecto dijo "las cirugías se aprovechaban muchísimo porque enseñaba todo el tiempo".

Un hombre que siempre supo lo que quiso y sino lo averiguó, pero llegó a desempeñarse con los mejores médicos de Argentina y otros países.

Es el azuleño que presentamos este miércoles.

"El contacto con los médicos azuleños fue una influencia muy grande"

-En principio, ¿a qué edad te fuiste de Azul y qué sueños te llevaste en la valija?. Te fuiste a estudiar, a trabajar?

-Me fui de Azul en marzo de 1986, a los 17 años de edad, a comenzar el Ciclo Básico Común de la UBA. El famoso CBC ya cumplía su segundo año ya que la UBA lo instauró en 1985.

Me fui a estudiar medicina, quería ser médico, era lo único que me interesaba.

Si bien después viviendo en Buenos Aires disfrutas de un montón de cosas que te ofrece esta ciudad maravillosa, tenía muy en claro que el objetivo era estudiar, todo lo demás venía en segundo lugar. El primer año me fui a vivir a lo de un tío mío, que vivía en Villa Urquiza. Luis, era hermano de mi papá y me ofreció gentilmente su casa.

-¿Recordas algún momento especial cuando decidiste ser médico?, ¿Dónde?

-Desde muy chico sentí fascinación por la medicina, me acuerdo que tenía 10 años aproximadamente e iba a los boy scout en la calle Roca y en los campamentos pedía el brazalete de enfermero. Teníamos un botiquín de primeros auxilios muy rudimentario.

Sin duda el contacto con los médicos azuleños fue una influencia muy grande y me marcaron desde muy joven, empezando por Pepe Mordasini que era mi pediatra, al cual le pedía que me enseñe a usar el etetoscopio.

En frente de casa vivía un medico muy querido en el barrio José Bazdik, cuando comenzaba mi adolescencia 12 o 13 años, inventaba algún dolor, me cruzaba, pedía un turno y me hacia atender para charlar con el médico y que me mostrara el instrumental que tenia y me contara cosas de la carrera.

A los quince años comencé a entrar a quirófano en el Sanatorio Azul, de la mano de Pichón Burgos. Florencia su hija, era mi compañera en el equipo de natación del Club de Remo y fue quien me presentó a su papá. La primera cirugía que presencié en mi vida fue una cesárea que hizo Pichón. Ese día quedé encantado con el quirófano.

En la sala de médicos, el Dr. Burgos me presentó a otros cirujanos, ahí conocí al Dr. Ignacio Leibovich, a los Dres. Amendolara (padre e hijo), a los traumatólogos de aquella época, a los anestesiólogos, a la jefa de quirófano. Me hice amigos de todos.

Así que cuando podía iba al sanatorio, a ver cirugías. En vacaciones iba casi todos los días. En el sanatorio la UTI esta al lado de quirófano. Recuerdo que había un pasillo, a cada lado están las camas de UTI y al fondo de ese pasillo estaba la puerta vaivén a través de la cual ingresabas a quirófano. En el pasillo había una pizarra, donde se anotaban las cirugías. Me acuerdo que iba temprano, miraba la pizarra y organizaba mi día según la cirugía que me interesaba y que no había visto.

-¿Cómo fue el proceso de adaptación allá?

-Me acuerdo el día del viaje. Viajamos en tren, un montón de chicos de Azul, muchos amigos de mi hermano Javier, que me gastaban porque era el más chico. Me decían que iba a extrañar. Al final fui el que mas aguanté, la 1ra. vez que volví fue a los 2 meses, mucho tiempo para ser el 1er. viaje.

Me adapte rápido a la ciudad. Me encantó vivir solo y no tener que explicar donde estaba. Era otra época, mucho más segura que ahora. Pero igual nos cuidábamos.

Mis amigos más cercanos de Azul: Nestor Nasselo, Fermín Rodríguez y Pedro Dorta también vivían en Bs. As. y eso ayudó muchísimo.

Los fines de semana, viajábamos a La Plata, y ahí te encontrabas con todos tus compañeros del secundario, era como estar en Azul.

Respecto a la adaptación a la Facultad, el CBC era más amigable que ahora, y fue como hacer un secundario mas exigente. Ya en la carrera propiamente dicha, la cosa se puso más brava, pero nunca dudé, tenia muy claro el objetivo y las prioridades. Pasé miles de fines de semana encerrado, estudiando, pero sabía que después de rendir, venia la recompensa de salir y divertirme.

"Desde muy temprano en la carrera sabía que quería ser cirujano"

-¿Cuál fue el desarrollo de tu carrera, especializaciones?, ¿tu primer trabajo?

-En la Facu tuve una intensa actividad docente en Anatomía y Farmacología. La pasión por anatomía hizo que ya en primer año me inclinara por la cirugía. Desde muy temprano en la carrera sabía que quería ser cirujano. Siempre cito esta frase de Federico Andahazi que me parece genial: "Los mapas de la Anatomía, son las cartas de navegación de la cirugía". A los 23 años, me recibí de medico con Diploma de Honor y ahí aprendí que en la medicina siempre es un volver a empezar. Se venían los temibles exámenes de residencia.

Médicos recién recibidos de todo el país, rinden examen de toda la carrera, para competir por un cargo de residente en la especialidad que elijas. La residencia medica, es un sistema remunerado de capacitación de postgrado inmediato, a tiempo completo con dedicación exclusiva. Se dice que es el mejor sistema de formación de postgrado.

Al terminar la residencia, estás habilitado para rendir el examen de especialista. Se llama residencia porque literalmente "vivis" (residís) adentro del hospital. Es un examen muy estresante porque solo ingresa el 20 por ciento de los postulantes, hay muy pocos cargos. Por suerte salí bien posicionado y pude elegir donde realizarla.

-¿Tu primer trabajo?

-Mi primer trabajo fue a los 23 años cuando ingresé a la residencia de cirugía general del Hospital Naval Buenos Aires, (HNPM) que está en Parque Centenario y cuya arquitectura recuerda a un barco de guerra.

Por aquel momento (junio de 1992), era el hospital mas moderno de Buenos Aires, tenia apenas 10 años de existencia y su residencia de Cirugía General era Clase A, una de las mejores de Argentina, había en ese momento solo 4 residencias clase A junto con las del Hospital Italiano, Privado de la Comunidad de Mar del Plata y CEMIC. (Clasificación de la Asociación Argentina de Cirugía).

Estuve 5 años en el HNPM, el último como Jefe de Residentes. Allí me formé como cirujano general y operé diversas patologías en cuello, tórax y abdomen. La formación anatómica fue fundamental, para tomar seguridad y confianza quirúrgica, ya que la experiencia docente en la Facu me permitió conocer al detalle, cada milímetro del cuerpo.

-¿Cómo te decidiste a especializarte en cirugía cardiaca, si ya habías realizado una residencia de 5 años en otra especialidad?

-Fue todo un tema. Una decisión difícil de tomar, sobre todo porque sabia que se venia otro esfuerzo muy grande.

La decisión de hacer cirugía cardiovascular la tomé un día, cuando estaba en segundo año de la residencia de cirugía general. Ese día estaba en la planta quirúrgica y mi cirugía estaba retrasada. Ingresé entonces al quirófano de Cardiovascular. Pedí permiso y me ubiqué en la cabecera, al lado del anestesiólogo. Cuando miré el campo quirúrgico, no podía creer lo que estaba viendo. El corazón detenido y el cirujano haciendo un by pass. El primer pensamiento que me atravesó la cabeza como un rayo fue, "nunca voy a poder hacer esto" levanté la vista y miré al cirujano como si fuera un extraterrestre: y ahí vino el 2do. pensamiento y que fue todo un desafío: "este tipo es humano, si él puede, yo tengo que poder".

Volviendo al tema, ese día en el quirófano, descubrí que había algo mucho más complejo que la cirugía general y decidí que quería explorar ese camino.

-¿No tuviste miedo de arrepentirte?

-Para asegurarme que estaba eligiendo bien y no arrepentirme mas tarde, roté 6 meses por cirugía cardiovascular en el Naval y luego 1 mes en Brasil, en el INCOR Instituto del corazón del Hospital Das Clínicas en San Pablo, Brasil.

Tenia 27 años, estaba en 4to. año de la residencia de cirugía general y mis compañeros de allá me decían que estaba loco, que ya había hecho 5 años de cirugía general. Ellos allá hacen 1 año de general y 4 de cardiaca.

Volví fascinado de Brasil, y dejé mi curriculum para el año entrante. Los extranjeros no tienen cupo, pero tampoco tienen paga. Los laboratorios te dan una beca para sobrevivir.

-¿Como entraste a la Fundación Favaloro y cómo fue tu experiencia ahí?

-Una de las cosas que aprendí en el INCOR en Brasil, es que para aprender cirugía cardiaca, tenes que formarte en lugares de alto volumen quirúrgico. Las "horas quirófano", son como las "horas de vuelo" para un piloto de avión.

Tenía muy claro eso y sabía que si no entraba en Favaloro, me iba a Brasil porque ya estaba aceptado allá. Por esos años la Fundación Favaloro, estaba entre los 5 centros más importantes de cirugía cardiovascular en el mundo: de mayor cantidad de cirugías cardiacas por año. Se operaban del corazón 12 pacientes promedio por día. Había días de 14 cirugías. Corría 1997 y en el mes de marzo rendí el examen para entrar. Se postularon 53 cirujanos generales y entraban 3. Entre en el segundo puesto y pude ingresar a la residencia post básica. Volver a ser residente de 1er año fue durísimo. Pasé de ser Jefe de Residentes (cirugía general) a ser R1 de nuevo.

Nuevamente estaba en cero en el escalón más bajo. Con todo el mundo exigiéndote y marcándote las faltas todo el tiempo. Aprendiendo algo muy complejo y de una responsabilidad muy grande, porque el margen de error en cirugía cardiaca se mide, literalmente en milímetros. Cada 48 horas tenía guardia y los 2 días que no tenía guardia, llegaba a mi casa a las 21. Como decía en ese momento: tenía 3 horas para vivir: ver una película, o hacer algo que me gustara. Tres horas porque llegaba a las 21 y a la medianoche tenía que estar durmiendo para encarar el otro día a las 6 de la mañana.

En octubre de 2019 Marcelo Nahin con David Jenkins en el The New Royal Popworth Hospital", uno de los mejores especialistas en tromboendarterectomía pulmonar.

El 1er. año fue el más duro, varias veces me pasó de seguir de largo y operar 36 horas seguidas. Un día de guardia terminabas a las 20 la actividad del día, pero si había una urgencia empezabas a la medianoche y amanecías a las 7 a.m. operando y al finalizar te mandaban a otro quirófano para las programadas del día. A partir de 2do año, empezó lo mejor, aflojaron un poco las exigencias y comenzamos a realizar procedimientos sobre el corazón.

Las cirugías con René Favaloro se aprovechaban muchísimo porque enseñaba todo el tiempo. En el año 2000 me eligieron Jefe de Residentes y hablaba todos los días con el por teléfono para organizar la lista quirúrgica. Fue una noticia tremenda el día de su deceso.

-¿Actualmente dónde trabajas?, ¿qué haces específicamente? y desde cuándo?

-Desde el año 2008 trabajo en el Hospital de Alta complejidad en Red y desde 2014 en el Hospital Británico de Buenos Aires. Realizo todo tipo de cirugías cardiovasculares, incluido el Trasplante Cardiaco y desde 2016 dirijo el Programa de Tromboendarterectomia Pulmonar (TeaP) del Hospital El Cruce.

Esta cirugía se realiza para desobstruir las arterias pulmonares, ocluidas con trombos crónicos, por tromboembolias de pulmón mal curadas, o a repetición. La enfermedad se llama Hipertensión pulmonar Tromboembólica crónica y tiene la particularidad que se puede curar con una cirugía muy compleja. Esta cirugía es la más compleja de la especialidad, se realiza en muy pocos países del mundo y en muy pocos centros quirúrgicos del mundo.

Por dar algunos ejemplos y para que se entienda la complejidad: en Canadá 40 millones de habitantes, la realiza 1 solo cirujano en el Toronto General Hospital. Reino Unido 1 solo centro para todo el país, España, 2 lugares, Francia 1 hospital, Austria lo mismo. EEUU solo 3 centros para todo el país. En Argentina la realizan solo 4 cirujanos. Nuestro equipo de trabajo es el único en el ámbito público que realiza esta cirugía y recibimos derivación de todo el país.

Esta enfermedad esta subdiagnosticada, hay muchos pacientes pero no están detectados. El síntoma principal es la disnea de ejercicio, en un paciente que tiene antecedentes de trombosis venosa profunda. La cirugía dura 10 horas aproximadamente. Después de operado, la clínica del enfermo cambia instantáneamente. El paciente se despierta y ya te dice que respira mejor. Estoy muy enfocado en esta patología y con mucho trabajo, estamos recibiendo muchas consultas de latinoamérica, porque además de Argentina solo se realiza en Brasil, hay muchos países donde los pacientes no tienen a quien recurrir.

"Cuando te toca enfrentar a la muerte es muy duro"

-¿Cuáles son tus premisas fundamentales para estar a diario con la muerte?

-Por suerte la tasa de complicaciones es baja, pero cuando te toca enfrentar a la muerte es muy duro, nunca te acostumbras. Al contrario, cuanto más años tenés, más te pega. Rene Favaloro, nos decía a todos: "no se paralicen, a veces la enfermedad es muy cruel, piensen en el próximo paciente".

-¿Hubo gente que te ayudó o te fuiste abriendo camino solo?

-En mi familia no tengo familiares médicos, y gran parte del camino lo fui haciendo solo, pero siempre hay gente que ayuda. Algunos abren puertas, y otros abren ventanas, para hacerte ver algo que vos no veías.

Tendría que nombrar a mucha gente, sin dudas tengo que agradecer al Dr. Alejandro Machain, que pensó y confío en mí para realizar las Tromboendarterectomias Pulmonares.

En noviembre de 2014, antes de comenzar el programa viajamos a Toronto Canadá, a un hospital muy conocido en el mundo de la medicina, el Toronto General Hospital, (TGT) y digo muy conocido porque allí en 1921 El Banting y Best descubrieron la insulina, que permitió la sobrevida a los enfermos diabéticos.

En el TGT tuvimos la gran oportunidad de ver en acción a Marc de Perrot, uno de los mejores cirujanos del mundo en esta cirugía tan compleja, estuvimos varios días con él y con todo su equipo, aprendiendo todos los detalles acerca de la enfermedad (HPTEC) y su tratamiento.

En 2017 y 2019 tuve la oportunidad de visitar el Royal Papworth Hospital en Cambridge, que es el Hospital de la Reina (por eso su denominación Royal) y es centro de referencia de enfermedades cardiovasculares en Reino Unido y es el segundo lugar mas importante del mundo en Tromboendarterectomia Pulmonar, después de San Diego en EEUU. Ahí vimos operar a David Jenkins, que tiene una de las experiencias mas grandes del mundo en esta patología (HPTEC).

-¿Cómo afectó la pandemia tu trabajo?, o sea me imagino que mucho, cómo lo llevaste al principio y ahora, ¿cambió en algo?

-El primer año en 2020 me afectó muchísimo, porque se cerraron los quirófanos para las cirugías programadas. Para todos los cirujanos, nuestro lugar en el mundo laboral, es el quirófano; así que quedamos paralizados. Teníamos varios pacientes para operar, pero solo se operaban urgencias.

Los primeros 15 días decís, que bueno, bajó un poco el ritmo y descanso; pero después se hace duro no poder trabajar desde lo económico y desde lo emocional. En 2021, el cierre de quirófanos fue parcial y algo de actividad tenemos.

Todo el equipo de salud aprendió cómo manejarse, tanto en lo asistencial como en lo administrativo. Si bien no estamos trabajando al 100%, podemos ir resolviendo los casos que más lo necesitan.

"Cuando me vine a Buenos Aires entendí por qué Azul es fantástico para vivir"

-¿Qué es Azul para vos?

-Es mi ciudad, es una ciudad hermosa en la cual viví las primeras etapas de mi vida y fui muy feliz, recuerdo cuando salimos campeones provinciales de Mini Voley en Baradero en 1980, con la Escuela Normal, con Carlitos Luppi de entrenador.

Después subcampeones en San Pedro con la selección de Azul con Jorge Ridao de entrenador. El equipo de natación del Club de Remo de Azul. Los hermanos Saldaño.

Juan Carlos me enseñó a jugar al vóley en Alumni, comencé desde muy chico y aprendí sobre todo disciplina. Con él no se jodía, si no entrenabas o estabas distraído, ibas al banco de suplente.

Pieri y Enrique Mario me enseñaron natación a nivel competitivo en el equipo del Balneario y luego continué en el Club de Remo.

Recién cuando me vine a Buenos Aires entendí porqué Azul es fantástico para vivir.

Es un tema de distancias. En Azul podes hacer un montón de actividades, en un radio muy cercano y te alcanza el tiempo para todo. En Buenos Aires todo te queda lejos. Cuando llegué a Buenos Aires me anoté en el KDT en Palermo para seguir entrenando Natación, y solo de colectivo tenia 1 hora de viaje.

-¿Qué es lo que más extrañas de Azul?

-Extraño los parientes, los amigos, esto que te comentaba de poder hacer muchas actividades y, sin dudas, la paz que brindan las ciudades chicas.

-¿A quiénes tenés en Azul?

-En Azul está mi mamá Mercedes, tengo primos hermanos, primos segundos y muchos amigos. Mi hermano Javier, es abogado y esta en Bahía Blanca.

-¿Que les dirías a la gente que quieren estudiar o hacer lo mismo que vos?

-Lo primero que diría es que si se lo proponen, lo pueden lograr. Que nada se consigue sin esfuerzo que se traduce en horas silla y en renuncias circunstanciales a la diversión.

También que cuando comiencen a estudiar, solo miren el camino que están recorriendo, que no miren todo lo que falta. Si en primer año de cualquier carrera, con una materia aprobada, empezás a mirar que te faltan 34 materias para recibirte, te agotas mentalmente.

Por ultimo, siempre aconsejo que no hagan carreras cortas, que las elijan largas. Porque si empezas una carrera corta a los 18 años, cuando salís del secundario, a los 21 años estás recibido no solo te quedas con gusto a poco, sos muy chico para insertarte en el mundo laboral.

Lo que hagas entre los 18 y 25 años va a marcar tu vida.

-¿Querés mandarle saludos a alguien?

-Un saludo todo el personal de salud, de la ciudad de Azul: médicos, enfermeras, kinesiólogos, secretarios, camilleros, personal de limpieza, porque estos últimos 2 años han dejado todo, para curar a los enfermos y sobre llevar la pandemia.

-¿Volverías a Azul definitivamente? ¿Con qué proyecto?

-Por el momento no lo tengo pensado. Como te decía estoy muy enfocado en las cirugías de altísima complejidad, y eso solo lo puedo desarrollar acá. Igualmente uno nunca sabe que sorpresa te tiene preparada la vida, así que no lo descarto.

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