"VIVENCIAS" EN "EL TIEMPO" HISTORIAS QUE MERECEN SER CONTADAS . Una familia que se adapta con mucho amor y paciencia: el testimonio de Pablo Monticelli en el Día del Padre

Por Laura Méndez

De la Redacción de El Tiempo

Pablo Monticelli y su esposa Sandra son padres de tres hijos: Antonella de 28 años; Matías de 22 y Francisca, de 20. Cada uno de ellos ocupa un lugar especial en sus vidas, pero es Francisca quien ha movilizado a toda la familia a construir una vida diferente, atravesada por desafíos, aprendizajes y, sobre todo, un amor incondicional.

Francisca padece una serie de patologías que condicionan su vida diaria: tiene dificultades para caminar, retraso madurativo, retardo cognitivo y atrofia de cerebelo. Estas condiciones impactan en múltiples aspectos de su desarrollo: no puede ubicar correctamente palabras en un papel, ni manejar de forma convencional conceptos espaciales. Actualmente asiste al Centro de Día Vivencias, donde encuentra contención, estímulo y una rutina adaptada a sus necesidades.

A pesar de las complejidades, la familia Monticelli supo fortalecerse. "Nos adaptamos todos a la vida de Francisca", asegura Pablo con la voz entrecortada por la emoción, pero con una entereza que conmueve.

En el marco del Día del Padre, compartió lo que significa para él transitar la paternidad en estas circunstancias. "Mis hijos son mi prioridad", afirma sin titubeos, destacando el compromiso diario que implica acompañar a Francisca, sin descuidar a Antonella y Matías, quienes también aprendieron desde pequeños a ser parte activa de este acompañamiento.

"Sabemos que algún día no vamos a estar", confiesa Pablo con honestidad, aludiendo al temor que comparten como padres: el futuro de Francisca cuando ellos ya no puedan cuidarla. Sin embargo, se muestra esperanzado y agradecido: "Ella tiene unos hermanos de oro", dice, haciendo referencia al rol fundamental que cumplen Antonella y Matías en el sostén emocional y práctico de su hermana menor.

Durante toda la conversación, Pablo se mostró profundamente conmovido, pero íntegro. Su testimonio no solo refleja el compromiso de un padre ante la adversidad, sino también el valor de una familia que elige estar unida, transformar el dolor en fortaleza y acompañarse con ternura en el día a día.

Un llamado de teléfono: el día que les cambió la vida

En primer lugar según contó Pablo de los padecimientos de Francisca, no supieron hasta los 4 años.

Es decir "estando en el jardín nos llamó un día la maestra que no podía saltar la soga y ahí empezamos.... En esos días padeció una convulsión así que comenzó inmediatamente con los tratamientos en el Hospital de Niños. Nos derivaron al Garrahan hasta ahora que ya es adulta".

Además añadió que "Francisca atravesó por cuatro operaciones de rodillas, una de columna y ahora se trata en Azul y en La Plata. Pero los médicos realizan otro seguimiento porque la enfermedad dejó de avanzar".

Retomó la primera convulsión mencionando que "hasta los 4 años era 'normal', no obstante después nos dimos cuenta que aprendió a caminar a los 2 años. O sea, un problema había, pero era la última, la más chica, nos dijeron que era normal".

De todas formas si la diagnosticaban de bebé tampoco iban a poder hacer algo.

En el mismo sentido continuó "le hicimos un montón de estudios incluso algunos se enviaron a Córdoba y no descubrieron nada porque todos los síntomas revelaban una enfermedad distinta".

"Fuimos y somos un equipo"

Asimismo opinó que "mi mujer y yo hicimos y hacemos todo lo que está a nuestro alcance. La vamos llevando, nos acompañan mucho nuestros hijos. Nuestro miedo es pensar en el día de mañana".

Señaló que "somos muy unidos, estamos todos pendientes, la mayor es una segunda madre porque prácticamente la crió. Mi señora actualmente es jubilada, pero cuando trabajaba la cuidaba la más grande, siempre. De hecho había una época que trabajaba todo el día: trabajaba en Chillar desde las 10 de la mañana y volvía a Azul las 6. Y yo tengo un negocio de cortinas y alfombras".

Con relación a cómo se siente ser el padre de familia a la hora de tomar decisiones difíciles, reflexionó "fuimos y somos un equipo, nos tuvimos que adaptar: hay que hacer lo que dicen los médicos. Ejemplificó que "durante la pandemia estaba operada recientemente de rodilla, se cayó, y tuvimos que salir de urgencia a Buenos Aires porque se le infectaba".

Enfatizó "mi prioridad son mis hijos, salís con lluvia, sol, frío, calor, te vas adaptando. Mis padres como mi suegra también están presentes. Sino no se cómo hubiera sido".

La actualidad de Francisca

Actualmente contó Pablo que Francisca continúa con remedios, la obra social los ayuda bastante, no puede estar sola, hay que asistirla en todo, bañarla, cambiarla, solamente come sola "y habla muchísimo" (risas).

Ejemplificó que "la casa está adaptada a ella y ya nos adaptamos a la rutina de ella. Durante la semana va a la escuela: a Vivencias, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de tarde. Después vuelve, se queda en la casa con la madre, toma mate con la abuela que vive a una cuadra, vuelve a casa, a bañarla, cena y se va a dormir".

Puntualizó que "camina con ayuda y si viajamos es todo un tema porque es medio complicado. Es decir, hay que adaptarse a sus horarios, tenemos que estar en una casa que no tenga escaleras y que sean espacios amplios".

"Ahora su terapia quedó reducida a la kinesiología, pero tuvo muchísimas, desde psicopedagogía hasta terapia ocupacional, fonoudiología, entre otras", señaló el padre de familia.

"Primero las hacía en el Hospital de Niños, después en un centro de rehabilitación, ahora necesita kinesiología porque ya sabemos que nunca va a aprender a leer ni escribir", marcó.

"Nuestro miedo es el día de mañana"

En otro tramo de la conversación que Pablo mantuvo con este diario sobre cuál es el motor impulsor que los incentiva a seguir adelante, emocionado dijo "es una hija más pero es una nena especial".

Acerca si sufrieron discriminación contó que no tuvo buenas experiencias sobre todo cuando Francisca era chiquita e iba al jardín de infantes.

"Estando en el jardín, con una docente tuvimos problemas porque no la incluían. Es decir, la mandaba a jugar en un rincón solita, de lo cual nos enteramos después. Después tuvo otra maestra que sabía de su problema y la incluía. Posteriormente asistió a Cadral, y cuando egresó pasó a Vivencias", recordó.

Al final sostuvo que "es una nena querida, se hacen querer y entran en confianza en seguida".

Aunque admitió que "nuestro miedo es el día de mañana, sabemos que algún día no vamos a estar pero como sabemos los hermanos como son no la van a dejar sola, eso lo puedo asegurar".

"Estoy muy orgulloso porque logró muchas cosas pese a sus limitaciones, no es fácil, siempre el amor termina ganando. A veces nos preguntamos por qué a nosotros, toca y ya. Este fin de semana- en el marco del día del padre- algo vamos a comer, no me van a dejar cocinar, eso dijeron" (risas).

Pablo Monticelli y su esposa Sandra junto a sus tres hijos: Antonella de 28 años; Matías de 22 y Francisca de 20.