Policiales
14 de enero de 2020
“Otra vez nos entraron a robar en la escuela. Esta es la segunda vez. Destrozan, rompen... Qué pena”.
La docente Martira Ayalen Núñez contó en su cuenta de la red social Facebook lo que ha estado sucediendo durante las últimas semanas en la Escuela 33, el establecimiento educativo de enseñanza Inicial y Primaria que está ubicado en la zona rural del Partido de Azul, sobre la Ruta Nacional 226.
Núñez es la actual directora de esa escuela y ayer a la tarde dialogó con EL TIEMPO para referirse a estos actos vandálicos. Ilícitos que, además de las sustracciones de diferentes elementos, incluyeron que los autores de estos hechos provocaran daños en el inmueble, que está situado a la altura del kilómetro 221 de la ya mencionada ruta, en el tramo que une a Azul con Tandil.
Conocida por “La escuela del Arroyo de los Huesos” por su cercanía con ese cauce de agua, oficialmente el establecimiento lleva el nombre “Elena Saloy de Casado”.
Actualmente, además de la Escuela 33, en ese mismo espacio funciona también un Jardín de Infantes: el JIRIMM número 1.
El año que pasó la matrícula de esta escuela se conformó con seis nenes que viven en establecimientos rurales de la zona. En tanto, al Jardín de Infantes asistieron cuatro chicos.
Un robo tras otro
La propia Núñez cerró las puertas de la escuela, dando final al ciclo lectivo, el pasado 27 de diciembre. Varios días después, concretamente el 4 de enero de este año, le llegó un mensaje donde le informaban que sujetos hasta el momento no identificados habían ingresado al establecimiento, provocando algunos destrozos durante lo que fue aquel primer robo.
Una vez descubierto, el ilícito había sido denunciado en la Seccional Primera de Policía con sede en esta ciudad, lo que en ese entonces dio lugar al inicio de un sumario penal desde una de las fiscalías con asiento en Tribunales.
Según la Directora contó ayer, ella se enteró que habían ingresado a robar por un mensaje “que me mandó una ex docente de la escuela”.
“Se metieron por la puerta trasera, que es de chapa y vidrio y tiene tres hojas. Esa puerta da al patio donde está el mástil”, recordó la docente, de 37 años de edad, sobre lo que fue aquel episodio vandálico, que se presume que se produjo entre los pasados días 27 y 30 de diciembre.
En esa ocasión los autores del hecho sólo terminaron llevándose una máquina de cortar pasto.
De acuerdo con lo que Núñez refirió, la alarma sonó y eso pudo haber sido lo que derivó en que los autores de aquel robo, tras apoderarse sólo de la máquina de cortar pasto, se dieran inmediatamente a la fuga.
El sistema de alarma instalado en la escuela sólo hace que suene en el edificio, por lo que si no hay nadie es imposible advertir lo que está sucediendo.
Por ese motivo, la Directora contó que ahora están tratando de que, cada vez que se active, les llegue el aviso a los teléfonos celulares de los docentes de la escuela o a las autoridades policiales, para que inmediatamente tomen intervención en lo que sucede.
Hasta que aquel primer robo fue descubierto, algo que recién sucedió el pasado 4 de enero, la escuela estuvo abierta y “con todos los vidrios rotos”, recordó también la actual titular del establecimiento educativo.
Después, una vez que el personal docente concurrió a la escuela, ante la posibilidad de que nuevamente pudieran regresar a robar se decidió retirar todos los equipos informáticos. Y nuevamente sucedió, ya que el segundo de estos episodios -de acuerdo con lo narrado por Núñez- fue descubierto el viernes de la semana anterior.
En esa ocasión, un grupo de cosecheros que están trabajando en campos aledaños al lugar donde se encuentra situada la escuela observó que había sido forzada esa puerta de tres hojas de chapa con vidrios que está en la parte trasera del inmueble.
“Después de que los cosecheros se dieron cuenta, a nosotros nos avisó el papá de uno de los chicos que concurre a la escuela”, refirió la docente. “Nosotros fuimos inmediatamente a ver qué había pasado y otra vez nos encontramos con la puerta y los vidrios rotos”.
Además, el edificio corrió serio peligro de que se incendiara por completo, ya que quienes ingresaron en esta segunda ocasión a la escuela, utilizando hojas, ramas y papeles provocaron varias fogatas en distintos lugares del inmueble.
Según Núñez sostuvo, eso habría obedecido a que -como la escuela estaba sin luz, lo que hizo que la alarma esta vez no sonara- los delincuentes intentaron alumbrarse con esas fogatas para poder llevar a cabo lo que fue este segundo robo, descubierto el pasado día 10 del corriente mes.
“Creemos que esta vez fueron por la parte de la tecnología, pero por suerte nosotros ya nos habíamos llevado las computadoras y una impresora que tenemos”, señaló Núñez sobre este segundo robo, que sólo incluyó que los autores del hecho se apoderaran de un reproductor de música -una “chanchita”- que estaba en el Jardín de Infantes.
Otros daños registrados en esta segunda ocasión incluyeron que en el sector de la cocina los delincuentes arrojaran al piso paquetes de harina y otros comestibles.
“Lo que te da bronca es que con estos hechos te terminan sacando todo lo que vos podés tener para darle a los chicos”, dijo finalmente -en el contacto mantenido ayer por la tarde con EL TIEMPO- Ayalen Núñez sobre lo que fueron estos dos robos ocurridos en la escuela rural que está a su cargo.
Facsímil de una de las denuncias radicadas en sede policial por estos ilícitos en la Escuela 33.
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