Sociedad

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El destacado general Francisco Leyría

8 de septiembre de 2019

Por Eduardo Agüero Mielhuerry



Francisco Leyría nació el 4 de octubre de 1845 en la ciudad de Córdoba. Fue hijo de Juan Francisco Leyría y Cayetana Camelo.



En 1861 ingresó como soldado al Batallón N° 3 de Infantería de Línea con asiento en el Fortín (hoy Río Cuarto), y fue enviado a luchar contra los caudillos Ángel Vicente Peñaloza, Francisco Saá, Juan de Dios Videla y Francisco Clavero. El 4 de marzo de 1862 fue promovido a subteniente y destinado por primera vez a Azul a la frontera con el indio.



En 1865, iniciada la Guerra del Paraguay, fue trasladado a la provincia de Corrientes con el grado de Teniente 1°. Participó de la reconquista de la ciudad de Corrientes combatiendo luego en Yatay, Uruguayana, Pasaje de Paso de la Patria, Itapirú, Estero Bellaco, Tuyutí y Yataytí Corá, en el cual fue herido de bala por lo que fue enviado a Buenos Aires para su recuperación.



Dos meses después volvió al frente e intervino en el pasaje del campamento de Tuyutí a Tuyú-Cue en 1867, en Paso Pacú y en el segundo combate de Tuyutí en el mismo año. En 1868 fue promovido a sargento mayor graduado. Pasó luego al frente del Chaco participando en varios combates, entre ellos Humaitá, La Laguna y La Península.



En marzo de 1870 bajo las órdenes del general Ignacio Rivas marchó a combatir la rebelión de los partidarios de López Jordán en la provincia de Entre Ríos. Intervino en El Tala y participó de la victoria de Santa Rosa, siendo portador del parte a Buenos Aires. De regreso al frente marchó contra Gualeguaychú amenazada nuevamente por los revolucionarios consiguiendo derrotarlos.



Con esmero, propició los medios para lograr la instalación del Batallón 2 de Ingenieros en Azul.



Comandó una columna en la batalla de San Carlos, la retaguardia, compuesta mayormente por “indios amigos”, entre ellos varias lanzas de Catriel. Allí fue vencido Calfucurá, el más bravo de los guerreros indígenas. Leyría fue recomendado por Rivas en el parte de guerra de ese combate. Ello le mereció una distinción: fue nombrado jefe del Regimiento 9 de Caballería de Línea, asentado en la frontera. Luego, participó en la marcha hasta Salinas Grandes y se dedicó a perseguir a la indiada.



El 25 de enero de 1873 fue nombrado Teniente Coronel efectivo y con ese grado participó de la Revolución del ’74. Fracasado el movimiento y retirado del ejército, se dedicó al comercio, agricultura y ganadería en Azul, actuando como “voluntario” en las milicias que luchaban contra las incursiones indias. Con el general Zacarías Supisiche persiguió a los indígenas recuperando numerosos arreos.



Víctima de los pendencieros



El 8 de noviembre de 1875, en el Café de Tristán Aguerre, en pleno centro del pueblo del Azul, Francisco Leyría se vio envuelto en un episodio violento que lo tuvo como víctima.



Eufemio “Grillo” Álvarez -quien acompañado por otros individuos previamente había interceptado a Leyría en el frente de la imprenta del periódico “El Eco del Azul” para insultarlo-, volvió a cruzarse con su objetivo. Tal vez excedido en copas o guardando algún viejo rencor, “Grillo” increpó duramente al militar. Con una daga, le tiró una estocada que dio en el revólver que Leyría llevaba en la cintura. La segunda puñalada lo hirió levemente en el brazo.



Tras un breve forcejeo, Leyría recuperó su revólver, tras lo cual “Grillo” salió corriendo del local. Leyría salió persiguiéndolo y ya en la calle hizo un disparo al aire como para ahuyentar definitivamente a su agresor. Sin embargo, afuera se hallaban los cómplices de Álvarez, Crisóstomo Gaitán y Tránsito Cabrera, quienes abrieron fuego contra el militar.



Francisco Leyría –quien se defendió como pudo abriendo fuego- recibió dos balazos, uno en su pierna y el otro en el omóplato derecho. Afortunadamente, una cuadrilla de policías del Juzgado de Paz intimó a la rendición de los atacantes, quienes fueron arrestados.



Más de treinta días le demandó a Leyría recuperarse plenamente…



Amigos son los amigos 



Más allá de su dilatada trayectoria militar y de haber alcanzado un alto rango habiéndose iniciado con la menor jerarquía, Francisco Leyría tuvo una exquisita vida social en la cual habitualmente su hogar se constituía en un atractivo centro de destacadas reuniones de la alta sociedad. Tenía una gran predilección por la música y eso lo llevó a establecer un estrecho vínculo con el que fuera conocido como el “decano de los guitarristas”, el artista Juan Alais (1844-1914).



Asimismo, dentro del mundo de intelectuales con el que solía mantener amplias charlas sobre los más variados temas, se destacaba como amigo personal el brillante santafesino Estanislao Severo Zeballos, por quien tenía un especial afecto.



En el mismo sentido, dentro de las fuerzas armadas y la política cosechó la amistad de dos personalidades sumamente destacadas como el general Ignacio Rivas y el que fuera el más progresista de los Intendentes del Azul de la primera mitad del siglo XX, el señor Manuel Castellár.



También es importante agregar la estrecha afición que mantenía con el maestro y periodista Paulino Rodríguez Ocón, con quien más allá de la relación laboral que los unió en un principio, con el correr de los años mantuvieron un excelente vínculo.



La Conquista del Desierto 



A fines de 1877 Francisco Leyría se reincorporó al ejército.



El 14 de agosto de 1878, se había presentado en el Congreso de la Nación un proyecto cuyo objetivo consistía en una guerra ofensiva contra los indígenas que habitaban la Patagonia, con el fin último de ampliar el territorio bajo soberanía de la Nación… Así nació la “Conquista del Desierto”. Roca, arribó en tren a Azul el 17 de abril de 1879, donde se lo agasajó fervientemente y pernoctó. Al día siguiente, partió desde estos pagos al mando de un ejército moderno con una considerable tropa.



Varios azuleños acompañaron la expedición en la que el comandante Francisco Leyría actuó como ayudante de campo del general Julio A. Roca.



Luego de la campaña hasta Río Negro, Leyría volvió a radicarse en Azul.



A lo largo de su vida, mientras vivió en nuestra ciudad, Leyría estableció su hogar en la esquina norte de Alvear y Alsina (actual Yrigoyen) y, según algunas versiones, también se radicó algún tiempo en la esquina oeste de Belgrano y Buenos Aires (actual De Paula) y luego en una amplia casona en la calle San Martín entre Rivadavia y Alvear (propiedad de la familia Laffose).



Un año revolucionario



El 13 de febrero de 1880 el gobierno del presidente Nicolás Avellaneda prohibió a los comandantes José Inocencio Arias, Hilario Lagos y Julio Campos, continuar apoyando al Tiro Nacional de Buenos Aires, donde más de 2000 jóvenes porteños se entrenaban militarmente. Los tres renunciaron al ejército el mismo día y fueron imitados posteriormente por Leyría, Benito Meana, Eliseo Acevedo, el coronel José María Morales, Segundo Bonahora, los mayores Francisco Faramiñan, Herrera y Antonio M. Silva, y el capitán Ramón Lorenzo Falcón, entre otros.



Iniciada la Revolución del ’80, a pesar de que Leyría había pertenecido a las fuerzas nacionales, adhirió a los rebeldes apoyando a Carlos Tejedor. José Inocencio Arias le encargó la defensa del puente de Barracas, reforzándolo con una división de quinientos hombres y dos cañones al mando del coronel José María Morales. Leyría distribuyó sus hombres en el puente mismo, en las márgenes del Riachuelo, en la estación de Barracas al Sud, en las azoteas de la esquina de Mitre y Pavón, en el Teatro Rivadavia y en la iglesia de La Asunción.



El 20 de junio, el general del ejército nacional Nicolás Levalle ocupó con sus hombres un expreso del Ferrocarril del Sud en las inmediaciones de la actual estación Lanús, cargó a parte de sus tropas en el tren y avanzó hacia Barracas al Sud. La batalla de Barracas se inició cerca del mediodía y se extendió por varias horas. El Batallón N° 7 de las fuerzas nacionales se lanzó sobre el puente con el tren pero el fuego enemigo lo obligó a frenarse del otro lado del Riachuelo.



En momentos en que las fuerzas provinciales estaban ya por retirarse, llegaron refuerzos al mando de Julio Campos con cuatro cañones Krupp, que volcaron la acción a favor de los sublevados. La locomotora fue rápidamente retirada de la acción cuando los Krupp enfilaron sus disparos sobre ella y al morir el jefe de la escasa artillería nacional, Levalle ordenó replegarse hacia la estación Lanús.



La Revolución de 1880 puede considerarse el último episodio de las guerras civiles que pusieron en pugna a las provincias argentinas con Buenos Aires. El enfrentamiento, signado por la sucesión del presidente Nicolás Avellaneda y la federalización del territorio de la ciudad de Buenos Aires, se saldó con cruentas luchas que culminaron con la derrota de la Provincia, la ciudad convertida en territorio federal y el inició de la larga hegemonía de Julio Argentino Roca en la política argentina.



Por su parte, la provincia de Buenos Aires se vio en la necesidad de construir su nueva capital. El gobernador Dardo Rocha ordenó un completo estudio para establecer el asentamiento de la sede del gobierno bonaerense; las opciones eran: Azul, Campana, las Lomas de Ensenada de Barragán, Zárate, Moreno y Mercedes. Por entonces, nuestra ciudad era llamada la “Gran Capital del Sud” (ocupaba el primer lugar en cantidad de población de la Provincia con poco más de 26.000 habitantes).



A pesar del respaldo de muchas personalidades de la época, incluido el mismísimo ex presidente Domingo F. Sarmiento, la balanza se inclinó en favor de la creación “desde cero” de una nueva ciudad: La Plata.



Tras haber sido derrotado el movimiento, Leyría permaneció dado de baja de las fuerzas armadas por un breve período de tiempo.



El primer gran paso… 



Entre muchos otros, el 14 de noviembre de 1880, Francisco Leyría fue uno de los fundadores del pronto afamado “Club Unión”. Se hallaba ubicado en la calle Alsina (actual Yrigoyen), entre Buenos Aires (De Paula) y Burgos, en el actualmente en desuso ex Club Social. El mismo cumplía actividades culturales de significación, como conferencias, exposiciones y conciertos. Poseía un salón de fiestas lujosamente amueblado, una biblioteca para los socios, una sala de billares y salas menores destinadas a juegos de naipes.



Leyría tenía una casa de remates frente a la Plaza Colón (actual Plaza San Martín), en la esquina de las calles Burgos y Alsina (actual Hipólito Yrigoyen), donde el joven Paulino Rodríguez Ocón se desempeñó primero como dependiente y luego Gerente.



Entre el 21 y el 24 de septiembre de 1884, la Sociedad Rural de Azul realizó la primera Exposición Rural del Partido. En la oportunidad, además de un nutrido número de productores locales, también participaron varios expositores de distintos puntos de la Provincia. La misma contó con Francisco Leyría como el principal referente; dada la importancia de su casa comercial -dedicada a los remates, la compra-venta de campos y hacienda y las operaciones bancarias-, y su interés presto a contribuir al desarrollo de la ciudad, fue el organizador de una feria exposición que se constituyó en referente regional, de la cual Rodríguez Ocón resultó el martillero.



Un año después, repentinamente, Leyría decidió cerrar su comercio y se estableció en Buenos Aires, donde prosiguió su carrera militar al incorporarse nuevamente al ejército. De todas maneras, su nexo con Azul continuó siendo estrecho, gestionando desde la gran metrópoli varios avances para su tierra de adopción.



La educación como pilar



Junto a Paulino Rodríguez Ocón, realizó diversas tramitaciones en el Ministerio de Instrucción Pública para que se construyera la Escuela Normal Mixta. Es importante destacar que Azul contó, junto con San Nicolás, Mercedes y Dolores, con uno de los cuatro primeros establecimientos de éste tipo en la provincia de Buenos Aires.



En idéntico sentido, la misma dupla se interesó por la sanción de la ley para la creación del Colegio Nacional local, aunque su concreción sería muy posterior a los pedidos.



Siempre atento a afianzar la mejora cultural de la ciudad, Francisco Leyría contribuyó -como tantos otros vecinos- con profunda convicción a concretar la creación de la Biblioteca Popular de Azul, de la cual fuera Socio Honorario.



El campo como descanso



En 1888 nuestro destacado militar fue promovido a Coronel.



Pensando en un futuro más tranquilo, manteniendo una distancia prudencial de las fuerzas militares, y volcado al campo y la producción rural, Francisco Leyría junto a su esposa, Justina Leal (hija de Manuel Leal, quien había sido Juez de Paz de Azul hasta 1874), planeó el centro agrícola “General Rivas”. Para dar el puntapié inicial, el 19 de diciembre de 1889, le compró al comerciante Emilio Mallmann un total de 30.142 hectáreas, éste a su vez se las había adquirido al Estado el 17 de septiembre de ese mismo año. Francisco y Justina tenían el anhelo de fundar un asentamiento poblacional. Sin embargo, ante el repentino fallecimiento de su esposa, Leyría cayó preso de una dura depresión que lo llevó a vender los campos. El comprador resultó ser Guillermo Seré, quien finalmente donó las tierras para que, el 5 de septiembre de 1903, fuera fundada la Colonia Seré (en el actual Partido de Carlos Tejedor).



Volcado nuevamente al Ejército, Leyría fue jefe del Regimiento 11 de Caballería de Línea, hasta su reemplazo por el coronel Genaro Racedo.



Hacia 1890 la República Argentina se sumía en una crisis institucional compleja. El gobierno de Miguel Juárez Celman se hallaba en una ininteligible encrucijada social y política. El 26 de julio de 1890 se produjeron nutridas manifestaciones en distintos lugares del país. En nuestra ciudad, varios grupos se desplazaron por las calles céntricas hasta concentrarse en la Plaza Colón (actual San Martín), vivando a la “Unión Cívica” y sus partidarios. Como contracara, en la Capital Federal, Francisco Leyría participó activamente contra este movimiento -al que la historia recordará como la Revolución del ’90-, respaldando sólidamente la estructura verticalista del “régimen”.



Poco después fue ascendido a General de Brigada.



Vinculado estrechamente con las más diversas personalidades del ámbito nacional y provincial, muchos de ellos miembros activos de algunas de las tantas Logias Masónicas del país, Francisco Leyría se inició el 7 de noviembre de 1892 en la Logia “Confraternidad Argentina N° 2”. Asimismo, continuó manteniendo una nutrida vinculación con la Logia local “Estrella del Sud N° 25”, de la cual su suegro Manuel Leal fuera Hermano (léase miembro activo).



El 9 de junio de 1894 fue designado Jefe de la Brigada formada con los cuerpos de Guardia Nacional de la Capital.



Tiro Federal del Azul 



En 1895, como parte de una extensa estructura de stands de tiro al blanco creada en el país para enseñar a la ciudadanía el manejo de armas de fuego, se creó en Azul el “Centro de Instrucción Militar y Tiro al Blanco”, núcleo fundacional del actual “Tiro Federal”.



El 28 de febrero de aquel año, la Comisión Directiva de la Institución, nombró a los generales Francisco Leyría y Zacarías Suspisiche como representantes del Centro ante las autoridades militares para gestionar armas e instructores “así como el establecimiento de un polígono de tiro para la instrucción de la guardia nacional”.



Dentro de los primeros partícipes de esta institución, que con el paso del tiempo logrará arraigarse férreamente en la comunidad, se destacaron Manuel Castellár y Paulino Rodríguez Ocón.



Los últimos años…



En los primeros años del deslumbrante siglo XX, Leyría le solicitó al reconocido artista azuleño Alberto López Claro la concreción de una obra. Así nació el “Retrato del General Francisco Leyría”, que fuera ejecutado con una pintura clasicista y moderna, demostrando los sobrados dotes artísticos de quien adoptara el pseudónimo “Claudio Lantier”.



Ya habían pasado unos cuantos años desde que, casualmente en la Capital Federal, había conocido a la mujer que sería su compañera por el resto de sus días. Después de un discreto noviazgo, en segundas nupcias, Francisco Leyría contrajo matrimonio en 1908 con la alemana Ana María Recklinger.



El gobierno argentino, presidido por José Figueroa Alcorta, decidió organizar las festividades del Centenario como un acontecimiento internacional al que asistieran personalidades de todo el mundo. Buenos Aires fue el centro de los festejos, realizándose diversas ceremonias organizadas por el gobierno y particulares con participación del mundo de la cultura, militares, escolares y de colectividades extranjeras.



En la formación del Centenario, Leyría fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la División Especial de los Institutos Militares, y desempeñando tal función formó parte del desfile cívico-militar del 25 de mayo de 1910. La misma fue su última aparición pública…



A los 65 años, en plena madrugada, Francisco Leyría falleció en Buenos Aires el 11 de septiembre de 1911.



En las necrológicas del diario “La Prensa”, con acierto y mesura, escribieron que con su fallecimiento desaparecía “una de las figuras más características de nuestra milicia de tradición, constituida por hombres formados en las filas y que habían conquistado sus galones en meritísimas acciones. Fue uno de los militares que prestaron servicios eficientes al país, distinguiéndose por su lealtad y valor”.



Leyría fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta, en el Panteón de la Sociedad Militar (sección 20, tablones 5 y 6). Alrededor de 1930, todos los restos que se hallaban en dicho mausoleo fueron trasladados al Cementerio de la Chacarita y depositados en el “Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos de las Fuerzas Armadas”.





Don Manuel Castellar, uno de los intendentes más destacados a principios del siglo XX, mantuvo un estrecho vínculo con Leyría. De hecho, un grupo de amigos en común lograron que dos calles paralelas, Dolores y Bahía Blanca, de nuestra ciudad cambiaran sus nombres por Leyría y Castellár, respectivamente, para guardar testimonio de aquella amistad.



AGRADECIMIENTOS Y FUENTES: Muchas gracias a Vicente Lencioni por sus invalorables aportes documentales y fotográficos. Muchas gracias a Norma Iglesias por su inmensa generosidad y su respaldo incondicional al transitar los senderos de la historia azuleña. Gracias a Stella Tumminaro del Honorable Concejo Deliberante de Azul. Gracias a Chelita, Yesica, Daniela y Alicia de la Biblioteca Pública “Monseñor César A. Cáneva”. Hemeroteca de Azul “Juan Miguel Oyhanarte”. Vicente Osvaldo Cutolo: “Nuevo diccionario biográfico argentino 1750-1930”. (1968). Editorial Elche. Marcial Luna: “Cuando el Gral. Leyría fue agredido en Azul”. (25 de julio de 1996). Diario El Tiempo. Municipalidad de Dolores: “Dolores, Primer Pueblo Patrio”. (2005). Yuyú Guzmán: “Historia de la Sociedad Rural de Azul. 1883-1983”. (1983). Diario El Tiempo. Azul. Alberto Sarramone: “Historia del antiguo pago del Azul”. (1997). Biblos. Azul. Estanislao S. Zeballos: “Viaje al país de los araucanos”. (1881). Facsímile digital de la primera edición de la Imprenta de Peuser.



 


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