- Por Marcelo Gorini, Contador Público Nacional, UBA

Como no puede ser de otra manera, a medida que se acerca la fecha el tema se instala en los medios de comunicación, así como las notas y noticias relacionadas a los protagonistas. Sin embargo, el debate parece no haber hecho mella en buena parte de la sociedad.

Si prestamos atención a las alternativas con mayores posibilidades de ganar la elección, concluiremos que existe una polarización entre dos frentes cuyas ideas, en apariencia, son antagónicas. Ahora bien, si dejamos de lado el discurso y nos enfocamos en las políticas llevadas a cabo durante los últimos años, observaremos que no existe prácticamente tal diferencia.

Lo manifestado en el párrafo anterior puede corroborarse al considerar la evolución de los números de la economía, aunque caminando un poco la calle ni siquiera se necesita recurrir a la estadística.

La inflación no da tregua y pulveriza los ingresos de la población año tras año; el nivel de empleo se reduce, aumentando de ese modo la desocupación y subocupación, que se traduce en pobreza e indigencia. De hecho, en estos tiempos y de acuerdo al sector, aún teniendo trabajo se es pobre.

El nivel de tasa de interés no colabora y, junto a la escasa demanda, termina impactando de manera directa en la oferta, es decir, en la producción de las empresas generando aumentos en los precios completando el círculo vicioso.

La caída del producto bruto interno (PBI) es otro indicador de la compleja situación, al igual que la cantidad de tipos de cambio existentes - valor del dólar -, lo que no permite un ordenamiento general.

De cara a las elecciones... o a las elecciones, de cara.

En este contexto, repentinamente las calles se llenaron de coloridos carteles publicitando promesas. Por debajo de las puertas se deslizan los panfletos de altísima calidad impulsados por militantes. Los sonidos emitidos desde los altoparlantes de los vehículos riman apellidos de candidatos. Sólo parece haber dinero para ello.

Todo parece estar permitido en épocas de campaña para los políticos, menos interpretar las necesidades y el sufrimiento de sus representados. Muy pocos son los que proponen soluciones puntuales y posibles.

Pareciera que el objetivo es desviar los temas importantes por ausencia de logros y propuestas. Se intenta marcar una agenda relacionada a lo banal y no a lo trascendente y urgente, en sintonía con la famosa frase "la publicidad negativa no existe" planteando temas que nada tienen que ver con las expectativas.

En la cancha se ven los pingos.

La política debe ser una herramienta de transformación y no un fin en sí mismo. Poco han hecho los protagonistas por comunicar sus proyectos para estas elecciones; quedará pendiente para las generales.

La compleja situación económica y social requiere de un compromiso de todos los actores. Se necesitan equipos formados por personas capacitadas y con ganas de trabajar, pero por sobre todo, que actúen priorizando a los sectores de menores recursos, a fin de motorizar la economía en su totalidad.