ENFOQUE
El periodista Héctor "Tito" Silva opinó de la actuación de la Selección Argentina en el debut de la Copa del Mundo de Qatar 2022. El equipo de Scaloni cayó ante Arabia Saudita por 2 a 1 y ahora quedó "casi" con la obligación de ganar en sus dos encuentros.
23 de noviembre de 2022
Por: Héctor Silva
Periodista Deportivo
Bienvenidos al Mundial. Este juego es otra historia y poco cuentan los records, las estadísticas, los favoritismos, exitismos y demás yerbas. La derrota de Argentina ante un rival, presuntamente accesible, será de uno de los capítulos que marcaran la historia de este certamen.
Claramente no era esperable que sucediera, pero hay algunas cuestiones del juego que debemos remarcar para comenzar a entender lo que sucedió. Arabia salió con un esquema muy claro, a riesgo de ser goleado pero convencido de lo planificado. Juntó al equipo en 25 metros, ejerció presión en campo contrario y en el fondo tiró el achique como si fueran discípulos de Zubeldia y lo hicieron con un timming llamativo.
Argentina quedó sistemáticamente en offside, tres goles anulados son una muestra de eso, y lo preocupante es que nunca supo generar los espacios como para vulnerar esa estrategia.
Podría haber sido una goleada y, a medida que iban transcurriendo los minutos, comenzó a ser una preocupación. Di María se quedó estático y pegado a la raya, pero pocas veces fue habilitado en situación ventajosa. De Paul no tuvo la dinámica ni la precisión acostumbrada, Lautaro tuvo pocas intervenciones porque el equipo careció de profundidad.
Tuvo control de la pelota, más del 70%, pero con juego horizontal, lateralizando demasiado, con toques reiterados insustentables y solo una jugada de extrema precisión de VAR le dio la posibilidad de convertir con el penal de Messi.
No tuvo salida clara en los laterales, herramienta ofensiva habitual en este equipo. A propósito, Messi nunca se sintió cómodo en el partido y hasta, por momentos, se lo veía contrariado. Dio toda la sensación de no estar en plenitud física y esto se advirtió no solo en él.
Cuando comenzó el segundo tiempo Arabia tuvo dos intentos, los primeros disparos peligrosos al arco y convirtió en ambas ocasiones. Argentina apeló a los cambios que correspondía hacer, pero lo que no supo fue cambiar la disposición de juego de acuerdo a lo que le había propuesto el rival que siempre mantuvo su plan de juego y no se corrió de ahí.
Es cierto que tuvo una oportunidad en Tagliafico y en Messi que supo resolver el arquero árabe, pero lejos de la intensidad, la asociatividad, la dinámica y la agresividad en ofensiva que el momento del partido requería. Estaba la sensación que el empate nunca iba a llegar, que era de esas tardes mezquinas, oscuras, juzgadas.
No hubo respuestas individuales ni colectivas. No obstante, esto recién comienza y Argentina deberá encontrar los recursos para revertir este mal paso y mostrar que hay carácter ante la adversidad.
Ni México ni Polonia son rivales sencillos. En este caso puntual de Arabia queda la preocupación de no haber podido resolver el aspecto táctico porque las reglas del partido las impusieron los árabes, y el aspecto físico. Solo queda trabajar para revertir este inicio.
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