29 de junio de 2025
El próximo 4 de julio, el reconocido Laboratorio Azul celebrará medio siglo de vida, una trayectoria que su cofundador, Ramón Noseda, describe como la materialización de un "sueño" nacido en un contexto de profunda inestabilidad. Noseda, en una reciente reflexión, rememoró los inicios de una empresa que se convirtió en pionera del diagnóstico veterinario integrado en Argentina y que, tras su jubilación, sigue sintiendo como una parte intrínseca de su vida.
El nacimiento de un sueño en un año convulsionado: 1974
La génesis de Laboratorio Azul se remonta a 1974, un año "muy convulsionado" a nivel mundial y nacional. Ramón Noseda, quien entonces formaba parte de la Universidad Nacional de La Plata junto a su socio Alfredo Martínez, se enfrentaba a la incertidumbre: la caída de Nixon, problemas internacionales de Golda Meir en Jerusalén y, en Argentina, la muerte de Perón y la asunción de Isabel Perón, con una sociedad "no conforme con nada". Esta situación apagó las perspectivas de investigación y docencia a las que se dedicaban.
Fue en ese momento de "desorientación" cuando, en casa de Ramón en La Plata, Alfredo propuso una idea radical: "¿Y si nos vamos a hacer lo poco que sabíamos hacer?". La idea era dedicarse al diagnóstico veterinario, un campo sin trabajo privado integrado en ese momento. La decisión fue rápida, en apenas "dos minutos", y así arrancó el viaje hacia Azul.
Primeros desafíos y el apoyo vital en Azul
El camino no estuvo exento de dificultades. La habilitación del laboratorio fue un proceso arduo debido a la "oposición del Colegio bioquímico", lo que llevó a que Ramón se quedara en La Plata "peleando con los trámites" mientras Alfredo sentaba las bases en Azul. Tardaron "mucho más en habilitar que lo que habíamos armado el laboratorio".
A pesar de las complicaciones iniciales, la respuesta en Azul fue "rapidísima" y dejó una "buenísima impresión" en Ramón. Destacó, sobre todo, la "mano poderosa" de los colegas bioquímicos de Azul, quienes "se hicieron carne de lo que nos pasaba a nosotros y ellos nos facilitaron todo, realmente todo" para que pudieran instalarse. Además, remarcó el apoyo contundente de los veterinarios de Azul y de la región apenas inaugurado el laboratorio.
Con poco capital económico en sus comienzos, el sueño se sostuvo gracias al profundo apoyo familiar de Alfredo, que también se extendió a Ramón. Además, el señor Gayani del Nuevo Banco de Azul les tendió una "mano impresionante", otorgándoles un préstamo que les permitió empezar.
La visión del diagnóstico integrado y el crecimiento
El objetivo fundamental de Laboratorio Azul, más allá de lo profesional, era cubrir una "deficiencia de diagnóstico veterinario en la Argentina". Mientras que los diagnósticos oficiales se realizaban de forma dispersa en organismos como el INTA, facultades o ministerios, Noseda y su socio buscaron la integración. Esta visión fue el "verdadero espaldarazo" que impulsó al laboratorio.
La ubicación de Azul también resultó estratégica. Ramón subraya que la ciudad tiene el "privilegio de estar en el centro de la provincia de Buenos Aires", con la confluencia de las rutas 3, 226 y 51, lo que facilita la conexión y el intercambio diario con "seis, siete provincias" que ingresan muestras al laboratorio.
El espíritu de equipo y la construcción de un legado
Laboratorio Azul fue pionero en la conformación de equipos de trabajo. Noseda y Martínez comenzaron trabajando durante "dos o tres años, aproximadamente", en el Departamento de Zoonosis Rurales, hasta que decidieron dedicarse "a tiempo completo" al laboratorio. Gente de Zoonosis los acompañó "sin dudarlo", mostrando una gran "fe y confianza" en lo que entonces era sólo una promesa, y muchos se terminaron jubilando con ellos.
La sociedad entre Ramón y Alfredo es definida como una "máquina": "Juntos somos una máquina". Para darle aún más velocidad a esa "máquina" se sumó Juan Bardón, un exalumno de La Plata, quien "rápidamente vino" cuando el trabajo veterinario "entró en gran área y a tomar velocidad", formando un "conjunto muy interesante".
Un sueño cumplido que sigue vivo
Ramón Noseda afirma rotundamente que el sueño se "cumplió y se cumplió todo". La capacidad de "soñar juntos" con Alfredo Martínez y de "ir adelante juntos" ha sido clave. A pesar de haber llegado a los cincuenta años, la "etapa de práctica de Laboratorio Azul, diagnóstico" para Ramón "no se va a cerrar nunca".
Aunque se jubiló y se fue físicamente del laboratorio, sigue "relacionado" con él. La gente continúa recordándole su vínculo a través de llamadas, correos y WhatsApp. Los actuales directores le brindan el espacio y el "oxígeno" necesarios para seguir sintiéndose parte vital de lo que fue una de las grandes realizaciones de su vida. El medio siglo de Laboratorio Azul es un testimonio de visión, perseverancia y la construcción de un legado que trasciende el tiempo.
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