A 98 AÑOS DEL MACABRO SUCESO

A 98 AÑOS DEL MACABRO SUCESO

Mateo Banks, asesino despiadado

"Mateocho" fue el mote con el que se lo nombró a Mateo Banks en Azul desde el 18 de abril de 1922 cuando asesinó a ocho personas, entre ellos seis de su familia, para heredarlos. En la Cárcel del Fin del Mundo también lo apodaron "El Místico", ya que rezaba y leía la Biblia permanentemente en voz alta dentro de su calabozo. Su final fue tan miserable como su accionar...

19 de abril de 2020

Por Eduardo Agüero Mielhuerry

EL DATO:

El presente artículo es una síntesis de otros que el autor realizara junto a Georgina Degano.

Ferviente católico. Amado esposo. Adorable padre de familia. Productor rural. Consejero Escolar. Cónsul irlandés. Miembro del Jockey Club de Azul. Representante de Studebaker. Para los azuleños, Mateo Banks era todo lo dicho y mucho más. Algunos pocos murmuraban que había demasiadas mentiras en su vida. Afanoso apostador. Mal perdedor, peor pagador. Pendenciero. Violento e impiadoso. Soberbio. Arrogante. Pero todo se decía entre dientes... Su artificio engañó a muchos mucho tiempo. Pero no a todos...

Un día de abril...

Dionisio Banks había nacido en Chascomús en 1869. Segundo hijo de irlandeses y primer varón, llegó a Azul junto a su familia en 1897, al comprar Mathew, su padre, una fracción de campo bautizada como "El Trébol", por los pagos de Parish, en el partido de Azul. La prosperidad hizo que también la familia pueda arrendar, y luego adquirir, la estancia contigua bautizada como "La Buena Suerte". En 1907, Dionisio desposó a Sarah Kearney Keena, prima segunda de la familia, con quien fue padre de tres niñas: Cecilia (1908), Sarita (1910) y Anita (1917). Todo era felicidad para el joven matrimonio, disfrutando de la crianza de sus hijas en la tranquila vida rural azuleña. Sin embargo, poco después del nacimiento de Anita, Sarah debió ser internada en el Hospital Nacional de Alienados "Alejandro Korn" de la localidad de Melchor Romero, por reiterados episodios violentos, alucinaciones y divagues.

La sociedad de los hermanos Banks, quienes quedaron al frente de los campos tras la muerte de Mathew en 1909, era próspera a pesar de sus riñas internas. Sin embargo, Mateo Banks, llevaba adelante una vida social y económica que en verdad no podía sustentar, ya que se encontraba en bancarrota. Y para colmo de males, tras varias advertencias, sus hermanos finalmente lo desplazaron de la sociedad.

Era la mañana del martes 18 de abril de 1922 cuando en "La Buena Suerte" y "El Trébol" se produjo un fallido envenenamiento. Estricnina en la comida fue lo que Mateo planeó para aniquilar a sus familiares y heredarlos, para terminar con sus deudas y poder continuar con sus lujos y ostentaciones. Pero equivocó la dosis por exceso, dejando en evidencia el amargo gusto de la pócima en el puchero. Entonces no encontró otra salida que convertirse en el despiadado verdugo de su familia.

El primer escenario

Al sospechar Dionisio de que algo extraño había ocurrido con el almuerzo, increpó a Mateo culpándolo del incidente, lo que los llevó a discutir de manera acalorada en la habitación de éste último. Dionisio, indignado por el cinismo de su hermano, pegó media vuelta para dar por terminada la discusión. Al mismo tiempo Mateo hizo algunos pasos y de atrás del ropero sacó su rifle Winchester con el que le disparó por la espalda. Dionisio se desplomó malherido contra la puerta. Mateo se acercó con parsimonia y, álgidamente, lo ejecutó.

Al ver caer muerto a su padre, Sarita, de 12 años de edad, que se encontraba en la cocina, lanzó un grito desgarrador y trató de escapar. Su tío Mateo la alcanzó en el patio, golpeándola con la culata del arma, dejándola semiinconsciente. Quizá para no ver el horror de su obra, arrojó a la pequeña en el aljibe. Con la misma frialdad disparó a ciegas dos veces hacia el fondo, dando los tiros sobre la espalda de la criatura. Unos gemidos y luego silencio marcaron el final de la vida de la niña.

Unas horas más tarde, el peón Juan Gaitán regresó a "La Buena Suerte". Sin mediar palabra, mientras éste desensillaba el caballo, Mateo lo asesinó de un disparo, dejando su cuerpo tirado al costado del galpón.

Banks se subió al sulky y se encaminó rumbo a "El Trébol", donde encontró al peón Claudio Loiza, a quien convenció para que lo acompañe a "La Buena Suerte". A mitad de camino, lo hizo bajar pidiéndole que levante el rebenque que se había caído algunos metros atrás. Cuando Loiza estuvo desprevenido, le gatilló dos veces.

"El Trébol" no era de cuatro hojas...

Miguel Banks (1871), había contraído matrimonio con la irlandesa Julia Dillon, con quien habitaba "El Trébol". Junto a ellos también vivía María Ana (1868), la hermana mayor y soltera de los Banks, quien ayudaba en los quehaceres de la casa, ya que Miguel llevaba un tiempo en cama, debido al agravamiento de la enfermedad terminal que desde hacía tiempo lo aquejaba. Asimismo, solían cuidar a sus sobrinas, Cecilia, Sarita y Anita, y a María Ercilia Gaitán, de 6 años, que era la hija del peón.

Mateo llegó al casco de "El Trébol" al atardecer, afable y sereno, como si nada hubiese sucedido. Sus próximas e indefensas víctimas, amablemente, lo invitaron a cenar, pero se negó aduciendo estar descompuesto.

Alrededor de las once de la noche todos dormían en "El Trébol", excepto Mateo. Rapaz, se deslizó al patio y golpeó la ventana cerrada de María Ana. En susurros, para no despertar a los demás, Mateo le dijo a su hermana que Dionisio estaba muy mal y que debían ir a "La Buena Suerte" para asistirlo. María Ana se vistió confiando en sus palabras y, preocupada por la salud de hermano, subió al sulky, que una vez más retomó el camino entre ambos campos. A pocos metros, Mateo frenó el caballo, levantó el rifle que llevaba a sus pies y disparó sin piedad contra María Ana. Pateó el cadáver, que quedó tirado en el camino, y emprendió el regreso a "El Trébol".

Mateo llamó a la puerta de la habitación de Miguel y Julia. Cuando ella lo atendió, le dijo que no se sentía bien y le pidió un té. Ella se levantó para asistir a su cuñado, pero él se le anticipó y le disparó en el pecho por sorpresa en el corredor de la casa.

Al oír la detonación Miguel intentó levantarse, pero desde la puerta Mateo le efectuó un disparo hiriéndolo en el abdomen. Los gritos de Cecilia, que se había asomado a la galería al oír la balacera, distrajeron al asesino por unos segundos, pero se volvió hacia su hermano y le gatilló una vez más, rematándolo.

Inocentemente, en vez de buscar amparo, Cecilia se apresuró a socorrer a su tía que agonizaba en el suelo. Esa fue su última acción. Desde el vano de la puerta su tío la baleó en el brazo y el pecho, matándola en el acto.

La despiadada matanza había comenzado en "La Buena Suerte" a la una y cuarto de la tarde del martes 18 de abril de 1922. Terminó quince horas más tarde cuando en "El Trébol" se oyó el último disparo que acabó con la vida de la octava víctima, una niña de catorce años.

"Mateocho"

Mateo Banks fue bautizado por la opinión pública como "La Bestia de Parish" o "Mateocho". Una asquerosa popularidad gracias a las tapas de los diarios. Usó en vano el nombre de Dios intentando salvarse de su condena, pero nadie creyó en su palabra. Un único destino: una fría celda en "La Cárcel del Fin del Mundo" en Ushuaia.

La libertad de "El Místico" -tal su apodo carcelario- tardó en llegar el rezo de varios rosarios de botones.

Pretendiendo que nada había pasado, Mateo Banks volvió a Azul. Estuvo poco tiempo. Una pensión en Buenos Aires, en la calle Ramón Falcón Nº 2178, se convirtió en su refugio. Mientras tanto, juraba y perjuraba su inocencia. Más mentiras. Un nombre falso: Eduardo Morgan. Un final increíble. El 28 de agosto de 1949 murió desnucado al resbalar en la bañera. Fue sepultado en el Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, desconociéndose el lugar preciso, aunque sí se sabe que el 10 de agosto de 1959 pasó al Osario de la necrópolis, después de que en un relevo de tumbas nadie reclamara su cuerpo.

Ocho habían sido las personas asesinadas por el "respetable caballero", pero las víctimas del macabro Mateo Banks fueron muchas más...

Y la vida siguió...

Anita Banks y Ercilia Gaitán tenían apenas 5 y 6 años. Salvaron sus vidas milagrosamente aquél día. Un instante de bondad hizo que Mateo prefiriera encerrarlas en un cuarto antes que matarlas. Igualmente... la inocencia se quebró. Creyéndose omnipotente, Mateo las condenó a la orfandad, al escarnio público.

Sin demasiadas razones, por una Orden judicial, Ercilia Gaitán pasó prácticamente dos meses en la casa de una familia adoptiva, hasta que el mismo Juez la restituyó a su hogar, junto a su madre viuda y sus hermanos. Y su vida siguió...

El gerente del Banco Español de Azul, Mario Sullivan y su esposa Isabel adoptaron a Anita Banks. Años más tarde, decidieron mudarse a Buenos Aires.

Sarah Kearney Keena de Banks, permaneció recluida en el Hospital Nacional de Alienados "Alejandro Korn" de la localidad de Melchor Romero hasta sus últimos días, sin creer nunca en el trágico final que tuvo su familia. Es improbable que haya recuperado su libertad y su cordura. Vaya uno a saber por qué, su hija Anita nunca la buscó, pero quizás alguna vez volvieron a unirse en un inacabable abrazo de madre e hija. Tal vez Sarah tuvo la suerte de imaginar a su familia esperándola detrás de los cercos del jardín. Tal vez... Nadie supo su suerte. Un incendio en el archivo del nosocomio convirtió en cenizas los registros de pacientes de esa época, haciendo imposible averiguar qué fue de su vida.

Luego de la muerte de Mario Sullivan, a principios de los años '50, Isabel y Anita se instalaron en Bahía Blanca. Más tarde, Anita contrajo matrimonio y tuvo dos hijos. Y la vida siguió...

Máxima Gainza de Banks y sus cuatro hijos también sufrieron las atrocidades de quien parecía un "esposo y padre ejemplar". Ella decidió volver a su ciudad natal, Olavarría, y pensó en rearmar su vida tras solicitar la anulación de su matrimonio y pedir el cambio de apellido de sus hijos. Y la vida siguió...

El casco original de "El Trébol" se convirtió en una tapera y lo que queda de "La Buena Suerte" es tan sólo el nostálgico despojo de los buenos augurios de su nombre.

Ercilia y Anita no volvieron a encontrarse después del fatal suceso. Ambas hicieron sus vidas prácticamente de manera normal. Pero, en lo más profundo de sus corazones, ambas hicieron un pacto de silencio, preservando como un secreto íntimo lo que les había sucedido, sin revelar a sus familias el trágico evento vivido. De hecho, en ambos casos, sus hijos descubrieron la verdad cuando ya eran adultos y, en el caso de Anita, después de su muerte acaecida hace casi veinte años.

Hoy, seis cruces oxidadas en el Camposanto local marcan las sepulturas de la familia Banks (ninguna posee su correspondiente nombre), la tumba de Gaitán es difícil de encontrar y la de Loiza desapareció en el antiguo Cementerio del Oeste ("de los Pobres").

Ercilia y Anita descansan en paz en Azul y Bahía Blanca, respectivamente. Y la vida siguió...

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