Rogelio Alberto "Loro" Clavellino trabajó en el EL TIEMPO de manera intermitente. Pero este diario, además de su familia, fue su gran amor.

Casado con Ana, tuvieron cuatro hijos: Susana, Sergio, Claudia y Marcos. Este último, el más chico y el único que continuó con su legado de hacer periodismo, es egresado de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.

Susana, una de las dos hijas mujeres del extinto periodista, es profesora en Letras, de Castellano, Literatura y Latín. Y es la que se encarga de evocar a su padre hoy, donde también es su día más allá de que ya no esté físicamente entre nosotros.

El "Loro" fue periodista por vocación, de los que -como solía suceder décadas atrás- se formaba en las enseñanzas y las experiencias que día a día dejaba aún sigue dejando estar en una redacción.

Además de periodismo gráfico, hizo radio. Y escribía cuentos, los cuales surgían de una inmensa e ilimitada imaginación y capacidad que tenía para construir historias y después plasmarlas en un relato.

Con la gente, con la comunidad en la que vivió, tenía un vínculo muy afianzado. Hasta se animaban a consultarlo sobre cómo escribir tal o cual artículo.

Un amable servidor, Clavellino falleció el 9 de abril de 2017 cuando tenía 86 años de edad a causa de una afección pulmonar. Y su esposa murió dos años más tarde.

En el archivo de la memoria quedará también al evocar al querido "Loro" en este Día del Periodista, tal como ahora sucede desde estas mismas páginas que él se encargó de llenar de noticias durante su paso por la Redacción de EL TIEMPO, lo que fue su faceta artística, ya que tocaba las timbaletas en una orquesta de jazz y pintaba cuadros.

Alberto Clavellino en modo periodista, en una de las ocasiones en que el ex presidente Raúl Alfonsín estuvo en Azul.

"Autoexigente e inquieto"

Susana, una de sus hijas, lo definió como alguien "autoexigente, inquieto y que se conectaba muy bien con el diario".

"También era orgulloso. De hecho, en su último tiempo de vida no superó que su cuerpo se viera en deterioro porque su cabeza estaba plena. Era su cuerpo el que no acompañaba a su cerebro. Me acuerdo que cuando lo internaron nos dio el número de historia clínica a nosotros, sus hijos, para facilitar los trámitesque teníamos que hacer ante los médicos. Era un tipazo", destacó la docente con alegría y un dejo de nostalgia en esa mirada retrospectiva que hizo para traer, de la mano de esta evocación, a su papá.

Además, recordó cómo su padre Alberto comenzó en el periodismo y qué significaba esa actividad para él:"Papi siempre fue multifacético, pero el periodismo fue su oficio; aunque no tenía formación universitaria. Más en aquella época, cuando el periodismo era un oficio".

"Papá era una persona muy ávida de conocimientos, muy comprometida con la verdad. Por lo tanto, tenía muchos recursos argumentativos, literarios e imaginación. Y eso fue lo que le permitió incursionar en la gráfica. No sólo desde la no ficción, sino también desde la ficción porque escribió cuentos", afirmó Susana Clavellino.

"Estaba abocado a la parte deportiva; pero usaba un acontecimiento deportivo para ficcionarlo y literalizarlo. Por ello a veces sus crónicas en el diario tenían más que ver con lo narrativo ficcional que con lo que es narrativo puntualmente", admitió.

Sobre EL TIEMPO, el lugar donde el "Loro" pasó varios de sus días como periodista gráfico, su hija sostuvo:"El diario fue muy generoso con él y él muy generoso con el diario. Era una persona que no tenía horarios. El diario era su amor y su vocación. De hecho, tengo recuerdos de cuando estábamos en casa y mamá nos hacía llamar al número del diario para saber a qué hora venía".

"Él hacía referencia al diario como una recepción de vivencias. Hablaba de los vecinos que se acercaban, de gente muy afín que se reunía a conversar con él. Además, papá fue una persona muy generosa y la gente recurría a él en pos de consejos, de cómo construir formalmente un artículo en el sentido estricto, una nota de opinión o una editorial. El diario, a veces, lo hacía una sola persona. Y a veces esa persona era mi padre", refirió también.

"Por diversas cuestiones no había personal o estaba de paro y mi papá, que hacía de todo, estaba. Él escribía sobre Política y Sociedad desde el punto de vista argumentativo. Hizo muy poco Policiales. Y en la época de la dictadura se llevaron del diario a su colega, así que vivió momento tensos en aquel entonces", recordó Susana sobre lo que era la labor a diario de su padre en EL TIEMPO, donde -entre otros tantos compañeros- compartió Redacción con el prócer del periodismo azuleño Juan Miguel Oyhanarte.

Una de sus hijas mujeres definió a Clavellino como "una persona muy amigable, muy conversadora" y dotada de "recursos lingüísticos que le hacían más sencillo su quehacer".

"No sólo era autodidacta desde la ambición que tenía y desde las ansias por conocer. Era muy curioso y no se quedaba con lo primero que escuchaba, ya que siempre investigaba. Caminaba la calle, tenía pulso social y lo percibía. Y eso hacía que tuviera tantas discusiones en el diario, que era un ámbito de debate, pero siempre desde el punto de vista argumentativo y con ideas", sostuvo también Susana al momento de recordarlo.

"Cuando hacía radio empezaba a las seis de la mañana, a primera hora, y hacía entrevistas con muchas personas destacadas del periodismo a nivel nacional, como Magdalena Ruiz Guiñazú o Fernando Bravo, por ejemplo", afirmó.

"No quería hacer dinero. Papá buscaba la inmortalidad a través de sus textos. Y lo logró. Nosotros tenemos libros de sus cuentos, que los compiló a modo de folletín, y de sus artículos. Y a mi mamá le escribía poemas", reveló también Susana Clavellino.

El Clavellino padre

Susana describió a su papá como alguien que "nos compartía muchas cosas de su actividad periodística. De hecho, tenía un programa en Radio Azul que fue un poco un puntal". Y agregó: "Nos dio la posibilidad de estudiar a sus cuatro hijos. Fue un papá presente, siempre nos acompañó, nos hizo vivir una vida soñada y mataba para que no nos faltara nada. Particularmente, yo estudié inglés, danza, patín, guitarra, hice deportes y una carrera terciaria porque él siempre fue proveedor, escuchador y tenía un consejo a mano".

"Tuvo una vida bastante dura y salió airoso, sublimó las cuestiones difíciles de la vida que le tocó. Se jubiló en el diario, aunque después continuó escribiendo, siguió yendo a la radio y le gustaba la música. Esa orquesta donde estuvo tocando las timbaletas se llamaba la 'Copacabana Jazz'", cuenta también Susana.

"Pintaba cuadros, fue un artista y fue un poco bohemio. El periodismo que describe Claudia Piñero en la novela 'Betibú' es el tipo de periodismo que hacía papá", agregó para finalmente decir sobre Alberto Clavellino, su padre: "Era muy moderno porque me dio la posibilidad de estudiar mil cosas, algo que en esa época no era tan común. Le gustaba mucho el boxeo. Incluso, me lo inculcó y a veces, cuando yo era chica, mirábamos juntos un programa que se llamaba 'Entre las sogas'".

Eso y mucho más era el querido "Loro", cuya voz tan particular, sus locuras y su aura eterna todavía pueden percibirse en EL TIEMPO. Un lugar que seguramente su espíritu continúa visitando; aunque los que estamos escribiendo ahora, al igual que él lo hacía tiempo atrás, tal vez no nos demos cuenta a simple vista que sigue estando presente. Porque este diario es lo que es, entre otros tantos motivos, debido a que algún día el "Loro" también fue parte de ese mágico universo que todavía existe en una redacción periodística. Al igual que su recuerdo, que seguirá vivo para siempre.