26 de diciembre de 2025
Con los primeros indicios ya en 1899, la problemática continuó reflejada en los diarios hasta principios de la década del '40. Falta de inspecciones, pésimas condiciones de higiene, venta de alimentos adulterados, medidas de peso falseadas, fueron algunos de los múltiples aspectos denunciados en la prensa local.
El 19 de mayo de 1899 el Intendente municipal visita el Mercado El Porvenir (que oficiaba de mercado de abasto en Azul), encontrando deficiencias durante la inspección que realizara, por lo cual designa a los Dres. Emiliano Astorga y Juan Zabala para que realicen una prolija inspección, pues si en el informe hay coincidencia con las deficiencias apuntadas, el intendente procederá a su inmediata clausura (publicado en El Imparcial de esa fecha).
El Mercado El Porvenir, a cargo de la Municipalidad, se hallaba ubicado en la calle Bolívar esquina Av. 25 de mayo, encontrándose en pésimas condiciones de Higiene. El Sr. García, como encargado, hace toda clase de esfuerzos por mantenerlo en el mejor estado higiénico, pero le faltan elementos y no dispone de un solo peón, por lo que la impotencia lo vence en sus buenos propósitos, por lo que sería conveniente que esto se modificara en bien de la salud pública, salvo mejor opinión de la Municipalidad (publicado en El Imparcial del 9 de febrero de 1900).
El 23 de abril de 1920 el periódico La Razón exponía que en la Capital Federal se había emprendido una campaña "contra los envenenadores públicos", que eran los malos comerciantes que vendían alimentos adulterados o en mal estado, con resultados sorprendentes. La campaña la inició el concejal socialista Mantecón, asociado a dos veterinarios municipales, comprobando que en el Mercado de Abasto y en el Buenos Aires la adulteración de artículos alimenticios y el acaparamiento de los que escasean, por lo que dio intervención a la Justicia por estos hechos penados por el Código Penal. El periódico llama la atención a las autoridades municipales locales para que sigan este ejemplo, tomando las medidas que las circunstancias exijan.
El 10 de mayo de 1920 el periódico azuleño La Provincia informaba que la Municipalidad había iniciado una campaña por intermedio de la inspección de higiene, para evitar la venta de productos alimenticios en malas condiciones. Pero el periódico les recordaba a los inspectores que debían inspeccionar "los vinos que se venden en los almacenes, que muchas veces son adulterados por los minoristas para obtener un mayor rédito económico", para que su tarea estuviera completa.
La higiene de los alimentos
El 24 de marzo de 1923 el diario El Ciudadano se ocupaba de la higiene de los alimentos en su editorial, exponiendo que en todos los gobiernos comunales donde existe un ambiente de modernidad, constituye una importante preocupación la cuestión de la higiene de los alimentos, constatándose la existencia de numerosos factores que ponen en peligro la salud pública. Algunos son de origen natural y otros se deben a la desmedida ambición de comerciantes que, de mala fe, adulteran y falsifican productos alimenticios. Un control eficaz, metódico y sistemático sobre los alimentos puestos a la venta, los mataderos, y con la instalación de una oficina química que controle la calidad de los alimentos, impiden que se puedan cometer estas infracciones. "Lamentablemente nuestro Municipio no cuenta con una oficina química y esta falencia hace que el control de los alimentos no sea todo lo eficaz que debiera", se observó.
La falta de un control eficiente en la higiene y calidad de los alimentos, "nos expone a mil contingencias por lo cual convendría que las autoridades municipales estudien este serio problema que amenaza la salud del vecindario, tomándose las medidas oportunas a fin de lograr un control eficiente de los alimentos que la población consume".
El 2 de abril de 1923 un grupo de obreros panaderos publica en El Ciudadano una carta en respuesta a un artículo aparecido en otro diario con el título "La Higiene en las Panaderías" donde se acusa a los obreros de esta actividad de no guardar las normas de higiene, trata a quien publica este artículo de mendaz, pues puede cualquier vecino ingresar en la cuadra de cualquier panadería y observa que en ellas se trabaja cuidando la higiene en la elaboración de todos los productos que en ellas se elaboran, siendo los firmantes los Sres. Francisco Lojo, Pedro Col, Albino Pérez, José Biedma, Cleto J. Viedma, Ángel Velas y Antonio Giurata.
El 11 de enero de 1924, en un duro editorial titulado "Las Pestes Que Nos Asaltan", El Ciudadano criticaba la ausencia de inspecciones de higiene en los comercios de alimentos, y siendo el intendente de profesión médico (Dr. Ángel Pintos) le cabe la expresión "en casa de herrero cuchillo de palo", pues "permanecer indiferente ante los casos de Tifoidea que se vienen conociendo le solicitamos que dicte las medidas preventivas para evitar que estos casos aislados se transformen en una epidemia".
Alimentos adulterados
El 11 de mayo de 1926, en defensa de la salud pública, El Imparcial informaba que los alimentos y productos adulterados en Buenos Aires, salen al consumo en el interior del país. Esta campaña iniciada en la Capital por la Intendencia Municipal y el Departamento Nacional de Higiene alertaba a las ciudades que contaban con Inspecciones de Higiene y Oficinas de análisis químico a precaverse contra el fraude de comerciantes inescrupulosos, tanto minoristas como mayoristas que hacen víctimas no sólo a los consumidores, sino también a los comerciantes que, de buena fe, compran estos productos en Buenos Aires. "Hay que controlar la legitimidad de los mismos para proceder con toda la energía contra los infractores denunciándolos públicamente", se remarcó.
Víveres para los pobres
El 26 de mayo de 1926 El Imparcial elogiaba "la distribución de víveres entre los pobres", realizada el día anterior con motivo de los festejos patrios del 25 de Mayo. Entre los hacendados que donaron animales vacunos están los Sres. Juan José Mujica, Miguel Castellar, J. Dubau, Aristegui, Castellar y Cía, Félix Etchepare, Mario Cortazar y Bernardo Domecq. El Sr. Posse dono 50 kg. de fideos de clase especial. El pan y la galleta fueron donados por los panaderos Maschio Hnos., Rial Hnos., José Gómez, Bartolo Güero, Antonio Lanteri, Chatelain Hnos., Guillermo Lombardi, Pastor Castro, Juan H. Rodríguez, Teodoro Rodríguez, Ángel Rodríguez, y Ricardo Albarrán.
Además, se llevó a cabo una inspección a los hoteles y casas de alojamiento con un resultado satisfactorio, a pesar de que dos hoteles no tenían en condiciones reglamentarias en sus corralones, por lo que se les dio un plazo de un mes para que cumplan con las normas vigentes.
El 7 de octubre de 1927 Diario del Pueblo, en su editorial, exponía que "se impone la inspección de alimentos. Siempre hemos reconocido que nuestras autoridades se preocupan por resolver problemas de todo orden que afectan a nuestra población, y ello debe comprender la vigilancia sobre la calidad de los artículos de primera necesidad que se venden. Podemos tomar como ejemplo lo que sucede en el verano donde hay una gran cantidad de personas con trastornos intestinales o gástricos debido a las bebidas en mal estado o a los alimentos en proceso de descomposición. Esperamos que la Municipalidad tome algunas medidas a fin de atender lo que dejamos expuesto".
El 19 de noviembre de 1927 Diario del Pueblo incursionaba nuevamente sobre el tema poniendo como ejemplo el decomiso que la Municipalidad de Buenos Aires realizara en los comercios donde comprobaba alimentos en mal estado, mientras que en nuestra ciudad la calidad de los artículos y la exactitud del peso, "está librado al exclusivo arbitrio de los vendedores. No ponemos en duda el honesto proceder de nuestros comerciantes, pero sería conveniente que las autoridades inspeccionen a los mismos para satisfacción de los consumidores".
El 12 de junio de 1928 Diario del Pueblo advierte sobre comerciantes inescrupulosos que falsean las medidas de peso y de capacidad en perjuicio de los compradores, por lo que reclama la presencia de las autoridades municipales encargadas de estos controles mayor vigilancia en defensa del pueblo consumidor.
Vestimenta de vendedores
El 26 de septiembre de 1928 El Imparcial se ocupaba de los vendedores de artículos de consumo, "quienes deben tener una adecuada vestimenta en función de la actividad que desarrollan y en especial aquellos que venden alimentos, que deben observar una limpieza en la indumentaria que muchas veces no son higienizadas como debieran. Por ello llamamos la atención a las autoridades municipales para que controlen la higiene que estas personas deben observar".
Nulo control de alimentos
El 6 de noviembre de 1928 El Imparcial denunciaba que era nulo el control sobre los artículos alimenticios, ya que no se controlaba su elaboración y su expendio desde hace bastante tiempo, "lo que hace que los comerciantes inescrupulosos queden en libertad de acción librando al consumo productos no consumibles por estar en descomposición. Esto ocurre por el nulo control que la Municipalidad ejerce en el comercio de comestibles".
El azúcar y otros productos alimenticios
El 15 de diciembre de 1928 Diario del Pueblo se ocupa del azúcar en terrones que, en los cafés, se dispensa a los clientes, "los cuales con los dedos la extraen de la azucarera, contaminándolos, por este motivo los concejales deberían disponer el uso de pinzas para que los cafés provean un medio higiénico para la utilización de los panes de este alimento y evitar su manoseo. Y al estar acercándonos al verano sería oportuno que la Municipalidad controle las condiciones de higiene de la leche que se consume en Azul, como así también de la verdura, la fruta, la cerveza y los jugos cuyo consumo aumenta en la época estival".
El 17 de octubre de 1930 Diario del Pueblo dedica el editorial a "La Venta callejera de productos alimenticios". "Cualquier ciudadano puede cargar una canasta de masas o caramelos y lanzarse por las calles de Dios a vender su mercadería, sin tener en cuenta para nada la calidad e higiene de la misma. Este estado de cosas convendría vigilar, pues hay vendedores de masas que suelen llevar su mercadería cargadas de moscas o tierra, por lo que la inspección municipal debería tomar cartas en el asunto, para beneficio de la salud de los vecinos".
El 6 de marzo de 1931 El Imparcial se refirió a la "Calidad de algunos artículos de consumo" como los refrescos, naranjadas, cervezas y helados, que, debido a los calores, tuvieron una demanda que obligaron a acelerar grandemente el ritmo de trabajo, lo que repercutió en la calidad de lo ofrecido, de resultas de la cual hubo numerosos casos de intoxicación, mientras las autoridades municipales poco hicieron para controlar la calidad de estos productos muy demandados con los resultados antes indicados.
El 3 de junio de 1939 Diario del Pueblo alerta que no hay seguridad sobre que el Bromato de Potasio que se utiliza como mejorador de la harina, sea inofensivo para la salud; por ello el Departamento de Higiene Provincial ha encargado un estudio para que se dilucide esta cuestión, para proceder en consecuencia.
El 20 de enero de 1985 El Tiempo publica un artículo sobre la conquista que la técnica moderna logra con la congelación de los alimentos a temperaturas entre 10 y 20 grados bajo cero, dando concejos como debe procederse con los distintos tipos de alimentos, tanto en su manipulación como en la preparación y conservación la cual tiene un tiempo limitado para cada alimento. Asimismo, aconseja como proceder con los productos que se venden congelados tanto en la compra como en el almacenamiento.
Verduras y frutas en el Azul cotidiano

Una antigua verdulería y frutería de la ciudad de Azul.
HEMEROTECA J.M. OYHANARTE DE AZUL
Fruta verde. El 25 de enero de 1902 se alertaba sobre la fruta verde que muchos comerciantes inescrupulosos ponían a la venta y cuyo consumo por los niños, ávidos de comerlas les genera trastornos digestivos. "Creemos que a este respecto deben existir ordenanzas, pero si no las hubiere, el Concejo Deliberante en uso de sus facultades debería crearlas, pues los representantes del pueblo deben velar por la salud de sus convecinos. Así esperamos que suceda y deseamos no tener que volver sobre este punto que atañe a la salud del público" (publicado en El Imparcial de esa fecha).
Fruta. El 15 de febrero de 1926 Diario del Pueblo denunciaba que había venta de fruta en malas condiciones, "ya que existen numerosos puestos de frutas instalados fuera de las exigencias reglamentarias que constituyen un verdadero atentado a la salud pública. Es necesario que los Inspectores Municipales realicen un raid a fin de comprobar lo que denunciamos para proceder con mano firme pues lo exige la salud de nuestros vecinos".
Higiene de fruterías. El 14 de febrero de 1927 Diario del Pueblo denunciaba la falta de higiene que se observaba en muchas fruterías, "lo cual parece un mal generalizado, quedando pocos locales de fruterías donde se observan fielmente las normas municipales al respecto. En los primeros es notable la poca propensión a la higiene como si costara mucho el uso de jabón y agua. Es necesario inspeccionar la higiene de estos locales por parte de la Inspección Municipal, para proceder en consecuencia".
Venta ambulante de fruta. El 28 de febrero de 1927 Diario del Pueblo informaba que, llegado el Carnaval, junto a los gritos de las máscaras, se sienten "los gritos de los vendedores ambulantes que ofrecen sandías y melones por nuestras calles. Relacionado con la venta de estas frutas hemos recibido numerosas quejas de fruta verde que produce buenos retortijones al triperío de sus consumidores, por lo que trasladamos a los Inspectores Municipales la misma para que tomen las medidas que correspondan".
Frutas y Verduras. El 5 de julio de 1928 Diario del Pueblo alerta que los puestos de frutas y verduras están anexando la venta de fiambres, pero que estas instalaciones no cumplen con las normas establecidas para la venta de estos últimos productos, por lo que la Inspección Municipal debe tomar cartas en el asunto y hacer cumplir las mismas.
El 4 de abril de 1930 Diario del Pueblo se ocupa de los puestos de frutas que deben encuadrarse dentro de lo que disponen las ordenanzas, para lo cual han sido notificados los propietarios de los mismos, y de no proceder a encuadrarse en lo dispuesto en el término establecido, deberán cerrar sus puertas. "Esta medida se está aplicando sin consideraciones ni parcialidades; como debe ser".
El 6 de mayo de 1933 El Ciudadano informa sobre una reunión entre el Intendente y los verduleros, para que estos mejoren las condiciones de higiene de sus locales. Los verduleros argumentaron que la crisis económica les genera dificultades para poder dar cumplimiento a lo dispuesto por las Ordenanzas Municipales, por lo que el Intendente ofreció el Mercado Municipal para que desarrollen su actividad, a lo que los verduleros contestaron que ello sería posible si se desalojaran los restaurantes y negocios ajenos a la repartición instalados sobre la Av. 25 de Mayo. Planteada así las posturas se suspendió la reunión, sin mayores logros.
El 15 de enero de 1934 Diario del Pueblo denuncia que se está vendiendo fruta verde, "hay que poner coto a estas demasías, las autoridades municipales están obligadas a poner coto a la venta callejera y en algunas fruterías, de fruta verde, que sabemos es dañina para los niños, pues estos suelen adquirirla y consumirla a espaldas de sus padres".
El 14 de enero de 1937 el periódico La Provincia informa que en Azul se vende mucha fruta verde, lo que ocasiona trastornos de salud a quienes la consumen; "en el Mercado Municipal y en los puestos vecinos se está vendiendo fruta verde, por lo que la inspección municipal debiera impedir esto en salvaguarda de la salud de los vecinos".
El 4 de enero de 1941 Diario del Pueblo da a conocer que se inspeccionarán fruterías y heladerías dos veces por semana, de acuerdo a lo resuelto en una reunión mantenida por la Dirección de Higiene Local y el Intendente Municipal, Dr. Alfredo Ferro, debido a la epidemia de gastroenteritis que se observa en Azul.
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A fines del Siglo XIX preocupaban en Azul las constantes epidemias. En buena medida los casos se relacionaban con el agua contaminada que la población consumía. En 1898 ya se evidenció interés legislativo por la problemática, así como también la necesidad de contar con agua corriente segura. Luego de cuatro décadas se logró avanzar en la construcción del tanque ornamental de Obras Sanitarias de la Nación.
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