5 de julio de 2019
Del 1 al 7 de Agosto se conmemora (¡y celebra!) en el mundo la SEMANA MUNDIAL DE LA LACTANCIA MATERNA, que en este año lleva el lema "¡EMPODERÉMONOS! HAGAMOS POSIBLE LA LACTANCIA MATERNA.". Y, en estos tiempos de revisionismo feminista de la historia de la humanidad, el tema de la lactancia materna se ha vuelto controversial.
Por Moira Goldenhörn (*)
Por allí están las hijas del feminismo de la segunda ola que exigen libertad de la cuerpa y enchufan mamadera "porque no pasa nada", por acá las feministas de la fisiología que exigen una visión bebé-céntrica del mundo, dejan trabajo, estudio y vínculos sociales para centrarse exclusivamente en la crianza. Más en el medio estamos las que queremos (misión imposible) compatibilizar maternidad y trabajo siendo respetuosas de los derechos de le bebé y exigiendo respeto también para nosotras mismas en el crucial tiempo de la primera infancia donde la lactancia es vital e insustituible. Y, obviamente, todas estamos al amparo de la creencia de "estar haciendo lo mejor para nuestr@s hij@s".
El tema pasa por discernir qué es "lo mejor". Sin ir más lejos, creo que "lo mejor" es "lo mejor" que una puede dar, es "lo mejor" que una tiene y por eso puede ofrecerlo. Y, generalmente, cuando se ha tenido un cuerpo que gestó, se tiene leche, y eso es lo mejor para alimentar al bebé. Incluso hay madres adoptivas que hacen un lobuno esfuerzo y consiguen instalar la lactancia aunque no hayan parido. Pero, otras veces, se tiene cansancio, necesidad de ir a trabajar en horarios poco amigables, las emociones sufridas por violencia obstétrica padecida, un entorno poco sostenedor y malos consejos, incluso por parte de pediatras... y lo que se da es mamadera, porque es lo único que hay a mano.
Algunas compañeras feministas liberales y queer me han acusado de señalar con el dedo a las mujeres que "ejercen su derecho de NO amamantar" (porque habría un derecho femenino de no amamantar, pero no un derecho de les bebés a ser amamantades ni de las mujeres a amamantar si lo desean y se ven impedidas). Y sus argumentos anclan en los argumentos de las feministas hijas de la segunda ola cuando, con el "baby boom" de los años '50 y '60, junto a los novedosos electrodomésticos se ofrecía la mamadera como aparato liberador de la mujer esclavizada con las tareas el hogar, ahora flamante madre, y ellas resolvieron así liberarse del yugo de la prole y el hogar (y engrandecer las fortunas de las farmacéuticas productoras de leches "maternizadas"). Y, en cada conversación con ellas, lamento que no se comprenda el planteo que desde el ecofeminismo se hace sobre la lactancia materna, ya que propone muchas aristas para trabajar en pos de la liberación femenina.
Así, ¿qué razones tiene el feminismo radical en sus diferentes variantes para sostener la necesidad de la lactancia materna? Primero, si nadie duda que la lactancia materna es el mejor alimento para bebés, niños y niñas hasta al menos los dos años de vida; segundo, si la maternidad es una opción libremente elegida entre las feministas, es decir, que la decisión de ser madres no obedece a mandatos sociales estereotipantes y esclavizantes, sino al genuino deseo de traer nuevos seres humanos al mundo, ¿por qué les negaríamos el alimento primordial necesario para su desarrollo cerebral, inmunitario, emocional e incluso del habla?
Pues bien, aquí llega el tercer punto: por más feministas que seamos, el día tiene 24 horas, la licencia por maternidad dura 3 o 4 meses (y las profesiones liberales ni siquiera la tienen), la licencia por paternidad es un mal chiste y el costo de la vida no se paga con un solo salario. Por tanto, las mujeres necesitamos salir a trabajar para mantener a la familia y el costo suele ser el fracaso de la lactancia materna: ni los empleadores ni el Estado toman la decisión de reconocer la necesidad de licencias que duren al menos los 6 meses indicados para la lactancia exclusiva, ni reducir la carga horaria para ambes miembros de la pareja y aún más si la mujer cría sola, de modo de sostener las tomas cada tres o cuatro horas y asegurar el descanso materno nocturno también, ya que uno de los pilares fundamentales para la lactancia exitosa: descanso, hidratación adecuada y cero stress.
Y aparece el cuarto punto, mito entre los mitos: "el médico/la doctora (también puede ser el padre, la abuela, la vecina, mi amiga, mi hermana, la madrina o la señora en la cola del súper) me dicen que "el nene tiene hambre, la teta no lo llena" y por eso llora cada vez que lo dejo, o pide muy seguido, o se despierta de noche, o lo que fuere se le ocurra a esa persona es malo para mí, mi bebé y debemos dejar la lactancia." y una, con esa fragilidad de la cordura y flaqueza de la voluntad propias del puerperio... les cree ¡y hace caso! Por supuesto que hay muchísimes pediatras pro-lactancia y respetuoses de las formas de crianza de cada familia, incluso quienes promueven el porteo y la crianza con apego (como la nuestra), pero en muchos casos prima el desconocimiento y el autoritarismo. Y las lactancias caen "por orden médica", contrariando a la misma Organización Mundial de la Salud, que dispone su duración hasta al menos los dos años del niñe.
Cuando afirmamos que la leche materna es el alimento primordial, citamos, por ejemplo al Dr. Gustavo Sager, Director del Banco de Leche Materna del Hospital de Niñ@s de La Plata que dice "la leche materna es tejido vivo, sólo que líquido. Es de asimilación inmediata, incluso por vía cutánea, ya que tiene más de tres millones de células inmunitarias en una cucharadita y es capaz de regenerar la piel. Tiene todo lo que se necesita: probióticos, vitaminas, minerales, proteínas y grasa en la exacta proporción que el cerebro del bebé necesita para crecer, sus huesos para desarrollarse y músculos para sostenerle.".
Volviendo al feminismo, hay quienes viven como una liberación cortar tempranamente la lactancia e incluso suprimirla por completo. Sin embargo, desde el ecofeminismo se les pregunta ¿quién se beneficia con la interrupción de la lactancia? Veamos: Una lata de leche artificial para preparar cuatro litros de leche oscila entre los 500 y 2.100 pesos, según sea medicada o no... y no siempre las cubren las obras sociales. La economía familiar, claramente no se beneficia. ¿El bebé? Bueno, en general tienen más bronquiolitis, otitis, y neumonía los bebés que no son amamantados, quienes también desarrollan el habla más tardíamente y presentan, también, más casos de muerte súbita. ¿Las mujeres? Por cada año de lactancia cae un 50% la posibilidad de desarrollar cáncer de mama y, de instalarse en el postparto, cae un 85% la posibilidad de padecer depresión puerperal gracias a las hormonas y endorfinas que se liberan durante el amamantamiento. Entonces, al suprimir la lactancia materna, solamente se benefician las industrias farmacéutica y láctea: ni mujeres, ni bebés ni las billeteras familiares.
Desde el ecofeminismo se sostiene que la lactancia materna es un acto libertario que libera del sistema de consumo de productos para bebés (mamaderas, chupetes, esterilizadores) y de la Big Pharma (leches artificiales, medicamentosas, vitaminas, antibióticos...) y empodera desde el comienzo en la construcción amorosa de la subjetividad afianzando el vínculo primal bebé-mamá y con la pareja que no amamanta como sostenedora de esa díada, a la par que exige a los Estados y empleadores la defensa jurídica y efectivización de políticas públicas facilitadoras de la lactiancia materna.
Por último, mencionemos a nivel social la poca aceptación que hay de la lactancia materna como otro factor debilitador: vemos personas escandalizadas e incluso mujeres detenidas cuando en los locales gastronómicos, en viajes de avión y en la vía pública la teta cumple su función primal que es alimentar, consolar y contener en el calor de mamá a les recién llegades, como si molestara la teta cuando no está disponible para el consumo adulto masculino, censurándosela.
Para finalizar, invito a las familias lectoras a acercarse a los consultorios de lactancia materna que existen en el Hospital de Niños y en los Periféricos, a las amorosas puericultoras azuleñas en el Sanatorio y sus consultorios, y a contactar a La Liga de La Leche que, junto a sus voluntarias, hacemos lo posible por ayudar a las familias a una lactancia exitosa y feliz.
La teta es lo mejor, es gratis, está siempre disponible, tibia y amorosa. Beneficia el desarrollo bebé, la salud de la mamá, la economía familiar y los lazos sociales comunitarios. ¡Promovamos entre la comunidad la lactancia materna!
(*) Abogada
PG en Cultura y Comunicación
Maestranda en Cs.Sociales y Humanidades
(y, también, mamá)
Links de interés:
https://www.unicef.es/noticia/semana-mundial-de-la-lactancia-materna
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