SALUD MENTAL --volanta . Presión de balance y metas: la ansiedad al cierre del ciclo anual

Por Laura Méndez

De la Redacción de El Tiempo

A medida que el año se acerca a su cierre, la proximidad de las fiestas de fin de año y la inevitable época de balances personales y profesionales suelen intensificar la presión. Es en este periodo culminante donde la necesidad apremiante de finalizar todas las "tareas" y objetivos a tiempo genera un estrés considerable, dando lugar al fenómeno "ansiedad de fin de año". Aunque este medio dialogó con la Lic. en Psicología Victoria Pérez Bitonte quien mencionó que "no hay una definición teórica puntal o un diagnóstico clínico formal en psicología para la "ansiedad de fin de año", sí resulta al menos llamativo el fenómeno psicosocial que se manifiesta al respecto".

La profesional abordó un período de agotamiento extremo que afecta a los individuos en sus esferas física, social y emocional. Este estado se manifiesta a través de un conjunto de síntomas debilitantes que incluyen la irritabilidad, una marcada falta de motivación y sentimientos de profunda angustia.

Un punto central de su disertación fue el papel que juegan las autoexigencias desmedidas en la génesis de este agotamiento, señalándolas como un motor significativo del malestar.

Asimismo, la intervención destacó la importancia de identificar los grupos vulnerables a padecer estas consecuencias.

La profesional también hizo hincapié en las alteraciones directas que este agotamiento tiene sobre la salud, específicamente en los trastornos del sueño, reconociendo la relación bidireccional entre la fatiga mental y la calidad del descanso.

Finalmente, la exposición no solo diagnosticó el problema, sino que también ofreció soluciones prácticas. Se detallaron una serie de herramientas y estrategias esenciales que los individuos pueden y deben tener en cuenta para mitigar los efectos del agotamiento, gestionar la autoexigencia y recuperar el equilibrio emocional y físico.

"Es una vivencia que suele ser compleja, y no está únicamente atravesada por la ansiedad"

-¿Cómo define la psicología el fenómeno de la "ansiedad de fin de año" y cuáles son los tres principales factores psicológicos y sociales que la desencadenan?

-Si bien no hay una definición teórica puntal o un diagnóstico clínico formal en psicología para la "ansiedad de fin de año", sí resulta al menos llamativo el fenómeno psicosocial que se manifiesta al respecto. Se trata de un período de agotamiento extremo, tanto a nivel físico, como social y emocional, que puede expresarse a través de estados de irritabilidad, falta de motivación y angustia. En éste sentido, puede hablarse de una dificultad adaptativa que se pone de manifiesto como reacción frente a una vivencia de las demandas del contexto como abrumadoras, en tanto son percibidas como un exceso que no se puede procesar, tramitar ni elaborar; y por ende, sobre el que resulta muy complejo arbitrar recursos para accionar.

Por supuesto que la intensidad y el modo en que eso se vivencie, estará sujeto a variables que dependen de la subjetividad de cada persona en particular; lo que se inscribe en su realidad psíquica según su historia y su estilo de funcionamiento psíquico. Habrá estilos más exigentes, y otros más flexibles; y de eso también dependerá qué vivencian como conflictivo y qué no, así como también qué recursos y qué mecanismos ponen en juego para su potencial elaboración.

Considero que las teorías nos prestan herramientas de pensamiento, pero siempre es la subjetividad particular, -por tanto distinta y única en el caso a caso- la que habla.

-¿Esta ansiedad es cualitativamente diferente a la ansiedad que experimentamos en otras épocas del año? ¿O solo es una intensificación?

-Como decía antes, creo que es una vivencia que suele ser compleja, y no está únicamente atravesada por la ansiedad. Entiendo que se dispara un abanico emocional amplio: en parte vinculado con la anticipación de todo lo que éstas fechas representan. El calendario es un consenso social que nos atraviesa. Con esto quiero decir que no estamos ajenos a eso que compartimos con otros y que simbólicamente también se inscribe en nuestra realidad psíquica como algo que viene a contarnos finales, a hablarnos de cierres y balances; y también nos dice algo en cuanto a posibilidades de nuevos inicios. Esto, que muchas veces moviliza afectivamente, puede funcionar por eso mismo como disparador para reactualizar recuerdos de otras escenas: a veces reconectar con duelos no elaborados, proyectos inconclusos o que se vieron truncados; sumado a la exigencia de un sistema que pareciera reclamar cierres inmediatos, y en simultáneo, estructurar debida y rigurosamente el porvenir. Es una apuesta demasiado ambiciosa, que suele funcionar como ilusión, pero que muchas veces termina generando frustración, angustia, impotencia y malestar.

-Los "debería": ¿qué papel juegan las expectativas sociales, como la obligación de "cerrar ciclos" o la presión de las fiestas, en la intensificación de este estrés?

-En la línea de lo que venía contando, creo que su suman en una serie que suele agobiar bastante. "Sanar", "soltar", "ser feliz", "sonreír", son frases que se inscriben a modo de demandas de exigencia en cualquier objeto que se ofrece para consumir. Insisto -además- en que esto no es algo que simplemente "nos rodea". Se inscribe en nuestra realidad psíquica y por ende opera como mandato que urge obedecer. En éstos tiempos, parece no haber mucho lugar para la angustia. La angustia tiene mala prensa, se presenta como algo que haya que evitar, no atravesar. Eso deja un espacio casi nulo para hacer pausas que nos permitan conectar con nuestro deseo. Frases como "el show debe continuar", o "borrón y cuenta nueva" son emergentes de un imaginario social que se perpetúa en éste sentido, y así se perpetúan también modalidades de respuestas disociadas y con tendencia a la sobreadaptación. Esto no es gratuito, implica siempre un costo emocional que paga el sujeto con síntomas y padecimiento subjetivo.

Tengo la convicción de que no se trata de evadir la angustia, la ansiedad, o el dolor; sino de atravesarlo;

-¿Existen grupos de personas (por edad, profesión o situación familiar) que son particularmente más vulnerables a esta presión de fin de año?

-Me parece que se trata de un fenómeno que impacta y se inscribe de maneras diversas en cada sujeto. Y creo que sí, que dentro de esas particularidades, es posible situar algunas en las que el impacto puede resultar aún mayor. Personas que se encuentran atravesando situaciones dolorosas, o cualquier condición de afectación emocional previa, son más permeables a tener una afectación aún mayor. También quienes no cuentan con redes de contención social o familiar, pueden resultar más vulnerables en contextos de éstas características. Somos seres sociales, por lo que el acompañamiento y el sostén resultan fundamentales en cualquier escenario. Tengo la convicción de que no se trata de evadir la angustia, la ansiedad, o el dolor; sino de atravesarlo; y considero que en esa escena es fundamental que haya otros. Respetando tiempos, estilos y particularidades de cada quien, pero con la disponibilidad afectiva para acompañar el proceso propio y el de los otros. Justamente, considero que la empatía no es una cuestión netamente identificatoria: es decir, no se trata de poder pensar cómo me sentiría yo si me pasara lo mismo que al otro. Se trata de poder descentarse, y preguntarse cómo puede estar sintiendo el otro aunque eso no represente mi sentir y/o mi situación actual.

- ¿Cuál es su técnica o ejercicio favorito para ayudar a las personas a establecer prioridades realistas en las últimas semanas del año y evitar la sensación de "tener que hacer todo a la vez"?

-Creo que se trata de ponerse en pausa. De abrir un paréntesis. Me parece que en tiempos actuales, es un desafío y es además, un acto de resistencia. Lo que se nos pide son respuestas inmediatas frente a demandas que operan en simultáneo. Casi como si fuéramos un ordenador que tiene que tener abiertas todas las pestañas al mismo tiempo, mientras procesamos toda la información con una celeridad y eficiencia que excede nuestras capacidades y recursos. Hacer una pausa es fundamental, no hay posibilidad de elaborar ninguna respuesta que suponga un acto del que nos podamos hacer responsables (y no del que debamos sentirnos culpables) si no abrimos esa posibilidad y nos damos tiempo para discriminar qué de todo eso que supone que debemos y queremos, es lo que realmente deseamos.

Consejos

- Ante la necesidad de hacer un balance anual, ¿qué consejo práctico ofrece para evaluar el año sin caer en la autocrítica destructiva o la comparación social?

-Contextualizar, sobre todo. Intentar conectar con la escena completa. Mirar al otro por fuera de las vivencias de esos otros; adoptar sólo las propias como única perspectiva posible, supone un razonamiento falaz.

El otro es una subjetividad que transita otros procesos, atravesado por una particularidad que tal vez ni siquiera conozcamos en profundidad. No puede ser nunca un parámetro para analizar los procesos propios; creo que esa idea es una fantasía completamente egocentrada promovida por las mismas exigencias de un sistema que muchas veces habilita y premia la competencia, y no la cooperación.

En ese sentido, me parece fundamental poder hacer una lectura contextualizada del proceso personal: poder mirar que pasó en ese tiempo que se presenta como recorte, discriminar si eso que se supone que dijimos que queríamos hacer representa nuestro deseo o tiene que ver con algo del orden del mandato o del deber. Otra vez: hacer una pausa, tomarse el tiempo para procesar, y también para reformular lo que haya que reformular al respecto.

- Muchas personas se agobian con compromisos sociales (cenas, reuniones). ¿Cómo podemos aprender a decir "no" o a establecer límites saludables sin sentir culpa en estas fechas?

-Creo que cualquier escena en la que se juega una elección, hay una pérdida concomitante. En ese punto, me parece que cuando elegimos no podemos sustraernos del impacto emocional que eso puede promover. En el mejor de los casos, no necesariamente sea culpa. Muchas veces la culpa viene a obturar otras cuestiones de las que preferimos no saber. Quiero decir, a veces se trata de dinámicas de vínculos en las que nos sentimos en deuda, la que creemos que debemos saldar de cualquier forma y a cualquier costo.

Tal vez poner límites saludables tenga que ver con poner límite a esas vivencias propias, y poder acotar la demanda del otro, sin que eso se transforme en un imperativo categórico que no se puede diferir de ninguna manera.

Freud: "Sueño es el guardián del dormir"

- ¿De qué manera la ansiedad de fin de año impacta directamente en la calidad del sueño y qué medidas inmediatas podemos tomar para recuperar un descanso reparador?

-Freud decía que el "sueño es el guardián del dormir". Para poder cumplir la función de descanso y ser realmente reparador, es necesario que podamos soñar. Es en ese espacio que habilitamos todo aquello que durante el estado de vigilia queda bajo el efecto de la censura. Si estamos demasiado hipervigilantes, en estado de alerta constante, es muy probable que no podamos bajar la guardia para descansar. Si estamos permanentemente hiperactivados en el transcurso del día, y no toleramos diferir respuestas o establecer límites a esas escenas, tomarnos un tiempo de corte; es lógico que no podamos conciliar el sueño. Por eso, me parece fundamental tomarse éstos tiempos de pausa, conectar con vivencias placenteras, con espacios de ocio, que se incluyan en la agenda y no sean valorados como una pérdida de tiempo. En ese sentido creo que a cada quien puede funcionarle una estrategia distinta, no considero que haya una herramienta universal. Puede ser una charla con un amigo/a, puede ser un espacio de lectura, de meditación, acá las variantes son amplias.

"Me parece que en éstos tiemposlas redes sociales y los algoritmos juegan un papel fundamental"

- ¿Cuál es el error más común que cometemos al fijar los propósitos de Año Nuevo, y qué enfoque psicológico recomienda para establecer metas que motiven en lugar de paralizar?

-No sé si diría error. Creo que tiene que ver con lo que decía antes. Tal vez evaluamos los propósitos en función de las expectativas "de deseabilidad social", y no de los deseos propios. Ocurre que de alguna manera, muchas veces inconsciente, eso empieza a operar como mandato, y vamos corriendo todo el año que marca el calendario detrás de algo que finalmente no nos representa, con el costo emocional que eso conlleva.

- Con la saturación de mensajes y resúmenes anuales en redes sociales, ¿qué papel juega la desconexión digital en la disminución de la ansiedad de fin de año?

-Me parece que en éstos tiempos las redes sociales y los algoritmos juegan un papel fundamental. No sólo ofrecen objetos de consumo, sino que además, en un nivel imaginario, crean objetos de deseo. Buscamos lo que creemos que nos interesa, -y digo creemos, porque esa construcción ya está impregnada de sentidos que nos vienen dados- y nos van mostrando más de eso mismo; perpetuando así, esa misma construcción. Es fundamental, me parece, para salir de ese escollo, tomar distancia y reforzar el pensamiento crítico. Cuando digo crítico no me refiero a algo destructivo, ni a una instancia punitiva o hipercrítica, digo algo que nos sirva como herramienta para discriminar y dilucidar hacia dónde vamos, qué queremos, que vínculos queremos construir, qué espacios queremos habilitar y cuáles no, etc.

- ¿Cuáles son las tres señales de alerta más importantes que indican que la ansiedad de fin de año ha pasado de ser un estrés normal a un problema que requiere apoyo profesional?

-Creo que si el fenómeno persiste, se agrava, o se extiende por un tiempo prolongado, debería llamar nuestra atención como algo sobre lo que hay que intervenir. Insisto en que el problema no es la angustia, tampoco la ansiedad en sí misma. El tema es qué se hace con eso que creo que emerge a modo de señal: señala un conflicto. Si no accionamos frente al conflicto y sólo pretendemos evadir al emergente que lo señala, probablemente se generen síntomas, o se cronifiquen o acentúen los preexistentes.

-Si tuviera que dar un solo mensaje a quienes sienten esta presión, un lema para llegar a enero con tranquilidad, ¿cuál sería?

-Creo que lo que intenté transmitir es la importancia de no caer en juicios de valoración rígidos y absolutistas. Me parece que se trata de apostar a la particularidad, en un contexto en el que se exige que todos debamos llegar a los mismos lugares, al mismo tiempo, de la misma forma. En este escenario, pareciera que todo lo que se aparta del ideal y del mandato, es un error de cálculo que hay que erradicar. No, no es un error. Es nuestra condición humana, -compleja, por cierto- la que insiste; manifestándose de diversas formas para que podamos hacerle lugar. Poder abrir un tiempo de pausa en medio de las demandas que se presentan como impostergables es un acto de resistencia.

La Lic. en psicología Victoria Pérez Bitonte dialogó con El Tiempo sobre el fenómeno "ansiedad de fin de año".