"Lo que vengo a relatar y denunciar no son simplemente situaciones aisladas que podrían configurar un delito de lesión en el ámbito local o varios delitos independientes entre sí. Necesariamente, debe ser analizado como un hecho global, como parte de un plan criminal y en el contexto de un trabajo orgánico de formación de jóvenes tenistas en Argentina y con restricciones a mi libertad personal durante muchos años y con maltratos físicos", declaró Guillermo Pérez Roldán ante la Justicia Federal con sede en Azul en la denuncia radicada contra su padre Raúl Pérez Roldán.

Dos intentos de suicidio

"Los hechos superan un simple relato fáctico de maltrato laboral con lesiones y pérdida de libertad plena", refirió el ex tenista para después hacer alusión a dos situaciones en las que, ante el hostigamiento y la agresión a la que permanentemente su papá lo sometía desde que era un niño, intentó suicidarse.

"Una vez, con un arma que me había regalado mi abuelo, cargué dos balas e intenté suicidarme porque no quería seguir más", recordó. "Todo el mundo pensaba que era una persona exitosa; pero yo vivía otra realidad: una vida de subordinación hacia mi padre con maltratos físicos y sufrimientos psíquicos sin solución de continuidad. Así fue que disparé dos veces el arma y no salieron las balas".

"La segunda vez que estuve a punto de terminar con mi vida fue en mi auto en Tandil, tomando mucha velocidad y encarando una curva; pero sin poder lograr el descarrilamiento que pretendía. Y si bien yo no contaba nada, el mundo del tenis siempre lo supo; pero nadie decía nada porque encima era mi padre quien me maltrataba", refirió sobre ese otro dramático momento de su vida.

Golpes, temor y pis en un "tarrito"

De su adolescencia en adelante, al mismo tiempo que se iba convirtiendo en un destacado tenista, Guillermo Pérez Roldán comenzó a sufrir todos esos episodios de violencia por parte de su padre.

"Desde que fui chico practiqué tenis y también desde aquella edad trabajé en el ejercicio del deporte en condiciones de sometimiento físico, psicológico y con condicionamientos a mi libertad individual por parte de Raúl Pérez Roldán, mi propio padre", señaló.

"El método de enseñanza, aprovechándose de la especial posición de privilegio y el prestigio que ostentaba, estaba basado en golpes y temor permanente. No tenían una explicación definida. Podía ser porque había jugado mal al tenis, porque había jugado bien y para que no subestimara al rival o bien por su propio enojo personal".

"Su método era sistemático y reiterativo. Fue eso lo que vulneró mi integridad, sano desarrollo y mi libertad. Cuando perdía algún partido/torneo o simplemente cuando había alguna situación de contexto que no era del agrado de Raúl Pérez Roldán procedía de la siguiente manera: me llamaba y me daba una extensa charla, haciéndome saber que lo ocurrido -cualquiera fuera el motivo de su enojo- era mi responsabilidad y consecuencia de mi inconducta y me golpeaba hasta cansarse, con un cinturón, con un palo o mediante golpes de puño o, bien, me metía la cabeza en el inodoro, al mismo tiempo que me insultaba haciéndome saber la plata que había perdido por mi única culpa".

"Los golpes llegaron a generarme el miedo suficiente como para decidir no levantarme en las noches para ir al baño por el riesgo que ello implicaba si llegaba a generar un ruido y él se levantase. En algunas ocasiones tuve la mala suerte de levantarlo y tuve que cobrar por mi imprudencia. Así es que, desde chico, decidí hacer pis en un 'tarrito' que me llevaba a la cama antes de acostarme", relató también.

"Una de las cosas más difíciles era cuando los golpes no estaban previstos, es decir, cuando no eran consecuencia de haber perdido un partido o torneo. Aún lo más difícil era después tener que entrenar y hacerlo con pantalones largos por las marcas que me quedaban en las piernas. Incluso, tener que convencer a los demás deportistas de que lo más conveniente era jugar con pantalones largos. En muchas oportunidades Raúl Pérez Roldán, antes de golpearme, me decía que me ponga pantalones de entrenamiento para que no me quedaran marcas en las piernas".

"Administración infiel"

Guillermo Pérez Roldán sostuvo también que su padre desarrolló conductas "defraudatorias" que lo despojaron de todas sus ganancias como tenista profesional, las cuales "continúan en la actualidad".

De acuerdo con su testimonio, ese dinero que Raúl Pérez Roldán obtuvo gracias a él lo invirtió en una sociedad a través de la cual compró varios inmuebles en la provincia de Buenos Aires. También, que las ganancias de esas operaciones las depositó a su nombre en un banco internacional que está en Montecarlo.

En lo denunciado el ex tenista indicó que ese accionar incluyó que su papá se apoderara de los beneficios económicos que él obtenía "como consecuencia de la pérdida de mi libertad personal", materializando de esa manera una "administración infiel" de esos bienes, para después intentar darle un trasfondo legal a dichas operaciones por intermedio de esa sociedad que conformara.

"Yo nunca me ocupé de la parte económica, ya que confiaba en él", admitió Pérez Roldán hijo y después recordó una situación que le sucediera años más tarde a dejar el tenis: "Llamé a mi banco para sacar dinero y así poder irme de vacaciones, refiriéndome la entidad que no tenía más dinero, ya que mis padres me lo habían sustraído y para ello me hicieron firmar documentación referida a una sociedad, la que utilizaron como medio para ingresar el dinero ilícitamente obtenido por medio del delito de reducción a la servidumbre".

"Cuando le pedí me devuelva la mitad del dinero que había obtenido" -dijo Pérez Roldán- su papá "se negó a hacerlo" y le respondió que "él lo administraría".

"Mucho de ese dinero fue enviado al exterior. Más precisamente a Montecarlo, a una cuenta que desconozco", afirmó también en la denuncia el ex tenista.