Hace relativamente pocos días que la Selección argentina de fútbol se alzó con el premio mayor, al consagrarse campeón mundial de fútbol, y eso es algo que no pasó inadvertido para nadie.

Con el triunfo de Argentina, en cada instancia del mundial Qatar 2022, iban creciendo las ganas de muchos hinchas de tener al menos una camiseta, la bandera, un gorrito, visera y cuanto elemento tuviera los colores albi-celeste.

Lo particular, según explicaron los comerciantes consultados, fue que, una vez concluido el campeonato, el público siguió comprando camisetas y consultando por la tan ansiada "tres estrellas" doradas, en referencia a las copas mundiales conquistadas a nivel mundial -1978, 1986 y 2022-.

Después de Navidad, la camiseta salió a la venta de forma online y en tan sólo unas horas se agotó. Adidas, por ejemplo, no reveló cuántas camisetas había disponible, sólo mostró el anuncio de "agotado" y que llegaría nuevo stock "próximamente".

Los propietarios de tiendas de deportes de nuestra ciudad, que venden productos especializados y de la marca que auspicia a la Selección, manifestaron que los proveedores no entregan camisetas, que están colapsados de pedidos en Buenos Aires. Si sacan una línea de venta, se agota inmediatamente. La gente hace colas en los comercios y shoppings para comprarla y no alcanzan a llegar al interior del país.

Las camisetas originales, las bordadas que sacó a la venta una conocida marca deportiva, rondan los veintinueve mil pesos para talle adulto, las otras, de tela más fina y con mucho poliéster, se consiguen a cuatro mil pesos las de talle niño y a cuatro mil ochocientos pesos las de adulto.

A su vez, uno de los comerciantes manifestó que ya desde el año pasado están teniendo inconvenientes para conseguir distintos productos, como botines, zapatillas y pelotas. El tema de la nueva camiseta de la selección no escapa por supuesto a esta situación; y, acrecentado por el éxito del seleccionado argentino, la demanda aún sigue creciendo, día a día.

Hay que reconocer que nuestro país, en materia de fútbol, es bastante exitista: mientras se tenga éxito, futbolísticamente hablando, va a generar esta adhesión.

Miles de fans de la selección se agolpaban días atrás en las puertas del Alto Palermo en Buenos Aires con la esperanza de tener la suya, a cualquier precio. Las cuentas de instagram de los comercios habilitados para revenderlas explotaban de mensajes con pedidos. En Azul, la fiebre por el mundial y la Selección de Scaloni no decrece y los comerciantes manifestaron que siguen recibiendo pedidos por esos medios digitales.

Hoy, la camiseta de la Selección nacional de fútbol, sigue siendo el bien más preciado de grandes y chicos, de mujeres y niñas, de adolescentes y abuelos que la quieren para sus nietos. Todos, quieren la celeste y blanca.

Por ahora no se conoce cuándo llegarán más camisetas. Así que para quienes se quedaron sin su nueva camiseta de Argentina, no queda más que esperar, pacientemente.

Oscar Valdez: "Soy vendedor de alma"

Oscar Valdez es un comerciante de los que se suele llamar "ambulante". Tiene su puesto de remeras y banderas, hace veintidós años, en la vereda de la Escuela 17, avenida Mitre y calle España.

Según Oscar, las camisetas de Argentina "siempre se vendieron bien; desde la copa América la gente pasaba y me las pedía. También tuve épocas, en otros mundiales, que me gritaban 'sos un pecho frío como Messi' y cosas así. Lo del mundial fue una locura", asegura y agrega: "Siguen comprando -ya que consiguió las que tienen tres estrellas- y todos la quieren tener".

Oscar es un comerciante que se considera exitoso en lo que hace. Supo ganarse el respeto de los vecinos de la cuadra, hizo su dinero honradamente y pudo vender mucho más de lo que esperaba. Aun así, su vida no fue siempre "color celeste y blanco".

Vive en villa Piazza, vende pan casero, y tiene un comercio en su barrio. Nacido y criado en Villa La Rana (distrito de General San Martín), su vida estuvo signada por momentos de tristeza, pérdidas familiares, que lo empujaron de chico a caminar por el "mal sendero", como él lo define. Una infancia vinculada con cuanto malos hábitos se le cruzaran por el camino. A los 21 años, cansado de su vida oscura, sintió que "el Espíritu Santo me hablaba, me pedía que lo siga y que iba a encontrar paz mi alma". Si bien Oscar ya venía concurriendo a charlas y encuentro religiosos con quien es su suegro, ese episodio lo hizo sentir más cercano a Dios y con el firme propósito de que tenía que cambiar su vida definitivamente.

A partir de ese momento, se dedicó a profesar la palabra de Dios. No sólo donde vivía, sino en distintas localidades. Se capacitó en el Ministerio de la Fe y salió a profesar la palabra de Dios. Hace 25 años que vive en Azul, tiene su familia, sus hijos, es hincha de Sportivo Piazza y su amor por la camiseta local se nota en cada frase que expresa.

En su casa, tiene el templo donde recibe a la gente. "Trato de ayudar a todos, hablarles a los pibes, que estudien, que sean personas de bien. Todos mis hijos todos terminaron sus estudios, yo apenas tengo sexto grado. Es importante que los chicos entiendan que hay que estudiar, sacarlos de la calle. Piazza, como otros clubes, están haciendo ese trabajo muy bien".

Oscar dice que es un vendedor nato, que le encanta estar en la calle vendiendo, en contacto con la gente y charlar. "Soy vendedor de alma, sea lo que sea que venda, tengo que estar en la calle". Respecto a si le costó instalarse en esa esquina, Oscar admite que, en su momento, los vecinos no querían que esté ahí. "Fue la época en que se quemó la Escuela 17; yo pedí permiso para estar acá, no había ningún comercio de los que están hoy. Pasaron los años y acá estoy, con días buenos y otros malos. A veces escuchando insultos de la gente cuando no ganaba Argentina y otros, como ahora, que tienen desesperación por la camiseta. Vendiendo en la calle pude comprarme mi auto. Soy un afortunado. Gracias a Dios me va muy bien".