El Padre Carlos Horacio Gómez es oriundo de Tapalqué, donde fue ordenado sacerdote y se hizo cargo de la Parroquia de Lourdes a comienzo de este año.

Tiene una historia muy particular de vida, pasó por la Diócesis de Azul, estuvo en Buenos Aires y regresó a nuestra sede eclesiástica, y es capellán de la Fuerza Aérea acompañando a la Primera Brigada del Ejército Argentino en Haití en el año 2014 viendo niños morir por infecciones, enfermedades, de hambre, entre un sin fin de experiencia que según menciona "me hizo muy bien estar en Haití".

"Me hizo mucho bien estar en Haití"

En principio contó que "me ordenó sacerdote Emilio Bianchi Di Cárcano hace 34 años. Después estuve en Parroquias de la Diócesis, en Tandil, Benito Juárez, Olavarría y Bolívar, también estuve un tiempo en Buenos Aires y regresé a la Diócesis volviendo a la ciudad de Tandil, en la Parroquia San Antonio de Padua, San Cayetano y Sagrado Corazón".

Continuó recordando que "estuve un tiempo durante el 2014 acompañando a los Cascos Azules en la misión de Haití ya que soy capellán y continúo en la VI Brigada Aérea de Tandil".

Del mismo modo prosiguió "al nombrarme capellán de la Fuerza Aérea y acompañando a la Primera Brigada del Ejército, el Obispo Castrense me designó para acompañar la misión de aquel año".

Contó que "tengo lindos recuerdos de esa misión y me hizo muy bien en Haití. En esa experiencia fui ayudado por otros sacerdotes de los que se llama la pastoral castrense, es decir acompañando a nuestros fieles feligreses militares, familias y sobre todo en este caso, cuando cumplen una comisión como ésta que nos tocó en el 2014".

Recordó que "en el 2010 fue el terremoto en Haití y cuando fui acompañando esta misión, aún estaban las consecuencias por ejemplo, de familias desintegradas, niños sin familia, entre mucho más. La situación es muy conocida por los medios de comunicación, me refiero lo social, política y económica".

"Fue una experiencia muy fuerte"

En segundo término el padre Horacio continuó rememorando que "estuve en contacto con esta realidad que necesita mucha solidaridad, mucha presencia y compañía. También fue una gran alegría y una renovación en mi ministerio sacerdotal y la entrega para el servicio de Dios y de los hermanos, especialmente para los más necesitados".

"En realidad fue una experiencia muy fuerte porque fuimos por seis meses y, sin embargo, tuvimos que quedarnos más. Así que estuve asistiendo al batallón del conjunto, Fuerza Aérea, Ejército y Armada y yendo a lugares que me tocaron como orfanatos, gente de nuestro batallón argentino", señaló.

Del mismo modo aclaró que "esa misión es de Naciones Unidas, es decir hay otras comunidades y nacionalidades que también participan. Argentina continúa a través del Ejército o Fuerza Aérea que ya se retiró pero realmente una experiencia muy fuerte pero muy linda, emotiva, que te fortalece...La vida, para mí, es un antes y un después de Haití".

"Son experiencias distintas pero el denominador común fue la fragilidad humana"

En cuanto a la pandemia el capellán explicó qué le produjo después de la experiencia de Haití.

"Son experiencias distintas pero el denominador común fue la fragilidad humana, el revalorar la vida que el haitiano no lo hace, a veces".

Amplió "es decir, se la valora pero es diferente a nosotros por ejemplo se ve muchos chicos que mueren por infecciones, por enfermedades, por falta de alimentación y cada muerte es uno más que quizás no tiene tanta repercusión como tiene en Argentina. Están acostumbrados o familiarizados con el dolor, con la muerte. En cambio nosotros vivimos otra realidad".

Retomó el confinamiento "la experiencia de la pandemia la viví con la cercanía de aquellos que la padecieron. En ese momento estaba en Tandil y también se padeció. Como en el caso nuestro la atención sacerdotal fue considerada algo esencial hacía que tuviéramos que estar con mucho cuidado en los cementerios acompañando a los familiares de un fallecido por Covid, a sepultarlos a distancia, acompañar a enfermos también con el cuidado necesario, en clínicas y, al mismo tiempo, en tener que viajar a mi pueblo, Tapalqué, para estar cerca de mamá que es una persona de 84 años que la golpeó duro el Covid".

Subrayó que "así que estuvimos cuidándonos, acompañando solidariamente a los necesitados y asistiendo a las personas. En nuestra Diócesis tuvimos la pérdida de los sacerdotes el padre Luis Maria Bove oriundo de Tapalqué y el padre Keli que estuvo en la parroquia de Lourdes y era de Saladillo".

El cura párroco recordó a este último querido sacerdote diciendo que "hoy estoy en la parroquia que él dejó y realmente su presencia y su testimonio se sienten. Desde su paso sacerdotal como el de su persona. Fue un sacerdote de mucho bien y siendo muy hermano de la gente, que ojalá que los otros curas tomemos este ejemplo".

"Estoy muy contento con un grupo de gente con ganas de trabajar..."

Consultado sobre la feligresía de Azul, el padre Horacio señaló que "la comunidad de la ciudad de Azul, para nosotros, los de Tapalqué, siempre fue una referencia y un punto importante para todo. Una ciudad muy querida".

Asimismo puntualizó que "sacerdotalmente nunca había estado y estoy muy contento con un grupo de gente con ganas de trabajar, de acompañarse, de ayudar y muy comprometida en los fieles de la parroquia de la comunidad en general".

"Todavía no conozco mucho la ciudad y la voy recorriendo de a poco".

Acerca de los proyectos el cura párroco anticipó que "el proyecto es seguir haciendo comunidad con todo lo que esto significa e implica. Caminar juntos, ayudarnos, tener en cuenta a las personas débiles y necesitados, en todo orden".

"La caridad es esencial en la vida de la iglesia y ese testimonio es el que está pidiendo la gente. Un testimonio, como dice el Papa Francisco, de cercanía para llevar con la palabra, con el testimonio. Es un ida y vuelta que como iglesia, tenemos que ir haciendo", apuntó.

Para terminar, ofreció un mensaje a la comunidad en general "indudablemente que entre todos, como dice el dicho 'la esperanza es lo último que se pierde'. El hombre es la esperanza, no bajar los brazos y seguir trabajando y creyendo... Dios nunca abandona a su pueblo y la Virgen, como madre Nuestra Señora de Lourdes, que habló con una persona enferma y débil como fue Santa Bernardita también está presente para darnos un mensaje de esperanza y amor".