Opinión

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Ahora que es ley

Algunas notas sobre el sentido común que se expresó en redes durante el debate sobre la legalización del aborto

31 de diciembre de 2020

Por Moira Goldenhörn (*)

Las redes esta semana se prendieron fuego. Y no del fuego bueno y transmutador precisamente, sino que fueron vehículo de toda la violencia destructiva de la que son capaces las palabras. Lo más popular, los insultos misóginos, los deseos de muerte y de padecer cáncer ginecológico. Lo más triste, el constante deseo de matar mujeres (con variada técnica) para apropiarse del producto de los embarazos que hipotéticamente no querrían o efectivamente no han querido llevar adelante las mujeres que nos manifestamos en la plaza. Ante tales manifestaciones, creo que la respuesta más lógica es reírse; y empezar a ocuparse efectivamente a que las personas reciban adecuada formación ciudadana

El 29 de Diciembre tuvo lugar en Azul la plaza más grande de la que tengamos memoria en la lucha por la legalización del aborto, la anticoncepción y la ESI. La variedad de consignas mencionaban el deseo como motor de la maternidad, como fundamento del amor propio y al otre, como el amor hacia los propios hijes. El deseo como motor de la vida misma, el deseo de un proyecto de vida posible, realizable, palpable, que sea fuente de alegría y satisfacción.

Pero pasemos revista a algunos de los argumentos más recurrentes que hemos visto en estos días: la enorme mayoría de los mensajes de odio nos acusaban de asesinas, sin lograr comprender que muchas de quienes estamos a favor de la legalización del aborto, la anticoncepción segura y gratuita y la Educación Sexual Integral, no abortamos nunca; que tampoco va a ser obligación abortar; que la ley salió junto a La ley de los Mil días de Acompañamiento a madre e hije; que la mayoría de las mujeres que abortan son madres previamente y que han atravesado esas maternidades en soledad y otras violencias. No nos mueve la sangre ni la carnicería, nos mueve el amor y la empatía.

Desde el año 2018 hasta ahora vimos desfilar muñecos gigantes de "fetos wi-fi", es decir, en el aire y sin cordón umbilical, y de supuestos "bebitos" de 3cm de longitud también sin un útero materno y a nadie llamaron la atención por lo imposible. Ahora que es ley, podemos tal vez estar en condición de volver a traer el quid de esta cuestión desde el fundamento de razón última: desaparecer mujeres para apropiar bebés. Lo importante es "el bebito", lo inconveniente es su madre: por ello se la deshumaniza y se la califica como la puta, la asesina, la abortera, la sucia, la matabebé, la loca, la ridícula, la irrespetuosa, la cachivache, porque de esa manera es más fácil descalificar su decisión, su vida, su proyecto vital y, declarándola además "mala madre", despojarla de su hije. Es una estrategia de propaganda muy conocida la de deshumanizar y denostar al adversario para quitar valor a su palabra, rango de sujeto de derecho y, por ende, privarles del ejercicio fáctico de todo derecho. Pues bien, aquí las enemigas del "colectivo celeste" somos todas las mujeres que apoyamos la campaña y la idea es privarnos del derecho concreto a interrupir un embarazo no deseado para hacer que llegue a término, y entonces, privar a la gestante de la patria potestad de ese hije por los mismos motivos que se la deshumanizó. Recordemos los delirantes proyectos de "adopción pre parto" y las tristes medidas "de protección" sobre bebés recién nacides respecto de sus madres que les acaban de parir. En definitiva, ¿lo único socialmente respetable de las mujeres para la sociedad es el útero y sus frutos?

Otro de los argumentos más esgrimidos, sobre todo por hombres, fue "si antes no se cuidaban, ahora que pueden abortar menos lo van a hacer", olvidando que primero la campaña habla de tres consignas, no una, y que ese tipo de razonamiento es típicamente masculino para no usar preservativos y desligarse de toda responsabilidad pagando abortos. Todas las mujeres conocemos varios casos así, lamentablemente. Pues bien, deben enterarse sobre todo los hombres que las mujeres no pensamos así. Es nuestro cuerpo el que se expone al embarazo y a la gestación, y al parto o al aborto; algo que los hombres no podrán vivenciar jamás.

Uno de los calificativos que más disonantes resultan en todo este embrollo argumentativo es el de "matabebé" o "asesina", cuando se está defendiendo la interrupción del embarazo en las primeras semanas de gestación. Debemos ser conscientes que las únicas personas que, técnicamente, "matan bebés" son quienes dilatan el tiempo de gestación en embarazos que querían interrumpirse desde el comienzo mismo y en los cuales cabía desde siempre una de las causales de no punibilidad de nuestro Código penal. Las únicas personas que esperan a que un embrión termine siendo un feto de avanzada edad gestacional "un bebé", digamos, son las personas antiderechos. Y sí, deben hacerse responsables: matan bebés y arruinan la vida de miles de niñas y mujeres al hacerlas pasar por un trauma así seguido de las violaciones o infortunios que dieron origen a ese embarazo que se deseó interrumpir desde el primer momento y que siempre fue legal su interrupción.

También resultó muy esclarecedor el pedido de "legalizar la pena de muerte ahora que se puede matar bebés", respecto de las motivaciones de muchas personas que dicen defender la vida. Pero seguimos sin entender que ni los embriones son bebés ni tampoco las personas mayores de edad son bebés, y que no sería constitucional aplicar la pena de muerte. Parece ser que la cosa pasa por ejercer el derecho de matar, con cualquier excusa e identificando maliciosamente la interrupción de un embarazo con un homicidio. También se dijo que "deberían morir desangradas", que "habría que arrancarles la matriz", que "esterilizarlas forzosamente" entre otras sanciones (porque desde estas miradas ni con la prisión estaría alcanzando como pena suficiente, y sería mejor volver al castigo de aplicación de tormentos o directamente la muerte aunque estén expresamente prohibidas ambas cuestiones en nuestra Carta Magna).

Saliendo ya de nuestra ciudad, la nota de color la dio un dirigente de la Sociedad Rural Argentina que llamó a "respetar los ciclos naturales" olvidando que hace décadas se aplican intervenciones en la cría de ganado y el también como ser celo escalonado, el tambo industrial y la inseminación artificial que es la norma en nuestros campos. ¿Controlar y manejar la reproducción de las hembras sería respetar lo natural? Curiosa mirada, tan disociada de la realidad como la ya célebre comparación de mujeres con perritas que propuso una diputada en 2018.

Y para finalizar lo delirante de estar legislando para universos paralelos de realidades alternativas, estuvo la pregunta del millón que no sólo fue retórica sino que también se realizaron diversas encuestas preguntando "¿a vos te hubiera gustado que te aborten?" menuda responsabilidad tendrán las Iglesias ante esta completa falta de fe, esperanza y horizonte de vida, ya que la mayoría de las personas respondieron que sí. ¿Qué existencia estamos ofreciendo a las personas que hubieran preferido no nacer? Y, de todos modos, ¿por qué la recurrente necesidad de preguntarle a las personas si hubiesen preferido no nacer (como si pudieran haberlo elegido) en lugar de preguntar a sus madres si hubiesen preferido no maternar en las condiciones que tuvieron que hacerlo, y, si no fuera así, a qué causas se debería? ¿Nadie se da cuenta que la voz, las vivencias y el deseo de las mujeres pasa a estar una vez más anulado por el patriarcado, en este caso por la voz y la existencia de les hijes en un universo ficcional? El testimonio del hijo de una madre de 10 es claro ejemplo de esto: no importa la decisión de las mujeres, importan los deseos de los hombres. Sin embargo, debemos traer esta discusión al campo de la realidad, donde la decisión de nacer o no nacer no la tenemos las personas nacidas sino quien nos gesta. El ser humano no es un ente de aparición espontánea y de gestación wifi, sino que es generalmente concebido en el seno materno, pero es siempre gestado y parido por una mujer, por su madre (o cuerpos gestantes de identidad diversa, claro está).

Ahora que es ley tanto a IVE como la Ley de los Mil Días, parece un momento más que propicio para que repasemos el cumplimiento de las dos primeras consignas de la campaña, ya que en las redes, además de "cierren las piernas" o "si les gusta abrir las piernas bánquensela", ha habido nula referencia tanto a las diversas circunstancias que hacen al desconocimiento social sobre educación sexual integral, como pocas a la anticoncepción, y ninguna a la anticoncepción masculina. Las dos primeras consignas de la campaña son Educación Sexual Integral para decidir y Anticonceptivos Gratuitos y Seguros para no abortar. ¿Se cumplen? ¿Quién las cumple? Recordamos algunas palabras previas sobre la campaña anti educación sexual integral que pobló las redes azuleñas "con tus hijos quién se mete". La pregunta que debemos hacernos es, si queremos, ahora que es ley, evitar tener que recurrir a abortos, que nuestras hijas aborten, que nuestros hijos embaracen a sus novias y recurrir a abortos (el caso más habitual, porque también se suele decir que "las mujeres se embarazan a propósito" o "te quieren enganchar con un hijo" y en esos casos sí defienden el aborto), debemos responder con sinceridad ¿estamos evitando algún aborto al impedir la educación sexual integral? Y, respecto de la anticoncepción, ¿por qué plantear la abstinencia femenina como método anticonceptivo practicable? ¿Por qué no hay ningún comentario dirigido a los hombres? ¿Aún no sabemos que las mujeres no se embarazan solas?

Por último, repasemos algunas expresiones de este sentido común que no es capaz de sentir empatía: vimos en varios comentarios expresiones como "ahora que es legal, quítenles la AUH, dejemos de mantenerles los hijos, que aborten", desconociendo las razones de vulnerabilidad social que llevan a muchísimas mujeres a abortar sin querer hacerlo sino como solución de fuerza mayor, pero fundamentalmente la voluntad del Ejecutivo Nacional de amparar a esas mujeres que abortan por causas económicas mediante la Ley de los Mil Días, justamente para acompañar y evitar abortos. Interesante manera de defender, cuidar y salvar las dos vidas. Aclaremos: el aborto no es obligación para nadie, y definitivamente no es una venia legal para exterminar personas pobres por nacer, debemos dejarlo bien en claro.

Y no debemos olvidar un punto crucial, puesto que este tiempo invita a reflexionar también sobre las maternidades reales y concretas, siguiendo la línea de quienes buscan a toda costa evitar abortos ya que ahora será legal su realización. Repasemos las condiciones en que las mujeres tenemos que ejercer la maternidad: desde el abandono paterno y el incumplimiento del régimen alimentario, pasando por licencias insuficientes, falta de lactarios, la inexistencia de jardines maternales, la incompatibilidad de horarios en los jardines de infantes y escuelas con el trabajo materno...todos temas que están hace años plasmados en leyes y no se cumplen. Consideremos cómo ha recrudecido a raíz del ASPO la sobrecarga de tareas para las madres, y que devino en una grave crisis para las trabajadoras del sector público en la Provincia de Buenos Aires al dejarse sin efecto la licencia por cuidados de bebés y niñes durante el período estival ya que no hay colonias de vacaciones ni escuelas abiertas en verano y las abuelas o bisabuelas, principales cuidadoras gratuitas, son personas de riesgo grave ante el COVID-19. Mucho por hacer, mucho por ver aún ¿quién cuida a los hijos e hijas ya nacides?

Pensemos, y tratemos de empatizar con las vivencias de los hijos e hijos de esas madres que están o han estado criando solas; en las infancias de niños y niñas sin cuidados adecuados, sin acceso a derechos básicos como alimento, vivienda digna, salud, educación, vestido y esparcimiento. Pensemos en las vivencias de aquellas personas que en las encuestas respondieron que hubieran preferido no nacer. ¿De qué manera estamos cuidando de todas las vidas? ¿De qué manera estamos cuidando de las madres? ¿De qué manera estamos exigiendo responsabilidad a los padres? Recordemos en este 2021 conceptos clave para las infancias y maternidades felices: corresponsabilidad en la crianza y responsabilidad social solidaria en el cuidado de las niñeces. Que los derechos de los niños, niñas y adolescentes, tanto como los derechos de sus madres, son ley hace rato. Debemos saldar también esa deuda y no depende del Congreso sino de cada uno de nosotros.

(*) Abogada-Escribana Feminista

Docente-Investigadora

PG en Cultura y Comunicación

Mnd. en Cs. Sociales y Humanidades

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