(AN)ARCHIVO DISIDENTE DE LA CIUDAD DE AZUL. "Memorias sinvergüenzas": Silvina Lucero, pionera en la lucha travesti trans en la ciudad

Por La Negra

Tenía 18 cuando entendí que debía emigrar de Azul, ciudad- pueblo conservadora (como cualquiera de la zona, solo que siempre nos parece que el nuestro es peor por lo que uno vivió en él), y lo hice. Renegando de él. Del destino recto y aburrido que tenía preparado para mí y escapando con la idea de configurarme prácticamente desde cero en otros contextos, nuevos, un poco menos homogéneos, un poco menos machistas. O eso esperaba.

Terminé volviendo a Azul a mis 28, escapando exactamente de lo mismo. Pero ya habiendo entendido que podemos construir trincheras mostras en donde poder descansar y molestar esa hegemonía, y soñar con romperla, aunque sea un poquito. Y en esa búsqueda fue que no tardé en conocer a Silvina Lucero. Activista trava pobre migrante. En ese momento presidenta y fundadora de ADA (Asociación Diversidad de Azul) y ATTA Azul. Una compañera con oratoria, con capacidad de articular con otras organizaciones, metida en el teje y maneje que, ella contaba, le significaba convocar a las compañeras travas por sus historias cotidianas tan hostiles que una mujer cis bisexual clase media-baja como yo no podía entender ni de casualidad. Con su presencia de mostradiosa estaba en cualquier fecha, literal, desde un 8M, una feria, hasta una marcha sindical. Esto en azul, eh, la misma ciudad de la que había decidido irme. En el medio de la plaza o en el veredón municipal, cuadrado, gris, con los ciudadanos, cuadrados y grises, circulando. Y mirando. Y nos recuerdo ahí, tres gatas locas, allá por el 2015, repartiéndoles algún panfleto sobre VIH y sífilis con un preservativo que siempre traía Silvina, siempre con las banderitas orgullosas y mucha, mucha folletería. Yo no lo podía creer. Me creía toda deconstruida y revolucionaria hasta que me crucé con esta trava militante combativa. Tuvimos la suerte de trabajar a la par. Ninguna sumisita era la Sil. Debatíamos fuerte y nos interpelábamos mutuamente nuestros actives. Y así hacíamos trinchera, junto con en esa emergente grupa Azuleña, "El Chancho Feminista", orga activista apartidaria filo-anarca para mi interpretación, y varixs otrxs compañerxs con quienes estábamos organizándonos en los tiempos en los que se empezaba a gestar la gran de la marea verde.

María Silvina Lucero Urondo fue pionera en la organización travesti trans en Azul, y con su presencia en eventos sociales y culturales. Junto con su organización, presentó un proyecto de ordenanza para la aplicación del cupo laboral travesti trans en el municipio de Azul, y otro sobre la implementación de baños sin distinción de género en el año 2017. Ambos proyectos fueron aprobados pero ninguno fue aplicado. Fue cofundadora de los primeros frentes feministas que nuclearon organizaciones en la ciudad, como lo fueron AMLA (Asamblea de Mujeres en lucha de Azul)Y MMO (movimiento de mujeres organizadas). Participó activamente del juicio de Cristina Santillán y acompañó de cerca el pedido de justicia por el transfemicidio de Sofía Santillán, azuleña erradicada en Mercedes, donde la asesinaron. También organizó eventos culturales como lo fue la presentación del libro "Crianzas" de las compañeras Susy Shock y Marlene Wayar, en el teatro San Martín en la ciudad de Azul.

¿Ubicas el 4to Encuentro regional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans del Centro PBA que hicimos en Azul en 2019? Bueno. La mitad de los gastos económicos totales que tuvimos para organizar tamaño evento histórico fueron financiados por ADA, que era la única orga que podía pedir subsidio al estado ya que tenía personería jurídica, cosa que ninguna de las demás colectivas que lo organizábamos tenía hasta el momento. Silvina firmó los papeles del pedido de ese subsidio desde la cama del hospital, cuando ya estaba enferma. Y ni siquiera pudo ir al encuentro. La dejo acá porque no me anda tan bien la memoria, la verdá... y porque literalmente no puedo dejar de llorisquear mientras escribo. Porque Sil falleció joven, luego de luchar año y medio contra unos tumores. Pero ella se murió en un hospital en donde la atendieron muy bien, porque ella tenía una buena obra social. Porque, después de tanta lucha, consiguió una posición como trabajadora en el Municipio de Azul (después de pedir durante años por el cupo laboral), y solo la contrataron para hacer trabajos de limpieza. Porque tenían a una persona con capacidades altísimas para desarrollar cualquier otro trabajo ahí adentro, superando por mil las de muchxs que allí trabajan hoy. Posta. Y, aunque la expusiera a que la echasen, ella seguía luchando por el cupo laboral trans para todas las demás.

Mantener viva la memoria de esta compañera es lo mínimo que se merece ella, y nosotres, porque no podemos permitir que compañeres que nos han allanado el camino y que tanto nos han inspirado a ser y hacer a contracorriente, queden en el olvido. Ni dioses ni mártires patriotas. Más bien mostras rabiosas, bañadas en glitter, inspirándonos entre nosotras a seguir prendiéndolo fuego todo.