PERMANECE EN LA ESTACIÓN DE POLICÍA COMUNAL DE TAPALQUÉ . Un presunto entregador que declaró

Un día después a que resultara detenido en Azul como el presunto entregador de la violenta entradera sucedida el pasado martes en la casa de la familia Rotondo y de los intentos de robo en una vivienda del Barrio Güemes y en otra del Ceramista, Alberto Andrés Gómez fue indagado en los tribunales de Azul y declaró.

De 68 años de edad, en la investigación penal que por estos tres episodios delictivos se continúa llevando adelante es considerado "partícipe" de aquellos hechos que, el mismo día de ocurridos, horas más tarde derivaron en las aprehensiones en ciudades de la zona de los probables autores materiales.

Tal lo que EL TIEMPO ha venido informando, se trata de siete varones que figuran con domicilios en Capital Federal y en localidades del Partido de General San Martín, en el conurbano bonaerense.

Al igual que sucediera con el azuleño cuando su arresto se hizo efectivo durante un allanamiento -que el jueves que pasó policías de la DDI Azul y de la Seccional Primera hicieron en la casa donde vive, situada sobre la calle Castellar entre Guaminí y Guido Spano- los demás encausados también permanecen detenidos.

En esa indagatoria a la que fuera sometido anteayer en los tribunales de Azul, voceros allegados a la tramitación de esta causa penal informaron que Gómez declaró, intentando con sus dichos desligarse de la imputación que pesa sobre él como el probable entregador de estos tres episodios delictivos.

Entre otras pruebas colectadas en la pesquisa, a ese hombre se había llegado luego de que su automóvil -un Ford Escort que está secuestrado- había sido observado transitando junto con los demás rodados en los que se movilizaban los considerados autores materiales de estos ilícitos.

En la audiencia desarrollada en sede judicial Gómez -que dijo que trabaja de remisero- estuvo asistido por Luz Lapasta y Alicia Friggieri, abogadas que como defensoras particulares lo patrocinan en esta causa. Y en ese contexto, según informaron a este diario fuentes judiciales, el hombre afirmó que había sido de manera circunstancial que se cruzó en la calle con los demás imputados. Algo que asoció a su condición de remisero y a que, cuando eso ocurrió, él estaba trasladando a un pasajero.

Un Ford Escort

El martes que pasó, el auto de Alberto Andrés Gómez y esos tres en los que se trasladaban los demás acusados -un Ford Fiesta Kinetic, un Audi A4 y un Volkswagen Fox- fueron vistos circulando juntos por diferentes lugares de Azul, a través del registro de cámaras de seguridad.

Específicamente, se los observó también en cercanías a uno de los domicilios convertidos en escenario de estos ilícitos, habiendo luego podido ser identificada la chapa patente del Escort y determinándose que se trataba del rodado en el que Gómez se moviliza, vehículo incautado durante el allanamiento que el pasado jueves se tradujo en su detención.

En las actuaciones penales se indica que aquel día martes, en horas de la mañana, Gómez bajó de su auto para acercarse hasta el Ford Fiesta de color celeste que después sería interceptado en Tapalqué, cuando sus dos ocupantes resultaron arrestados por los ilícitos sucedidos horas antes en Azul.

Valorando esa situación y más pruebas, existen sospechas de que el hombre detenido hace tres días habría participado como "entregador y/o marcador" de esos ilícitos por los cuales, al igual que los considerados autores materiales, está detenido.

Dos de ellos habían sido arrestados en Tapalqué. Llamados Nahuel Diana Morena, de 31 años; y Nicolás Maximiliano Oberosler (39), cuando el martes que pasó -en medio del operativo cerrojo implementado por la Policía desde Azul- aquel procedimiento se hizo en la vecina ciudad, en poder de ambos se secuestró el dinero, en pesos y dólares, que le habría sido robado instantes antes a la familia Rotondo.

Aquella violenta entradera tuvo como víctimas a un matrimonio, su hija y una empleada doméstica en una casa situada en Belgrano entre España y Rauch.

En poder de los dos arrestados en Tapalqué no pudieron ser halladas armas de fuego. Y tampoco se encontró ninguna cuando, en Saladillo y en jurisdicción de General Alvear, sobre la Ruta 51, fueron siendo aprehendidos aquel martes los demás miembros de esa presunta organización delictiva que cometiera estos hechos en Azul.

Los arrestos de esas personas incluyeron que se incautaran los autos en los que transitaban: el Audi A4 y el VW Fox. Ambos, de color gris.

Voceros allegados a esta investigación penal habían identificados a los demás aprehendidos como Lucas Ezequiel Sánchez (28), Gonzalo Teófilo Roldán (38), Benjamín Aníbal Villán (20), Nahuel Jairo Zapata y Alexis Jorge Daniel Molina.

A escala penal, como robo doblemente agravado por el uso de armas de fuego y por ser cometido en poblado y en banda, y privación ilegal de la libertad, en concurso ideal, quedó caratulado el hecho sucedido en la casa de la familia Rotondo.

En tanto, robo agravado por escalamiento, en grado de tentativa, les imputan a los detenidos por lo ocurrido en la vivienda situada sobre la calle Puerto Rico del Barrio Ceramista. Y como un intento de robo simple es considerado lo que sucediera este mismo martes que pasó en un inmueble que, sobre la calle Panamá, está en el Barrio Güemes.

Todos esos ilícitos son considerados como cometidos por los detenidos "en concurso real de acciones", según se menciona en la instrucción de esta causa penal radicada en la UFI 2, la fiscalía que en los tribunales de Azul conduce David Carballo.

EL DATO

Mientras que algunos de los detenidos por estos hechos, a la espera que se consigan cupos para ser trasladados a unidades penales, seguían alojados en la Seccional Primera de Azul; los demás permanecían en dependencias de seguridad de ciudades de la zona. En el caso de Alberto Andrés Gómez, se informó que había sido llevado a la Estación de Policía Comunal de Tapalqué.

Tentativas de robo que habrían sido "al boleo"

La posibilidad de que los dos intentos de robo ocurridos el pasado martes en una casa del Barrio Güemes y en otra del Ceramista hayan sido cometidos "al boleo" por los siete sujetos que están detenidos es una de las hipótesis que ahora manejan los investigadores de ambos hechos.

Según se cree, tras la entradera en la casa de la familia Rotondo los mismos autores de aquel violento robo -ante lo magro del botín que hallaron en ese lugar- decidieron cometer más ilícitos antes de huir de Azul.

Los tres autos en los que los imputados se movilizaban habían sido observados, cuando este martes que pasó era alrededor de la hora 8, por el vecino que se domicilia en esa casa del Barrio Ceramista y que, al mediodía de aquel día, constató que habían ingresado a su inmueble con fines de robo; aunque finalmente no se llevaron nada porque se activó la alarma.

Llamado Sebastián Ramaglio y de 37 años, así lo refirió en la denuncia que radicara por lo ocurrido en su vivienda, lugar al que delincuentes ingresaron tras saltar un paredón y romper los vidrios de tres ventanas.

De características más graves, también este martes que pasó, fue el hecho que sufriera una niñera de 23 años llamada Daniela Verón en momentos que estaba en su lugar de trabajo: una casa ubicada sobre una de las esquinas de las calles Panamá y Argentina del Barrio Güemes.

Según ella después contara, alrededor de la hora 12 tocaron el timbre de ese inmueble y vio que se trataba de una persona que estaba vestida con ropa tipo de Grafa de color azul.

En un principio, la joven pensó que se trataba del encargado de llevar agua mineral a esa casa, por lo que abrió la puerta para atenderlo.

En esas circunstancias, a la niñera la tomó de los brazos otro sujeto, con intenciones de inmovilizarla.

De esa manera ambos delincuentes ingresaron a la vivienda, mientras la joven gritaba pidiendo auxilio y forcejeaba con uno de ellos.

Después, la llevaron a una de las habitaciones, al mismo tiempo que el otro delincuente buscaba una caja fuerte -que nunca encontró porque en esa casa no la había- y elementos de los cuales apoderarse.

Finalmente, ambos autores de este hecho huyeron sin llevarse nada, luego de que a la niñera la habían llevado hasta el cuarto donde estaban los menores que cuida, para encerrarla junto a esos chicos.