LOS 50 AÑOS DE LABORATORIO AZUL . Un "salto al vacío" que hizo historia en la sanidad animal y humana

Un comienzo marcado por la incerteza y la visión

En 1975, con apenas 26 años, Alfredo Martínez era adjunto de la materia Parasitología en la Universidad en Río Cuarto. En una época política difícil, donde no vislumbraba futuro en su carrera académica, surgió la oportunidad de regresar a Azul, su ciudad natal, en la que se encontraban sus seres queridos. Fue entonces cuando, casi por casualidad, le propuso a Ramón Noseda, el otro fundador, la idea de "vámonos a Azul", a lo que él accedió.

"Yo, sin pensar demasiado, ¿por qué me venía a Azul? Venía a Azul porque estaba toda mi familia, iba a tener dónde comer, dónde dormir, era soltero", recuerda Martínez sobre aquellos días. La decisión, que él describe como un "salto al vacío", se concretó rápidamente. Antes de diciembre de ese mismo año, el 24 de diciembre, adquirieron el primer microscopio, una pieza que aún conserva y utiliza.

Los primeros pasos: de la Medicina Humana a la Veterinaria

El inicio del Laboratorio se centró en la medicina humana, ya que no existían laboratorios de veterinaria en ese momento y era el soporte económico que necesitaban. Alfredo se preparó intensamente, haciendo un curso con los reconocidos profesores José María Casella y Alicia Farunati, quienes lo instruyeron en Microbiología Humana en sólo un mes. Su formación previa como Jefe de Laboratorio en la Facultad y la inestimable ayuda de su esposa, bióloga y "de lo mejor preparado que existe en ciencias biológicas", le permitieron establecer rápidamente todas las pruebas de química.

Martínez fue el pionero en Azul, abriendo las puertas del laboratorio solo. Ramón se unió a fines de ese año 1975, tras superar las vicisitudes con la habilitación del laboratorio, debido a la entonces reciente Ley de Bioquímicos que generó controversia. A pesar de los obstáculos, la habilitación fue un éxito rotundo, incluso firmada por el Ministro de Salud de la época, respaldada por la fuerte tradición de bacteriólogos que realizaban análisis clínicos en Azul.

Inicialmente, el laboratorio se dedicó a análisis clínicos humanos, pero pronto los amigos veterinarios comenzaron a solicitarles pruebas específicas de parásitos, brucelosis y otras. Los colegas veterinarios "fueron empujando y empujando cada vez más", conscientes de la preparación y experticia de Alfredo y Ramón. Este empuje fue clave, ya que en ese momento "no existían antecedentes que no sean en Buenos Aires".

Potenciando al Veterinario: una filosofía inquebrantable

En la década de los '70, la ganadería se encontraba en un punto básico donde la sanidad no era un factor preponderante. Sin embargo, los veterinarios necesitaban un soporte para confirmar diagnósticos y realizar medicina preventiva. En este contexto, Laboratorio Azul adoptó una norma fundamental: "Nosotros no somos patólogos, nosotros somos analistas".

La misión era clara: ofrecer "el mejor diagnóstico de laboratorio para que vos resuelvas cosas". Esta filosofía de potenciar al veterinario, brindándoles las herramientas para su propio diagnóstico y tratamiento, fue "una norma" que cumplieron "a fuego" y contribuyó enormemente a su crecimiento. La innovación y la búsqueda de nuevas técnicas siempre estuvieron implícitas en su trabajo, permitiendo que el laboratorio creciera de forma orgánica.

Un sueño cumplido con el agua fluyendo

Alfredo Martínez reflexiona sobre estos cincuenta años con la naturalidad de quien sigue un camino innato: "Innovar era una novedad. No era una cosa que la teníamos implícita. Buscar nuevas técnicas también estaba implícito. Y realmente llevarlas adelante tampoco era una cosa extraña, porque uno es así". Para él, la trayectoria fue como "dejar que el agua fluya del río para que todo se vaya".

El Laboratorio Azul, que comenzó con el apoyo de cuatro profesores de la Facultad en su inauguración en Azul, y el posterior soporte de sus profesores de Microbiología, celebra medio siglo de trayectoria. Lo que empezó como un sueño de dos jóvenes en una época incierta, se consolidó en una institución que sigue sirviendo a la comunidad, manteniendo vivo el espíritu de su fundación.