A LA DERIVA . Vandalización de la fuente en la plaza San Martín

Ayer mismo se realizó el acto oficial por un nuevo aniversario del fallecimiento del general San Martín, héroe de la patria. Las máximas autoridades políticas y militares acudieron a la plaza para el homenaje.

Pero nadie parece haber advertido nada sobre la lamentable intervención "para nada artística" que desconocidos hicieron de la fuente donde se encuentra el monumento al libertador.

En tiempos de campaña política, donde se gasta una inmensidad de recursos en propaganda política estéril, que sólo contamina la visual y ensucia las calles, a nadie se le ocurrió mirar, observar y poner manos a la obra para limpiar de la fuente los rastros de la ignorancia y de la desaprensión absoluta por lo público, por lo que es de todos y todos debemos cuidar.

La plaza San Martín es desde siempre un lugar de encuentro de la familia, de los chicos y todas las generaciones de azuleños la fueron utilizando a los largo de los años, pero con el paso del tiempo algunos factores se fueron modificando.

Un Estado ausente

Sin caer en falsos y perversos estereotipos, en la actualidad la plaza central es sobre todo un lugar de encuentro de adolescentes que conforman lo que se denomina "tribus urbanas" y son ellos sin duda los que se sienten en parte dueños del espacio. El consumo de alcohol y drogas a cualquier hora del día es una moneda corriente que nadie parece notar y las autoridades, que se encuentran a 40 metros de donde todo esto sucede, no ven, no escuchan y mucho menos actúan.

Políticas públicas de atención y contención para las necesidades de los adolescentes brillan por su ausencia y cuando las fuerzas de seguridad actúan ante la desesperación de una madre, el resultado fue- esto ocurrió hace unos días y fue reflejado por este diario- la detención de un joven con una cantidad importante de ácido lisérgico, una droga sintética de altísimo poder alucinógeno.

Entonces si queremos entender por qué los lugares públicos de Azul se encuentran en muchos casos en estado calamitoso, habría que descubrir y desenmascarar a quienes voluntaria o involuntariamente atentan contra los mismos todo el tiempo, sabiendo que nadie controla nada, en fin, que nadie protege el patrimonio arquitectónico, cultural y familiar de toda una comunidad.