9 de octubre de 2022

APUNTES HISTÓRICOS DE NUESTRA CIUDAD

APUNTES HISTÓRICOS DE NUESTRA CIUDAD . Azul, tu grato nombre y el carro de la resistencia

Las tres posturas con respecto al origen del nombre de nuestra ciudad: Ronco, Cordeviola y Solans. La propuesta del cambio de nombre de Azul por la de General Rivas.

Espero que este titular no sea mal interpretado por los hinchas de algún equipo de fútbol, y tampoco les moleste si les trae reminiscencias de otro club rival que, en una parte de su himno, hace mención a "su grato nombre", ni tampoco que alguien interesado o afecto a los pleitos tome esto como un plagio grosero.

No. Nada de eso. Me refiero al bautismo de nuestra amada ciudad y Partido con el nombre de uno de los colores primarios, como tantos parajes, accidentes geográficos, ciudades... han tomado el calificativo de algún otro color del espectro visual.

Azul... nos trae a la mente esos maravillosos poemas del inigualable Rubén Darío.

Azul bíblico significa bondad, ternura, el perdón infinito de Dios, clamando al arrepentimiento humano.

Azul en hebreo (tekeheleth o kalhan perfección o complitud.

Azul en la piedra del cuarzo es tranquilidad, calma, concentración.

Azul en Calfucurá, (mapuche) traducido al español es piedra azul

Azul... la de los colores patrios.

Todo eso y mucho más es Azul.

Tres visiones sobre el origen del nombre

Ya en nuestro estudio sobre la polémica desatada entre algunos reconocidos estudiosos de nuestro pasado, en tiempos pretéritos, publicado en Revista Subte, bajo el título el País Azul

(Año 1- N° 5- Junio de 2019), mencionamos las posturas, respecto al origen del nombre de nuestra Ciudad y, por extensión, de nuestro Partido, hacíamos referencia a los fundamentos sostenidos por el Doctor Bartolomé Ronco, Julio E. Cordeviola y el Doctor Germinal Solans, para tratar de develar el misterio que aún hoy existe sobre el verdadero motivo de la denominación que lleva ésta, esta villa de la extensa Provincia de Buenos Aires.

Resumiendo el contenido de tal escrito digamos que de las tres hipótesis sostenidas sigue siendo considerada como vigente la sustentada por el Doctor Bartolomé J. Ronco, puesto que

en Ordenanza Municipal, que figura en el folio 105 del Libro de Actas del Concejo Deliberante con el número 69/61 se determinó lo siguiente:

"Art. 1ero: Declárese Flor oficial del Partido de Azul a la Flor Morada (Echium Plantagineum) de la familia de las Borragináceas, llamada comúnmente Borraja Cimarrona. Art. 2do) En el Parque "Domingo Faustino Sarmiento, en las plazas, plazoletas y jardines públicos del Partido de Azul deberá cultivarse, por lo menos, un cantero de esa planta. Art- 3ro) Comuníquese al D.E. Dado en la Sesión del H.C.D el 27 de Diciembre de 1961."

Esta Ordenanza transcripta por el Doctor Cordeviola, en su artículo publicado en EL TIEMPO con motivo de la conmemoración del aniversario número ciento cuarenta y cinco de la fundación del Fuerte de San Serapio Mártir, el día 16 de diciembre de l977, según refiere el mencionado estudioso de nuestro pasado, "como tantas otras, jamás fue cumplida".

Quiero recordar que la normativa surgida de nuestro Cuerpo Deliberativo, se votó en momentos en que nuestra Ciudad era gobernada por la Unión Cívica Radical Intransigente (lo mismo que la Provincia de Buenos Aires y la República Argentina), siendo el titular del Departamento Ejecutivo el Señor Amado Diab.

En el Fascículo N° 2 de los cuadernillos publicados por EL TIEMPO, con motivo de la celebración del 150° aniversario de la fundación del Fuerte de San Serapio Mártir,

el autor de la nota explica, como miembro de la Comisión de Estudios Históricos de la Municipalidad de Azul, los motivos que habían llevado al dictado la mencionada Ordenanza, fundamentalmente respondiendo a pedidos y proyectos que anhelaban crear la Flor Oficial del Partido de Azul, que se supusiera autóctona y que, en determinado tiempo del año cubriera las márgenes de nuestro lecho de agua y transfiriera esa coloración al mismo.

En tanto su ensayo tenía por propósito corroborar o disentir, con cierto grado de verosimilitud, sobre lo expuesto y acordado en la mencionada Ordenanza.

Lo hace partiendo de las siguientes cuestiones:

1ero) Si existiría realmente el topónimo Callvú-Leovú y desde cuándo.

2do) Desde que momento aparece en la cartografía, documentos o tradición oral el nombre de Arroyo Azul-

3ro) Si la famosa flor morada es una planta autóctona de la región-

4to) Qué otras plantas autóctonas pudieron haber dado nombre al arroyo que cruza nuestra ciudad.

Como consecuencia de sus investigaciones el médico pediatra llega a varias conclusiones que colisionan con lo sostenido por Ronco.

Resumiendo: no hay documento, carta gráfica, ni testimonio oral que confirmen el topónimo de Callvú Leovú para el estudiado arroyo; no figura en ninguna de la expediciones militares realizadas, por lo menos desde 1770 en adelante; los indios, entre ellos Calfucurá , tan meticulosos y respetuosos de los nombres nativos hacen mención al Callvú Leovú; consultado el Departamento de Topografía de la Provincia de Buenos Aires no encuentra la denominación pretendida.

Según Cordeviola recién en 1878, en escritos de Estanislao Zeballos encuentra la denominación del arroyo Azul como Callvú Leovú, también denominado río.

En cuanto a Germinal Solans, luego del fallecimiento de Cordeviola (El Tiempo- Julio de 1985) sostiene que en "Historia del Ferrocarril del Sud", impreso en 1937, se encuentra un mapa en el que se denomina Callvú Leovú al manso, a veces, tumultuoso otras al curso de agua que atraviesa nuestro Partido. ¿Fecha? Y aquí está la polémica, porque si quien lo bautiza es Zeballos en sus escritos este mapa es muy posterior. Según el mismo autor "Cuulufú", nombre que se halla en dicha carta, bien puede ser una deformación de Callvú Leovú.

El Doctor Cordeviola, poniendo paños fríos al asunto, quiere encontrar una solución de ribetes poéticos que zanje la polémica: "Tal vez tenía razón Ronco cuando hablaba "del país azul", es que después de larguísimas jornadas en una llanura sin relieve, con el verde amarillento de los pajonales interminables, a veces rizados por el viento, el perfil azulino de las serranías recortadas en el horizonte sugería, sí, el país azul, final de la jornada."

Lo cierto es que la denominación indígena no es citada ni por Zizur, ni Pabón, ni el mismo Pedro Andrés García, asiduos visitantes de la región, y que este último utiliza en 1815 el calificativo de Azul para el arroyo.

La denominación del fuerte

Ello refiere a un martirizado mercedario: San Serapio. Como toda creación humana, primero está la idea y luego la concreción del hecho. Muchas veces el pensamiento es un sueño, imposible de realizar de inmediato y entonces se asemeja más a una utopía que a una realidad. El Cabildo de Buenos Aires había concebido la idea de extender la frontera hacia estos pagos allá por 1772 (aún Virreinato del Perú), pero como del dicho al hecho hay mucho trecho, hubieron de pasar sesenta años, de larga espera para concretar el plan-

Una comisión formada por Juan Manuel de Rosas, Juan Galo Lavalle, el ingeniero Felipe Senillosa y el hacendado Pedro Burgos hicieron un reconocimiento y establecieron mojones para señalar las futuras fundaciones fronterizas. Este informe se entrega al gobierno de la Provincia en 1826.

En esos tiempos muchos pioneros instalaron sus ranchos con las debidas defensas para ir ocupando el terreno. La población era heterogénea: españoles, criollos, ingleses y africanos (en las costas del actual balneario) a quienes el Gobernador, imbuido, según dice, por sentimientos de humanidad, debe facilitarse su asentamiento en nuestras tierras. Entre el Arroyo de los Huesos y el arroyo Tapalquén estaban asentadas las tribus de Juan José Catriel "el viejo" y, sobre el arroyo Azul y Juan Cachul más sobre el Tapalquén.

Para no perder de vista nuestro objetivo que es el de tratar la intención que hubo de cambiar de nombre a nuestro pueblo y el partido creado, sinteticemos: uno de los mojones dejados por la Comisión de 1826, sobre el arroyo Azul, se denominó popularmente "mojón de Rosas"-

Las difíciles circunstancias que vivía la Confederación no permitieron la pronta fundación del fuerte, pero a partir de marzo de 1832 se empiezan a hacer envíos cuyo contenido sería largo de enumerar. En Julio se nombra al primer médico Juan Fernando Michenberg y como Capellán a Fray Hipólito Castañon. Ya en noviembre se instalan dos pulperías: Arístegui y José Suarez.

La fecha de fundación se toma, por estudios realizados por el Doctor Ronco, como probable ya que no se conocen actas de dicho episodio, como probable la del 16 de diciembre de 1832.

En los documentos de la fecha se le llama fuerte, cantón o guardia del Arroyo Azul; sin embargo, al parecer, a propuesta del Padre Pablo Conget (Orden de los Mercedarios), se le bautiza como fuerte de San Serapio Mártir (perteneciente a la orden del nombrado clérigo), que fue inmolado en tierra de infieles y a quien se le suplica la protección del Fuerte de Azul.

Sin embargo, en ese aspecto tampoco hay una confluencia de opiniones, Mario Visiconte un colaborador en la redacción de Historia de Azu (ya citados cuadernillos), objeta que fuera el cura Conget el inspirador del bautismo del lugar con el nombre del santo, por cuanto no hay coincidencias entre su fecha de designación como capellán del Fuerte de Azul y otro documento anterior al nombramiento de dicho religioso, que menciona al flamante Fuerte como Pueblo Azul de San Serapio Mártir.

Fuere como fuere, el nombre que se mantuvo inalterable fue el "de Azul", "del Azul", "de los pagos de Azul" o "de los pagos del Azul", vindicando la importancia del arroyo como crucial en la elección del nombre del pueblo y partido circundante.

"Surgiste de este suelo conquistado / Al desierto y al indio con bravura / Pedro Burgos fue el jefe en la aventura / Y el mártir San Serapio el invocado" (María Alex Urrutia Artieda).

Cabe señalar que, durante bastante tiempo, y no en pocos documentos, se repite el error de confundir al Fuerte Azul con el nombre de Fuerte Federación, cuestión que de ninguna manera era convalidada por el gobierno provincial, que bien diferencia a uno de otro, como lo expresa en publicación de diario El Tiempo del 8 de Julio de 1976, el ensayista Doctor Germinal Solans.

El Padre Actis en su libro "La Parroquia de Azul: un siglo de vida de cristianismo y civilización",

sostiene que el Padre Manuel Clemente de la Sota es el primer cura de Azul que inicia las

partidas de bautismo nombrando al Fuerte Azul "de San Serapio Mártir" (ob citada- pag 23.

En 1895, Azul es declarada ciudad, el día 23 de octubre, quedando lejos el recuerdo del santo mercedario, más teniendo en cuenta que desde el levantamiento de la "Casita de Dios", la Patrona de la misma fue la Virgen del Rosario, a cuyos pies Rosas depositó el sable que lo acompañó en la excursión hacía Choele-Choel.

Azul- Callvú Leofú- Callvú Leovú- Colofu- Coolofú- Fuerte de San Serapio Mártir, "pagos del Azul", "el Azul", Fuerte Federación; en fin, muchos nombres para un pueblo y encima...

Cambiar el nombre: Gral. Ignacio Rivas

Ya se habían cumplido casi tres cuartos de siglo desde que las huestes del caballero Don Pedro Burgos instalaran un fuerte a orillas del arroyo azul, y diez años en que Azul, sin aditamentos, fuera considerada, por su progreso constante, como Ciudad.

¿Quién inspiró a este "entrometido" Diputado Provincial Pinedo Oliver a presentar un proyecto, que más le hubiera valido su inspiración para proponer obras para la pujante ciudad, a revolver el avispero lugareño queriendo pasar a la posteridad, con un proyecto descabellado e inútil de cambiar el tan bíblico y poético nombre que llevaba hasta ese entonces a nuestro Partido y cabecera del mismo?

Algo llamativo es la fecha de propuesta, año 1905, ya que Mitre, amigo de Rivas, muere en 1906. Siendo Azul mitrista, ¿no sería intención regalar al Primer presidente de la Republica el nombre de su amigo rebautizando a nuestra Ciudad? Sólo es una pregunta.

No sólo el Diario El Imparcial de Azul sino infinidad de publicaciones de la Ciudad de La Plata, como del interior de nuestra Provincia pusieron "el grito en el cielo", y creo nunca mejor aplicado este concepto cuando la misma población, enardecida por semejante desmesura, se manifestó públicamente en contra del superfluo y agraviante propósito.

Ni siquiera "La Nación", "La Prensa", "La Razón" y "El Mundo", diarios capitalinos, dejaron de oír su voz en disonancia con lo que ya, de por si era desentonante.

Bien se las canta "El Imparcial" al descomedido Diputado que se olvidó de uno de los preceptos básicos del orden institucional republicano, y era que su diputación no era una concesión graciosa del Señor o de cualquier otro poder, sino que el mismo surgía de la voluntad del "ente ciudadano pueblo" (Educación Democrática- Sanchez Viamonte-Amaranto Abeledo-1956), que como se decía en los tiempos de Mayo, "es el que da autoridad o mando". Si bien el proyecto debía seguir el trámite legislativo ordinario, el hecho de que estuviera presentado por un legislador oficialista tenía serias presunciones de aprobación, por las dudas mejor era prevenir antes que curar.

Rápida y certera la "clase más sana y más culta de la población", como se decía en tiempos pasados y muy monárquicos, pero aplicado el concepto a los tiempos republicanos, podríamos llamarla, sin lugar a equívocos la "opinión pública", apoyada fervientemente por "la opinión publicada", saltó como un resorte y, prontamente conformó una Comisión de notables vecinos, con peso en el resto de la población tradicional, sobre todo, porque a esa altura del siglo, los recién llegados de Europa y Asia, poco entendían de este entuerto en la hoy Ciudad Cervantina.

Ya se ha escrito y documentado quienes conformaban esa Comisión, y sería redundante repetirlo, pero no podemos dejar pasar por alto, cometiendo el pecado de dejar de lado a otros, a personalidades tan exuberantes , por sus actividades en pos del progreso de la Ciudad, y aún en algún caso por su prestigio en el nivel nacional, como Don Ceferino Peñalva, dueño del primer jardín botánico de Azul, en terrenos linderos al actual Parque Municipal y el General de resonancia nacional, otrora martillero, vecino de Azul, Don Francisco Leyría. Para darle mayor enjundia a la protesta se incorpora a los diputados Eufemio Zabala, Juan C. Cruz, César Campos y los senadores Alejandro Brid y los mencionados en primer lugar: Leyría y Peñalva

Podíamos citar a otros apellidos conocidos en nuestra Comunidad, no sólo en aquellos tiempos de inicio de siglo, sino que luego tuvieron activa participación en nuestra sociedad: Torras, Iturreguy (algún día nos ocuparemos de este vecino), Louge, Dhers, Aztiria, Naulé, Guiraut, Abeberry Castellar y muchos más

La comisión surgió de un "meeting" (bien inglés el nombre como para encabezar una protesta en plena pampa)., realizado en el Teatro Español con considerable concurrencia de pobladores. Pero la cuestión no era solamente conformar una Comisión de propaganda, sino que la misma diera pasos efectivos para abortar el proyecto antes que el mismo tomara dimensiones. Había que actuar rápidamente (día 22 de octubre de 1905). Diciendo y haciendo, reza un dicho popular y así lo entendieron los miembros representativos del clamor de la gente, quienes convocaron a realizar una "pueblada", el 29 de octubre, y recolectar firmas renegando del absurdo intento legislativo. Se alcanzó el número de seis mil firmas, aunque se presuponía que cada una de ellas representaba, por los menos, a tres vecinos irritados por el cambio de nombre de la Ciudad.

La reunión, en tiempos de pleno machismo, tuvo la particularidad de contar con la encendida y brillante palabra de Señora Justa Gallardo, que ganó los aplausos del entusiasta auditorio. También hablaron otros miembros de la Comisión enardeciendo el ánimo popular. Siempre fiel testigo fue el magnífico Teatro de la Sociedad Española. Para darle más fuerza al evento se había invitado al Diputado Zeballos, tan comprometido con nuestra región, aunque sólo pudo enviar un telegrama de adhesión, lo mismo que el Señor Crotto.

Ni lerdos ni perezosos las 17.000 firmas que rechazaban la propuesta fueron llevadas a la ciudad Capital y "Triunfo", anunciaba "El Imparcial" al informar que el proyecto había "pasado a comisión." Como decía un amigo médico: si querés que algo fracase, formá una Comisión. No fue, afortunadamente el caso de la integrada en Azul, pero si la del Legislativo.

Digamos que un carrero azuleño había pintado su chata con fuertes colores de Azul y con una significativa expresión llevando de un lado a otro de la Ciudad la encendida defensa del nombre con que desde tiempo inmemorial se conocía a nuestro lugar en el mundo.

Digamos, y con todo respeto a la figura del insigne militar, que como "premio consuelo", o bien como merecido homenaje se dio el nombre de Plaza General Rivas (también a una calle), al predio conocido como Plaza de Marte (relacionado con el Dios de la Guerra), al lugar donde se hacían los ejercicios militares, ubicado entre las calles Falucho, Guaminí, Alvear y Colón (hoy Pellegrini), ocupación primera del Parque Municipal, inaugurado en octubre de 1918.

Conclusión: Muchas veces determinados políticos toman como bandera aquellas que no cuentan con la aceptación popular y que muchas veces, como en este caso, contrarían el sentimiento comunitario sin conocer su idiosincrasia y sus verdaderos afectos hacia determinadas figuras de la Historia. En este caso no era contrario al sentir popular la figura del General Rivas de vasta actuación en esta región, pero como dice aquella película "el amor es más fuerte" y, como se pudo apreciar, el conjunto social de esta parte de la Provincia estaba indudablemente consubstanciado con el nombre de Azul que, discutida o no su origen, venía desde el fondo de la historia lugareña.

Post data: No sería, me parece, justo terminar esta recordación sin hacer una breve mención a la actuación del uruguayo en nuestros conflictos internos y destacar sus méritos miliares.

Había nacido en Paysandú (Uruguay), el 31 de Julio de 1827. Sucintamente digamos que desde joven se enroló en las filas del Partido Colorado de Uruguay, luchando contra el aliado de Rosas, General Oribe. Fue evidente su amistad con Bartolomé Mitre. Luchó, después de la caída de Rosas en las fuerzas de la Confederación (Urquiza).

Con 28 años de edad fue destinado a la frontera Sur, con sede en Azul. Luchó en Tapalqué, junto al general Hornos, contra las huestes de Calfucurá. También en Bahía Blanca donde hubo un levantamiento de legionarios italianos. Su destacada actuación lo lleva a ser ascendido a Coronel, y como tal designado Comandante de la Frontera Sur. Peleó en Cepeda (Mitre-Urquiza) y enfrentó otra vez a Calfucurá, que luchaba por la Confederación. Intervino en Pavón (triunfo definitivo de los porteños sobre los federales).

Hizo campaña contra el Chacho Peñaloza y logró su sumisión la firma del tratado de Las Banderitas. Puso gobernador a Sarmiento en San Juan. Luego regresa a Azul, desde donde tuvo varios combates con los naturales.

Iniciada la Guerra contra el Paraguay es destinado allí. Participó de batallas memorables en tierra guaraní, por lo que Mitre lo asciende a General. Fue herido, pero regresa al campo de batalla-

En 1869 es designado Comandante de las secciones de la frontera sur de la Provincia.

En Entre Ríos vence a Lopez Jordán (1870).

Su actuación más destacada fue la batalla de San Carlos de Bolívar (Marzo de 1872).

La admiración de sus camaradas se produjo cuando quebró la espina dorsal de las huestes de Calfucurá en dicha batalla, que significó el fin del poder del "Príncipe de las Pampas".

En 1874, y no podía ser diferente, se alzó contra el elegido Avellaneda, y fue vencido y puesto preso llevado a Buenos Aires. Se le dio la baja y Avellaneda lo indultó.

Se reincorporó al ejército, sin mando por no merecer confianza, por ello no formó parte de los ejércitos de Roca en su campaña contra los dueños de la tierra.

Murió relativamente joven, a los cincuenta y siete años en Buenos Aires.

Hoy existe una localidad con el nombre del militar uruguayo, que tanto peso tuvo en Azul como comandante de Fronteras.

(*) Profesor en Historia.

Fuentes consultadas: Cuadernillos de "El Tiempo" (Colección completa) 1982; "Cuando a Azul le quisieron cambiar el nombre" -Hemeroteca Juan Miguel Oyhanarte-; Suplemento de Diario El Tiempo", 9 de Julio de 1971. Exequiel Ortega; Enciclopedia Virtual de la Argentina; Revista Subte N° 5; Ignacio Rivas, uno de los coroneles de Mitre. Historia de Suipacha. José Tomás Capucci; Para saber lo que se dice. Diccionario etimológico.

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