CARLOS DANIEL CELLA

CARLOS DANIEL CELLA

"Azul tiene una increíble capacidad de transformar sueños en realidades"

Lo expresó el neuquino, aunque vivió en Azul desde que tenía 5 años hasta que se fue a estudiar. Volvió después de recibido de arquitecto junto a su esposa Silvina oriunda de Posadas, lugar donde residen actualmente. Allí él cuenta con su estudio hace más de 30 años y en el que hoy continúa trabajando. Es el personaje que "presentamos" este miércoles en Azuleños Destacados.

21 de enero de 2021

Por Laura Méndez de la

Redacción de EL TIEMPO

Es uno de los profesionales arquitectos más reconocidos en el país. Si bien nació en Neuquén cuando cumplió 5 años sus padres decidieron instalarse en Azul, así que vivió su infancia, adolescencia y con parte de su familia conformada en esta ciudad. Decidió ser arquitecto por intuición. Fue así que estudió, se formó, conoció a su actual mujer Silvina y volvió con ella a Azul hasta que decidieron irse a Posadas donde montó su estudio de arquitectura que es una eminencia y donde trabajan también sus tres hijas: Lucía, Victoria y Camila.

Daniel es un convencido de que la ciudad de Azul urbanísticamente puede desarrollarse favorablemente, de hecho, ha realizado importantes aportes en su edificación. Contó una clara anécdota que demuestra cómo se ve reflejada en el mundo la valorización e importancia de tener la colección del Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra, en Casa Ronco.

"Azuleño por opción"

-Nombre completo y edad?

-Mi nombre completo es Carlos Daniel Cella, pero solo uso Daniel, costumbre dada por mis padres que evitaron usar el Carlos, mismo nombre que tenía mi papá.

Azuleño por opción: mis padres docentes ambos, se trasladaron a Azul desde Plaza Huincul, Neuquén, en donde nací. Cuando tenía 5 años recién cumplidos, en enero del 61, viví en Azul hasta que fui a estudiar a Buenos Aires. Luego de recibido de arquitecto regresé casado con Silvina y vivimos 5 años más, hasta el 87. Por lo que he vivido en Azul, la niñez, la adolescencia, la juventud y la primera etapa con mi propia familia. Actualmente tengo 65 años cumplidos el 8 de enero.

-¿A qué edad te fuiste de Azul y que sueños te llevaste en la valija?

-Cada vez que íbamos a Posadas, la ciudad de Silvina, mi mujer y gran amor, veía lo feliz que se movía entre su extendida familia, por lo que a pesar de que estábamos muy bien instalados en Azul, pensé que lo correcto era mudarse a su ciudad y así lo hicimos. Nos fuimos con Silvina y mi hija Lucía, en el 87, luego de vivir 5 años en Azul, sin ponderar lo difícil que sería el desarraigo profesional.

Después de un año de trabajar en la empresa constructora familiar, abrí mi estudio en Posadas en el que trabajo hasta ahora, desde hace 5 años junto con Lucía, -también arquitecta de la que aprendo todos los días- le sigue Victoria, psicóloga y Camila, abogada como Silvina.

-¿Cómo llegas a ser arquitecto?. Me refiero a la profesión. ¿Recordas algún momento en especial que decidiste serlo?. ¿Referentes?

-Mi padre era director de la ENET Vicente Pereda, en cuyos patios y talleres me crie, mi madre vice del Nacional, motivos más que suficientes para que me enviaran al Normal, dirigido por la Sra. de Grigera.

Como nuestra casa estaba en la misma escuela, los fines de semana me encantaba recorrer con él, los talleres, mientras me explicaba para que servía cada máquina: el de mecánica con sus fosas, los tornos, la fundición, el taller de hojalatería y el de carpintería: un mundo de oficios a mi alrededor.

En tercer año de la secundaria, decidí estudiar arquitectura, motivado por una profesora de plástica, excepcional, la señora de Gayani. Lo curioso es que no conocía ningún arquitecto, ni había leído acerca de la profesión, fue una intuición, apoyada en una facilidad para dibujar perspectivas y del recuerdo de niño de ver a mi padre hacer dibujos de engranajes para sus clases de dibujo técnico.

Al recibirme de arquitecto, volví a Azul a hacer la casa a mis padres. Tenían un terreno en la Avenida 25 de Mayo, a la espera del proyecto a ser realizado por su hijo. La empecé a los meses de llegar, y al poco tiempo una de las crisis recurrentes de nuestro país, paralizó la obra. Por suerte fueron apareciendo encargos de amigos como Gustavo Cruz, quien me pido ampliar su escribanía, y también gracias a la propaganda de mi madre entre sus conocidos, que eran muchos.

Así empezó mi estudio, ayudado por la escasa cantidad de arquitectos que ejercían en la ciudad en ese momento. El arquitecto Rodolfo Berdiñas con su arquitectura blanca era un referente en la ciudad en ese momento. Además de la casa para mis padres y luego hice la nuestra en calle De Paula entre Mitre e infinidad de reformas a las magníficas casas antiguas de la ciudad, muchos de cuyos dueños se transformaron en amigos de toda la vida, como Cachorro Azcona, y Florencia y Diego Aguiló.

La conclusión de la casa de mis padres sobre la Av. 25 de Mayo, además de la sensación del deber cumplido hacia ellos, representó la culminación de mis estudios, la materialización de las investigaciones académicas sobre las posibilidades de los lotes angostos típicos de las manzanas cuadradas.

"Es muy fuerte volver a tu ciudad y ver qué cambió su pasado"

-¿Venís con frecuencia?

-Trato de ir a Azul una vez al año, y con la vacuna puesta será uno de mis primeros viajes visitar a mis amigos Gustavo Borghi, Horacio Borzone, Gustavo Cruz, que son lo que más extraño. Con Jorge Ortiz, otro gran amigo, por vivir en Buenos Aires hemos podido juntarnos mucho más frecuentemente.

Como digresión no puedo dejar de contar la sorpresa que tuve al regresar después de unos cuantos años de no venir: Hasta el 87 cuando nos fuimos, Don Quijote aún no había pasado por Azul, el Dr. Ronco era conocido por su colección de ejemplares de Martin Fierro, la plaza y la portada del cementerio eran de autor anónimo, y de dudosa estética.

Transcurridos unos años sin volver, 7 más precisamente, Azul era una Ciudad Cervantina, con esculturas bellísimas levantadas en pocos años y eventos académicos de trascendencia.

Pienso qué feliz se sentiría mi madre Hilda, profesora de castellano, de vivir en una ciudad así, cuando en sus tiempos, nada lejanos, el pasado estaba relacionado a los fortines y malones propios de la conquista, que de escritores y arquitectos.

Que decir de la obra de Salamone, convertido en el arquitecto de las pampas, y su obra transformada en culto, lo cual se comprueba pues, basta acercarse a ellas para encontrase con un fotógrafo.

Es muy fuerte volver a tu ciudad y ver qué cambió su pasado. Que lo que no existía se ha convertido en troncal y constitutivo de identidad y orgullo colectiva.

Esta vitalidad colectiva también queda de manifiesto en el libro La arquitectura azuleña, de Augusto Roca, en donde describe que muchas de las obras de uso público, se debieron a sueños y esfuerzos colectivos, que después de lanzadas consiguieron financiamiento estatal: El parque Sarmiento, la misma Escuela Normal, el hospital municipal, y la mencionada Biblioteca Ronco en cuyo subsuelo funcionaba la agrupación artística Mana y en donde Borges dio una de sus primeras conferencias.

Oportunidad de ser "Ciudad modelo"

-¿Qué le falta a Azul para crecer económicamente?. Ya que hablamos de construcción, ¿invertirías en Azul? ¿Por qué?

-Azul como tantas ciudades medianas de la Argentina han sufrido la política de industrialización de mediados del siglo XX, la cual favoreció la concentración urbana y dio lugar al crecimiento de las metrópolis, concepto hoy puesto en jaque por la pandemia.

Nuestro país cuenta cantidad de ciudades de mediana escala, con infraestructura urbana suficiente como para recibir una relocalización de nuevos vecinos, posibilitada por el teletrabajo que rompe la necesaria relación de proximidad entre la oficina física y su vivienda.

Dentro de ese universo, Azul por su ubicación. infraestructura y desarrollo cultural, es una excelente opción, más aún cuando se concrete la tan ansiada autovía en la ruta 3.

Con motivo del proyecto de la autopista en la ruta 3, lanzado en el 2017, me permití, luego de consultas a los distintos involucrados, elaborar una seria de recomendaciones y ajustes al proyecto de vialidad para aprovechar el ensanche de la ciudad que se generaba con la nueva traza de la ruta proyectada.

En esa iniciativa expresaba que ese ensanche permitía generar una nueva ruralidad, con una subdivisión en lotes más grandes que los tradicionales, atractivos para habitantes de las grandes ciudades que quisiesen tener una relación con la naturaleza disfrutando la conectividad que posibilita una autopista. Pero no solo de un mayor contacto con la naturaleza, sino también de la radicación de industrias del conocimiento, y polos educativos y de investigación.

Al correrse la ruta 1.300 Mts, el sector hoy del otro lado de la ruta pasa a estar incorporado al ejido urbano, pero con la posibilidad que un nuevo trazado promueva nuevas formas de relacionamiento con la tierra escapando de la dicotomía entre la ciudad, con lotes reducidos, y el campo, con extensiones enormes.

El conjunto de planos y memorias técnicas se transformaron, por sugerencia de mi colega Joaquín García en una iniciativa presentada en mayo del 2018.

La ciudad compacta, con manzanas es muy eficiente para hacer frente a un territorio hostil, como lo era en el siglo XIX, se trazaron más de 100 ciudades en pocas décadas. También sus lotes de similares características para todos los vecinos, fueron una forma democrática de crecimiento de la ciudad durante el siglo XX.

La seguridad urbana y la lenta expansión, le ha permitido a Azul, crecer a su ritmo, con subdivisiones abiertas, con manzanas y calles públicas, sin barrios cerrados, los cuales bloquean la trama urbana y generan inseguridad a su alrededor, además de que por sus características legales son irreversibles.

La pandemia ha puesto estas discusiones en centro del debate, confrontando la atracción fatal que significaron las metrópolis durante el último siglo, con el deseo de vivir en un entorno sustentable por una parte creciente de la población y desde esta mirada creo que Azul tiene una increíble capacidad de transformar sueños en realidades: de ser una ciudad modelo. Con una nueva trama suburbana de chacras que colabore con la renovación de la ciudad tradicional.

Esto no sucede solo, más bien al contrario, se requiere liderazgo de vecinos con una visión de futuro contenedor y posible, consenso de los usos y características deseadas para el sector, y una planificación que se anticipe a los hechos a través de un diseño urbano y paisajístico que mire hacia adelante.

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