1 de diciembre de 2013
LAS CALLES DEL AZUL
César Antonio Cáneva nació en Carlazzo, Italia, el 27 de Marzo de 1874. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901 en la iglesia de San Ponciano, de La Plata.
La trigésima octava calle de nuestro recorrido fue denominada como La Plata en 1888, en reconocimiento a la Capital de la provincia de Buenos Aires. En 1910 recibió el nombre de Centenario en alusión al aniversario de la Revolución de Mayo. Poco después, entre 1952 y 1955, fue renombrada como Avenida Colón, nombre que fuera desplazado de la actual arteria céntrica que en el mismo período se llamó Eva Perón. Y, finalmente, concluyendo su periplo, la avenida fue bautizada como Monseñor César Antonio Cáneva, en homenaje al carismático sacerdote que fuera el primer Obispo de Azul.
Por Eduardo Agüero Mielhuerry
El 25 de marzo de 1879, a través del Decreto N° 183, el Presidente de la Corporación Municipal de Azul, Federico Julián Olivencia, le había impuesto nombres a las apenas 36 calles que tenía el pueblo, denominadas hasta entonces con números romanos.
Sin embargo, nueve años más tarde la ciudad había crecido de manera sustancial, por lo que fue necesario trazar y denominar ocho nuevas calles. El 4 de marzo de 1888, el intendente Municipal de Azul Pedro Oubiñas, promulgó el Decreto N° 354, sancionado el día anterior por el Honorable Concejo Deliberante presidido por Floriano Marcelino Riviére. En su artículo 1°, la disposición establecía:
"Las calles que en la actualidad permanecen sin nombres se denominarán como enseguida se expresa:
- La que pasa del otro lado de la calle Bahía Blanca rumbo Este a Oeste, se designará con el de General Lavalle.
- La que sigue y pasa frente a la Estación se llamará Avenida La Plata.
- La inmediata que sigue y queda del otro lado de la vía se denominará General Bartolomé Mitre.
- Las tres calles sin denominación que se encuentran después de la de Salta rumbo Norte a Sur, se designarán: la primera General Sarmiento, la segunda General Lamadrid y la tercera Coronel Pringles.
- La que sigue de la Guaminí rumbo Norte a Sud, General Rivas, y la paralela, General Paz.
- Las calles actualmente designadas con los nombres de Comercio y 25 de Mayo se llamarán en adelante Avenidas".
La vigésima calle "paralela" al Arroyo Azul, fue nombrada como Avenida La Plata en reconocimiento a la flamante Capital de la provincia de Buenos Aires.
Es importante aclarar que en la actualidad la primera calle que sigue el ondeante camino del arroyo es la que conocemos como Avenida Cacique Cipriano Catriel. Empero, por aquellos años, no se hallaba correctamente trazada ni poseía una denominación "oficial", siendo, en consecuencia, La Rioja (hoy Comandante Franco) la primera, Jujuy la segunda y, tras una sucesión de varias calles, La Plata ocupaba el vigésimo lugar desde el Arroyo Azul.
Como dato sobresaliente, a través de la Ordenanza 358 del 3 de abril de 1888 (sancionada el 6 del mismo mes por el intendente Oubiñas), se define a la traza urbana como los terrenos comprendidos por las calles General Mitre (actual Malvinas), la Ribera, General Paz y Coronel Pringles. En otras palabras, más allá de la costumbre popular, en dicha Ordenanza aparece mencionada por primera vez "la Ribera", la cual comenzará a ser pensada por los azuleños como paseo público.
La Capital de Buenos Aires
El fracaso del alzamiento porteño de 1880 (del cual entre otros participó el destacado general Francisco Leyría), motivado por el recurrente enfrentamiento en el que se hallaba la Provincia de Buenos Aires con la Nación por el control de la Ciudad de Buenos Aires (entonces capital tanto del Estado Provincial como del Nacional), concluyó en la federalización de la ciudad, y por ende, el fin de ésta como capital de la provincia homónima. Dardo Rocha, investido gobernador bonaerense tras la revuelta, se vio entonces ante la necesidad de instalar su gobierno y administración en otra ciudad.
Azul, la candidata
Domingo Faustino Sarmiento y otras personalidades de la época propusieron a Azul como candidata para convertirse en Capital de la Provincia. Su ubicación geográfica y su desarrollo poblacional, como así también su función como nodo de múltiples caminos, punto medio del ferrocarril y centro de comunicaciones, fueron algunas de las cualidades tenidas en cuenta. Asimismo, la actividad comercial, la ganadería y el preservado diseño de su planta urbana en forma de damero (es decir, una distribución en forma de cuadricula equilibrada, que le permitiría crecer enormemente manteniendo su delicado perfil), se sumaron como ventajas con respecto a sus competidoras. Sin embargo, los planes de Rocha eran otros
El Gobernador planteó la realización de diversos estudios y así nació una propuesta diferente: crear una nueva ciudad. De esta forma, el 1 de mayo de 1882 se hizo ley la elección del paraje de Lomas de Ensenada de Barragán, declarándose al municipio Capital de Buenos Aires. A unos kilómetros del pueblo existente, se eligieron terrenos poblados por montes, lomas y bañados recorridos de suroeste a noreste, hasta desaguar en el cercano Río de la Plata, por el Arroyo del Gato (hoy entubado), constituían parte de las propiedades de Martín Iraola, hallándose adyacentes al pueblo de Tolosa (fundado en 1871, y en aquel entonces, habitado por 7000 personas). Para el diseño de la urbe, se convocó al ingeniero Pedro Benoit que trazó los planos de la futura capital bonaerense.
El nombre de la nueva capital se trató en sesión de la Cámara de Legisladores de la Provincia. El senador José Hernández, autor del célebre "Martín Fierro", propuso el nombre de La Plata. Fundamentó su posición en consideraciones históricas, teniendo en cuenta que la región se había llamado Virreinato del Río de la Plata y Provincias Unidas del Río de la Plata. A lo largo de su historia, la ciudad preservó intacto su nombre, salvo entre 1952 y 1955, años durante los cuales fue rebautizada como Eva Perón.
A pesar de las críticas de Sarmiento, se decidió colocar la Piedra Fundacional de la ciudad en la actual Plaza Moreno (centro geográfico de entonces de La Plata), el 19 de noviembre de 1882.
En el palco oficial y en las estructuras levantadas en la plaza llevaban grabadas leyendas de contenido ideológico, tales como: "Paz y Libertad"; "Orden y Progreso"; "Educación Común y Sufragio Libre"; "No basta odiar la tiranía, es necesario amar la libertad".
En el acto, que contó con la presencia del Ministro Victorino de la Plaza en representación del presidente Julio A. Roca, Dardo Rocha pronunció las siguientes palabras: "Hemos dado a la nueva capital el nombre del río magnífico que la baña, y depositamos bajo esta piedra, esperando que aquí queden sepultadas para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores, y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo la prosperidad de nuestro país".
Crecimiento, diagonales y Masones
Entre el 25 y el 29 de marzo de 1884 se llevó a cabo el primer censo de la ciudad. Éste determinó que estaba habitada por 10.407 personas, siendo solo 1.278 argentinos y el resto extranjeros, provenientes mayormente de Italia, España, Francia, Portugal, Austria e Inglaterra.
En abril de 1886 se declaró instalado el alumbrado eléctrico en la ciudad, con lo cual La Plata fue la primera ciudad de América del Sur con este servicio. El servicio era provisto en aquel entonces por la Brush Electric Company.
El 20 y 24 de agosto de 1887 fueron inaugurados los servicios de telegrafía y telefonía de la ciudad. Las líneas telefónicas habilitadas posibilitaban las comunicaciones con las ciudades de Buenos Aires y Ensenada.
A La Plata se la apoda frecuentemente como la "Ciudad de las Diagonales" y en menor medida como la "Ciudad de los Tilos".
Esta ciudad planificada es reconocida por su trazado, un cuadrado perfecto con el "Eje Histórico" conservado hasta hoy en forma intacta; al igual que el diseño sobresaliente de las diagonales que lo cruzan formando rombos dentro de su contorno, bosques y plazas colocados con exactitud cada seis cuadras. Otros estudiosos marcan como detalle el hecho de que tanto las diagonales como las calles principales forman los contornos de un compás y una escuadra, dos símbolos básicos de la masonería. Cabe aclarar que Dardo Rocha y Pedro Benoit eran Hermanos Masones.
De La Plata a Centenario
El gobernador Marcelino Ugarte, quien de por sí era adicto a controlar férreamente el poder a través de cualquier estrategia "caudillista", dispuso el nombramiento de comisionados en varios Partidos bonaerenses. Incluso su sucesor, Ignacio Darío Irigoyen, continuó con su misma política de manejo territorial y fue él quien nombró a Alcides Carballeda Bazín como Comisionado Municipal de Azul.
Sin embargo, los azuleños eran reacios a dejarse manejar por Comisionados elegidos "desde arriba". Este sentimiento mayoritario llevó a muchos vecinos a unirse en la que se denominó "Comisión de Fomento", abiertamente enfrentada a Carballeda Bazín.
Dicha Comisión culminó dando origen al "Partido Popular", el cual contaba entre sus filas con prestigiosos estancieros y comerciantes, destacándose: Manuel Castellar, Federico Urioste, Aquiles Pouyssegur, Evaristo Giménez, Juan P. Sarthou, Enrique Squirru, Luis Arieu y Eduardo Naulé, entre muchos otros.
A pesar de que la figura del comisionado Carballeda Bazín se hallaba sumamente cuestionada, fue él quien llevó adelante los actos celebratorios del Centenario de la Revolución de Mayo. En dicho sentido, organizó una interesante programación en la que incluyó dos cambios sustanciales en la cuadricula azuleña. A través del Decreto 576 del 21 de mayo de 1910 determinó que en adelante la Avenida La Plata y la calle Tandil recibieran los nombres de Centenario y España, respectivamente, celebrando el primer siglo cumplido desde el glorioso 25 de Mayo de 1810 y homenajeando a la "Madre Patria".
El Centenario de la Revolución de Mayo en Azul
Con los corazones henchidos de un profundo patriotismo y envueltos en gloriosas escarapelas celestes y blancas, los azuleños se dispusieron a celebrar con exaltación el Centenario de la Revolución de Mayo. La ciudad se vistió de gala; los preparativos para la celebración se iniciaron con antelación y uno de los puntos destacados fue la participación de la población, que se sumó a los actos inclusive embanderando los domicilios y comercios.
A las 6 de la mañana del 25 de mayo, las fuerzas militares comenzaron con la invocación al Sol del Centenario entonando las estrofas del Himno Nacional y con una sucesión de cien salvas.
El Te Deum (A ti, Dios) fue celebrado en la iglesia Nuestra Señora del Rosario (actual Catedral). A partir de las 13, la comitiva oficial, encabezada por el Comisionado municipal Alcides Carballeda Bazín, y las sociedades establecidas en Azul (italianos, suizos, franceses, españoles, etc.), con sus banderas, ingresaron al Templo. El Padre César Cáneva estuvo al frente de la celebración, y el Capellán de la Armada, Aurelio Alcoba, desde el púlpito habló a los presentes con encendido fervor.
Culminada la acción de gracias, los presentes cruzaron a la Plaza Colón donde se colocó la piedra fundacional del monumento a la "Primera Junta". Haciendo un alto en el relato, es importante marcar que este monumento nunca se concretó y desde entonces y hasta el 9 de julio de 1925 en el centro de la Plaza hubo una "rotonda" donde la Banda Municipal ejecutaba música los fines de semana. En la fecha mencionada se inauguró la Pirámide de Julio (monumento similar a la Pirámide de Mayo porteña); y catorce años después Francisco Salamone remodeló completamente la plaza, hasta convertirla en el espacio que hoy disfrutamos como "Plaza San Martín".
Después del acto formal comenzaron los desfiles alrededor de la Plaza. Tanto militares como diversas colectividades y todos los establecimientos educacionales de la ciudad desfilaron frente al Palacio Municipal donde se hallaba emplazado el palco oficial.
Dos cambios importantes se dieron en la cuadricula urbana. En la esquina Oeste de San Martín y Tandil, donde se congregaron unas mil personas, se descubrió una placa a través de la cual se denominó España a la otrora calle Tandil (este nombre reaparecerá en 1924 en su ubicación actual). Varios fueron los oradores en el lugar, sin embargo, los más iluminados fueron los discursos del Comisionado municipal Carballeda Bazín y el Ing. Alejandro Marquestau en nombre del Cónsul español.
Poco después, en la esquina Norte de San Martín y Avenida La Plata (donde aún hoy se pueden ver las marcas en la pared del antiguo edificio), se descubrió una placa que renombraba como Avenida Centenario a la última arteria mencionada. Las palabras de ocasión estuvieron a cargo del señor Gilberto Laurencena.
En el transcurso de los actos, la mayoría de los oradores intentaron definir la importancia de la Revolución de Mayo, honrar a sus protagonistas y recordar sus bases y principios expresando el deseo de que éstos iluminaran el quehacer nacional -y local- en los años por venir. Atada a la reflexión sobre la independencia lograda, fuente de orgullo argentino, se percibe una reivindicación de la filiación con España y una exaltación de los rasgos en común entre los dos países intentando contextualizar los momentos de tensión en la relación de los mismos. Domina el optimismo y el orgullo derivado del progreso económico logrado para 1910. Progreso, "fruto del capital europeo", hecho que impregnó la mayoría de los discursos de gran simpatía hacia las potencias foráneas. El rasgo más sobresaliente de la lectura de aquél momento fue la exaltación de las virtudes y valores alcanzados en la estrecha relación con las naciones extranjeras.
Finalmente, buena parte de la comitiva oficial y los vecinos se trasladaron a la zona de la Plaza General Rivas -ex Plaza Marte-, actual Parque Municipal "Domingo F. Sarmiento", donde se concretaron destrezas hípicas, carreras de sortijas, competencias de aperos y bailes populares.
A la puesta del sol, se entonaron las estrofas del Himno Nacional y, poco más tarde, se arrojaron fuegos artificiales en la esquina de las Avenidas Mitre y 25 de Mayo. El final de las celebraciones se suscitó en el bellísimo Teatro Español con un baile de gala excepcional, donde damas y caballeros, portando en sus vestidos y solapas los colores patrios, se lucieron en una ocasión memorable.
De Centenario a Colón
El intendente azuleño Dr. Ernesto María Malére (1948-1955) tuvo diversas inquietudes durante su gestión, entre ellas la denominación de las calles. En una primera etapa, tras haber creado la Comisión Especial de Urbanismo dedicada entre otras cuestiones a las nomenclaturas, con el acuerdo de ésta decidió (y el Concejo Deliberante aprobó) el cambio o la imposición de nombres de varias arterias.
Un episodio particular se suscitó cuando se planteó ponerle el nombre de Eva Duarte de Perón a una arteria de nuestra ciudad. Por un lado, un sector importante del Peronismo propuso imponerle el nombre de la Primera Dama a la avenida General Bartolomé Mitre, e inclusive retirar el monumento que estaba emplazado en el cruce con la avenida 25 de Mayo. Aunque parezca inaudito, el Dr. Malére se opuso a semejante cambio, pues lo consideraba una ofensa para quien no sólo fuera Presidente de la Argentina, sino que cumpliera con una destacada actuación en beneficio del desarrollo nacional.
Por varios años, muchos peronistas siguieron reprochándole a Malére su decisión, empero él prefirió hacer otros cambios. A través de la Ordenanza N° 20, promulgada el 11 de julio de 1953, se le impuso el nombre de Eva Perón a la calle Colón y en la misma disposición la Avenida Centenario pasó a denominarse Avenida Colón.
Pocas ordenanzas antes, el Intendente azuleño pretendió modificar radicalmente la denominación de las calles utilizando un sistema numérico arábigo. De esta manera, a través de la Ordenanza N°18 sancionada por el Concejo Deliberante el 8 de julio de aquél año y promulgada el día 11 del mismo mes, se enumeró del 1 al 59 a las calles paralelas a la Avenida Intendente Juan José Mujica (a la que le correspondió el 1) y del 60 en adelante desde la primera arteria paralela a la Ruta Nacional N° 3.
Según esta nueva denominación, a la Avenida Colón (ex Centenario) le correspondió el número 74. Evidentemente, la intención del Ejecutivo Municipal no era modificar las costumbres azuleñas repentinamente, empero esperaba la consolidación del nuevo método de denominación en breve. Sin embargo, como en otras oportunidades hemos aclarado, el sistema numérico no tuvo buena aceptación en la comunidad y aunque se podría decir que aún hoy convive con el sistema nominal -pues la Ordenanza nunca fue derogada-, ya nadie lo usa, quedando hecha la salvedad en cuanto a las calles que por nombre llevan un número desde entonces.
Los tiempos de las prohibiciones
El Decreto Nacional N° 4.161, del 5 de marzo de 1956, refrendado por el presidente de la Nación Pedro Eugenio Aramburu, estableció: "Queda prohibida la utilización (
) de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas y obras artísticas (
) pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del peronismo. Se considerará especialmente violatoria de esta disposición, la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto el de sus parientes las expresiones "peronismo", "peronista", "justicialismo", "justicialista", "tercera posición" la abreviatura "PP", las fechas exaltadas por el régimen depuesto las composiciones musicales "Marcha de los Muchachos Peronista" y "Evita Capitana" o fragmentos de las mismas y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos".
Este fue el punto final para los cambios que se habían dado a través de la Ordenanza Municipal N° 20 durante el gobierno del intendente peronista Ernesto María Malére y que había mantenido el conciliador y moderado teniente coronel Guillermo Rodolfo Sarmiento, a pesar de haber sido designado Comisionado de Azul por la "Revolución Libertadora".
La arteria que por un breve tiempo llevó el nombre del navegante genovés recuperó su antigua denominación como Avenida Centenario. Sin embargo, no tardaría demasiado en volver a ser objeto de otro cambio
De Centenario a Avenida Cáneva
El intendente electo Amado Diab promulgó la Ordenanza N°22 del 21 de agosto de 1959, a través de la cual se le impuso el nombre de Avenida Monseñor César Antonio Cáneva a la otrora Avenida Centenario.
Un santo entre los azuleños
César Antonio Cáneva nació en Carlazzo, Italia, el 27 de Marzo de 1874. Sus padres fueron María Castelli y Pedro Cáneva. Tuvo dos hermanas: Inocencia y Margarita.
Los Cáneva-Castelli, eran profundamente cristianos, por lo que educaron a sus hijos en un ambiente cuyos dos principales ejes resultaron la familia y la religión.
Tras la muerte de su madre, dejaron atrás el pueblo natal para radicarse algún tiempo en París. Finalmente el destino fue la Argentina.
Pedro y sus hijos se instalaron en San Nicolás, en la casa de su cuñado Antonio Castelli. Casi de inmediato César comenzó a trabajar como mandadero en el almacén de ramos generales "La Buena Medida" de Ángel Cacivio.
En el Hospital "San Felipe", conoció al capellán de dicho instituto, don David Cánepa, a quien frecuentó asiduamente, entablando una estrecha amistad, siendo él uno de sus principales conductores en el camino de la Fe.
Inició sus estudios y al despertarse su férrea vocación religiosa, ingresó al Seminario de Buenos Aires. Más tarde, fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901 en la iglesia de San Ponciano, de La Plata. El día de Navidad celebró su primera Misa en dicho templo.
La fría tarde del 13 de Julio de 1903, en el Ferrocarril Sud, llegó a nuestra ciudad para hacerse cargo de la parroquia. Todo su capital estaba constituido por una enorme Fe y una imagen de la Virgen de Luján que trajo bajo el brazo.
Su tarea no fue sencilla. En 1900 se había comenzado a construir un nuevo templo, pero con el correr del tiempo la obra se hallaba paralizada. El flamante Sacerdote se halló con tremenda dificultad, y otras
Azul, ciudad de Santos y Masones
En la celebración del Corpus Christi de 1904, el Padre Cáneva manifestó sus intenciones de recorrer la Plaza Colón (actual San Martín), con el Santísimo Sacramento en homenaje público a Jesucristo.
Durante la tarde, unas doscientas personas se congregaron en la Iglesia, encabezados por Sor Romain. La peregrinación comenzó en breve, llevando el Cura párroco la Custodia con plegarias y cánticos. Sin embargo, a escasos metros del templo, desde los balcones del Centro Español, comenzaron a arrojarles desde verduras a huevos; sin contar con los adjetivos agresivos que completaban la escena.
La policía tuvo que intervenir y varios de los agresores fueron aprehendidos. La primera procesión del Corpus por las calles del Azul se realizó de todas maneras. Al día siguiente, en la Comisaría, el propio Cáneva, interpuso sus oficios ante el comisario para lograr la libertad de los agresores que habían sido detenidos.
Los pendencieros fueron identificados con grupos radicalizados pertenecientes a la Logia masónica "Estrella del Sud N° 25". La masonería tuvo su cuarto de hora de preponderancia en la historia lugareña.
Cáneva se encontró con un Cuadro de Logia rígido, perfectamente estructurado, conformado por personalidades destacadas de la cultura, la política y la educación. Muchos guardaban para con el joven Sacerdote y la Iglesia un formidable respeto, sin olvidar que otros tantos, en secreto, contribuían con las obras iniciadas por el religioso. Otros, lamentablemente, no evitaban enfrentarse abiertamente, tal había sido el caso del episodio suscitado durante la peregrinación del Corpus Christi.
Más de una vez pudo reconciliarlos con Dios. De hecho, en la actualidad, en el Seminario Diocesano se preservan varios "mandiles", medallas, bandas y otros elementos que los masones usaban en sus ceremonias. Tales elementos se perpetúan como el recuerdo innegable de la acción del Padre Cáneva.
Por aquél entonces, en el Azul se decía que "los anarquistas y los masones lo tenían marcado". Tal era la bronca que despertaba la carismática figura del Sacerdote en los grupos rebeldes de la Logia que, una mañana, la portada de la iglesia hasta el atrio (pues las puertas aún no se hallaban colocadas), apareció totalmente manchada con brea. Sin pausa, predicando con el ejemplo, Cáneva mismo se puso a limpiar el frente con balde y cepillo. Dicen que alguien lo escuchó decir: "
en esta vida tenés que acostumbrarte a tragar amargo y escupir dulce
".
El nuevo siglo y el nuevo Sacerdote trajeron cambios muy profundos para Azul, al menos en cuanto a sus creencias.
La historia cambió. La Logia se redujo hasta desaparecer, se desprendieron de las grandes obras que sustentaban y todo pasó a otras manos. La "Estrella del Sud" dejó de ser un grupo firme y consolidado. Sólo quedaron sus hombres, y aunque muchos de ellos no desistieron en la lucha por el progreso de la ciudad, ni renegaron de sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, era evidente que soplaban otros vientos en la sociedad azuleña...
Obras, obras, y más obras
Carismático y campechano, Cáneva supo ganarse a la comunidad y logró imponerse. Prueba de ello es la inauguración del templo neogótico (actual Catedral), el 7 de octubre de 1906, tan sólo tres años después de su llegada. La Iglesia quedó bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario y San Serapio Mártir como supo ser desde antaño.
Gracias a sus denodados esfuerzos, el joven Sacerdote logró que arribaran a nuestra ciudad un grupo de Hermanas Azules de la Inmaculada de Castres. Ellas, con el impulso irrefrenable del Padre, lograron inaugurar el 15 de marzo de 1908 el Colegio de la Inmaculada Concepción.
Corría el año 1911 cuando una epidemia de viruela flageló a Villa Fidelidad. Junto a la abnegación y el sacrificio del Dr. Ángel Pintos, el Padre Cáneva recorría cotidianamente la zona, socorriendo a los desamparados hermanos aborígenes.
La epidemia cesó después de un mes, con un saldo de 57 víctimas fatales.
De aquél entonces se afirma que Cáneva adquirió la costumbre de fumar toscanos que el Dr. Pintos le había recomendado para evitar el contagio.
Lamentablemente, en el mismo año falleció su padre, quien había regresado a la ciudad de Como (Italia). Poco después, el Sacerdote decidió embarcarse rumbo al "Viejo Continente" con el objetivo de reencontrarse con su familia.
Merced a los esfuerzos de Cáneva y a los de la Comisión Directiva de la "Pía Unión de San Antonio", el 1 de octubre de 1911 se inauguró el "Asilo San Antonio" para varones. Por entonces presidía la Comisión doña María Gómez de Enciso. Algún tiempo después, gracias a la contribución de la señora Rufina de Martínez Berdes, el 5 de noviembre de 1916 se inauguró la iglesia de "San Antonio".
Anticipándose un grupo de vecinos a las Bodas de Plata sacerdotales de Cáneva, conformaron una comisión de caballeros -y luego una de damas- con el fin de organizar los festejos. En un principio el Padre se molestó y pretendió disuadir a los organizadores, sin embargo, atenuando la importancia de las celebraciones que se realizarían, lograron convencerlo para poder proseguir.
Los actos se realizaron durante tres días consecutivos y contaron con la asistencia de las más destacadas personalidades de la ciudad y la zona. Entre los asistentes se contaron más de una veintena de sacerdotes de la región y hasta el Arzobispo de Buenos Aires, José Bottaro. La iglesia en su conjunto estuvo de fiesta. Como recuerdo y demostración de afecto, la comunidad azuleña le obsequió al entrañable Padre Cáneva un precioso cáliz.
El 16 de julio de 1926, se procedió a la bendición y colocación de la piedra fundamental de la Capilla Nuestra Señora Del Carmen. La ubicación de la nueva Iglesia estuvo determinada por quienes donaron los terrenos, que no fueron otros que los Hermanos Piazza; y fueron padrinos de la bendición Don Pedro Piazza y su esposa, Emilia Arbuco. Una vez más, los límites entre masonería y cristianismo se desdibujaron en este complejo Azul, donde todo indica que nada es lo que parece...
De la mano de Cáneva también nacieron en Azul el Asilo de Ancianos (1924) y el Hogar Buen Pastor (1932). El primero contó durante muchos años con la paciente conducción de Ernestina Darhanpé de Malére y el segundo fue fruto de la labor, entre otros, de Monseñor Santiago A. Rava.
En 1933 se creó la Diócesis de Azul siendo César Antonio Cáneva designado su primer Obispo, quien asumió el 24 de febrero de 1935. De esta manera, su mano laboriosa alcanzó a otras localidades como Ayacucho, Azul, Benito Juárez, Bolívar, General Alvear, General Lamadrid, Laprida, Las Flores, Olavarría, Rauch, Roque Pérez, Saladillo, Tandil y Tapalqué.
Dos días después de la asunción del flamante Obispo, se colocó una cruz en la cumbre más alta de las Sierras del Azul y allí se descubrió una placa con la cual se denominó a la misma "Monseñor César A. Cáneva".
Hacia los años "40, Azul mantenía un ritmo interesante de crecimiento. Y esto implicaba la obligación de cubrir las necesidades espirituales de las amplias barriadas que se conformaban. Así surgió la Capilla de San Lorenzo y Santa Rosa. La misma contó con la caridad silenciosa de Josefina M. de Piazza, quien encomendó la obra al arquitecto Pedro Maschio. Inaugurada el 12 de mayo de 1940, la Capilla contó con el respaldo incondicional de Cáneva.
Por la huella de San Francisco de Asís
Nuestro religioso era, ante todo, un hombre con una bondad innata, con una fe inquebrantable y una vida dedicada a Dios y a su obra. No solo evocaba a los santos, sino que los seguía en su vicisitud, los admiraba. Su modelo era San Francisco de Asís, al que consideraba "el Santo entre los Santos", al que además le dedicara un breve y humilde, pero no menos valioso ensayo. En su trabajo, ve al Santo como a un hombre al que "la Providencia eligió para restañar las heridas de la Iglesia" y "no obstante parece que no se da cuenta de su sublime misión", persistiendo en la humildad de su vida austera.
En su ensayo, Cáneva sigue apuntando: "Ningún hombre ha podido realizar en toda su vida la admirable unión de lo sublime con la sencillez como el angélico San Francisco de Asís. Si lo considero individualmente descubro un estudio constante, infatigable, de acercarse por la calma de sus pasiones a los espíritus elevados; consigue su ideal dominando la carne, privándose de las más puras e inocentes satisfacciones de los sentidos, pero sin casi advertir el sublime vínculo de su angélico espíritu y fijar sus miradas en Cristo crucificado. No encuentra consecuencia más lógica que copiarlo en sí, con la compasión grandemente sentida con los sufrimientos, no solamente tolerados, sino hasta anhelados".
"San Francisco es hombre de sociedad, siente la suprema inspiración a las almas deseosas de vida perfecta bajo la más estrecha ley del Evangelio; multiplica los conventos y a las autoridades de la regla sabe unir aquellas virtudes sencillas y grandiosas por las cuales sus Hermanos Menores se acercan al pueblo, entendiendo bien las necesidades
"
"Esta maravillosa unión en una vida tan bella y fecunda, nos ofrece tanta materia de alabanza
por la multiplicidad que la hace trepidar en la elección, porque en San Francisco todo es grande; todo es flor de flores de las más selectas virtudes. En la vida del hombre hay momentos en los cuales el entendimiento desconfía de sí mismo, o siente la atracción de elevarse a profundas meditaciones, huye de lo sublime para contemplar las bellezas de la sencillez, deja al consorcio de los sabios para entretenerse con los niños y busca reconfortarse de los corazones inocentes".
Agregaba nuestro Cura: "Hay que resaltar las virtudes simples del pobrecillo de Asís
su corazón, un corazón humilde y dulce que refleja el corazón de Jesús. Es el heraldo de la paz
enamorado de la pobreza, libre de ataduras se acerca al cielo y así practica la Caridad en medio de una sociedad profundamente herida.". "En su pobreza no quiere limosnas para sí, en cambio reconstruye una iglesia, vidas, desarma luchas. Es un hombre de Dios, que nada tiene y todo lo posee, el contemplador de los seres pequeños a los que ama
(
)
habla de la universal naturaleza y le parece que el viento de los campos, el perfume de los jardines, la frescura de las fuentes, el movimiento de los riachuelos, las voces del aire, la luz, los rayos, que todo lo creado tiene un alma que responde a su alma
".
"Él mismo, abandonándose a transportes de amor recorre los campos, llama a las criaturas todas del cielo y de la tierra, a cantar el himno pastoril del divino niño
de las alondras le place el color ceniciento, color que ha elegido como túnica de sus hermanos, y quiere bien a las tortolitas, símbolo de las almas castas; tiene en su celda un faisán que lo despierta todas las mañanas; con él se domestica una ovejita que presenta para todos los oficios religiosos. Lo acompañan aún las fieras, habla a las golondrinas que lo escuchan silenciosas
En las vigilias nocturnas contempla las estrellas
".
Concluía Cáneva, que ese hombre que establecía la paz, que hablaba con los seres totales de la naturaleza, que formó legiones de bienhechores hermanos, "su alma no pertenecía solamente a un siglo, sobrevuela por sobre las miserias de la humanidad y recibe la inspiración profunda de un Santo Pensamiento, que no pertenece a ningún siglo, pertenece a la eternidad, a la inmutable Verdad..."
César Antonio Cáneva fue un pastor ejemplar, un hombre que con sus méritos e incansable labor le dio a Azul una lección de caridad y bondad que dejaron una marca que trascendió los tiempos. Puso en práctica todos los ejemplos que recibiera de su admirado "Pobrecillo de Asís".
El final de un fructífero camino
Su último y gran logro en nuestra ciudad fue el Seminario Diocesano, inaugurado el 15 de marzo de 1945. Dicha obra demandó muchísimo trabajo y recursos, los cuales fueron coordinados incansablemente por Cáneva. En el término de un año, la firma Toscano, Lattanzi y Barbetti, con la conducción del arquitecto Nicolás Lastra, elevaron un edificio majestuoso e imponente, con todos los adelantos de la época.
A finales de 1951, muchos fieles agasajaron a Cáneva al alcanzar sus Bodas de Oro Sacerdotales. Sin embargo, algo ya no estaba bien en la salud del querido Obispo. Su cuerpo estaba cansado y ya no alcanzaba con su ánimo chispeante y emprendedor
Desde el año 1952 la salud del Padre Cáneva comenzó a declinar vertiginosamente. Aquél hombre inquieto, emprendedor y por sobre todo constructor, se vio forzado a quedarse en reposo "recluido" (como él afirmaba disgustado) dentro del edificio del Obispado. Peor aún, desde febrero del año siguiente ya no pudo abandonar la cama.
Con 79 años de edad, la fría mañana del 25 de mayo de 1953, pasó a la inmortalidad
Su testamento decía: "Declaro que no tengo herederos forzosos ni descendientes. He nacido pobre y pobre quiero morir. Todo lo que me ha venido de la mano de Dios...ha sido destinado para el culto...Recomiendo a la caridad de los fieles la última obra que he podido realizar: el Seminario Diocesano de Azul, en cuya Iglesia quisiera ser sepultado...".
Y su última voluntad fue cumplida.
Durante tres días fue velado en la Catedral, donde un mar de gente desfiló para darle el último "Adiós" a quien supo ganarse el corazón de un pueblo. Finalmente, una larguísima procesión acompañó el féretro hasta su última morada.
Para culminar
Entre la Avenida La Plata (actual Av. Monseñor César A. Cáneva) y la Estación del Ferrocarril Sud no existió la calle Juan Bautista Alberdi hasta el año 1924. En otras palabras, al menos la calle no estaba debidamente trazada y nombrada hasta el año citado. Por ende, siguiendo el orden en que las calles azuleñas fueron denominadas por primera vez, el próximo domingo nos ocuparemos de la calle General Bartolomé Mitre, la cual, tras haber sido llamada durante varios años como Coronel Morales, culminó denominándose Islas Malvinas.
Tanto las diagonales como las calles principales de La Plata forman los contornos de un compás y una escuadra, dos símbolos básicos de la masonería. Cabe aclarar que Dardo Rocha y Pedro Benoit eran Hermanos Masones.
La obra, realizada por el reconocido pintor Santo Glorioso, muestra al Padre César Antonio Cáneva investido como Obispo. El cuadro se halla en la Biblioteca Pública "Monseñor Cáneva".
El Seminario Diocesano, inaugurado el 15 de marzo de 1945, demandó muchísimo trabajo y recursos, los cuales fueron coordinados incansablemente por César Cáneva.
UN PRECURSOR
Los que fueran el báculo, la mitra y el cáliz de Monseñor Cáneva siguen siendo empleados por el quinto Obispo de Azul, Hugo Manuel Salaberry, como señal inequívoca de la continuidad de su legado.
En este incipiente siglo XXI, otro hombre, desde la cabeza de la Iglesia profesa con la misma fortaleza. Basta como ejemplo el llamado que hiciera el Sumo Pontífice Francisco, a los miembros de su Iglesia: "Algunos terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con "olor a oveja", pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres".
Sin dudas, el Padre César Antonio Cáneva fue un auténtico "pastor con olor a oveja". Un precursor
LA VIRGEN GAUCHA
El 14 de agosto de 1945, a la mañana, partió del santuario de Luján una comitiva presidida por el obispo Serafini de Mercedes. Llevaban tres fieles reproducciones de la verdadera imagen de la Virgen de Luján que estaban destinadas a las catedrales de Azul, Bahía Blanca y Viedma. El día 15, bajo una lluvia intermitente, llegó el ómnibus que transportaba las imágenes hasta Azul. En la intersección de las avenidas Mitre y Centenario (actual Av. Cáneva), la Virgen fue colocada en una antigua carreta pintada con los colores patrios tirada por una yunta de bueyes, evocando la antigua leyenda sobre el arribo de la Virgen original a los pagos de Luján.
Dicha reproducción fue colocada -donde se encuentra aún- en el Altar derecho de la Catedral. En ese mismo lugar, supo estar la Virgen que el Padre Cáneva había traído la fría tarde de julio que llegó a Azul. La misma fue colocada al día siguiente por el mismo Sacerdote en la Capilla del Seminario Diocesano.
Por esas cosas del destino, aquella Virgen que acompañó al joven Cura Párroco hasta Azul, hoy es la férrea y dulce custodia de su sepulcro.
UNA CURIOSIDAD
La calle a la que nos referimos a lo largo de éste artículo es la arteria azuleña que más nombres ha tenido en toda su historia, totalizando cuatro denominaciones. Recapitulando: Avenida La Plata, Avenida Centenario, Avenida Colón y Avenida Cáneva.
UN CÁLIZ DE GRATITUD
El Dr. José M. Carreras y José María Lier, como miembros de la Comisión de Homenaje a Cáneva, con el incansable asesoramiento del Padre Plana, fueron los encargados de recaudar los fondos necesarios para los agasajos.
La Comisión mandó a confeccionar especialmente a Lyon, Francia, una verdadera obra de arte. Allí se hizo un precioso cáliz de oro, con relieves e incrustaciones.
El cáliz que le obsequiaron por sus 25 años como Sacerdote dice en su base: "La ciudad del Azul a su dignísimo cura párroco, don César A. Cáneva, con motivo de sus Bodas de Plata Sacerdotales. Homenaje de aprecio y respeto. 1901- 25 de diciembre- 1926.".
La fecha grabada no es la que se corresponde con el día de la consagración, que fue el 21 de diciembre, sino con el día en que Cáneva celebró su primera Santa Misa.
Vale marcar como detalle que sólo existe un cáliz idéntico en Roma.
AGRADECIMIENTOS Y FUENTES
" Muchas gracias al Obispo Hugo Manuel Salaberry.
" Muchas gracias al Padre Rafael, del Seminario Diocesano.
" Muchas gracias a Norma Iglesias por su incansable y enriquecedora guía por los senderos de la historia azuleña.
" Muchas gracias a Emiliano Tuinstra por su invalorable colaboración.
" Muchas gracias a Chelita, Yesica, Daniela y Alicia de la Biblioteca Pública "Monseñor César A. Cáneva".
" Gracias a Stella Tumminaro del Honorable Concejo Deliberante de Azul.
" Gracias a Alicia Medel y Norma Binzuña del Archivo Municipal de Azul.
" Hemeroteca de Azul "Juan Miguel Oyhanarte".
" Digesto Municipal (1856 - 1890). Municipalidad de Azul.
" Exequiel C. Ortega. "Pensamiento escrito y voz de un Obispo Pastor". (2003). Combessies. Azul.
" Alberto Sarramone. "Historia del antiguo pago del Azul". (1997). Biblos. Azul.
" César H. Villamayor. "El Padre Cáneva". (1985). Impresora Pareja. Olavarría.
"De manera urgente", la titular de la UFI 17 solicitó que quede sin efecto el beneficio concedido tiempo atrás a ese varón, quien continúa cumpliendo tres años de prisión por varios delitos que cometió siendo menor. El pasado sábado el adolescente se había ido de su casa y regresó horas más tarde, tras dañar el sistema que controla sus movimientos por medio de una tobillera.
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