Por Fabián Sotes

De la Redacción de EL TIEMPO

La pregunta que el propio Carlos Comparato se hace en lo que, antes de la actual pandemia, era el prólogo primigenio de su libro se instala desde el vamos en el lector que se anime a descubrir y repasar todas esas páginas de lo que él mismo, en una dedicatoria de puño y letra de uno de sus ejemplares, ha definido como una "recopilación arbitraria de mi oficio como periodista".

Aquel interrogatorio que el autor de Crónicas a destiempo plantea a los que pueden calzarse desde ahora el traje de destinatarios de esta publicación abre el juego para sumergirse en ella.

De esa manera, eso de si "¿Tendría sentido publicar hoy escritos o reportajes, algunos de ellos de hace más de veinte años?", se convierte en el punto de partida para poner en marcha una vez más los engranajes del proceso de la comunicación. También, para ubicar a los potenciales lectores de este libro como los que puedan responderle la pregunta al autor de estas crónicas.

En ese juego, como lo ha hecho a partir de ese momento en que eligió ser periodista, otra vez Comparato ocupa el papel de emisor del mensaje; aunque ahora lo haga desde otro y novedoso lugar para él: un libro.

La publicación constituye un espacio perfecto para que asomen las experiencias y reflexiones de este hombre de los medios, las cuales durante cuarenta años de trayectoria (y se espera que sean muchos más) fue construyendo a través de un prolífico y destacado camino que hizo en esta profesión. La misma que seguramente volvería a elegir si naciera de nuevo, más allá de que en algún momento de su vida, durante la transición entre adolescencia y juventud, se le haya ocurrido también estudiar medicina.

Cerca de cumplir los 65 años de edad, pero lejos de ser un tótem sagrado en esta actividad que lo sigue teniendo vigente como comunicador -tanto por las mañanas en una radio FM como tomándole semanalmente el pulso político y social a esta ciudad que es la suya, aunque ahora sólo sea a través de las redes sociales- Carlos Rafael Comparato es un referente del periodismo en Azul.

Como tal, su carrera, sus vivencias y hasta su propia historia, contada a través de toda esa gran cantidad de personas y personajes a los que ha entrevistado, merecían quedar documentados para siempre.

Bajo esos parámetros, estas Crónicas a destiempo se constituyen en un testimonio imposible de pasar por alto si alguien quiere animarse a descubrir qué fue pasando con Azul y sus actores desde que el autor de este libro, una vez convertido en periodista, años más tarde decidió regresar a esta ciudad para instalarse definitivamente.

En ese entonces, entre otras, atrás habían quedado sus experiencias como redactor de los noticieros de Ariel Delgado en la porteña y ya desaparecida Radio Belgrano; o ser el encargado de escribir los panoramas que semanalmente publicaba Télam, la agencia de noticias donde también trabajó -allá por los años ochenta- como periodista acreditado en el Ministerio de Educación de la Nación.

En el inmenso mar del periodismo, Comparato tiene para ostentar que ha nadado por todas sus aguas.

Los medios gráficos, radiales, el televisivo y hasta la violenta y despiadada irrupción de la era digital en la comunicación lo han convertido en un mutante de esta profesión.

Así, la revolución tecnológica más reciente lo sigue teniendo vigente, luego de que supo adaptarse a ese cambio que significó para él y todos los que hacemos periodismo -nacimiento de Internet mediante- aquella brutal modificación de la escena mediática comunicacional.

"De la Olivetti a Google", uno de los artículos que publicara no hace mucho en EL TIEMPO, da cuenta de ello y es uno de los tantos escritos que eligió recopilar ahora en su ópera prima literaria.

Pero más allá de los modos en que Comparato ejerza el periodismo, es imposible no vincularlo como un "escribiente". Y en carácter de tal, a la historia del matutino azuleño.

Todavía hoy, aunque hace tiempo que no pisa las instalaciones del diario local, mucho de lo que pasa en esta Redacción alude a él, al igual que sucede con otros grandes "obreros de la tinta y el papel" (nunca mejor dicho por los Facón) que pasaron por este matutino, que a pesar de todo aún sigue en pie.

Gran cantidad de páginas de su libro las dedica a reeditar lo que fueron, a lo largo de quince años, las contratapas que escribía domingo tras domingo, contando con el soporte visual de las caricaturas que ilustraba el artista plástico Raúl Gallardo.

En ese lapso de tiempo, Carlos Comparato fue testigo de los últimos dos mandatos de Omar Duclós como intendente, de la gestión de José Inza y de la llegada a la Municipalidad de Hernán Bertellys.

De domingo a domingo, aquellas contratapas de EL TIEMPO llevaron su análisis político. Un enfoque que, al mismo tiempo, iba de la mano de cómo impactaban en Azul los aconteceres del país y el mundo.

Releer las "contras" de devenires políticos semanales sumergen al lector en capítulos que parecían ya superados. Pero al fin y al cabo esto es Argentina, un país caracterizado por repetir de manera infinita ciclos históricos que parecieran superados, por lo que aquellas mismas situaciones no dejan de reiterarse, más allá de que los actores que las protagonicen ya no sean los mismos.

En ese descubrir al repasar aquellas crónicas reside la respuesta a esa pregunta inicial del autor de este libro. Y aquello que parece que pasó hace tanto vuelve a percibirse ahí, al alcance de las manos. Una vez más y aunque parezca increíble.

Esa circunstancia le da un sólido sustento actual a aquellas crónicas, a pesar de que algunas ya tienen varios años de impresas y huelen a archivo amarillento.

Pero no sólo de comentarios de contratapas de diarios de domingo se nutre este libro.

Hay más, mucho más. Así, en las páginas de Crónicas a destiempo aparecen emotivos, sinceros y sentidos homenajes.

El viejo y querido Miguel Oyhanarte o el inolvidable fotógrafo Antonio Tamburo, compañeros con los que Carlos Comparato transitó varias de sus horas como periodista en la Redacción de EL TIEMPO, están presentes acá.

Aquel reportaje que parecía imposible allá en La Habana al ex presidente Raúl Castro, durante un congreso de trabajadores al que el periodista viajara con su colega Miguel Di Spalatro, también queda reflejado para siempre en este libro. Al igual que las entrevistas televisivas que les hiciera, con la excusa de compartir un café, al ex presidente Raúl Alfonsín o al recordado e inolvidable comunicador Héctor "Cacho" Nebbia.

Del mismo modo, en este compendio recopilatorio su autor no deja de lado la sentida nota que escribiera para EL TIEMPO en ocasión del fallecimiento de Arturo Ibarra. "El Cacique de Plaza Oubiña", como lo llamara el periodista. El peronista eterno, como lo conocían todos a un hombre cuya aura seguramente todavía siga surcando esa barriada de la ciudad.

"Quizá este libro resuene mañana, transformado en las hojas escritas de un ayer que fue", escribió Comparato cuando tuvo que prologar el prólogo de esta recopilación periodística, obligado por el cambio de escenario mundial provocado por la actual pandemia de coronavirus.

Tal vez ya sea hoy ese mañana del que el autor de estas crónicas habla. Y por lo tanto, ya es una realidad eso que anhelaba en estos escritos.

En ese contexto, este libro ha comenzado a sonar entre quienes lo empiezan a descubrir, a través de un viaje que vale la pena experimentar de la mano de un periodista que ahora logró convertir a las historias que contaba en un valioso aporte literario para el perfil actual de una ciudad donde él sigue latiendo.

En su caso, al ritmo de una profesión que lo ha colocado en un lugar especial para dar testimonio de todo aquello que pasa a su alrededor.

Ese espacio novedoso que actualmente Carlos Comparato ocupa prolongará su permanencia para siempre. No sólo como periodista, sino también como persona. Porque ahora existe este libro, su libro, que a pesar del título encaja perfectamente en este nuevo tiempo.

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