25 de diciembre de 2023
EL TIEMPO mantuvo entrevistas con tres de los numerosos instructores que dictan cursos especializados en el Centro de Formación Laboral 401 de Azul. Lorena Burlak, Claudio Di Tomaso y Cristian Peronja describieron sus experiencias personales y coincidieron en la importancia formativa que se brinda desde el CFL, la necesidad de mano de obra calificada que demandan sectores de la comunidad, y la inserción laboral que se logra a partir de las capacitaciones.
El Centro de Formación Laboral N° 401 este año celebró su 40° aniversario. A principios de diciembre egresaron 629 personas de los cursos que se dictaron durante el 2023. En sus cuatro décadas de existencia, el CFL ha certificado conocimientos de más de 26 mil azuleños. En este artículo, tres instructores narran sus experiencias a partir de la propuesta que les realizó EL TIEMPO, con el fin de llevar al conocimiento público el trabajo que, día a día, se desarrolla desde ese establecimiento. Una meta central, ciertamente, tiene como objetivo generar mano de obra calificada para un mercado laboral con demanda creciente.
Lorena Burlak es la instructora del CFL 401 de los cursos de Inglés. "Soy licenciada en Turismo, graduada en la Universidad de St John's de Nueva York. Viví dieciséis años allá. Cuando volví, empecé mi carrera docente en Sagrada Familia, siempre el Inglés desde un enfoque comunicativo", explicó en diálogo con este diario.
"Lo que hacemos en CFL damos cursos con orientaciones. Hemos hecho Inglés para turismo, para negocios, para gastronomía y hotelería, y el año que viene vamos a tener Inglés para turismo, nuevamente, porque ha sido un boom. El año que se dictó tuvimos 45 graduados, en los dos niveles. Y, por primera vez, vamos a hacer Inglés para el ámbito agropecuario", adelantó.
En tal sentido, Burlak puntualizó que "esto se combina con el curso que se ha estado haciendo, de operadores de tractores y máquinas cosechadoras. Ahora, todos esos equipos vienen con software en inglés, por lo que pensamos que va a ser una buena conexión".
También confirmó que "ya tenemos un montón de empresas interesadas en capacitar a sus empleados, por ejemplo, cuando vienen empresas del exterior, de fertilizantes, para que los empleados estén capacitados y puedan recibir a esos visitantes".
En cuanto a la dinámica de sus cursos, Burlak refirió que "los niveles de Inglés son cuatrimestrales y se hacen dos por año. La certificación que otorgamos está basada en la 'tabla europea'. El nivel 1 en Formación Laboral corresponde al A1 -elementary-, y la segunda parte del curso es la A2 -intermidium-. Y pueden continuar los cursos en la UTN. Nuestros certificados son a nivel provincial y los de la UTN a nivel nacional".
Burlak dijo que trabaja "en todos los niveles de Educación, pero la educación de adultos es algo totalmente diferente. Son otros tiempos y otras formas. El adulto que llega a Formación Laboral lo hace con un objetivo: ampliar su perspectiva laboral, mejorar sus herramientas para conseguir un trabajo. El Inglés es súper necesario para eso".
Es así que "tengo adultos que llegan al CFL y que han tenido Inglés en la secundaria. Algunos llegan con esa frustración de haber aprendido la gramática y no poderlo hablar. Quieren aprenderlo a hablar, precisamente, para mejorar sus posibilidades laborales. Y lo logran. A través del año del curso, le ponen un montón de esfuerzo. Los cursos son intensos, de seis horas semanales. Los resultados siempre son muy positivos, porque salen hablando, se pueden comunicar en el idioma y porque logran mejorar la calidad laboral".
Por otro lado, Burlak aseguró que "aquellos que no tenían un trabajo porque les faltaba inglés, luego del curso lo consiguen. Por ejemplo, tengo muchas personas que estudian los cursos de computación y programación del CFL, y vienen por el tema de trabajar freelance con compañías internacionales, y a fin de año logran esa comunicación que les faltaba y, por ejemplo, se animan a enviar un currículum y trabajar con empresas en el exterior".
Además, "tengo personas que ya están con su trabajo, pero necesitan mejorar o necesitan el Inglés para una promoción, y lo consiguen".
Aseguró entonces que "esa es la satisfacción del Centro de Formación Laboral: ver que la gente logra, en una situación difícil del país, mejorar sus condiciones laborales".
Del mismo modo aseveró que "los cursos que se brindan son realmente muy interesantes, en distintas especialidades", en tanto dijo que "también ayuda al adulto mayor a socializar, es un lugar donde la comunidad se une".
En su experiencia, dijo Burlak, "más allá de los cursos, hemos hecho muchas actividades para la comunidad. Hemos dado Inglés para chicos que por allí no tenían los recursos y estaban medio flojos en la materia
hemos viajado. En particular con los cursos de Inglés fuimos a Buenos Aires a hacer el tour del 'bus amarillo', que pasea por la ciudad comunicando en inglés, en una recorrida turística".
Ante una consulta al respecto, la instructora Lorena Burlak admitió que "los grupos que se forman en el CFL no se ven en otros casos. Siempre están pendientes en cuanto a qué le falta al Centro, en qué pueden colaborar. Es importante el trabajo de cooperadora y no hay gente que no pague cooperadora. Todo eso habla del amor que le tienen al establecimiento. Es algo muy interesante".
Añadió que "tiene ese aspecto de la Formación Laboral" y que, además, "es gratuito, más en una situación social como la que estamos viviendo, donde estamos discutiendo si la escuela pública vale la pena. El hecho de que podamos tener hoy más de dos mil alumnos, que salen preparados para el ámbito laboral. Egresaron a principios de diciembre y ya tenemos mensajes de que algunos han conseguido trabajo. Entonces, claro que la escuela pública vale la pena".
Para Burlak, en definitiva, "es importante la capacitación laboral. No quedan oficios. En una comunidad como la nuestra, pequeña, a veces llamamos y no conseguimos plomero, electricista, gasista... ¿Cuánto te tarda? Tenemos que esperar turno, en algunos casos meses".
Refirió entonces que "nosotros tenemos el curso de electricista ya con cuarenta estudiantes capacitados hoy para salir a trabajar. El aporte, en ese sentido, es un montón y en una escuela gratuita".
Claudio Di Tomaso es instructor del curso de armador y montador de paneles de acero liviano. "Doy ese curso y también el de armador y montador de placas de rocas de yeso -se le dice Durlock, pero en realidad es una marca-, que sería como un complemento", explicó durante la entrevista con EL TIEMPO.
"Soy arquitecto, especializado en construcción en seco, en steel frame. Es una construcción relativamente nueva para lo que es la zona de la provincia de Buenos Aires, pero ya está bastante instalada en Argentina, empezando desde el sur hacia arriba, más que nada por cuestiones climáticas".
Di Tomaso precisó que "hace tres años que estoy en el CFL. Empecé justo en pandemia. Para mí el Centro es una experiencia relativamente nueva. Mis cursos tienen mucha práctica. Trabajo en una empresa constructora y, por eso, tengo la facilidad para llevar a los alumnos a las obras y así podemos hacer mucha práctica".
"Al principio -comentó-, los alumnos estaban un poco negados a la parte de la teoría, buscaban más la práctica. El tiempo más complicado fue el año de pandemia, después se desarrolló con total normalidad, a partir de ahí fuimos tomando ritmo y los alumnos fueron haciendo parte de su propia identidad en aula; estuvimos haciendo reparaciones en la sede [del CFL, Burgos 940], siempre en construcción en seco, haciendo retoques, yendo a obras. Ya entonces se formó una linda vinculación".
Por otro lado, expresó que "mi trabajo particular, obviamente, está en la construcción y veo mucha informalidad laboral, y también se nota mucho la falta de gente capacitada. Es algo que se nota en las obras, se nota en los clientes, y en la gente a la hora de contratar".
"Por lo tanto, no es extraño que todo lo que es oficios -ya sea construcción, albañilería, electricidad, y las demás especialidades- estén colapsados. Porque, sinceramente, no hay gente de oficio en la calle", dijo Di Tomaso.
"Se nota, además, porque se ve gente que trabajó toda su vida en su oficio, pero la pandemia, la inflación generó complejidades. Quizás saben trabajar, pero a veces no saben cobrar. Entonces, hay gente muy buena en su trabajo, pero se funde".
Sobre ese aspecto consideró que "lo que trato de abarcar, cuando doy los cursos, son las cuestiones teóricas, las prácticas, incluso a la hora de armar un presupuesto, cómo calcular el tema de la inflación". Por ejemplo, "no calcular a través de estándares estipulados por la gente que te vende los materiales. Hoy en día es muy difícil cobrar en la calle y es muy fácil fundirte con uno o dos trabajos. Donde no se calcula bien el tiempo y el costo, al segundo trabajo te fundís, por más que el trabajo esté cien por cien bien hecho. Eso es lo complicado en el rubro. Es un aspecto donde hacemos hincapié".
Con respecto a los cursantes en el CFL, Di Tomaso analizó: "La verdad es que la gente que se anota, los tres años en los que estuve, es una mayor demanda de la que podía absorber; y se genera un ambiente muy lindo porque todos van porque quieren aprender. Ahí nadie va porque lo obligan, nadie va porque tiene que pagar, sino porque quieren aprender un oficio, o autoconstruirse su casa, o simplemente cómo utilizar herramientas que no son las habituales".
También observó que "los tres grupos que tuve fueron muy diferentes, pero todos muy lindos a la vez, se genera un lindo vínculo. Incluso yo aprendo de ellos, porque lo que trato de hacer es no tirar toda la información sobre la mesa, sino primero nivelar. Son siempre tres grandes grupos que se anotan: uno, los que van a buscar el certificado -gente joven, por lo general- porque quieren entrar en una empresa y les sirve tener la capacidad de conocer el sistema de construcción en seco. Otro, de autoconstrucción; quieren levantar su propia casa en construcción en seco. Y un tercer grupo que va para aprender, simplemente; de curiosos, quieren incorporar algo nuevo a su vida. Hay mucha gente que se anota por eso y hace varios cursos en el CFL, de distintas especialidades".
Es así que "tengo gente joven que termina la escuela y se anota; gente que está jubilada, y gente que tiene su oficio o su profesión -hemos tenido, por ejemplo, abogados, contadores- por cuestiones de aprender".
"El primer paso es nivelar el conocimiento -precisó Di Tomaso-. Es lo más difícil al principio, pero ahí es cuando cada uno comparte los conocimientos que tiene. Incluso a mí me sirve un montón cuando exponen experiencias personales que han tenido; eso lo procesamos y avanzamos. De esas situaciones, aprendemos todos, al compartir las experiencias. Después nos focalizamos en lo específico del curso, en los detalles puntuales del sistema industrializado".
Refirió, ante una consulta al respecto, que "la falta de oficios se nota, sobre todo, en la gente que quiere contratar. No sé si es que se ve tanto una mala construcción, sino en gente que quiere contratar ayudantes, empresas o emprendimientos chicos, y no consiguen gente capacitada, que tenga los conocimientos básicos".
"Los conocimientos básicos para un albañil de construcción en seco es saber leer paneles, saber cuentas esenciales de sumar, multiplicar, porque es todo modulado", destacó el instructor.
Sobre ese aspecto, Di Tomaso dijo que, "como sistema industrializado, tiene muchas reglas. Tiene medidas, tiene plomo, tiene mucha lectura de planos y paneles".
"Todas las casas se hacen como un rompecabezas -completó-, en un galpón, y se llevan a la obra y allí se montan. Entonces, estamos armando piezas muy precisas, de rompecabezas. Por eso, la precisión es muy importante y es algo difícil de conseguir de manera autodidacta. Se aprende, en estos cursos, la forma de razonar como se debe razonar en el rubro".
Por otro lado, Di Tomaso explicó que "este es un sistema industrializado que facilita todo y tiene sus ventajas. Es muy rápido, económico y se puede anexar a cualquier otro sistema. Son muchas las ventajas que los alumnos las ven y las aprovechan. Eso es lo que enseñamos, cómo implementar, los diferentes sistemas de placas, las alternativas que tienen, el uso de las herramientas, también las cuestiones de seguridad, porque es algo que también busca mucho el empleador".
También mencionó que "el diploma no es obligatorio para entrar a ningún lado, pero hace la diferencia a la hora de contratar. Me ha pasado con colegas que tengo en otros lados -Tandil, por ejemplo-, que tienen sus empresas constructoras en seco, de tres contrataciones que hicieron, dos fueron de egresados de nuestro CFL, simplemente por tener el curso hecho. Se aseguraron que los chicos conocían el sistema, sabían manejar herramientas y conocían las cuestiones de seguridad. Eso es un montón para el empleador, le da una tranquilidad enorme a la hora de contratar un capataz o un ayudante de construcción. Todo eso, está asegurado por el curso que damos".
Mencionó entonces que, en los cursos, "es casi un año entero donde usamos herramientas, vemos las cuestiones de seguridad. En este tipo de construcción no se hace fuerza como en el tradicional, pero se manejan muchos elementos -perfiles, placas de yeso, etc.- y mucho más rápido. Necesita un cierto orden y prolijidad. Eso se adquiere también en el curso, todo lo que es planificación de obra, cómo organizarse en obra, en cada tarea. Todo eso es muy valioso a la hora de contratar a alguien, cuando el sistema implica que se trabaje rápido y de manera eficiente".
Y aseguró que, "en este tipo de construcción, lo importante es el tiempo y la calidad".
Cristian Peronja es instructor de los cursos de operador de tractores, operador de sembradoras y operador de cosechadoras del Centro de Formación Laboral 401 de Azul. Explicó que "todos estos cursos están referidos al agro", en tanto refirió que el 2023 "fue mi primer año como instructor. Vengo de la parte privada, de un concesionario" de máquinas agrícolas -Campo Activo, New Holland-.
Señaló, durante la entrevista con este diario que "viendo, día a día, las necesidades de mano de obra que tiene el campo, mano de obra calificada, surgió la idea de estas capacitaciones. Trasladamos la inquietud a la Facultad de Agronomía de Azul y nos hizo de puente con el CFL. En curso estaba previsto en la nomenclatura, pero nadie lo había dado. Le hicimos la propuesta al CFL".
También refirió otro aspecto: "Esta fue la primera experiencia para mí en cuanto a brindar capacitaciones, pero además entiendo que fue la primera vez en toda la provincia".
Recordó que "el año pasado, la firma que yo represento, tuvo un primer intento en Mendoza, en la Facultad, con un resultado muy bueno. Después me acercaron la propuesta de hacer algo formativo aquí".
Peronja comentó que "siempre veníamos haciendo charlas para clientes, pero el curso es algo muy diferente. Siempre tuvimos un vínculo con la Facultad de Azul, muy fluido, y así se pudo encaminar, a través del CFL".
Consideró entonces que "fue una buena decisión, la Facultad nos apadrinó, hizo el nexo para que esto se llevara a cabo. En mayo iniciamos el curso de tractorista, después hicimos el de sembradoras y el último fue el de cosechadoras. Estos cursos tienen una parte teórica, en la sede del CFL, y las partes prácticas, en su gran mayoría, se dieron en las instalaciones del concesionario, pero también salimos al campo, como ocurrió en el caso de sembradoras; en el de cosechadoras fuimos a las instalaciones de un cliente para que vean no solamente maquinaria nueva, sino para que vean cómo se arma, cómo se desarma una maquinaria, cómo se trabaja en todos los aspectos".
Peronja resaltó un aspecto importante, relacionado con su instrucción: "El curso no se centró en nuestra marca. Por ejemplo, en el caso de tractorista, los que egresaron del curso se pueden subir a un tractor que tiene cincuenta años de uso, o a un cero kilómetro, y de cualquier marca. Lo mismo hicimos en el caso de sembradoras y en el de cosechadoras. En ese sentido, fueron muy amplios".
Por otro lado, consideró que, "a nivel país, la falta de mano de obra es algo que lo venimos viendo, y va en crecimiento la demanda y la no oferta. Yo soy contratista de cosecha, vengo de Santa Fe. Lo que está pasando es que, además, se están jubilando los viejos operadores. Veníamos viendo que la tecnología viaja a una velocidad impresionante, por un lado; y, por el otro, que el conocimiento en los operadores no es que viaja más despacio, no existe directamente".
"En ese sentido, sabíamos que el problema se iba a hacer cada vez más grave. A tal punto que, en los últimos tres o cuatro años, venimos perdiendo ventas porque los clientes, sean contratistas o productores, se niegan a comprar maquinaria nueva porque no tienen quién las opere", aseveró Peronja.
Por ello, "en alguna medida, estos cursos nacen a partir de una necesidad de mano de obra calificada" y, además, "como la tecnología está avanzando a pasos agigantados, esa brecha se está haciendo cada vez más grande. La demanda aumenta, cada vez más. Y, a su vez, esa mano de obra tiene que ser más calificada".
Para Cristian Peronja "la experiencia fue increíble. Por ejemplo, en el curso de tractorista arrancaron 21 personas y se recibieron 20. Ninguno se había subido antes a un tractor. El curso fue maravilloso porque fue mi primera experiencia en ese sentido. Me encontré con chicos de la Escuela Agraria, estudiantes de la Facultad de Agronomía -que querían reforzar sus conocimientos-, un par de docentes -que llegaron para adquirir más conocimientos- y después, sí, búsqueda de salida laboral".
Del mismo modo reveló que "me encontré con mujeres: un 20 por ciento del curso, que es más o menos lo que hoy estamos viendo en el campo. Hay una introducción muy grande de mujeres en el campo, cosa que nos sorprendió para bien. Y después la franja etaria: tuvimos chicos de 18 años y, en el de tractorista, un hombre de 60 y pico; en el de cosechadora se recibió un hombre de 75. Tuve muchas experiencias muy lindas. En ese caso, este hombre fue con el hijo, solamente para acompañarlo, hizo asistencia perfecta y terminamos casi insistiéndole para que se presente al examen, y lo logró. Fue algo muy lindo, realmente".
Los cursantes "nunca se habían subido a un tractor y terminaron sabiendo de electrónica, hidráulica, inyección, motores, tecnología, lo que estamos usando hoy y lo más antiguo. Arranqué explicándoles cómo funcionaba un tractor con motor a vapor y terminaron utilizando, en las prácticas, un tractor con tecnología artificial. Es decir, vieron absolutamente todo".
El instructor destacó que, "ciertamente, no se les regaló el título. Llegaron con los conocimientos recontra bien y otra de las grandes satisfacciones que he tenido en estos casos".
"Cuando les comenté la falencia que hay, la necesidad de mano de obra calificada. El primer día les dije que, si en dos años, recibía un mensajito donde me avisaban que habían conseguido trabajo, para mí, es ya tarea cumplida. No pasó un año y ya tenemos cinco egresados que están trabajando. Es decir, fue mucho más rápido de lo que yo me imaginaba", admitió Peronja.
En esa línea comentó además que "el último ingresado al campo laboral me avisó [el miércoles pasado] que estaba trabajando ya en cosechadoras. Tenemos un egresado que se va a trabajar a Las Flores en un equipo para sembradoras, y hay otros tres ya en tractores. Todo eso, en muy poco tiempo".
De esa manera, dijo, "se va cumpliendo lo que decíamos: que la mano de obra está muy demandada y que faltaba el puntapié inicial de los cursos de capacitación". Por ese motivo, precisamente, "en el CFL ya se está pensando en crear una bolsa laboral, porque llegan o llaman a la sede buscando mano de obra calificada. Por eso, esto fue mucho más exitoso de lo que nosotros inicialmente pensamos".
"Otra sorpresa en estos cursos fue la cantidad de gente que se inscribió. Hay un cupo máximo, por lo que queda gente afuera", subrayó. "Me decían que en el CFL la tasa normal es perder un 20 por ciento de cursantes. En nuestro caso se recibieron 55 personas en los tres cursos, de un cupo de 60. Es decir, casi asistencia perfecta, prácticamente sin bajas. Sólo tuvimos dos desaprobados. Por eso el resultado es óptimo".
Peronja consideró, por otro lado, que "el efecto contagio es increíble también. Tenemos el grupo de WhatsApp y cuando llegó el mensaje diciendo 'Profe, me voy a trabajar y este curso fue decisivo para conseguir este laburo', bueno, fue una catarata de mensajes de todos sus compañeros. Eso lleva a ver que el camino es la capacitación. Estamos muy felices con todo esto que pasa".
El instructor sostuvo que "la falta de mano de obra en oficios se nota, absolutamente. en el CFL me encontré con un mundo que no conocía y lo que generan y hacen ahí es fenomenal, en las distintas especialidades".
Finalmente expresó que "el trabajo que hace el CFL es formidable y es importante que la comunidad lo conozca", al tiempo que refirió que "también he visto en los otros cursos la salida laboral. La demanda está. En el rubro mío por ahí es demasiado elevada esa demanda, entonces las expectativas son fáciles de cubrir, porque hay tanta demanda en el campo, en la agroindustria en general; en ganadería están desesperados por mano de obra, no consiguen gente. Sin un tractor hoy en el campo no hay nada que se mueva, por eso existe una demanda insatisfecha monstruosa que la vivimos día a día. Creo entonces que el CFL es un puente para zanjar esa necesidad. Quizás no parezca mucho, pero para mí, que en tan poco tiempo haya cinco puestos laborales cubiertos gracias al CFL es algo grandioso".
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