LECTORES. Villa canguro

Tomo la avenida Chaves y debo reducir la marcha casi a cero o sortear, haciendo un peligroso zig zag, los dos insólitos reductores a la altura de República de Italia

Unos metros más, a la altura de la calle Beato Ferreyra, el cuarto reductor (modelo tabla de lavar como los anteriores), me obliga a reducir la velocidad para evitar el galope. Ya la paciencia al 75%.

En la siguiente cuadra, a la altura de Escalada, el quinto, esta vez modelo “lomo de burro”

A los 50 metros, el semáforo de Chaves y de las Cautivas, pero con una sorpresa: un sexto reductor en la misma esquina. Si el semáforo esta verde, a no entusiasmarse: hay que reducir la velocidad casi a cero y el semáforo ya estará en rojo. Por favor: o semáforo o reductor!!!

Sigo por Chaves y, a dos cuadras en el cruce con Laprida , el séptimo lomo de burro, diseño azuleño, me ataja.

Ya con la paciencia al 50% avanzo por Chaves y, en el puente, un octavo reductor “espontáneo”: la unión del puente con la calle genera un salto que me obliga a frenar si no quiero chocar el techo con mi cabeza.

Doblo por Catriel hacia el sur, con la paciencia al 25% y, aleluya!!: el noveno reductor amarillo, modelo “destruyeamortiguadores”, me hace detener el auto para pasarlo en primera. Por suerte debo tomar 9 de julio, porque si siguiera por Catriel, un mellizo del anterior (y van diez para redondear) me sorprendería a los 10 metros. A los 10 metros!!!

Llego a mi casa con la paciencia al 0%

Quien decide estas cosas? Con que criterios y bajo que normas? A pedido de cualquiera?

Han sembrado la ciudad de estos artefactos. Si es con el objetivo de que los motociclistas anden despacio, les doy la noticia de que han fracasado: pasan por el pequeño espacio entre el reductor y el cordón a la velocidad a la que venían.

Si es para molestar al 99 % de los conductores por culpa del 1%: objetivo logrado.

Ing. José Rodríguez Silveira