ENTREVISTA

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"Pocho" Yannibelli: toda una vida entre fierros

En el día del mecánico, EL TIEMPO dialogó con Aníbal "Pocho" Yannibelli, quien tiene su local dedicado al rubro desde hace más de cincuenta y cinco años. En su taller se dedican a la alineación, balanceo y mecánica en general. Hoy cuenta con la ayuda de su hijo y empleados. Aquí su historia.

25 de febrero de 2024

"El taller lo puse en septiembre de 1966. Primero con mecánica, al año y medio logré comprar el alineador y puse servicio de alineación y balanceo. Después, con los años, la situación fue cambiando y fuimos agregando distintos servicios, hoy también hacemos mecánica en general, tren delantero, colocamos equipos de GNC, hacemos las obleas, vendemos alguna cubierta", nos cuenta Aníbal "Pocho" Yannibelli.

-¿Se inició solo en la actividad?

-No, arranqué con un socio, que era jefe de la Fiat cuando Mauricio Franco tenía ese local en la avenida Mitre. Se llamaba Orlando Goyeneche. Al año, él tenía un transporte de diarios y se puso el taller y ahí yo quede solo. También me acompañó unos años mi hermano Oscar. Hizo el servicio militar en el '66, trabajaba en la agencia Ford, acá nos habíamos agrandado mucho, había mucho trabajo y se vino conmigo. Y más adelante se sumó mi otro hermano que manejaba la parte de contabilidad. El primer empleado fue Daniel Dispinsieri, que vivía a la vuelta de casa. Yo vivía en Necochea 1116 y él vivía en Rivas casi Necochea; era muy amigo de mi casa, iba siempre los domingos a comer ravioles. Cuando terminó el colegio me preguntó si podía ayudarme en el taller. Estuvo un año y pico hasta que vino Mario Vásquez, el representante de FIPAT de la zona que me vendió el alineador, en ese entonces yo tenía taller en Guamaní 531, y como nosotros conocíamos el trabajo y en IMA de Lamadrid -que también habían comprado el mismo alineador- y el muchacho que lo operaba se había ido, me preguntan y le ofrecen a Daniel si quería operar la máquina. Le fue muy bien, después se puso su taller y se quedó a vivir allá, muy buena persona. Después, en el '69 vino un muchacho, Carlitos Vidal, que trabajaba en una estación de servicio de la ruta 3 y 226. El padre, que estaba en Neuquén, había sacado 6 millones de pesos en la lotería, me preguntó si le enseñaba a alinear y balancear, estuvo viniendo y después se puso un taller en Neuquén. Le fue muy bien y hoy ya está jubilado. Llegamos a tener cuatro o cinco empleados, había mucho trabajo. Con los años, con la crisis del 2001, se fue achicando y hoy están mi hijo, también Alfredo que hace la contabilidad y unos muchachos que vienen algunas veces en la semana a ayudarle.

-¿Usted era el único que alineaba y balanceaba en Azul?

-No, en calle Mitre casi Cáneva estaba José Conte. Fuimos los dos que empezamos por la misma época. La gente en esos años iba a Olavarría a alinear, a lo de José Francia, era muy famoso en esa época. En Azul fuimos los primeros.

-Me decía que el taller estaba ubicado en otro lugar que nos es el actual...

-Claro, estuve en Guaminí 531, estuve hasta año '74 o 7'5, que logré hacer esto. Desde ese momento estamos acá, en Burgos 1100.

-Lleva más de cincuenta años en el rubro, ¿qué cosas han cambiado?

-Sí, llevo 58 años. Ya prácticamente los dejo a ellos, estoy todos los días acá, alineo algún auto, dejo que los muchachos trabajen. Ruego que le vaya bien al Presidente nuevo que tenemos; no por mí, sino para mis hijos, mis nietos, las generaciones que vienen detrás, que puedan ver una Argentina como vi yo. Del año '66 al '74 o '75 me hice mi casa y medio taller, trabajaba mucho pero pude hacerme tranquilo mi casa. Llegaba tipo 9 al taller, cortaba al mediodía, a la tarde tipo 15:30 volvía y nos quedábamos hasta terminar el último auto. Por ahí en verano se hacían las diez de la noche. Uno trabajaba y rendía ese trabajo.


"Si uno quiere, todos los días aprende algo", afirma Aníbal Yannibelli. En la foto, observa los trabajos de alineación en su taller. NICOLÁS MURCIA

-¿Ha cambiado algo en cuanto a los clientes desde aquellos años a esta etapa?

-No, en general de aquellos que venían, hoy vienen sus hijos o nietos. La gente se recomienda entre ellos, es nuestra mejor publicidad. Saben que si dejan el auto, yo se los atiendo como si fuera mío. Eso lo aprendí de mi padre. Lo que cambió es que cuando traen un auto preguntan mucho cuanto va a salir, le hacemos el presupuesto y ahí deciden si lo hacen. Te doy un ejemplo: hace año y medio le cambié las gomas a mi auto, de marca francesa y las pagué 90 mil pesos. El otro día vino un cliente y quería ponerle las mismas: ahora valen 405 mil pesos. Voy a buscar repuestos y me asusta, imagínate cuando se lo comunicamos al cliente. Hay que tener mucho cuidado con los precios, las boletas se abultan mucho con los precios de los repuestos, es preferible sacrificar un poco mano de obra y que ese cliente quede satisfecho. Son tiempos difíciles. El año pasado, veníamos de pandemia y se trabajó muy bien. Preferimos cobrar un poquito menos pero tomar el trabajo. La mejor propaganda es que el cliente se vaya satisfecho y te recomiende.

Respecto a lo que se dice a veces de ciertos mecánicos que le manifiestan al cliente haberle colocado un repuesto al auto que después efectivamente no colocaron -pero cobraron como si lo hubiesen hecho-, Pocho Yannibelli refirió que "yo le aseguro que en la boleta que le damos, todos los repuestos están puestos en el auto. A veces en el apuro, hemos cambiado algo que tenemos en el taller y al final del día te das cuenta que no lo anotamos y no se lo cobramos. Eso nos ha pasado, pero nunca demás. Nosotros elegimos este camino: se avanza lento, pero se llega. El otro camino, se anda rápido pero al final se termina...

-¿El oficio lo aprendió de su padre?

-Sí, mi padre era una persona muy prolija. Te cuento mi historia: terminé sexto grado en la vieja escuela 28, de la calle Pellegrini y General Paz, y mi padre me preguntó si quería estudiar o trabajar. Yo quería trabajar. Me dio todo diciembre de vacaciones y el 2 de enero me tenía que presentar en ROAS, que estaba en la calle Mitre. Él trabajaba allí. Me dijo: "Vos vas a ir a aprender, no vas a trabajar, no vas a cobrar". Te imaginás, cuando llegó el 20 de enero y me dieron el sobre con dinero, me estaban pagando 120 pesos, aún lo tengo guardado el sobre. Ese fue mi primer sueldo. Mi padre fue segundo jefe de la Ford y me enseñó a ser prolijo. La persona prolija en la vida triunfa, podes ser más inteligente pero si no sos prolijo no llegas lejos. Yo estuve cuatro años en ROAS. Mi padre, muy inteligente, me fue paseando por todas las secciones para que aprenda de todo un poco, alineación, motores, de todo un poco.

Las anécdotas llegan como bocanadas y Pocho recuerda con mucha precisión cada detalle. Refiriéndose a las competencias automovilísticas, recuerda que Rodolfo Regatuzzo era el preparador del auto de Pedro Álvaro, que corría en Volkswagen. "Puso taller en la Ruta 3, me llevo con él y fui aprendiendo de él también, otro tipo con mucha prolijidad. Un día cae Alfredo Arístegui, de Cacharí, que quería que le preparara el auto para esas carreras que se corrían acá, que eran zonales, y lo acompañé en cuatro carreras. De ahí pasé a Casa Azcona. Ellos tenían 26 autos, de los cuales 14 o 15 eran Volkswagen. Eran los autos que salían al campo, estuve ahí casi un año; después me fui cerca de un año también con el Negro Paradiso, que era muy buena persona. Después ya puse el taller".

-¿Qué cuestiones rescata de esos momentos?

-Como te digo, la prolijidad. A veces un trabajo en vez de llevarte una hora te lleva tres o cuatro; hay que tener paciencia, porque ese tiempo que uno cree perdido, en realidad, es algo que está aprendiendo: la próxima vez que recibas un auto con las mismas fallas vos ya sabés, porque te deja una enseñanza. Es un tiempo aprendido para uno, es saber. Uno va aprendiendo todos los días. Si uno quiere, todos los días aprende algo.

-¿Alguna anécdota que lo haya marcado?

-En el año '74 o '75, con el Rodrigazo, la nafta valía 2 pesos y de la noche a la mañana pasó a valer 6 pesos. Ese día no vi ningún auto. Yo alineaba ocho o diez autos por día. Salía por la avenida Pellegrini a probarlos y no veía autos. Eso me quedó marcado.

Por último "Pocho" Yannibelli repasa la actividad actual: en el taller realizan cambio de aceite y filtros, alineación y balanceo de ruedas, reparación de frenos y embragues, cambio de neumáticos, reparación y mantenimiento de la transmisión, diagnóstico y reparación de fallas electrónicas, revisión y reparación de sistemas de aire acondicionado. Utilizan herramientas y equipos de última generación para garantizar que todos los trabajos que realizan sean de la más alta calidad.

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