3 de septiembre de 2023
Sobre el cuadrilátero ambos boxeadores supieron despertar grandes emociones en los azuleños que lo acompañaron y lo siguieron a cada lugar donde se presentaban, ya sea de manera presencial o por radio.
Por Juan José Zurro - Especial para EL TIEMPO
Muchos azuleños y aficionados de la región disfrutaron de varias veladas que tuvieron como protagonista a los representantes locales, como Nazario Peralta y Carlos Pouyannes. Es por eso que hay varias historias que muchos recordarán con algún brillo en los ojos.
"Un sportsman irrepetible"
El primero en subir al cuadrilátero será Agustín Nazario Peralta, quien fue una figura muy importante del deporte azuleño, ya que no solo fue boxeador y entrenador de varios boxeadores, sino que también se destacó en la práctica de vuelo a vela y en el automovilismo.
Peralta nació el 4 de mayo de 1908 en el barrio La Colorada, de esta ciudad. Se casó con Gregoria Santiago y tuvo once hijos, el séptimo de los cuales (Juan Domingo Peralta, boxeador) fue padrino del entonces presidente Juan Domingo Perón en 1953. Otros dos de los muchachos se dedicaron también al boxeo: Nazario y Daniel.
Agustín Nazario Peralta comenzó a practicar boxeo en 1927 y se mantuvo activo por más de cinco años, colaborando en la preparación de Lino Páez. Tuvo como rival, en esa época, al destacado José Spadavecchia.
Después de 1937, tras la visita a Azul de Otto Hans, quien cobró popularidad tras cruzar el Río de la Plata en planeador, Peralta practicó el vuelo silencioso desde 1938 hasta 1943, mientras que en 1941 se animó al automovilismo. Más tarde, en 1945 también se destacó en pelota a paleta y en otro deporte más: el polo. Luego, Peralta retomó su pasión por el boxeo y fue entrenador de varios boxeadores locales. Tuvo un gimnasio en su casa, en la calle Libertad 290.
Falleció a fines de febrero de 1975 a los 66 años.
Algunos de sus hijos se dedicaron al boxeo. Ellos fueron Nazario, Daniel (fallecido en forma temprana por el "mal de los rastrojos"), Juan Domingo Peralta (asesinado por una puñalada en el pecho) y Alfredo.
Pouyannes dejó otra huella que no se borra
Tres apariciones muy importantes para el boxeo azuleño durante los últimos años de la década del '70 fueron Carlos Pouyannes, Norberto Oliveto y Carlos Ponce. Estos boxeadores fueron marcando su rumbo con importantes actuaciones como amateurs y luego como profesionales, y llegaron a pelear en el mítico Luna Park. Fue la época de oro no solo del Luna Park, sino también del boxeo argentino. Era el año 1976, y hubo tres campeones del mundo al mismo tiempo: Miguel Castellini (mediano juniors), Carlos Monzón (mediano) y Víctor Galíndez (medio pesado).
La historia de Pouyannes nace en la calle Malvinas. Allí cerca de su casa, en la intersección de las calles San Martín y Comercio, se juntaba la barra de sus amigos que tanto lo siguieron en sus comienzos.
Una foto publicada en el Diario El Tiempo del 12 de diciembre de 1964 lo documenta. En ella, en pose de guardia, con su bata y los guantes puestos, Pouyannes está rodeado de amigos y seguidores. En total son veinte, y entre ellos se destaca la presencia de Adolfo Cepeda ("la Vieja"), gran figura del fútbol azuleño, y "Pipo" Tornabene, quien en ese momento se destacaba como futbolista local.
Después de barrer a un sinfín de boxeadores locales y regionales en el campo amateur, donde se enfrentó, entre otros, al gitano Rimosky (futuro crédito nacional en los medio pesados), Pouyannes consiguió la licencia profesional en agosto de 1968, en un trámite realizado por su mánager José Vena.
El representante local fue un gran animador en la exhibición que hizo Oscar "Ringo" Bonavena en el gimnasio de Alumni Azuleño cuando visitó esta ciudad. En aquella memorable jornada, Pouyannes hizo un par de rounds con el popular boxeador.
A los 23 años, Carlos Pouyannes debutó en el profesionalismo empatando con Víctor Hugo Frutos en Olavarría el 18 de abril de 1970. Cuatro meses más tarde, se volvería a enfrentar a Frutos en la misma ciudad, pero perdería por nocaut. Fue un duro comienzo de la campaña profesional para "el Torito de Malvinas", quien supo siempre demostrar guapeza y entereza en el ring. Fue así que un mes después, en Azul, sumó su primer triunfo frente a Carlos Santagada.
Situación excepcional la de Pouyannes, a quien, tras anotarse un triunfo categórico frente a Luis Colen en el Luna Park, como preliminares de Víctor Etchegaray, se le presenta la oportunidad de pelear frente a Avenamar Peralta. Prueba de fuego y de peligro, ya que si comparamos en ese momento la poca experiencia de Pouyannes en el profesionalismo con el récord de Avenamar (más de setenta peleas como profesional para ese entonces), se podría decir que fue una gran muestra de valor y de guapeza la del azuleño en subirse a un ring en esas condiciones.
El combate programado con fecha 15 de enero de 1972 en Tandil, que albergó una gran cantidad de público por la atención que supo acaparar en la zona los días previos, terminó de mala manera. El árbitro del combate, Sagrera, en el octavo round, al ver la poca actividad de los boxeadores, que no intercambiaban golpes, se vio obligado a suspender la lucha. Ya en los rounds anteriores había llamado la atención de ambos boxeadores ante tan poca acción. Una pena para el público, que había llegado en multitud a ver el combate. Los organizadores retuvieron las bolsas de ambos púgiles hasta tanto el caso fuera consultado con la Federación Argentina de Box.
Después de este combate, Pouyannes hilvanó dos victorias consecutivas durante 1972 ante un mismo rival: Gabino Bay. Ambas peleas fueron en Olavarría y por puntos.
Tras un parate de cuatro años en su carrera, el azuleño lanzó su campaña profesional ganándole a Carlos Araujo por nocaut en Azul en febrero de 1978. Para ese entonces, el boxeo azuleño contaba con otro pugilista destacándose en el profesionalismo. Se trataba de Antonio Norberto Oliveto.
El placer de pelear en el Luna Park
El 13 de mayo de 1978 a Pouyannes se le presenta otra importante oportunidad en el mítico estadio conocido como Luna Park. El representante local se enfrentaría al entrerriano Juan Domingo Suárez, "el Bombardero del Federal", quien estuvo invicto en seis peleas. Este duelo fue la preliminar del combate entre Miguel Ángel Castellini y Camilo Gaitán. Junto con el boxeador azuleño viajó por vía ferroviaria su entrenador José Vena. También lo acompañó en su esquina Octavio Andrada. El presidente del Club Vélez Sarsfield, Pedro Osan, junto con los miembros de la Comisión Municipal de Box, Marcelo Alaimo y Darío Hipólito, viajó en un micro repleto de simpatizantes hacia el Luna Park.
El combate Pouyannes-Suárez fue el de Semifondo. Al iniciar la pelea y luego de un minuto de estudio, Suárez mandó a la lona a Pouyannes luego de alcanzarlo con una derecha a la cabeza. El azuleño se incorporó inmediatamente, pero el juez le concedió ocho segundos de protección.
En el tercer asalto, el azuleño, con toda su potencia, logró llegar a la humanidad de Suárez y lo hizo trastabillar. Sin embargo, Suárez se recuperó y en el cuarto round, tras una andanada de golpes, volvió a derribar a Pouyannes, quien se levantó, pero esta vez muy sentido, lo que obligó a sus segundos a arrojar la toalla. Una derrota inapelable, pero con la marca de haber dejado todo arriba del ring.
Pouyannes demostraba que en el Luna Park podía pelear contra los mejores, dando y recibiendo, pero dejando todo. El gran comentarista Horacio García Blanco ("el Gordo"), cerrando su opinión sobre la pelea, dijo del azuleño lo siguiente: "Pouyannes, un boxeador raro, heterodoxo, que jugaba toda su chance a una sola mano, pues presentaba su guardia desmañada, con los brazos bajos y ofreciendo blancos propicios a los poderosos golpes de Suárez".
Otra vez Suárez
Juan Domingo Suárez apareció en su camino una vez más. El combate a modo revancha fue realizado en Resistencia, Chaco, y fue un triunfo de Suárez por nocaut en el quinto round.
Lo destacado de la campaña de Pouyannes desde el principio hasta el final fue la calidad de los rivales a los que se enfrentó: hasta abril de 1979 hizo once peleas, y en ellas estuvieron Avenamar y Suárez dos veces.
Esa forma de programar peleas duras fue una característica primordial hasta su retiro: durante la segunda mitad de 1979 Pouyannes enfrentó a Hugo Arce Rossi, invicto en nueve presentaciones, con quien perdió de visitante en La Plata. Le ganó en Mendoza a Juan Ibáñez, perdió contra el campeón argentino y sudamericano de la categoría Semipesados, Abel Celestino Bailone, en Río Tercero por puntos y cerró el año cayendo por nocaut ante Pedro César Duarte, quien tenía más de treinta peleas en Dolores.
De aquel combate, el campeón Bailone recordó que "la propuesta vino de parte de las autoridades del Club Fábrica Militar Argentina, de la ciudad de Río Tercero, Córdoba, quienes solicitaron mi presencia en esa ciudad. Ya que nací en la zona rural de Almafuerte, una ciudad a 15 km de Río Tercero. La elección del rival fue por una gestión del promotor del Luna Park, Juan Carlos 'Tito' Lectoure".
"Combatimos el 10 de agosto de 1979, yo no arriesgaba el título argentino, ya que el desafiante, homologado por la FAB, era Juan Domingo Suárez (primero en el ranking), con quien nos enfrentamos el 13 de octubre de ese año en el Luna Park, y esta pelea con el boxeador de Azul me servía de preparación", indicó y agregó que "Carlos Pouyannes tenía un lugar privilegiado en el ranking de la Federación Argentina de Boxeo. Combatimos a 10 rounds y sólo gané por puntos en fallo unánime. Pouyannes resultó un rival duro, difícil, complicado. Tenía un físico privilegiado para medio pesado; alto, fornido, de fuerte pegada".
"Luego del festival boxístico, hubo una cena donde compartí mesa con Pouyannes, su entrenador y un ayudante. También estaban mi mánager y algunos de mis familiares residentes en Almafuerte y Río Tercero", detalló Bailone.
Nazario Peralta fue un destacado boxeador de Azul. En esta disciplina también continuó como entrenador.
Más peleas que sumaron a su historial
La actuación más destacada de Pouyannes en el profesionalismo fue, tal vez, el empate que se adjudicó en San Miguel de Tucumán el 13 de octubre de 1978 frente al mexicano Rubén Zamarro, quien medía 1,90 metros de estatura. Este último pugilista recurrió a numerosas infracciones para frenar al azuleño, quien prosiguió con su plan, el cual fue demostrar ritmo y guapeza para llevarse la victoria. Al decretarse el empate todo el público presente en el Club Villa Luján despidió con una ovación a Pouyannes, quien demostró con los brazos en alto el reconocimiento de la gente.
Pouyannes se anotaría una victoria ante su público en Azul. Fue en diciembre de 1978, cuando derrotó al santafesino Enrique Cardoso en el gimnasio de Vélez Sarsfield. Allí, el dominio abrumador del azuleño hizo que su rival vaya a la lona dos veces y abandone el match al comienzo del cuarto round. En la pelea de Semifondo, Jorge Farías, el marinero oriundo de Entre Ríos que vivía en Azul, perdió su invicto frente al representante del Club Unidos de Pompeya, Julio Pérez Sánchez.
Juan Domingo Suárez sobre Pouyannes: "Él siempre iba para adelante"
Finalmente, la carrera de Pouyannes terminaría en 1980, con dos duras derrotas contra consagrados boxeadores a nivel nacional. La primera fue en marzo y Mendoza, donde peleó contra Jorge Juan "Violín" Salgado, y un mes más tarde en Mar del Plata, terminó siendo derrotado por tercera vez por Juan Domingo Suárez, quien lo volvió noquear, como lo hizo en las dos anteriores.
Su verdugo Suárez, expresó que "fueron tres peleas de las cuales recuerdo el aguante de Pouyannes, ya que lo noqueé en todas ellas, pero él siempre iba para adelante, aguantando todo. En esa época Lectoure quería que yo peleara muchas veces, así sumaba rivales a mi récord".
"Con el azuleño peleamos en tres lugares diferentes y las tres peleas duraban cada vez menos, en la última llegué a cortarle en un ojo. Mucho aguante, Pouyannes", describió.
Ese fue el fin de una carrera profesional destacada por varias cualidades: el fuste de sus rivales, la guapeza para ir de visitante a distintos puntos del país y el aguante para seguir adelante dejando bien parado al boxeo azuleño ante semejantes contrincantes y escenarios.
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