7 de junio de 2022
La historia de cómo nació una vocación a partir de la búsqueda de una forma de generar un ingreso económico adicional.
Por Ángel Raco (*)
En la segunda mitad de la década del '70, luego de finalizar el Servicio Militar, me reintegré al trabajo que tenía en una obra social, que me había sido reservado por mis patrones.
Por esos años estaba de novio y como se usaba, de a poco se iban comprando algunas cosas "para ir teniendo", para darle forma a la idea de hogar que se tenía.
Fue entonces que mi tío Fernando Fortunato, a quién le pregunté si no sabía de "algún laburito para hacer un 'mango' más", me dijo que él -además de trabajar en un banco- aprovechando que le gustaba el fútbol iba los domingos a cubrir partidos para el Diario EL TIEMPO y que también lo hacía para la emisora local.
"Si querés hablo con Mario Vitale, que está en el diario y en la radio a ver si te puede dar una mano", me dijo mi tío, a lo que le respondí que sí. A mí me gustaba el deporte -sobre todo el fútbol- y me "defendía" escribiendo a máquina.
Mario aceptó, mi tío me acompañó, hablamos con él, me explicó qué era lo que debía hacer y ahí arranqué.
Los comienzos
Con una Lettera 22 que era de mi hermana -se la pedí prestada- se inició mi rebusque. Con mi aventura "periodística" comenzaron mis idas al diario a llevar los comentarios y de tanto frecuentar el lugar se me hizo familiar, sumado al buen trato de los muchachos de la Redacción.
En ese tiempo, el edificio estaba en plena remodelación y ampliación, por lo que la Redacción funcionaba por la calle Burgos, donde actualmente está la Dirección.
Escritorios grandes, de los antiguos, estaban acomodados como se podía en el lugar donde también estaba la radio-teletipo, por donde llegaba la información de las agencias de noticias nacionales e internacionales (los llamados "cables").
Al fondo del salón, Juan Miguel Oyhanarte timoneaba el barco donde "navegaban" Carlos Comparato, Mario Vitale, Miguel Correa, Rubén Boggi, Miguel Toledo, Elva Gratas y Rodolfo Monterroso, entre otros. También, algunos que iban ocasionalmente, como eran mi caso o el de Rogelio Cavellino (por aquel entonces corresponsal en Saladillo), Juan Lambusta, Gustavo "Chapu" Scalcini y Fabián Sotes (actualmente a cargo de la Sección Policiales y Judiciales).
"Pirucho" Giarrusso llevaba información de tribunales y estaban otros que lo hacían desde las diferentes localidades de la zona.
Paralelamente, la Redacción se aproximaba a un recambio, ya que algunos de los periodistas se estaban yendo en busca de otros horizontes. Algunos se fueron a otra ciudad, mientras que otros hasta cambiaron de provincia y así se fueron generando "huecos" que hubo que ir completando.
"¿Te animás?..."
Ante esos movimientos, y como yo ya era conocido -también, por compartir con el director Alfredo Ronchetti la pasión por el ajedrez-Vitale me preguntó si me interesaba trabajar en la Redacción en el horario nocturno debido a que durante el día tenía otra actividad laboral.
Acepté la propuesta y entré a prueba para hacer la parte de "cables".O sea, corregir y seleccionar lo que llegaba por la teletipo para después mandarlos a tipear y publicar.
La verdad es que me empezó a entusiasmar lo que hacía, ya que me sentía muy a gusto.
En octubre de 1986 fui confirmado como periodista de EL TIEMPO.
A todo esto, se iba terminando la planta alta y la tecnología ganaba terreno en algunas áreas del matutino.
Las linotipos "fueron", la teletipo dejó paso a la computadora, el offset reemplazó al formato "sábana" (hoja grande) y se incorporó una máquina de radiofotos.
También ingresaron nuevos periodistas y volvió Carlos Comparato, editor (nochero) a quien yo secundaba en el cierre del diario. Estuvo hasta 1996.
Después quedé solo para el cierre cuando Carlos se fue, hasta que comenzaron a llegar por Internet desde la agencia las páginas de información general ya hechas -sólo había que bajarlas-, dejando "vacante" la Sección de Información General.
La reconversión
Cuando se reestructuró la Redacción, ya no había cables y las páginas -tal como ya dije- venían hechas desde la agencia de noticias, por lo que pasé a la Sección Locales.
En cierta forma para mí significó un cambio abrupto, debido a que hacer una entrevista o cubrir un evento no es igual a corregir en un cable faltas de ortografía. Además, incursionar por la actualidad local para redactar una información no se asemeja a poner algo que ocurrió en otra ciudad o provincia.
De esa manera, aprendí a preguntar y repreguntar; a conocer de las personas antes de entrevistarlas para saber qué preguntarles. Y en esta nueva faceta laboral fue que tuve el inmenso honor de hacerle un reportaje al ex presidente Raúl Alfonsín, al ensayista y poeta Santiago Kovadloff, a legisladores y otras personalidades que me enriquecieron personalmente y me llenaron de satisfacción.
Periodistas
Ahora que el tiempo pasó, que del rebusque hasta este presente transcurrieron más de 40 años, quiero rescatar las vivencias de ese tiempo realmente hermoso y quiero valorar a todos los que me rodearon y me acompañaron a lo largo de los años, ayudándome y haciendo que fuera fácil lo difícil.
Es imposible nombrarlos a todos, porque se corre el riesgo de omitir a alguien; pero en mí permanece vivo el recuerdo de todos aquellos que formaron parte de mi vida. De los que están y de quienes ya partieron.
En esta fecha tan cara al sentimiento de quienes abrazamos esta profesión con honestidad y dedicación, debemos recordar siempre que el diario no es nuestro sino de los vecinos, que nosotros somos la voz de la comunidad y que nos debemos a la gente.
Gracias
Con el correr de los años, esta profesión pasó poco a poco de ser una forma de llevar un peso más a mi casa a convertirse en algo esencial en mi vida. Una pasión que aún hoy me sigue atrapando.
Por eso, comenzando por mi tío; siguiendo por Mario Vitale-quien me dio la oportunidad y me acercó al diario-; por Juan Miguel Oyhanarte -que votó por mi aceptación en el plantel del matutino- y el director Alfredo Carlos Ronchetti, que me dio el empleo y me brindó toda la confianza, es necesario este agradecimiento. También lo hago extensivo a todos los que fueron y son mis compañeros, quienes me apoyaron y me ayudaron a lo largo de todos estos años que compartimos, generando una relación de amistad que va más allá del trabajo y me hizo sentir que soy parte de ellos y, con el transcurrir del tiempo, también periodista.
(*) Actual miembro de la Redacción de EL TIEMPO
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