25 de diciembre de 2022
Fue secretario de Documentación y Procesamiento de Datos de la CONADEP, durante los nueve meses que trabajó la comisión creada por el presidente Alfonsín para determinar qué había ocurrido en nuestro país durante la última dictadura. En una entrevista con este diario, Salvador sostiene que el Informe Nunca Más "tiene que ser un sinónimo de la democracia". Además, "fue la base procesal que utilizó la justicia" para condenar a las juntas militares responsables del mayor genocidio en la historia argentina del siglo XX. "Se empezó a formalizar la idea de 'desaparecidos', que antes de negaba, o se negaban a hablar de ese tema y de todas las atrocidades" que pudieron ser documentadas. A continuación, la entrevista exclusiva con un hombre clave de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
Más allá del aspecto artístico, si algo tiene la película "Argentina, 1985" (2022, dirigida por Santiago Mitre) es el hecho de haber exhumado de la memoria colectiva el proceso judicial a las juntas militares que violentaron derechos humanos durante la dictadura cívico-militar del período 1976-1983. Y no sólo en el plano nacional, sino también internacional, toda vez que el filme sigue cosechando laureles en diversas instancias y festivales de cine. En definitiva, el mundo se asombra, se conmueve e indigna (nuevamente) ante el hecho. Las nuevas generaciones, se aproximan a lo ocurrido, por primera vez en la vida y, en algunos casos, dispara la necesidad de conocer más. Así, las nuevas tecnologías, les permite el acceso directo a un conjunto de materiales fundamentales, contextuales. Entre ellos, el pdf de un libro en particular. "Nunca más" es el título, disponible en las librerías virtuales de libre acceso. Y en las secundarias, donde a menudo se evitaba o se pasaba livianamente por estos sucesos atroces ocurridos en Argentina, se volvió a poner en valor la temática. Porque, esta vez, fueron los estudiantes quienes comenzaron a preguntar.
Pero, dejando el celuloide por el momento, es necesario apuntar que todo tiene un origen. Y EL TIEMPO tuvo una oportunidad inmejorable en las últimas horas, al poder entrevistar a Daniel Salvador durante su reciente visita a Azul. Llegó para acompañar al azuleño Luis Miralles en la presentación del libro "Alfonsín visto por sus contemporáneos", del cual nos hemos ocupado en varias ediciones.
Era abogado Daniel Salvador y tenía treinta años cuando lo convocó Raúl Alfonsín, recientemente electo presidente en 1983, para hacerse cargo de la Secretaría de Documentación y Procesamiento de Datos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), creada por Alfonsín a los pocos días de su asunción como presidente del país.
Es precisamente en el Capítulo Capítulo IV del informe Nunca Más (septiembre de 1984), donde se expresa claramente el objetivo de su creación. "Enfrentar sin retaceos el tema de la desaparición forzada de personas en la República Argentina y determinar lo sucedido con las víctimas constituyó una de las grandes tareas del resurgimiento de la democracia; el presupuesto inexcusable de la primera gran reparación que la sociedad requiere: recuperar para si la verdad de lo acontecido, 're-encontrar' su pasado inmediato y someterlo al juicio de la comunidad, reestablecidas ya sus instituciones fundamentales".
En el Decreto 187 del 15 de diciembre de 1983, por el cual se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, no hace más que plasmar cuál fue el objetivo para Alfonsín: "La cuestión de los Derechos Humanos trasciende a los poderes públicos y concierne a la sociedad civil y a la comunidad internacional".
La CONADEP
En cuanto a la CONADEP, se planteó como objetivo, según refleja el capítulo antes citado, "intervenir activamente en el esclarecimiento de los hechos relacionados con la desaparición de personas ocurridos en el país, averiguando su destino o paradero como así también toda otra circunstancia relacionada con su localización. Recibiría denuncias y pruebas sobre esos hechos para remitirlos a la justicia cuando de ellas surgiera la comisión de delitos. La misión encomendada no implicaba la determinación de responsabilidades. La justicia, receptora del material logrado por la Comisión en sus investigaciones y procedimientos, sería la encargada de delimitar responsabilidades, y decidir sobre los culpables".
"Nosotros conformamos la comisión, con todas personalidades que se conocen, de distintos ámbitos, intelectuales, del periodismo, de la Medicina, de la religión", explicó Daniel Salvador a EL TIEMPO.
En efecto, en el Informe se indica que, para garantizar y afianzar la objetividad requerida, Alfonsín resolvió integrar la Comisión con personas de prestigio dentro y fuera del país elegidas por su firme actitud en defensa de los Derechos Humanos, así como por su representatividad en las distintas actividades del quehacer social. Convocó entonces a las siguientes personas para que llevaran a cabo con independencia sus funciones y con carácter "ad honorem": Ricardo Colombres, René Favaloro, Hilario Fernández Long, Carlos T. Gattinoni, Gregorio Klimovsky, Marshall T. Meyer, Jaime F. de Nevares, Eduardo Rabossi, Magdalena Ruiz Guiñazú y Ernesto Sábato.
"A mí me llama el doctor Alfonsín antes de asumir en el '83, después de que ganó la elección. Me dice que había tomado contacto con todas estas personalidades porque la idea era hacer una comisión, no una Bicameral -porque ya ahí se había generado, entre los organismos de derechos humanos, y en otros sectores que querían que fuese una Bicameral- sino una comisión de estas características, con un tiempo, y para que no esté partidizada, finalmente", afirmó Salvador, en diálogo con este diario.
Es decir, "que no sea parte del debate, sino que efectivamente se aboque no solamente a saber qué es lo que pasó, sino a transmitirlo. Y el sentido de la CONADEP fue justamente ese: con toda la verdad y explicarlo, contarlo, de tal manera que se tome conciencia de lo que había ocurrido en la Argentina, quienes lo ignoraban, quienes lo desconocían, quienes tenían miedo de saber qué era lo que había ocurrido".
Salvador apuntó otro aspecto central: "Porque Alfonsín partía de la idea de que, en esta oportunidad, el objetivo no era una vuelta a la democracia para sufrir al poco tiempo un golpe de Estado, sino que era democracia para siempre. Y para eso, él estaba convencido que había que terminar con la impunidad".
Claro está, "para eso, inexorablemente, no podía existir la comunicación ética que hubiese sido mirar para adelante sin observar los derechos humanos violados anteriormente".
Salvador admitió que "toda esa tarea de la CONADEP fue durísima, y se hizo en nueve meses. Lo que se hizo primero fue generar confianza, porque estamos hablando de un gobierno que recién se iba y que seguía estando en un montón de ámbitos del poder. Entonces era cuestión de generar confianza para abrir las puertas, que la gente se anime; porque hasta los propios organismos de derechos humanos tenían sus dudas también, pero esto podía ser algo que quedara en la nada. Y por eso fue importante, después de veinte a treinta días de funcionamiento, que se incorpore después Graciela Fernández Meijide".
Salvador explicó que "yo no provengo del ámbito de derechos humanos [sino de la UCR]-, pero Graciela sí. Ella tenía un hijo desaparecido y formaba parte de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, y ellos, en la Asamblea, habían resuelto no integrar la CONADEP, precisamente por todas esas dudas que tenían".
Finalmente, "Graciela tomó la decisión y se incorporó. Y la verdad es que fue un apoyo bárbaro, porque después gracias a ella pudimos conseguir otro tipo de personal más especializado para tomar los testimonios".
Los 5 secretarios
El 29 de diciembre de 1983, por unanimidad fue elegido presidente de la CONADEP el escritor Ernesto Sábato y, avanzando en el trabajo propuesto, "se originaron cinco Secretarías para encarar con efectividad los aspectos dinámicos de la Comisión, según la diversidad de asuntos", se indica en el Informe final:
1) Secretaría de Recepción de Denuncias, a cargo de la Sra. Graciela Fernández Meijide.
2) Secretaría de Documentación y Procesamiento de Datos, a cargo del Dr. Daniel Salvador.
3) Secretaría de Procedimientos, a cargo del Dr. Raúl Aragón.
4) Secretaría de Asuntos Legales, a cargo del Dr. Alberto Mansur.
5) Secretaría Administrativa, a cargo del Dr. Leopoldo Silgueira.
"En un principio -señala Salvador a EL TIEMPO-, quienes tomaban testimonios eran empleados de distintas áreas de gobierno que nos facilitaban; y escuchaban uno o dos testimonios, absolutamente desgarradores de gente que todavía tenía la esperanza de encontrar a sus familiares con vida. Era muy difícil dar respuesta a todo eso".
Sin dudas, "parte de recuperar la confianza era que esa gente [la que había estado en calidad de detenida-desaparecida y luego había sido liberada, en contados casos] se anime a dar testimonio. Así, de a poco se empezó. Arrancamos con un puñado de testimonios y después eran cientos de testimonios. Incluso vinieron dos aviones, desde el interior del país, todos bajo reserva de identidad. Gente que llegó específicamente para dar testimonio, y que quería testificar e irse; porque nadie tenía seguridad de que este [por el de Alfonsín] era un gobierno o una democracia que, efectivamente, se iba a quedar".
Salvador puntualizó que "esa fue una primera etapa, la de testimonios. Después, unir los testimonios, buscar características similares; ver dónde podían haber estado detenidos. Alguno que sabía un poco más y lo vinculamos. Entonces, más que una investigación individual fue por los que después denominamos "Centros Clandestinos de Detención" (CCD), de los que nosotros individualizamos arriba de 350. En el transcurso de esos nueve meses de trabajo, surgió esa denominación. En esos nueve meses, además, individualizamos no sólo unos 350 centros clandestinos de detención, e individualizamos más de 1300 represores. Todo esto a partir de testimonios, de inspecciones oculares que nosotros mismos hacíamos, tal como vinimos a Azul, fuimos a Córdoba, a Bahía Blanca, a Mar del Plata".
Armas y amenazas
"Más allá de la resistencia que nos ponían -continuó Salvador-, porque nosotros ya estábamos autorizados por el propio decreto presidencial y el Ministro de Defensa [Raúl Borrás], a ingresar, pero nos esperaban armados absolutamente. Y en algunos casos tuvimos que esperar que venga una orden del juez, que no hacía falta, pero así fue. Era entrar, te hacían entrar al principal despacho y tenían armas ahí. Cada dos por tres exigían medio formalmente que les enviemos los legajos, cosa que en ningún momento se hizo".
Salvador recordó que "nosotros funcionábamos en el Centro Cultural San Martín, de la ciudad de Buenos Aires. Fui a hablar con el hijo de [Leopoldo] Torre Nilson, Javier Torre Nilsson, que estaba al frente del centro cultural e, inicialmente, me dio una oficina; después terminamos en dos pisos", por el volumen documental recopilado.
Daniel Salvador admitió a EL TIEMPO que, en la primera etapa de trabajo de la CONADEP, "había exhumación de cuerpos, tumbas NN, todo eso que parece alejado de lo que realmente uno puede imaginar en cuanto a atrocidades, pero nunca a ese extremo, con robos de bebés". Y, ciertamente, "por primera vez en la historia argentina se hacía un trabajo de esa índole".
También reflexionó en torno a un aspecto central: "Acá fue una salida de la dictadura, sin acuerdos. Después lo que se logra, con el empuje que le pudo dar el gobierno de Alfonsín, pero que ya fue en Uruguay, en Brasil, en Chile, pero todo fue acordado, buscaron manera. En nuestro caso no".
Recordó que "acá lo primero que hace Alfonsín, en los primeros cinco días de gobierno, fue dejar de lado la Ley de Autoamnistía. Porque si esa ley seguía, no había juicio. Y no había película... [se sonríe, en referencia al filme "Argentina, 1985"]. Eso fue lo primero y se hizo en la primera semana de gobierno de Alfonsín: dejar de lado la autoamnistía, ordenar el procesamiento de los cabecillas de los grupos guerrilleros y de las juntas militares, la propuesta para modificar el Código Militar -cosa que, si el consejo supremo no actuaba, iba a ser la justicia federal, como finalmente ocurrió-, la creación de la CONADEP, todo ello entre el 10 y el 15 de diciembre de 1983".
Los logros de la Comisión
Salvador enfatizó que "toda esa tarea terminó con el informe del Nunca Más, que tuvo dos logros excepcionales: el primero fue que, más allá de la justicia, generó una condena moral. La gente, creyó. El que no sabía y el que no creía, supo y lo creyó; se perdió el miedo; y generó la indignación generalizada en la Argentina y en el mundo".
Del mismo modo, "se empezó a formalizar la idea de "desaparecidos", que antes de negaba, o se negaban a hablar de ese tema y de todas las atrocidades. Y haber podido demostrar que hubo un plan definido, un plan previo, que no fueron hechos aislados, sino que fue un plan sistemático y siniestro de secuestros, de interrogatorios, de muerte o de desaparición, robo de bebés, entre otros delitos. Todo eso está en el informe Nunca Más. Se le puso ese nombre en una reunión de la comisión. Todos escribimos parte de ese informe, porque en su mayoría es la recopilación de los testimonios, más todos los anexos y lo que fueron las inspecciones oculares, las exhumaciones, el aporte que nos hicieron los equipos de genetistas para poder identificar cuerpos, o directamente huesos".
Daniel Salvador mencionó que "también impulsó Alfonsín la firma del Convenio Interamericano de Derechos Humanos. Antes eso no existía y a partir de que se suma la Argentina, pasa a ser la violación de derechos humanos, crímenes de lesa humanidad".
Para el ex secretario de CONADEP, "el otro aspecto fundamental que generó el Nunca Más es que fue la base procesal que utilizó la justicia".
"Alfonsín partía de la idea de que, en esta oportunidad, el objetivo no era una vuelta a la democracia para sufrir al poco tiempo un golpe de Estado, sino que era democracia para siempre", aseguró Salvador. FOTO: NACHO CORREA
Ajuste de mecanismo
"Yo, en ese momento, tenía 30 años de edad y era abogado -recordó Salvador, durante la entrevista con este diario-. Mi vínculo con Alfonsín venía de la política. Recuerdo haber ido a la casa de Ernesto Sábato, si bien ya había hablado con Alfonsín, para presentarme y decirle que iba a estar a cargo de la parte de documentación y procesamiento de datos, comunicarle que nos empezábamos a reunir en el San Martín, hoy lo veo y... pero así fue. De tal manera que, cuando empezó a funcionar la comisión, en el caso mío yo ya tenía una relación construida de todos esos días, y de comunicaciones, y después poner en marcha primero siguiendo casos individuales, también vino gente que nos traía información intencionalmente equivocada, para desviar todo. Eso lo fuimos separando y llegamos a la conclusión, durante una reunión de comisión, que no había que avanzar por el camino de la individualidad, sino buscar similitudes; de declaraciones, de testimonios, de manera de hacer los interrogatorios, o ruidos de un ferrocarril, o que alguno veía ciertos azulejos, conectar todo eso y así surgió la idea de hacerlo por lo que denominamos Centros Clandestinos de Detención, que eran cuarteles, comisarías, en la mayoría de los casos".
Los interrogatorios realizados por la CONADEP "fueron fuertes, muy difíciles de superar. Por eso, en la primera etapa, en la que yo tomaba testimonios, llegaba destruido a mi casa. Después, cuando vino personal del Ministerio del Interior y de otros ministerios, que escuchaba a la gente que pedía por sus familiares, gente que tenía la esperanza de que su familia un día tocara el timbre y apareciera, dar respuesta para eso era tremendamente duro porque, a esa altura, nosotros sabíamos que la aparición con vida era el reclamo: "Toda la verdad, justicia y aparición con vida". Alfonsín se puso en "toda la verdad", que era la CONADEP, y en realidad la máxima justicia posible había que hacerla en una democracia que daba sus primeros pasos, en la que no todos acompañaron esa idea de dejar sin efecto la Ley de Autoamnistía. Y los militares, que seguían estando, en una situación distinta, estaba todo y eso llevó años, hasta no hace mucho. Siempre quedaron vestigios de todo eso".
No pasó por alto un aspecto relevante: "Además, no era que los militares estaban en los cuarteles, sino que estaban en todos los ámbitos de poder del país Y los países que nos rodeaban también estaban con fuerte presencia".
Salvador también dimensionó "la influencia que tuvo, en ese tiempo, la democracia sin negociar, que se dio en Argentina, no tiene precedentes. Y un juicio, como después se llevó a cabo, o un fiscal como [Julio César] Strassera y jueces federales, tampoco había precedentes. Eso fue único".
Azul, en espera...
En cuanto a si hicieron observaciones oculares, Daniel Salvador recordó que estuvo en Azul. "Sí, en el cuartel. Fue uno de los lugares en donde tuvimos que esperar, que no nos recibían, un día con una lluvia tremenda, y pudimos entrar a la madrugada del día siguiente...", detalló el ex secretario de CONADEP.
En cuanto al "debate" sobre la cantidad de casos de detenidos-desaparecidos en nuestro país, Salvador fue rotundo: "Para nosotros eso no es ningún problema. Lo que pusimos en el Informe es lo que registramos y lo que documentamos en esos nueve meses, que fueron alrededor de 8.700 casos. Después, cuando se habló de 30.000, ese no es un debate con nosotros. Nosotros tuvimos 8.700 y fue lo que le dimos a la Justicia, pero no entro en debate con los organismos [de derechos humanos] porque ellos tienen sus motivos. Nosotros, el informe que entregamos al doctor Alfonsín, al cabo de los nueve meses, contiene todo eso: la individualización de los centros clandestinos, todo lo que pudimos recopilar. Antes no existía una subsecretaría de Derechos Humanos. Cuando terminó la CONADEP, Alfonsín la creó a la subsecretaría, que después pasó a ser secretaría".
El origen
Luego del Juicio a las Juntas del 85, ya en la nueva centuria fundamentalmente, se iniciaron otros procesos judiciales contra genocidas. Uno de ellos, por ejemplo, que el autor de este artículo cubrió para EL TIEMPO, fue el reconocido como "Megacausa". Sobre esos procesos, Daniel Salvador opinó que "todo tuvo un origen. Y el origen fue en 1983, una enorme decisión política, sostenida a rajatabla del presidente electo [Alfonsín], sosteniendo lo que había dicho en la campaña. Él había dicho: "Conmigo se termina la Ley de Autoamnistía y vamos por la verdad y la justicia".
En efecto, la que Salvador menciona como Ley de Autoamnistía es la Ley N° 22.924 denominada de "Pacificación Nacional", promulgada el 22 de septiembre de 1983. A través de ella, los responsables de la dictadura -autodenominada "Proceso de Reorganización Nacional"-, ante la posibilidad de ser enjuiciados por el gobierno democrático que lo sucediera, dictaron una amnistía sobre sí mismos y pretendieron sostenerla en el tiempo, para su salvaguarda ante los delitos perpetrados. Esa ley, de Autoamnistía, fue derogada por el presidente Alfonsín.
Salvador recordó que "el doctor [Ítalo] Luder, que encabezaba la otra lista [peronismo] sostenía que eso era imposible recuperar la democracia juzgando a los que nos entregaban el poder, por lo tanto, había que sostener la Ley de Autoamnistía. Esto fue y es así. No es ninguna construcción, están las propuestas de campaña de aquella época".
Por otro lado, Daniel Salvador dijo a este diario que "los nombres de la CONADEP fueron propuestos por el doctor Alfonsín y a su vez invitó a la Cámara de Senadores y a la de Diputados a integrarla con tres miembros cada una. En la de Diputados había tres radicales, pero porque no quisieron integrar los otros bloques. Lo hubiese integrado, por ejemplo, Augusto Conte, pero como pertenecía a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, en ese momento no se quiso integrar a la CONADEP. Pero, aunque no integró, él colaboró. Y en el caso del Senado, donde el gobierno de Alfonsín no tenía mayoría, no hubo representantes, porque no quisieron integrarse. Es un dato de una realidad".
Dos leyes que se cuestionaron
"La ley de Obediencia Debida y la de Punto Final llegaron después -señaló Daniel Salvador-. Ya en la campaña, Alfonsín hablaba de los distintos niveles de responsabilidad, pero es muy importante poner en claro [ya que siempre se lo endilgó como una "debilidad" de Alfonsín] el marco en el que se hizo, porque había una parte muy importante, incluso del electorado, que no acompañaron eso. La Obediencia Debida significaba los que habían dado las órdenes, los que se habían excedido, los que habían cumplido, pero se daba la alternativa para juzgar. Y el Punto Final era: hasta determinado tiempo, todas las denuncias pueden entrar, pero no era impunidad. Impunidad fue el indulto posterior, ya en tiempo de Menem. Las otras son leyes con las que se puede estar perfectamente de acuerdo o no, pero que respondían a toda una estrategia dicha de antemano, más allá de que hubo levantamientos militares, hubo presiones para que entreguemos los legajos, presiones para que ese Informe [Nunca Más] no salga, hubo amenazas, hubo violencia en el Centro Cultural San Martín en más de una oportunidad".
El ex secretario de CONADEP explicó que, "como estaba a mi cargo la documentación, que en ese tiempo fue todo un logro porque no había computadoras ni nada que permitiera ir más rápido, hicimos microfilmación de los legajos y los depositamos en una caja del Banco Nación, con la máxima seguridad que podíamos contar en ese momento. Porque, en más de una oportunidad, estaban las puertas del primer y del segundo puso del Centro Cultural San Martín rotas, los armarios grises que teníamos, también rotos. Ya ahí nosotros habíamos tomado algún tipo de recaudo sobre lo que quedaba allí y qué no podía quedar; aparte filtrar, para estas personas que venían a dar testimonio, hubiese sido letal, porque el tema para ellos era mantener el anonimato".
Con respecto a la intervención militar en ese tiempo de CONADEP, Salvador precisó que "para ese tiempo que nos llevó el trabajo, se había descartado el tiempo para que actúe la justicia militar, que tuvieron la oportunidad de hacerlo. No lo hicieron".
En cambio, "interviene la Justicia Federal y, a partir de allí, interviene el fiscal Strassera, otro gran personaje de la democracia argentina. Nosotros le entregamos todo a Alfonsín y él se los remite. De los casi 9 mil casos que nosotros teníamos, Strassera tomó setecientos y pico, y se basó exclusivamente en esos casos para hacer la acusación, siguiendo el debido proceso, con derecho de defensa, con todo lo que tenía la absoluta certeza de poder probar y de superar todas las instancias de apelaciones rápidamente. Y así lo hizo".
Remarcó, retomando un aspecto del filme "Argentina, 1985", que "esa es una parte que refleja bien la película, el armado de él. Pero la película tiene omisiones, tiene una gran virtud -yo la apoyo a muerte, porque trajo al presente un hecho que ya estaba como olvidado-, y también tiene algunas distorsiones. Así lo vemos quienes hemos estado en ese tema. Una distorsión es el rol que le dan al ministro [del Interior, Antonio] Tróccoli. Todo lo que hizo Alfonsín fue con el apoyo de su equipo. Los decretos estaban firmados por sus ministros. Cuando tuvimos problemas en Azul, en Bahía Blanca [que no permitían el acceso de CONADEP al cuartel de cada ciudad], yo lo llamaba al ministro Tróccoli. Le decía: 'Mire, Antonio, acá nos impiden entrar'. Él se enojaba, se escuchaba el golpe de la mano en el escritorio, y al rato nos abrían el paso en esos cuarteles".
También subrayó Salvador que "el Informe da pie para que Strassera tome los elementos que de ahí utilizó para hacer la acusación, pero además le dio un acompañamiento social, a esa altura, gigante. El Nunca Más tuvo ese impacto, que fue una condena moral y, a su vez, le dio pie para avanzar en la investigación y hacer la acusación fiscal".
En primer plano, Graciela Fernández Meijide y, enfrente, Daniel Salvador, junto al resto del equipo operativo de la CONADEP, en el año 1984. ARCHIVO CONADEP
"Nos marcó a todos"
En el plano más personal y con respecto a cuándo tomó conciencia de la significativa labor que desempeñaron en la CONADEP -más aún, el lugar que ello ocupa en la historia argentina-, Daniel Salvador dijo que "lo tomé, plenamente, porque uno es consciente de que, en nuestro país, desde el año 1930 hasta ahora pasamos por seis golpes de Estado, hasta el '83, y ahora vamos hacia cuarenta años de continuidad democrática. Yo particularmente, creo que llegué a comprender esa dimensión del logro obtenido, años después. En lo inmediato, seguimos relacionándonos -hoy la mayoría de ellos ha fallecido-, pero es un tema que nos marcó a todos. Y todavía lo sigo hablando con Graciela, siempre, porque tenemos una amistad, pero ella tiene una carga particular que la superó excepcionalmente que es la desaparición y muerte de su hijo, algo con lo cual convive. Y muchos de nosotros, que estuvimos al lado de Alfonsín, pudimos comprobar que era un demócrata nato. Y esa idea, no dejando sin investigar los derechos humanos que habían sido violados anteriormente y sin terminar con la impunidad, no iba a haber democracia para siempre. Y si uno ve todo lo que pasó desde ese momento hasta ahora, generó tal estado de conciencia por lo que había ocurrido, que fue por la actitud y la decisión política sostenida de Alfonsín, la tarea de la CONADEP, la acusación fiscal y la decisión de los jueces que, con el debido proceso, se animaron a condenar pese a todo tipo de presiones que hubo. Creo que eso logró todo un apoyo social y de decir, no, esto, Nunca Más".
Añadió que "sabemos que hay muchas cosas importantes, independientemente del gobierno, que requieren investigación. Uno siempre tiende a preservar el nombre de la comisión del Nunca Más. Lo quieren usar para ponerle a una comisión para investigar otra cosa, por ejemplo. Nunca más tal cosa; Nunca más tal otra. No, busquen otro nombre. Yo creo que el Nunca Más tiene que ser un sinónimo de la democracia. La verdad es fundamental".
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