Locales
30 de julio de 2021
Una integrante de la "familia tiempista" se nos fue. En la medianoche de este miércoles Rosa Restivo o "Blanca" Oyhanarte se fue al encuentro de Juan Miguel.
Había nacido en Azul una fría mañana del 30 de agosto de 1934. Hija de Santa Seminara y Jorge Restivo, compartió ese hogar junto a sus tres hermanos Armando, Antonia ("Ñata") y José ("Pepe").
Fue ama de casa de las de "aquellos tiempos", como se decía en ese momento. Siendo muy jóvenes los dos, contrajo matrimonio con el periodista Juan Miguel Oyhanarte y esa familia crió a su único hijo Horacio, en la esquina de Arenales y Guaminí.
A esta altura no estamos seguros de decir si ellos le dieron identidad a ese barrio o si la cuestión fue al revés. Pero para todos esa es "la cuadra de los Oyhanarte".
Gran trabajadora de la cocina, pero principalmente de la repostería, enseñó todo ese conocimiento en el Hogar del Buen Pastor. Allí fue faro y referente para las chicas que llegaban. En cada una de ellas supo poner su orientación y guía. Pero fundamentalmente, una ojera para escucharlas, y al instante, poner su corazón y toda su voluntad para ayudarlas, creando posibilidades para que, de las oscuridades que les hubiera tocado transitar a esas chicas, se convirtieran en oportunidades para reinventarse.
Más de una vez, cuando llegaba el viernes, algunas de las niñas que allí vivían se iban a "pasar el fin de semana a la casa de Blanca".
La corriente de confianza que ella y Miguel tejían para las chicas era, sin dudas, una alfombra mágica para empezar a pisar la vida desde una nueva mirada.
"Blanca" llegaba con amor... y con tortas para festejar sus cumpleaños: los de quince y todos los que cuadraran, porque para ella siempre fue fiesta celebrar en cada una el prodigio de haber nacido.
Eran otros tiempos.
Los que trabajamos en el Diario EL TIEMPO supimos quién era "La Gringa".
Más de una vez por día y en algún momento aparecía su nombre en la Redacción. Ya fuese por alguna torta de ciruelas (de su propia quinta) que mandaba a través de Juan Miguel o al final de cada jornada, cuando a eso de las diez de la noche mirábamos para afuera desde el primer piso del diario y, sobre calle Burgos, estaba parado el auto de "Blanca" esperando a Juan Miguel; a que cerrara su aporte del diario para, entonces sí, ir a cenar.
Era infaltable.
Todos sabemos que Juan Miguel vivió con pasión el ejercicio de esta profesión y que encontró en "Blanca" su aliada. Esa compañera incondicional de toda la vida y, principalmente, en los momentos difíciles.
Por eso sentimos que hoy despedimos a una integrante más de la "familia tiempista".
Sus momentos de familia eran los domingos. Después de almorzar, "Blanca" y Juan Miguel salían a pasear por la ciudad, ya fuera caminando -si estaba lindo- o en el auto.
Eso sí: de la recorrida Oyhanarte tenía "letra" para toda la semana en una de las secciones más leídas del diario: "Baldosas flojas".
Por supuesto, otro momento de encuentro eran las vacaciones de febrero en Necochea. El mes completo.
Por aquellos años -fines de los 80 o durante los 90- era Alberto Clavellino quien se encargaba de la Redacción del diario junto a Carlos Comparato, Marcial Luna o "Angelito" Raco años más tarde.
Esa fecha era intocable, porque coincidían con las vacaciones de Armando, el hermano de Blanca, y sus sobrinos de Gonzales Chaves.
Amante de su quinta y sus plantas, allí llegaba la primavera y todo comenzaba a tomar otro color.
En el paso del garaje hacia la cocina había que transcurrir por el patio y, para un lado y el otro, se mezclaban las plantas de ciruela con la de durazno, con flores y con todo lo que brotaba. Cualquier rinconcito era bueno para poner alguna semillita de la que, con el tiempo, se sabría qué podría ser. Y había buena tierra, porque era muy raro que nada creciera.
Llegaba el verano y los domingos bajo el parral del patio (mientras se calentaban las empanadas en la cocina) siempre era tiempo propicio para poner una mesita, tomar un vinito tinto, leer EL TIEMPO y hablar de cosas cotidianas: preguntar por Normita, Laurita, Luisa y Elva, Gladys, su vecino Juan, sus primas, sus sobrinas y sus sobrinos, la Tita y Tito, el almacenero de la esquina, la recordada Amelia Corral o sus hijas del corazón.
Breves historias de familia, de "La Gringa", de "Blanca" Oyhanarte...un pedacito de mí.
Luis Librandi
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