OPINIÓN
2 de mayo de 2021
Por Agustín Scalcini de la Redacción de Diario El Tiempo
Con la pandemia de COVID-19 como gran telón de fondo la gran mayoría de las azuleñas y azuleños seguimos siendo meros espectadores de una pesadilla que ya lleva más de un año y que lamentablemente por ahora, parece no tener una fecha de caducidad cierta, más allá de la esperanza que podamos abrigar cada uno de nosotros y colectivamente, en la vacuna. No destacar en fechas como estas el carísimo y altruista rol que vienen cumpliendo los trabajadores de la salud, es desconocer el esfuerzo sobrehumano que un plantel amplio y diverso de personas desarrolla todos los días, sin pedir si quiera, una remuneración acorde con tremendo desgaste físico, psíquico y profesional. Y acá no sólo entran los facultativos vestidos de blanco, rosa o azul y sumamente pulcros, a veces, al momento de dar una buena o mala noticia. Acá hablamos de enfermeros y enfermeras agotadas de hacer hisopados, de auxiliares cansados de empujar camillas y levantar sillas de rueda, de técnicos somnolientos que sueñan con el número de PCRs que deben analizar para ayer y sobre la pila que habrá para mañana, del personal de limpieza que ya llenó bolsas y bolsas de consorcio con barbijos, camisolines, cofias y todos los desechos que van dejando, esos médicos, esas enfermeras y los vecinos que les toca utilizar el sistema de salud, en un momento crítico, álgido y agobiante del mismo.
Tratar de analizar el "manejo o la gestión de la pandemia" que lleva adelante la clase gobernante en esta ciudad y puntualmente la fuerza política que encabeza el intendente Hernán Bertellys, puede ser un falso disparador o un dilema para esta columna de domingo, pero sino intentamos al menos desentrañar los reflejos, las sombras y los ardides de la dirigencia política elegida por nosotros mismos para gobernarnos, estoy seguro que jamás podremos superar a los malos o mediocres gobiernos y seguiremos eligiendo, como muchos lo hacen, a los menos malos y no a los más capacitados y dotados políticamente hablando, para hacernos crecer como sociedad y como comunidad.
La segunda ola del virus chino SARS-CoV-2 trajo una mayor cantidad de muertes y una alta ocupación de camas en todo el país y Azul no escapó a esa regla. Siendo la mayor preocupación de las autoridades sanitarias locales, la poca capacidad que tiene el sistema privado de salud, para atender pacientes no-covid, por el insuficiente funcionamiento tanto de la Clínica San Martín como del Sanatorio Azul. Si bien semanas atrás se firmaron convenios entre la Comuna y ambas instituciones, la letra chica del mismo sigue siendo borrosa y poco legible para la ciudadanía.
Uno de los problemas no superados por la administración de Hernán Bertellys fue sin duda la renuncia de su ex Secretario de Salud, Dr. Carlos Bravo, que en plena pandemia dejó su cargo por problemas de salud. Esa importante baja dentro del equipo encargado de pilotear la pandemia, nunca pudo ser realmente cubierta, con un profesional competente y con experiencia comprobable en el ámbito de la salud pública. Y ante la gravedad que significaba no contar con un secretario de salud en medio de una pandemia mundial, la decisión fue optar por un funcionario político que cumplía tareas administrativas en el nosocomio. Para quienes aún lo desconocen, la Secretaría de Salud está a cargo hoy de Román Broda, un dirigente político que no guarda raíces en esta ciudad y que pertenece, como tantos otros funcionarios y asesores de esta gestión, al riñón del Jefe de Gabinete y Gobierno, Alejandro Vieyra.
Gobernar es estar
Otro gran interrogante que se presenta y que hace maquinar y exasperar todos los días al microclima político local y a los ciudadanos de a pie que se caracterizan sobre todas las cosas por no comer vidrio, es el claro e innegable corrimiento que se produjo de la figura y la persona de Hernán Bertellys, sobre todo en lo que va de su segundo mandato, para darle lugar y protagonismo casi absoluto a su antes Secretario de Gobierno y ahora Jefe de Gabinete y Gobierno.
Porque más allá de los problemas de salud o asuntos personales y familiares que todos podemos tener y que resultan entendibles, la presencia de Alejandro Vieyra en reemplazo del Jefe Comunal se volvió una moneda corriente y en los últimos meses se sumó la figura de la senadora provincial y asesora del Municipio, Lucrecia Egger, quien también pasó a ocupar un lugar preponderante en todos los anuncios, conferencias, recorridas y visitas oficiales.
Ese raro magnetismo que parece generar el sillón de Pedro Burgos desembocará más tarde o más temprano para muchos, en una clara propuesta electoral, en un 2021 donde las elecciones de medio término no tendrán los espacios clásicos para hacer modelar y mostrarse, a quienes aspiren a ocupar por ahora, bancas y escaños en los concejos y en las cámaras.
Interpretar al virus
Si bien la semana que pasó estuvo marcada por algunos anuncios rimbombantes y llamativos, como el convenio firmado con Provincia para reparar de manera conjunta con la Comuna, caminos rurales de la ciudad, la instalación de un gimnasio a cielo abierto en el Lago Güemes y un nuevo centro de testeos para COVID-19- que funcionará en el Centro de Interpretación de la Obra de Salamone- una decisión un tanto polémica que adoptó la gestión municipal fue la de avanzar el mismo día que realizaba un abordaje territorial sanitario en ese sector de la ciudad, con la demolición de un viejo kiosco abandonado en el barrio Pedro Burgos, donde los vecinos denunciaban que era utilizado por jóvenes y menores de edad, como punto de encuentro y hasta como "aguantadero". Está claro que poco se le puede reprochar al convincente reclamo de los vecinos que veían imposibilitado su normal descanso diario, ante la presencia y el accionar de este grupo de personas con cero empatía por el resto del barrio. Ahora esto denota, a las claras, la nula capacidad de abordar las problemáticas de fondo que embargan a esa barriada, como a muchas otras de esta ciudad, por parte de la actual gestión municipal. Falta de contención familiar, chicos desescolarizados, desocupación, violencia, falta de oportunidades, consumos problemáticos de sustancias y adicciones, podrían ser algunos de los puntos para encabezar la agenda de trabajo, de los funcionarios que se pongan a funcionar. Quizá recién ahora caigan en la cuenta que hay una veintena de lugares de Azul que están reclamando presencia del Estado, de aquellos dirigentes que se muestran tan activos en la esfera pública, en los medios y en la comunicación institucional. Como reflexionábamos más arriba, gobernar a veces es estar y cuando el Estado se ausenta, cuando no está, se nota y se nota mucho.
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