22 de septiembre de 2021
Este fin de semana NUPA vuelve a abrir sus puertas a la escena local. El espacio cultural de Colón 767 que alberga múltiples expresiones y tendencias creativas de la comunidad local y regional, esta vez navega los surcos de un género tan difícil de definir como de acallar: eso a lo que le llamamos rock y su lugar en la historia de Azul de la mano de sus protagonistas.
Por Joaquín Vélez
Entre Metro Messineo, Charly Martinez y Nano Fernandez, junto al abrigo de Alicia Lapenta, surgió la propuesta de crear una Muestra Interactiva sobre el Rock Azuleño (MIRA) donde estas músicas encuentren su espacio para ser compartidas, pensadas y sentidas. Entrevistas en vivo, micrófono abierto y una serie de montajes y proyecciones a cargo de Karina Ruiz y Agus Maciel como colaboración del Museo López Claro, junto a aportes de Nahuel Maumus y destacadas fotógrafas y fotógrafos de Azul, son algunos de los componentes que traerán la mística a dos noches memorables.
De esta forma, se trata no sólo de otra noche más bajo la estela del sonido electrificado y estridente de los pick ups de guitarras distorsionadas y rabiosos riffs, o danzas sin demasiadas definiciones coreográficas, sino de una reflexión activa que nutre la memoria local de varias décadas continuadas desde la irrupción del rock en esta la ciudad del centro bonaerense, condensada por ejemplo en la profundidad temporal de eventos como el Azul Rock. Recuerdos punzantes, fotografías y relatos que nos llevan a la épica de mitos cosmogónicos, construyendo narrativas que nos permiten comprender los vaivenes de una música que no deja de salirse de la propia música.
Pelos largos y sueltos, denuncias sociales y experimentación son apenas algunos rasgos que han sido asociados al movimiento del rock y su cercanía a movimientos políticos como la lucha antirracista, el pacifismo y el hipismo. Pero también podemos vincularlo a la colonialidad norteamericana que produjo el oxímoron de estandarizar ciertas formas de ser auténtico y rebelde, para revisitar un evolucionismo que junto a los sueños desarrollistas y el modernismo hacía parecer "viejas" músicas locales y "autóctonas" como el folklore y el tango entre jóvenes de clases medias urbanas. De hecho, el rock participó de la consolidación de una nueva definición de la edad: ser joven implicó desde entonces consumos culturales específicos y una redefinición de aquello que estaba entre la infancia y la adultez.
Con sus canónicos orígenes en Norteamérica hacia la segunda mitad del siglo XX, suele decirse que el rock trae en su nacimiento trazos de la música country, el blues y algo menos reconocido, aunque enfatizado por el hipismo, músicas nativas norteamericanas. Podemos aquí recordar que las personas no paran de moverse, viajar y migrar. En esos desplazamientos arrastran sus sueños, deseos y claro, sus sonidos. Mezclan melodías y ritmos, idiomas y gestos. Dejan huellas y senderos sonoros que en su reverberación nos traen ecos del pasado. Y el caso que nos ocupa no es excepción: no sólo el rock tiene sus marcas de origen, sino también sus capas geológicas de compartir épocas junto a la música electrónica, las vanguardias artísticas, el soul, el funk, el punk o la música disco, tendencias que luego también encontrarían algo así como su síntesis dialéctica en el pop.
Ante la industria discográfica de un alcance global ya en marcha y la generación del baby boom de la posguerra, el rock sería uno de los primeros géneros de las industrias culturales en consolidarse a nivel mundial, inaugurando una forma de experiencia de consumo cosmopolita y creando una masividad antes pocas veces conocida. Esta historia que dista de ser simple y lineal, estuvo atravesada por las contradicciones entre las demandas del mercado o la industria de masas y las tendencias contraculturales y disruptivas que introdujo. Parafraseando a Georges Bataille, el rock tiene su "parte maldita" tensionada entre su impulso contestatario o rebelde y la fagocitación del mismo por los grandes sellos discográficos. Incorporó la sexualidad libre como tema y la presencia de la homosexualidad en grandes figuras, pero las mujeres no consiguieron el mismo protagonismo que varones. Se incorporaron músicas y sonoridades de diversos lugares del planeta introduciendo la periferia en el centro metropolitano, pero rara vez salimos del karma de vivir al sur, en especial entre los países no angloparlantes.
¿Cuál fue el derrotero del rock en Azul? Para ello estas líneas son insuficientes y queda por escuchar de sus protagonistas estas historias en NUPA, el próximo fin de semana con una inmejorable compañía. ¿Cuáles serán las sendas porvenir del rock? Quizás esa sea la pregunta con la que volvamos en la MIRA.
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