10 de julio de 2025

JUAN JOSÉ BOGLIOLO

JUAN JOSÉ BOGLIOLO . Apuntes de una vida que merece ser contada

Abogado laboralista ya jubilado, fanático de Alumni, hombre del boxeo, apasionado por la lectura y por la pesca. Fue propietario, además, de un boliche por el que pasaron destacados artistas del tango y del folclore. Al protagonista de esta nota le sobran historias para contar. Y algunas de ellas forman parte de una entrevista donde repasa su vida fuertemente marcada por Azul, la ciudad donde nació y que continúa siendo su lugar en el mundo.

A sus 89 años de edad Juan José Bogliolo sigue aferrado a un ritual que lo continúa trayendo casi que a diario, tanto por las mañanas como durante las tardes, al estudio de abogacía que él mismo creara décadas atrás y que actualmente conducen sus dos hijos: José María y Verónica.

A pesar de que ya está jubilado y de que no ejerce la profesión, ambas situaciones no impiden encontrarlo todavía en un espacio que continúa siendo uno de sus lugares en el mundo. Al igual que esta Azul, la ciudad que lo vio nacer, la misma donde creció hasta que decidió que su vocación estaría ligada al Derecho y a la que regresó una vez recibido, luego de cursar estudios universitarios en La Plata en épocas donde su militancia política lo ligaba a Arturo Frondizi, tras haber respirado junto con su hermana Ana María aires de tinte radical en ese hogar que forjaron sus padres Francisco Bogliolo y Honelia Orbea.

La entrevista que le da forma a esta nota transcurre en una de las oficinas de ese estudio, ubicado en la zona céntrica y sobre la calle Yrigoyen.

Situado en la planta alta, una escalera de varios peldaños y algunos descansos conduce hasta ese espacio, al lado de lo que durante varias décadas fue uno de los comercios locales más emblemáticos y que fundara su papá: la librería y juguetería "Casa Bogliolo".

A Juan José Bogliolo parecen iluminárseles sus pequeños ojos claros al hablar con orgullo de que son ahora sus hijos quienes están al frente del estudio que él creó.

Especialista en cuestiones laborales, no sólo por el Derecho ha estado marcada su vida. Y a poco de iniciada la charla con EL TIEMPO, más aspectos asoman en ese diálogo que podrían alcanzar un rango de pasión en su existencia, marcada también por la lectura de todo lo que le interesa y llega a sus manos en formato de libro papel y de otras cuestiones. Entre ellas, Alumni Azuleño y el boxeo, por nombrar tan sólo algunas.

En el club albinegro hay hasta una oficina con su nombre por su labor como dirigente, tras haber vestido también esa camiseta en las inferiores, en épocas donde jugaba con verdaderos cracks que después se destacaron en la Primera. Tal vez, cuando el fútbol local tenía una concepción mucho más romántica que en la actualidad. Décadas pasadas donde quienes ahora son leyendas desde los recuerdos pisaban "el verde césped" y después -por sus especiales habilidades y destrezas para tutearse con la pelota- gracias a ellos se escribían en Azul inolvidables capítulos surgidos de una rica historia deportiva.

El boxeo, tal lo ya dicho, ocupa otro importante lugar en la vida de Juan José Bogliolo.

Décadas atrás, también formando parte de Alumni Azuleño él tuvo mucho que ver con las veladas pugilísticas realizadas en la sede del club. Y un capítulo especial de todo eso, sin dudas, lo fue en el año 1968 la visita de Oscar "Ringo" Bonavena a esta ciudad, a la que vino en un avión del diario "Crónica" para después formar parte con su inmensa presencia de uno de aquellos festivales.

Juan José Bogliolo y sus dos hijos, durante el acto a través del cual la Secretaría del Club Alumni Azuleño, donde él desempeñó tareas durante más de tres décadas, pasó a tener su nombre. FOTO: FAMILIA BOGLIOLO


Una profesión que sus hijos continúan

"Siempre tuve vocación por las leyes y por la justicia", responde el protagonista de esta nota no bien la entrevista con EL TIEMPO se inicia.

"Me gustaba mucho también la historia que forma parte de lo que es estudiar abogacía, así que me fui orientando por ahí y después de recibirme en La Plata enseguida me casé -la placa de su esposa, escribana y llamada Elsa Haydee Sarrat, también sigue colocada en el ingreso al estudio- y me vine para acá".

El mandato familiar, tal lo ya mencionado, no lo ubicaba como un abogado. Más bien, esa tradición la instaló él no bien fundó su estudio en el centro, al lado del comercio de su papá y bien cerca de donde también transcurrió su infancia.

"A mí me encanta la actividad aunque ahora ya esté jubilado. Vengo siempre acá. Digamos que para ayudar, más allá de que ya no ejerza", responde a la pregunta de por qué sigue frecuentando ese estudio que no deja de ser el suyo.

En lo que resulta un saludable ritual para él, se trata de una situación que define como parte de "una especie de asesoramiento o de apoyo logístico" que les brinda a sus dos hijos.

Mientras que José María (muy conocido también por el mote de "Cascote", un apodo que el propio hijo mayor de Juan José Bogliolo señala que obedece a "varios significados" y que, "de acuerdo a quién pregunta, hay varias respuestas" que posiblemente algún día serán reveladas) "dijo desde un primer momento que iba a seguir esta carrera", no pasó lo mismo con Verónica.

"Ella primero se casó, formó su familia, tuvo hijos y un día me planteó que, si yo la apoyaba, también iba a estudiar Derecho. Y bueno, yo la apoyé y así fue que, ya siendo más grande, se recibió de abogada", recuerda su papá.

A esta altura habla de ambos ejerciendo familiarmente también el rango de abuelo de cuatro nietos. Francisco José y Julieta se llaman los hijos de José María. Y los otros dos son Severo y Florentina, los que tuvo Verónica.

Una etapa de su carrera como abogado Juan José Bogliolo la desarrolló, antes del golpe del '76, en lo que hoy es la Delegación local del Ministerio de Trabajo de la Provincia; aunque la dictadura militar prácticamente lo empujó a apartarse de aquella gestión.

A su única incursión en la función pública -años más tarde rechazó un ofrecimiento para convertirse en integrante del Tribunal del Trabajo en la justicia ordinaria- la llevó adelante durante unos quince años.

De aquella labor todavía recuerda que un día, luego de que Jorge Rafael Videla asumiera la Presidencia de la Nación, "vino un interventor que era capitán: un muchacho joven de apellido Sarmiento. Entraron al Ministerio con ametralladoras y las compañeras mujeres que trabajaban conmigo casi se mueren del susto".

"Siempre fui abogado de empleados de comercio", señala para después afirmar que del Ministerio "me echaron cuando vinieron los militares", quienes con la clara intención de que se fuera -algo que finalmente hizo- de manera encubierta y para apartarlo de aquella función que ejercía hasta el golpe de 1976 le habían ofrecido ir a trabajar a Tandil, ya que a la delegación local el gobierno de facto la cerró.

Una imagen de finales de la década de los años '50. Juan José Bogliolo aparece flanqueado por Francisco Laurini y Carlos Núñez. La foto es de cuando en la Biblioteca Popular "Bartolomé J. Ronco" un economista vino a disertar durante la presidencia de Arturo Fondizi, en momentos que se discutía sobre la implementación de un plan petrolero desde el Gobierno nacional. A esa conferencia la organizó el Centro Universitario Azuleño. FOTO: FAMILIA BOGLIOLO


"Para mí, Azul es todo"

Sin dejar de reconocer que Azul, en comparación con otras localidades de la región, viene experimentando desde décadas atrás un estancamiento, esta ciudad con nombre de color es "todo" para Juan José Bogliolo.

"Para mí, Azul es todo. Yo no viviría en otro lugar. Acá tengo mis amigos, el club Alumni, el Teatro Español... Todos los lugares donde he vivido siempre", sostiene.

La refundación del coliseo local por excelencia también tiene un capítulo dedicado a él. Específicamente, por la gestión desarrollada junto con varios azuleños más para que ese teatro fuera una de los lugares de los que siempre se habla cuando hay que brindar referencias de esta ciudad.

Con relación a Alumni Azuleño, Juan José Bogliolo es, por sobre todas las cosas, un caracterizado hincha de ese club. Muy por encima -él mismo lo aclara- de cualquier otro de Buenos Aires.

Para entender un poco más ese concepto es necesario hurgar en lo que para él significa el albinegro: otro de sus lugares de pertenencia, sin dudas.

"Como jugador hice tantos amigos... Y después seguí como dirigente. Son cosas inolvidables para mí", afirma para entrar a revivir de inmediato una andanada de historias que sirven para traer a la charla sus inicios como jugador en la Cuarta División.

"Yo jugaba con el 'Cabezón' Melián, con 'Calavera' Cardozo... Esa era la Cuarta B. Y en la Cuarta A estaban Roberto Aguirre, Portaluppi, todos jugadores que después llegaron a Primera", cuenta sobre aquella época, situada en la primera etapa de la década de 1950.

Ya cuando años más tarde volvió de La Plata recibido de abogado, todo lo que vino con relación a Alumni lo desarrolló como dirigente, de la mano de Roquino Toscano y siendo secretario en el club de Pedro Armando López.

"Por un tiempo dejé el club para trabajar en la reconstrucción del Español con Don Manuel Sánchez Trespalacios hasta que se reinauguró la parte de arriba del teatro, cuando también ya se había hecho, al lado, la confitería".

"Tantos años estuve como secretario en Alumni -fueron más de tres décadas- que a la Secretaría después terminaron poniéndole mi nombre", dice con orgullo sobre su pasión por el albinegro. Y aclara: "Es un sentimiento que no tengo por ningún equipo de Buenos Aires. Antes de cualquier otro equipo, yo soy de Alumni. Ahí me crié y hasta me amargo cuando perdemos. Y sigo yendo a la cancha, a pesar de que ahora tengo colocado un marcapasos y no puedo ir tan seguido".

"Te puedo contar una historia", rememora. "Teníamos dos jugadores fantásticos en Alumni: Victorio Perissé y el 'Negro' Acosta. Había un partido con Athletic y los dos se presentaron ante la Comisión para pedir que les dieran un premio por adelantado. Y fíjate lo que pedían: Acosta quería un traje de piel de tiburón, que era horrible y recién había salido. Y Perissé, que era un crack, creo que pedía una camisa y un saco. Me acuerdo que los dirigentes estaban enojadísimos. Pero se los dieron. Andá a saber después lo que hacía el 'Negro' con ese traje, que era como brillante, había salido en ese momento y se puso de moda cuando él ya jugaba en la Primera y Alumni tenía un equipo buenísimo. La delantera era con Richiuza, el 'Negro' Varela, 'Pichín' Farías, Perissé y Guedes. Después Farías pasó a ser half derecho y en su puesto de insider izquierdo apareció el 'Pato' Cañibano. Esa delantera fue fabulosa. Era difícil ganarle a ese equipo. Y antes de Perissé estuvo otro crack: 'Luisito' Maríngola, un jugador impresionante que vino de Olimpo de Bahía Blanca".

Las juntadas de quienes formaban parte del club eran habituales en esa época. Y en una casa cercana al estadio "Emilio S. Puente", "los de Alumni íbamos siempre".

"Era una casa rústica, con piso de tierra, donde vivía 'Quico' Derbes, a quien también le decían 'la Mula'. Era una especie de peña de Alumni. Nos reuníamos siempre en esa casa e iban hasta los jugadores", recuerda ahora Bogliolo.

Bogliolo con sus hijos: Verónica y José María. A modo de legado familiar, ambos continúan desarrollando de manera conjunta, en el estudio que su padre creó, la profesión de abogados. NACHO CORREA


Un hombre del box

"Soy un hombre del boxeo", se define también Juan José Bogliolo durante la entrevista. "Es un deporte muy lindo que me gusta muchísimo".

"A Alfredo 'Pantalla' Delbonis -el padre de 'Chupete', el ex arquero albinegro, y abuelo del reconocido tenista local Federico-, que tenía con el hermano en el centro una fábrica y venta de sombreros, yo lo ayudaba cuando se organizaban las veladas de boxeo. Yo estaba con él en Alumni en ese grupo. Me acuerdo que él hizo la velada donde reapareció 'Goyo' Peralta y que también lo trajimos a Bonavena a uno de los festivales. Era la época donde estaba Adolfo Cejas, que era un boxeador extraordinario. Yo creo que el mejor".

"Bien no sé cómo fue que Bonavena vino a Azul. Después de que le ganó a 'Goyo' Peralta lo fueron a ver si quería venir y vino, vestido de traje y en avión", recuerda sobre la histórica visita del legendario púgil.

En su libro "Boxeo azuleño", Juan José Zurro da cuenta de la misma, que también supo reflejar en artículos publicados en EL TIEMPO.

"En septiembre de 1968 el boxeador campeón sudamericano peso pesado Oscar 'Ringo' Bonavena visitó Azul para realizar una exhibición de boxeo, con motivo de la reinauguración del gimnasio del club Alumni Azuleño. Llegó a esta ciudad el viernes 20 en el avión de 'Crónica', junto con el famoso piloto Miguel Fitzgerald, su mánager Héctor Nesci, un cronista y un fotógrafo del diario", escribió Zurro en este matutino.

Esa nota también decía: "Debido a su muy buena relación con Avenamar Peralta y su entrenador Octavio Andrada, Bonavena aceptó la invitación para venir sin dinero de por medio. Se dio el gusto de visitar el diario El Tiempo, donde se interesó por todo el proceso de elaboración del diario, ya que siendo chico había trabajado en una imprenta. En varias fotos del matutino de aquellos días, se lo ve entre linotipos y una rotoplana, mientras observa el trabajo de la máquina electrónica que confecciona clisés. Al boxeador le gustó tanto la foto que le tomaron junto al avión que le pidió al diario el clisé para imprimir postales autografiadas".

"El 21 de septiembre fue la gran noche para el boxeo de la ciudad, ya que la reinauguración del gimnasio de la calle San Martín fue acompañada por una gran cantidad de público, que llenó el lugar y le dio un marco impresionante a una jornada histórica para el boxeo de Azul", puede leerse también en el artículo. Una publicación donde Juan José Zurro refirió que "Ringo" "subió al ring acompañado por Nesci en su rincón y realizó una estupenda exhibición enfrentando en dos rounds al local Carlos Pouyannes y luego en tres a Ramón Avenamar Peralta, y todos los rounds fueron muy aplaudidos por el público".

Bogliolo recuerda que "al otro día de la exhibición lo llevamos a comer a una chacra, que estaba camino a Tapalqué. Fuimos con toda la Comisión Directiva de Alumni después de lo que fue aquella velada, que estuvo repleta de gente. No sabés cómo comía ese muchacho. Nos pedía que entretuviéramos a los periodistas así él podía comer tranquilo. Ya era un ídolo, excéntrico, loco, provocador... Pero era buenísimo, un chico grande que tenía un respeto impresionante por su madre".

"Cuando 'Goyo' Peralta peleaba en Alumni también explotaba de gente. Al igual que cuando lo hacía Cejas. Eran impresionantes esas veladas, venía gente de todos lados para ver las peleas. Ahora queda la nostalgia de aquella época", dice para después aludir también a los festivales de box que se hacían en el desaparecido club Defensores de Barracas, situado en una de las esquinas de las actuales calles San Martín y Castellar y escenario, al mismo tiempo, de inolvidables tertulias bailables.

"Ché Pará"

Precisamente, de organizar veladas bailables Bogliolo también tiene varias historias para contar. Todas ellas, surgidas de cuando durante un tiempo fue propietario -junto con un socio llamado Pedro Armando Paganti- de "Che Pará", local que estaba ubicado en Avenida Pellegrini y Mesura.

Por ese boliche pasaron grandes figuras del tango y del folclore argentino.

A través de interminables noches de música y bailes donde los encargados de la animación eran Alberto José y José Ángel Mendiola, algunos de esos solistas y grupos fueron Mario Bustos, Aníbal Troilo, el Sexteto Mayor y los Indios Tacunau.

Una leyenda urbana -contada por un azuleño que era asiduo concurrente a ese local, caracterizado por tener en las afueras durante algún tiempo un mangrullo- refiere que una noche que fue con su esposa y lo vieron cantar tangos a Argentino Ledesma el artista tuvo que hacerlo sentado. Al parecer, porque se había "pasado de copas" en un almuerzo al que lo habían llevado no bien llegó a Azul, horas antes de aquella presentación.

"A uno siempre le queda la nostalgia de esas épocas pasadas", afirma Bogliolo para después concluir que, si tuviera que elegir nuevamente, no dudaría en dedicarse al Derecho.

La afición por la pesca es también algo importante en su vida. "Un pescador de aquellos", lo definen quienes lo conocen; aunque ahora él diga que ya no practica más ese deporte, el motivo por el cual tiempo atrás decidió regalarle a su hijo varón esa caja de pesca que lo acompañó durante tantos años.

A modo de cierre, a la pregunta sobre cómo le gustaría que lo recordaran el día de mañana, cuando ya no esté, él responde: "Como una buena persona. Nada más ¿Para qué más?".

"El padre de 'Pelusa' Layús -conociendo su condición de abogado- hizo una comparación una vez y siempre me decía: 'Doctores hay muchos, pero señores hay pocos'".

Simplemente así es como Juan José Bogliolo quiere ser recordado; aunque charlando nada más que un rato con él -un cultor del bajo perfil, por sobre todas las cosas- surja que haya mucho para contar de lo que ha sido y todavía continúa siendo su vida.

Tan extensa y rica es que, seguramente, no alcance sólo con la publicación de esta nota para graficarla, pactada con la excusa de celebrar un nuevo aniversario de la fundación de EL TIEMPO: el diario que sigue estando sobre su escritorio y que ha sido testigo y reflejo de varios de esos eventos que él narró y lo tuvieron como uno de sus actores. A veces en un rol principal y otras desempeñando un papel, si se quiere, un tanto más secundario.

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