FLAVIO GALLI

FLAVIO GALLI

Construir en el presente "para resolver el futuro"

Ingeniero civil y dueño de una empresa constructora con sede en la Capital Federal. Esos son tan sólo algunos de los datos que sirven para asomarse al perfil de este profesional azuleño. En tiempos de pandemia por coronavirus, se anima a dar un diagnóstico de lo que está pasando y de lo que vendrá. Mientras tanto, continúa trabajando a distancia como lo viene haciendo hace ya más de una década, cuando decidió volver a Azul, donde vive con su familia. De la mano del urbanismo, sigue con sus intervenciones. Y ahora su atención está centrada en un novedoso espacio ubicado frente al Palacio de Justicia local. Una construcción que no detiene a pesar de la actual crisis económica.

11 de julio de 2020

En su carácter de ingeniero civil y propietario de una empresa con asiento en CABA de la que dependen -teniendo en cuenta la cantidad de personas que de manera directa o indirecta trabajan a través de su constructora- "unas 1200 familias", Flavio Galli sostiene que desde el sector privado "los que ocupamos espacios de liderazgo tenemos una obligación social de construir en el presente para poder pensar en el futuro".

En este actual contexto de pandemia por coronavirus y economía seriamente lesionada, el profesional azuleño afirma que a su actividad la continúa desarrollando con ese precepto. Y bajo esa impronta sigue construyendo a través del "Grupo Tueroc", su empresa dedicada específicamente a los llamados "desarrollos urbanos", según puede leerse a modo de presentación en la página web.

A Galli no le resulta nuevo esto de trabajar a distancia o "home office", uno de los tantos términos surgidos de la mano de la pandemia. Ya viene haciéndolo de esa manera desde hace más de una década, cuando decidió radicarse nuevamente en Azul con su familia, algo que no hizo mella en absoluto en su actividad laboral.

"El tema del trabajo remoto, como le llaman, a mí mucho no me perjudica porque hace trece años que vengo trabajando así", afirma ahora desde Azul mientras allá, a 300 kilómetros de distancia, las oficinas de su empresa siguen teniendo su sede central en la Capital Federal.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, durante la década de los noventa, después de que se recibiera de ingeniero en La Plata, encontró lo que fue "la receta de mi éxito para desarrollarme como profesional". Una fórmula que, sin tener nada de secreta, consistió para él en "juntarme siempre con gente que sepa más que yo".

Ahora, a sus 55 años de edad, el protagonista de esta nota confiesa que ha logrado "tener un equilibrio entre mi empresa y mi vida personal" a través de ese hilo conductor que ubica en un extremo a su familia en Azul y, en el otro, a su trabajo en la Capital Federal, el lugar donde siente que laboralmente se volvió exitoso siendo "un tipo del interior" que no era hijo de nadie conocido. Incluso -reconoce- "nunca quise que mi empresa, que está muy bien posicionada en su rubro, se identificara con mi nombre porque me gusta tener un perfil bajo. Por eso se llama Grupo Tueroc".

En su época de residencia en Buenos Aires recuerda que "trabajaba cada día más para trabajar menos y llegar a determinada edad y decir ya no trabajo más", más allá de que todavía ese momento de retirarse de la actividad todavía para él no ha llegado, teniendo en cuenta los varios proyectos que sigue desarrollando.

Aunque admite que "no me resultó fácil volver a Azul", reconoce también que estar acá le sirvió para formar y afianzar los vínculos con su familia, que además de su esposa incluye a sus dos hijos.

Aquella decisión de radicarse nuevamente en esta ciudad estuvo relacionada con dos experiencias que lo tuvieron como víctima de "secuestros express" en la Capital Federal.

Uno de esos hechos que sufrió fue bastante "complicado" -según dijo-, ya que "un pibe con un revólver se subió con nosotros al auto. Estábamos con la que hoy es la madre de mis hijos. Lo pasamos muy mal. Nos llevaron a pasear en el auto. Me acuerdo que el flaco estaba con el arma y a cada rato me la ponía en la cabeza".

"Fue una decisión de vida volver. Y ya nos quedamos en Azul", sostuvo Galli.

Interventor de esquinas

"Coya" para los amigos, Flavio Galli se reconoce como un apasionado de las esquinas.

Esta ciudad que lo vio nacer y dónde se crió hasta que en la década del 80 se fue a estudiar a La Plata -"pasé una época linda allá, fascinante por lo que en ese entonces era el CUA"- tiene desde hace tiempo su impronta urbanística.

"A mí me gusta intervenir esquinas", señala. Y después, enumera algunos de los trabajos que en ese contexto ha hecho en Azul: "Rivadavia e Yrigoyen, donde había un pádel al que siempre yo iba a jugar, un lugar que después, cuando volvía, no podía creer que estuviera parado"; o "la esquina donde hoy está 'LuzAzul', en Olavarría y 25 de Mayo, que me acuerdo que cuando éramos chicos y vivíamos por ahí íbamos a cortar madera a un aserradero que había en esa esquina para un palomar que teníamos arriba del techo de mi casa. Cada vez que pasaba por ese lugar me decía a mí mismo: 'Esa esquina la tengo que transformar'".

Y así lo hizo de la mano de su profesión, del mismo modo que también sucedió con ochavas de Mitre y Cáneva y de Roca y Alvear, lugar este último donde tiene sus oficinas en Azul.

"Esa esquina me encantó. Conseguí las fotos de cómo era la construcción en su momento, traté de transformarla e hice una intervención urbanística, que se llama de fachada, con la incorporación de un piso más", cuenta sobre lo que fue adecuar ese espacio para las oficinas que tiene en esta ciudad.

"Todo esto lo hago porque me divierte hacer cosas por Azul. Nunca percibo un fin económico, la realidad es esa", aclara para después señalar -a modo de observación propia de un especialista en la materia- que esta ciudad donde nació y vive "carece de un plan estratégico urbanístico, que es algo que debería trabajarse en forma concreta y muy real, sobre todo aprovechando la actualidad".

Obreros trabajando en el interior del edificio que está construyendo Galli sobre la Avenida Perón, frente a Tribunales.

Frente a los Tribunales

"El urbanismo, la cultura, el arte, la dinámica urbana y el componente social" son conceptos que encajan en el perfil de Flavio Galli como ingeniero civil.

"Nunca nadie me viene a buscar. Así como no trabajo para gente en Buenos Aires, tampoco lo hago en Azul. De hecho, cuando me vienen a buscar les digo que no", define también sobre lo que actualmente caracteriza a su actividad como constructor.

"Todo lo que hago tiene un componente social. Por eso, con el paso del tiempo, me transformé en un desarrollador y ya no construyo más para otros", aclara y después también declara: "Tengo un componente social muy importante que lo llevo dentro de mí con mucha pasión y cada cosa que hago tiene que ser una mejora para el barrio".

De la mano de todos esos conceptos, un día Galli pasó caminando por Avenida Perón entre De Paula y Moreno.

Frente al Palacio de Justicia local, observó un cartel colgado sobre una vieja casona que indicaba que esa propiedad estaba en venta.

"Como me encantaba la casa, llamé a la inmobiliaria y la compré", recuerda sobre eso que pasó hace ya más de un año.

Ese inmueble lo adquirió cumpliendo también con otra de sus premisas: "Siempre elijo lugares estratégicos, aquellos donde uno pueda hacer una intervención que genere algún beneficio para ese barrio donde la construcción está ubicada".

"Esa cuadra es muy oscura. Y en ese sector donde está esa casa, aún más. Y estamos hablando de un lugar estratégico de Azul, frente a los Tribunales", señala sobre este proyecto que encaró cuando compró ese espacio que ahora está convirtiendo en uno totalmente distinto, a través de una iniciativa que todavía va tomando forma y que aún no está terminada.

"Convoqué a un arquitecto, que siempre le doy la posibilidad que cree. Le dije que quería pensar en el Azul que se viene, en generar nuevas experiencias. Este proyecto fue pensado desde que hace catorce meses compramos la propiedad. Lo que estamos haciendo es un lugar flexible. Es un espacio urbano donde la gente va a poder vivir sus propias experiencias. Tiene como tres pisos y todavía, concretamente, no sabemos qué uso le vamos a dar. No hay una demanda constituida para ese público. Nosotros vamos a generar el espacio y la demanda se va a generar a partir de la visita de la gente que vaya a este lugar", afirma Galli.

"Acá en Azul hay una corriente muy copada de nuevos emprendedores jóvenes que se van a entusiasmar con un espacio donde puedan ir a generar nuevas experiencias", dice también sobre lo que está haciendo y sobre aquello en lo que quiere que se convierta.

"No es un lugar para vivir. Es uno donde se produce la interacción de la gente para generar sinergia para nuevos emprendedores, para que puedan decir que ahí tienen un espacio para exponer", adelanta.

Andrés Montero y Antonella Scalesa son los arquitectos que están acompañando al ingeniero Flavio Galli en esta iniciativa para intervenir esa casona, situada específicamente en Avenida Perón al 540.

Según explicó, la obra consta de una "planta baja muy amplia, que está pensada para darle también un lugar a la gastronomía, ya que puede ser un espacio para eso. Además, tiene dos pisos con pequeños espacios de trabajo y un tercero, de unos 250 metros cuadrados, que vendría como a ponerle el techo a todo, como si fuera la tapa del sándwich".

"Una planta baja amplia con un tercer piso amplio. Y después, diferentes espacios de interacción en los diferentes niveles", agregó a modo de resumen.

"Yo soy un tipo que siempre me preocupa mucho el tema de la gente que tiene alguna discapacidad, así que todo esto está hecho con rampas, como para que cualquiera pueda acceder a los diferentes niveles, que están interconectados. No estamos diligenciando el producto a un cliente en especial. Yo creo -vaticinó- que es la creación de un espacio para darle a los emprendedores azuleños un lugar que por ahí hoy no tienen".

"Una planta baja amplia con un tercer piso amplio. Y después, diferentes espacios de interacción en los diferentes niveles". Así definió Flavio Galli a su obra sobre la Avenida Perón.



"Voy a seguir construyendo"

"En este momento el Gobierno, así como los que ocupamos espacios de liderazgo, tenemos una obligación social de construir en el presente para poder pensar en el futuro", sostiene el ingeniero sobre una realidad donde, emergencia sanitaria mediante por la pandemia, el Estado "no supo atender salud y economía a la vez".

"Eso nos está llevando a un panorama muy grave. Haber desatendido la economía, y querer hacernos creer que se ocupaban únicamente de la salud, para mí va a llevarnos al peor de los resultados", sostiene el profesional azuleño.

"Cuando vos tenés un gobierno que no va a poder ocuparse del tipo vulnerable, de ese que no tiene cloacas, gas o acceso al crédito -por ejemplo- el gobierno no está. Por eso, desde el lado de los privados tenemos que construir el presente para resolver el futuro. Hoy, en mi caso, yo voy a seguir construyendo porque este es un momento para construir. Sé que tengo que poner los fondos, pero generando mano de obra. No paro la obra, sigo dando trabajo. Esa es la apuesta y el componente social que, para mí, tenemos como obligación los que ocupamos posiciones de liderazgo, que hoy más que nunca tenemos que ayudar en este presente".

En ese contexto que describe, Galli considera que por sus características económicas y laborales "Azul tiene una situación de privilegio".

"Cerca de un sesenta por ciento son empleados estatales. Y el otro quince o veinte por ciento pertenece a una actividad esencial como es el campo, que no ha parado de trabajar. Si vos recorrés 150 kilómetros a la redonda, no hay una sola ciudad que tenga ese gran beneficio hoy. Entonces, depende de nosotros, los azuleños, qué podemos hacer de acá para adelante. Qué Azul queremos pensar, trabajando unidos, con esta situación que se nos presenta actualmente", refirió.

"Todo lo que no hagamos hoy, ya para mañana va a ser muy tarde. La incertidumbre es tal que la gente no se está dando cuenta de que las cosas están pasando. Cuando esto deje de ser una incertidumbre para pasar a ser una certeza vos te vas a encontrar con una realidad que es peor que la que pensaste. Hoy, en la incertidumbre, es donde tenés que estar resolviendo. Porque si no lo hacés, cuando llegue el tiempo de las certezas -dijo por último- te vas a llevar una muy desagradable sorpresa".

Cuando asfaltó dos calles por pedido del dueño de un diario

Las últimas materias para recibirse de ingeniero civil Flavio Galli las aprobó mientras trabajaba en un campo que está entre Azul y Tandil.
"Me recibí trabajando en un campo, estudiando con una vela porque a la noche no teníamos luz", recuerda ahora sobre aquella época.
A la constructora que todavía conduce la creó en 1992. Y cuando tenía 29 años de edad ya estaba el frente de esa empresa, que entre sus primeros trabajos figura haber sido contratada para hacer un edificio "que era enorme".

Su currículum señala que ese edificio es la actual sede del diario porteño Ámbito Financiero, la cual está ubicada en Paseo Colón y San Juan.
Aquella construcción que le encargaron marcó para él un antes y un después en su labor profesional. "Ahí me di cuenta que para poder crecer, ya que en esa época no tenía ninguna formación profesional, tenía que contratar gente con mucho conocimiento y experiencia porque yo era alguien que recién empezaba. Y así arranqué, con el edificio de Ámbito Financiero".

Hasta el diario fundado por el ya fallecido Julio Ramos -uno de los empresarios periodísticos más poderosos en la época del menemismo- Flavio Galli llegó después de que ya le había hecho un primer trabajo.

"Una vuelta me llamaron para decirme que había unas veredas para hacer. Eran las de los talleres de impresión de Ámbito Financiero, detrás de La Boca. Cuando terminé de hacerlas, el arquitecto que estaba trabajando en la obra me preguntó si no quería arreglar también las calles donde estaban esos talleres, que eran todas con adoquines", recordó.

Según dijo, los transportistas que le llevaban el papel a Ramos al taller del diario, bobinas que compraba en Brasil, se quejaban por el estado de esas calles, que terminaban rompiendo los ejes de sus camiones.

"En ese momento el intendente de la Ciudad de Buenos Aires era (Carlos) Grosso y Julio Ramos le pidió que le sacara los adoquines, pero no se los sacó. Entonces Ramos le dijo: 'No te preocupes, me hago yo el pavimento'. Y como el arquitecto había pegado onda conmigo, que yo era chico y estaba todo el día en la obra, al verme tan comprometido con el trabajo me preguntó si quería asfaltar esas dos cuadras".

"E hice esa obra", dice Galli sobre aquellas calles, que fueron pavimentadas por él pasando en aquel entonces, al parecer, por encima de cualquier ordenanza municipal vigente en torno a urbanismo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fideos, Patacones y Lecops
Muchos están comparando a la crisis económica del año 2001 con la actual por la pandemia de coronavirus. Y Flavio Galli tiene para contar su propia historia de cómo sobrevivieron su empresa y él en aquel entonces, de la mano de una situación tan insólita como real.

"En el 2001, además de que le estaba haciendo otro edificio a Julio Ramos para oficinas comerciales, estaba con catorce obras", varias de las cuales eran locales comerciales de las muchas firmas nacionales e internacionales para las que en ese entonces su constructora trabajaba.

"Estaba como loco", contó sobre el impacto que aquella situación económica en Argentina tuvo en él como constructor. "Si bien estaba firme, estaba muy asustado por la crisis y tenía mucha plata por cobrar".

"Las empresas corporativas nunca te cagan con un contrato. Vos firmás por cien y te pagan cien. A lo sumo te podrán decir que te pagan un poco más tarde, pero te van a pagar", recordó también.

Pero más allá de eso, en aquel entonces tuvo problemas con una de ellas: "Akiabara".

"Ahí estaba Daniel Aguada, el dueño de 'Cheeky', que siempre lo están nombrando. Yo, cada vez que puedo, lo mando al frente porque esas causas penales que tiene por talleres clandestinos y explotación de gente son todas reales", siguió contando Galli sobre esa empresa fabricante de ropas y de quien fuera uno de sus propietarios.

"En ese momento estaba él con otra gente en 'Akiabara'. Pero se fue a Uruguay y recién cuatro meses después me atendió el teléfono. Yo había visto que los actuales dueños, que se quedaron con la empresa después de que se pelearon con Aguada, vendían fideos. Y como me decían que no podían pagarme, les pedí fideos. Eran marca 'Delverde', muy buenos, italianos... Los traían porque, como no llenaban los contenedores con la ropa que fabrican, metían fideos y salsa. Yo veía que en el supermercado valían un peso. Entonces les pedí fideos a cincuenta centavos y la salsa a veinte. La idea era que me pagaran lo que me debían con eso", relató.

Lo concreto fue que el constructor azuleño, a causa del arreglo que hizo para saldar la deuda que esa marca de ropas tenía con él, pudo cabalgar la crisis de 2001 de una manera más airosa.

"Mandaba mis camionetas y traía los fideos a la oficina. Tenía unos 600 obreros en ese momento. Vos eras obrero mío y te llevabas cuatro paquetes de fideos, dos de salsa, Lecops, Patacones y algunos pesos", todo lo cual le servía a Galli para pagarles las quincenas a sus trabajadores en medio de aquella fuerte crisis.

"La gente estaba fascinada", respondió al ser consultado sobre cómo reaccionaban sus empleados al cobrar los sueldos de esa manera, con fideos, bonos y algo de dinero.

"El obrero de la construcción necesita la plata para el almacén y para los servicios. No tiene otra aspiración. Entonces, lo que vos tenés que hacer es no fallarle", dice conociendo el perfil de esa clase de trabajadores con los que a diario convive.

"Yo siempre defendí a mi gente. Y mientras en ese momento otras empresas no podían pagar, yo lo hacía así. Por eso la gente mata por mí; porque en todas las crisis, incluso la de hoy, nunca he dejado de atender lo más importante que tengo en mi empresa: el recurso humano", afirmó.

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